Con la realidad aumentada lo virtual habitar¨¢ entre nosotros
Con la realidad aumentada lo virtual se nos aparece. Y que esas apariciones (s¨ª, podr¨ªamos calificarlas de fantasmag¨®ricas) se producen entre nuestros objetos pr¨®ximos y cotidianos.
Hasta ahora el mundo virtual, hecho de ceros y unos, est¨¢ confinado en una pantalla. La pantalla es la superficie de un espejo que separa el mundo que pisamos del que se refleja al otro lado. En el que estamos decimos que es real y el especular, virtual. La frontera entre ambos ha conseguido ser l¨ªquida, como una l¨¢mina de agua que responde a nuestros roces con los dedos. Pero sigue la separaci¨®n y el confinamiento.
Esta contenci¨®n de lo virtual tras la pantalla muy posiblemente dejar¨¢ paso a un derrame por todo nuestro entorno. Y lo virtual ya no se mostrar¨¢ enmarcado, sino que se manifestar¨¢ por cualquier rinc¨®n de nuestros lugares. Podr¨ªamos decir que con la realidad aumentada lo virtual se nos aparece. Y que esas apariciones (s¨ª, podr¨ªamos calificarlas de fantasmag¨®ricas) se producen entre nuestros objetos pr¨®ximos y cotidianos.
Podr¨¢n manifestarse como capas de mayor o menor transparencia que velan sin ocultar algo de nuestro entorno y tambi¨¦n como vol¨²menes que se colocan y, por tanto, toman lugar entre los objetos materiales.
Por el momento, nos aproximamos a una pantalla para asomarnos al mundo digital y nos relacionamos tocando su l¨¢mina de agua que nos divide. Cuando el mundo digital tenga lugar entre nosotros y no permanezca confinado tras un espejo, se revelar¨¢ ante nuestra presencia en el lugar y por nuestra mirada, de igual modo que cualquier objeto real.
El comunicador de tarima o de libro tiene que aprender a construir su discurso en otro entorno y con otros medios.
Ser¨¢ dif¨ªcil entender la realidad aumentada sin que vaya acompa?ada de un desarrollo de la oralidad. La palabra hablada posibilita que la informaci¨®n textual no se interponga entre lo que se quiere mirar del entorno o que haga desviar la mirada para atender a la lectura. Y es que la m¨¢s sugestiva promesa de la realidad aumentada residir¨¢ en que el mundo virtual no nos despegue del real, del entorno, sino que se distribuya por el entorno. Por eso la oralidad refuerza ese prop¨®sito, pues quien te habla puede estar a tu lado, no necesariamente frente a ti, y t¨² escucharlo y preguntarle sin mirarlo. As¨ª que la implantaci¨®n de la realidad aumentada supondr¨¢ la compa?¨ªa de un asistente que, a tu lado, te dar¨¢ de palabra la informaci¨®n, y tener as¨ª despejada la mirada para percibir un entorno de objetos materiales enriquecido con otros virtuales que han encontrado lugar entre aquellos.
La incorporaci¨®n de la realidad aumentada, es decir, la pr¨®tesis que se precisa est¨¢ a¨²n sin conseguir y los tanteos no son satisfactorios. Posiblemente existen ya las condiciones t¨¦cnicas para su realizaci¨®n, pero falta el concepto, el soplo que necesitan unos componentes para que emerja con ellos algo m¨¢s que un ajuste de piezas, como ha sucedido con otros logros que han producido impactantes radiaciones evolutivas en la tecnolog¨ªa, como es el caso del m¨®vil o, anteriormente, la interacci¨®n a partir, ya no de un teclado, sino de se?alar unos objetos virtuales flotando en la pantalla.
Un escenario aumentado de este modo, por donde transitar¨¢n nuestras vidas, puede ser interpretado como un entorno alterado o, al contrario, como un entorno enriquecido. En el primer caso, para quienes entienden la virtualidad como falsedad y enga?o, ser¨¢ motivador de previsiones dist¨®picas, ya que lo virtual puede encubrir, con una capa amable, aquello que es desagradable. Pero en el segundo caso, se ver¨¢ como un nuevo camino que abrir¨¢ una consideraci¨®n distinta de lo virtual y un cambio, de consecuencias imprevisibles, de las formas de relacionarnos con el mundo digital.
Antonio Rodr¨ªguez de las Heras es catedr¨¢tico Universidad Carlos III de Madrid?
La vida en digital es un escenario imaginado que sirva para la reflexi¨®n, no es una predicci¨®n. Por ¨¦l se mueven los alefitas, seres prot¨¦ticos, en conexi¨®n continua con el Aleph digital, pues la Red es una fenomenal contracci¨®n del espacio y del tiempo, como el Aleph borgiano, y no una malla.
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