Un laboratorio del comportamiento humano para predecir c¨®mo act¨²an las personas
El proyecto europeo Ibsen, liderado por un f¨ªsico espa?ol, desarrolla un simulador para predecir c¨®mo interact¨²an las personas y entender mejor la sociedad
Bienvenido a este experimento. Por favor, lea las intrucciones con atenci¨®n. No se espera ning¨²n tipo de comportamiento concreto de usted. Sus ganancias depender¨¢n de sus decisiones". Podr¨ªa ser el inicio de un cap¨ªtulo de la serie Black Mirror, pero es lo que han le¨ªdo miles de participantes en el proyecto Ibsen, el mayor intento hasta la fecha de crear un simulador del comportamiento humano. Una especie de microscopio capaz de observar las interacciones de las personas y anticipar la reacci¨®n de toda una sociedad.
Anxo S¨¢nchez, un at¨ªpico f¨ªsico espa?ol en el Grupo Interdisciplinar de Sistemas Complejos de la Universidad Carlos III, es el jefe de este laboratorio, que ha unido a siete universidades europeas y a 25 investigadores de diferentes disciplinas. Durante tres a?os, tras acceder a fondos europeos, Ibsen ha planteado una serie de experimentos a gran escala para tratar de dar respuesta a cuestiones como: ?cooperamos cuando tratamos de llegar a un objetivo com¨²n? ?C¨®mo se generan y se contagian las burbujas? ?Y los des¨®rdenes sociales y los problemas de integraci¨®n? ?C¨®mo conducir un coche en una carretera llena de veh¨ªculos aut¨®nomos?
Ibsen aporta dos novedades importantes al campo de lo que se conoce como sociof¨ªsica. Ha creado un programa inform¨¢tico y una base de 25.000 voluntarios que permite plantear experimentos con m¨¢s de 1.000 personas. Hasta ahora, los estudios que analizaban las decisiones que tomamos las personas se realizaban con grupos muy peque?os. No estaba claro que los resultados se pudieran escalar. La situaci¨®n se ha complicado porque parte de nuestras interacciones las realizamos a trav¨¦s de internet.
A S¨¢nchez le pic¨® la curiosidad un d¨ªa trasteando con una simulaci¨®n del dilema del prisionero. En este juego, la mejor soluci¨®n para todos es colaborar, pero si alguien opta por salvar su pellejo traicionando al resto, entonces los dem¨¢s sufrir¨¢n las consecuencias, a no ser que se sumen al carro de la traici¨®n. En ese caso, la soluci¨®n que alcanza el grupo es lo que se dice sub¨®ptima porque, como ya hemos dicho, estar¨ªan todos mejor si se hubieran fiado los unos de los otros.
S¨¢nchez pens¨® que los resultados que obten¨ªa no ten¨ªan mucho sentido, as¨ª que se fue al mundo real y puso a jugar al dilema del prisionero a 169 personas. A?os m¨¢s tarde plante¨® el mismo problema en otro estudio pionero que consigui¨® coordinar a m¨¢s de 1.000 estudiantes de bachillerato de Arag¨®n. ¡°En ese momento hab¨ªa un debate acad¨¦mico sobre si las redes sociales iban a facilitar que la gente cooperara. La teor¨ªa dec¨ªa que si solo te relacionabas con unos pocos amigos/conocidos y ten¨ªas la suerte de que todos cooperaran, daba igual si el resto se estaba apu?alando por la espalda. Lo que nosotros demostramos es que las redes no ayudaban particularmente a cooperar y no surg¨ªan esos peque?os grupos o Galias¡±.
Muchos de los retos a los que se enfrenta la sociedad, como el cambio clim¨¢tico, la explotaci¨®n sostenible de los recursos o la prevenci¨®n de epidemias, son variaciones del juego del dilema del prisionero. Tenemos que decidir si confiamos y esperar que los dem¨¢s hagan lo mismo, o no colaborar porque es posible que salgamos ganando individualmente. Seguro que muchos contestar¨ªan con un depende. ?Y de qu¨¦ depende? Esto es lo que trata de responder Ibsen.
Como buen f¨ªsico que es, a S¨¢nchez le gusta comparar la sociedad con un sistema de ¨¢tomos (las personas) con interacciones muy variadas. ¡°En el caso de un material, las conexiones electromagn¨¦ticas que establecen sus ¨¢tomos se conocen bien. Pero cuando son los humanos los que interact¨²an el sistema es m¨¢s complejo y no est¨¢ en equilibrio. Sabemos poco porque solo llevamos 30 a?os estudi¨¢ndolo¡±.
Yamir Moreno, investigador del Instituto de Biocomputaci¨®n y F¨ªsica de Sistemas Complejos (BIFI) de la Universidad de Zaragoza, habla con el mismo entusiasmo sobre lo dif¨ªcil que es escrutar un sistema complejo como la sociedad. ¡°La red de transporte en una urbe tambi¨¦n es un sistema complejo. Es muy dif¨ªcil predecir un atasco. Pero el ejemplo m¨¢s cl¨¢sico son los sistemas biol¨®gicos¡±. Moreno argumenta que somos muy diferentes a los ratones, a¨²n compartiendo gran parte de nuestro ADN. ¡°El secreto de la complejidad biol¨®gica est¨¢ en las interacciones y no tanto en el n¨²mero de genes que tenemos¡±, asegura.
Podr¨ªamos pensar que Google, Facebook o Amazon son alumnos aventajados en el estudio del comportamiento humano. Sus vol¨²menes de datos les avalan. Pero estas empresas no saben c¨®mo se relacionan sus usuarios a la hora de tomar decisiones; si prefieren ayudar, hacerse la pu?eta, pasar de todo. Aunque es cierto que la revoluci¨®n del big data ha ayudado mucho a avanzar a la sociof¨ªsica: se han podido validar teor¨ªas con los datos, y cuando no han funcionado, entonces se han planteado experimentos.
¡°A m¨ª lo que me gustar¨ªa es poner en pr¨¢ctica todo lo que hemos descubierto¡±, responde Ignacio Tamarit, otro investigador entusiasta de la Universidad Carlos III. ¡°No hay mucha tradici¨®n en pol¨ªtica de hacer experimentos para tratar de anticipar los resultados de las medidas. Estamos acostumbrados a seguir tendencias, ideas previas... El objetivo deber¨ªa ser hacer pol¨ªticas basadas en evidencia¡±.
Cuando son los humanos quienes interact¨²an, el sistema es m¨¢s complejo y no est¨¢ en equilibrio. Sabemos poco porque solo llevamos 30 a?os estudi¨¢ndolo¡±
Nuestro mundo est¨¢ lleno de casos de medidas bienintencionadas que no han tenido el efecto que se esperaba o que incluso han agudizado un problema. ?Qu¨¦ fall¨®? No se tuvo en cuenta c¨®mo se comportar¨ªa la gente. Por eso el Centro Com¨²n de Investigaci¨®n de la Comisi¨®n Europea (m¨¢s conocido por las siglas de JRC) est¨¢ muy interesado en aplicar los avances de Ibsen. Desde Bruselas se hacalificado el resultado del proyecto como ¡°tremendamente exitoso¡± y consideran ejemplar su enfoque multidisciplinar para resolver los problemas que nos plantea ya el futuro. Han trabajado juntos f¨ªsicos, matem¨¢ticos, inform¨¢ticos, economistas, soci¨®logos, bi¨®logos y antrop¨®logos de las universidades de Cambridge, Zaragoza, ?msterdam, Oxford o Valencia.
S¨¢nchez y su equipo han agotado los fondos europeos y buscan ahora financiaci¨®n para seguir investigando. Lo bueno es que ya saben que, para solucionar algunos problemas, basta con juntar a 100 personas. Eso abarata los costes porque, tal y como especificamos en las instrucciones iniciales, a los participantes se les paga con dinero real al final del juego.
Todav¨ªa quedan muchas preguntas sin respuesta pero lo que ha logrado Ibsen es abrir la puerta a un futuro simulador que recrear¨¢ toda una sociedad. Ya no habr¨¢ experimentos con personas reales sino avatares en un programa inform¨¢tico que se comportar¨¢n como las personas en la vida real. Este avance dotar¨¢ a las ciencias sociales de un poder que hasta ahora no han tenido. Supondr¨¢ tambi¨¦n un salto para la rob¨®tica si se sabe qu¨¦ caracter¨ªsticas definen a los humanos. Pero para alcanzar este nivel de r¨¦plica todav¨ªa hace falta que pase una d¨¦cada, seg¨²n los investigadores. ¡°Los experimentos que hemos hecho nos permitir¨¢n dotar a nuestros modelos de caracter¨ªsticas cada vez m¨¢s humanoides y ser¨¢n capaces de acertar el resultado de una pol¨ªtica en un 80% de los casos¡±, asegura Moreno.
Ya han recorrido la mitad del camino, quiz¨¢s la parte m¨¢s dif¨ªcil. Hace diez a?os, cuando a S¨¢nchez se le ocurri¨® esta idea, algunos acad¨¦micos ¡°se murieron de la risa¡±, recuerda, y dijeron que era imposible. Hoy, cuando se pregunta al grupo de f¨ªsicos de Ibsen qu¨¦ han entendido mejor gracias a los experimentos, les sale otra carcajada. ¡°?Hemos aprendido mucho de los humanos!¡±.
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