La cultura digital entre el entretenimiento y el conocimiento
El entretenimiento es necesario y beneficioso, pero el cuidado que hay que tener es evitar que la estrategia de la comunicaci¨®n en esta sociedad en red ¡ªsobreinformada, disipada¡ª se reduzca a esta f¨®rmula.
La Fundaci¨®n General CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas) ha publicado recientemente el Informe ComRigor sobre La calidad y el rigor en los contenidos culturales digitales. Recoge oportunamente una preocupaci¨®n muy extendida acerca del efecto que una sociedad en red est¨¢ produciendo en la cultura.
La manifestaci¨®n m¨¢s inmediata de nuestra vida en la Red es que nos sentimos traspasados por una cantidad de informaci¨®n inconcebible hasta hace muy poco tiempo. Esta abundancia, que no tendr¨ªa que ser en principio negativa, se ha hecho excesiva por la dificultad de metabolizarla.
La Red nos est¨¢ poniendo ante un desmesurado buf¨¦ de informaci¨®n. Y, porque acabamos de descubrirlo, no nos resistimos a probar toda su oferta, picando en tanta abundancia. En los procesos de comunicaci¨®n, esta disgregaci¨®n se traduce en la fractura de los discursos, es decir, de las relaciones con las que damos coherencia a las ideas, a las razones, a las narraciones, a los datos¡ Porque nuestra naturaleza impone que las relaciones multidimensionales que crea el cerebro se transmitan encadenadas, en un orden que impone la dimensi¨®n temporal: tienen que discurrir una detr¨¢s de otra como eslabones de una cadena. Por eso, cuando no hay tiempo para dedicar atenci¨®n, se fractura lo que ya aparece como excesivo¡ y nos quedamos solo con un eslab¨®n, sin cadena.
La consecuencia de esta fractura por parte del receptor es que quien emite una informaci¨®n tienda a reducir su extensi¨®n para evitar as¨ª esta intervenci¨®n tan frustrante e imprevisible que disgrega el discurso. Pero esto lleva a que se procure compensar con el barniz de la emoci¨®n la p¨¦rdida de fuerza de aquello que ha quedado tan reducido. Hay que a?adir de alg¨²n modo emociones a falta de razones. Quiz¨¢ esto explique el exceso emocional y gestual de nuestra sociedad hoy.
El exceso tambi¨¦n lleva a la desgana. As¨ª que hay que avivar la atenci¨®n. Y para mantener esa atenci¨®n hay que entretener. El entretenimiento se basa en una confirmaci¨®n: lo que estoy viendo, ya lo he visto; lo que se me muestra no me resulta extra?o, sino que encuentro en mi memoria una huella que encaja y, por tanto, lo reconozco. Este reconocimiento inconsciente produce la gratificaci¨®n que dan las muestras de identidad, de sentir la pertenencia a un entorno que no resulta ajeno. Es suficiente para entretener a?adir a esta coincidencia una proporci¨®n peque?a de incertidumbre, de desviaci¨®n respecto a lo esperado. Y bajo esta f¨®rmula se crean los productos de entretenimiento.?
Naturalmente que el entretenimiento es necesario y beneficioso, pero el cuidado que hay que tener es evitar que la estrategia de la comunicaci¨®n en esta sociedad en red ¡ªsobreinformada, disipada¡ª se reduzca a esta f¨®rmula. Porque tal reduccionismo limita la necesidad de que una cultura sea no solo entretenimiento, sino conocimiento. Conocer supone revisar con la informaci¨®n que recibimos lo que ya tenemos, lo que ya sabemos, para corregirlo, rehacerlo, transformarlo. De manera que la memoria no guarda huellas que contrastar, para coincidir, con la informaci¨®n nueva que nos llega, sino una construcci¨®n de piezas que se quitan, se a?aden, se reajustan con aquello que nos informa. Una actividad as¨ª significa aceptar m¨¢s incertidumbre y aplicar m¨¢s trabajo. Pero una cultura y una educaci¨®n que pretenden alcanzar el tan repetido estadio de una sociedad del conocimiento no pueden dejar de buscar caminos que lleven a que sus ciudadanos est¨¦n capacitados para aceptar el riesgo y el trabajo intelectual de un entorno con m¨¢s incertidumbre: m¨¢s conocedores, en fin, de su mundo, aunque no resulte tan entretenido.
Antonio Rodr¨ªguez de las Heras es catedr¨¢tico Universidad Carlos III de Madrid
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La vida en digital es un escenario imaginado que sirva para la reflexi¨®n, no es una predicci¨®n. Por ¨¦l se mueven los alefitas, seres prot¨¦ticos, en conexi¨®n continua con el Aleph digital, pues la Red es una fenomenal contracci¨®n del espacio y del tiempo, como el Aleph borgiano, y no una malla.
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