As¨ª ser¨¢ el mundo cuando los humanos se extingan, seg¨²n el arte y la tecnolog¨ªa
Una exposici¨®n explora los escenarios de un mundo sin humanos. Uno de sus objetivos es abordar el control que ejerce sobre nosotros la tecnolog¨ªa y c¨®mo puede llevarnos a nuestro reemplazo por los robots
Qu¨¦ ocurrir¨ªa si la raza humana se extinguiera en 2019? ?Cu¨¢l ser¨ªa la imagen que dejamos del mundo? ?Y su repercusi¨®n en el resto de seres vivos? Varios artistas visuales y sonoros invitan a descubrir, a trav¨¦s de la tecnolog¨ªa, las huellas que dejamos de nuestro presente visitadas desde un hipot¨¦tico futuro. El resultado puede verse en el espacio art¨ªstico 104, un antiguo mercado de Par¨ªs, que sirve de escenario para este universo imaginario. Tiene lugar justo en una ¨¦poca en la que el ser humano se cuestiona su futuro inmediato y su sustituci¨®n por los robots y la inteligencia artificial. A trav¨¦s de creaciones inmersivas que se sirven de sonidos, im¨¢genes e instalaciones interactivas, los artistas rinden homenaje a un mundo pasado, el nuestro, pero sin nosotros.
La exposici¨®n recrea "una exhibici¨®n de arte contempor¨¢neo digital abandonada desde el a?o 2019, tras la desaparici¨®n del hombre, en la que las obras han seguido funcionando de manera independiente, sin sus creadores ni su p¨²blico", explica su comisario, Gilles Alvarez, seg¨²n recoge Claudia Zapater para la agencia EFE. La exposici¨®n plantea un planeta sin humanos en el que los otros g¨¦neros, como el vegetal o el rob¨®tico, encuentran formas de cohabitar.
Tras la desaparici¨®n del hombre, muchos aparatos pierden su utilidad original, pero llegan a un entendimiento cordial entre s¨ª, como en el caso de la obra del italiano Michele Panghero: un organillo y un respirador artificial, que interpretan juntos un acorde musical sujeto al ritmo constante de la respiraci¨®n. Otro de los espacios propone una exhibici¨®n expl¨ªcitamente arqueol¨®gica, con todos los s¨ªmbolos de nuestra civilizaci¨®n digital: errores 404, emoticonos, me gustas de redes sociales o incluso un captcha grabado en piedra, ya que "los humanos ten¨ªan que asegurarse de que ellos mismos no eran robots".
La joya de la corona es lo que el comisario describe como una "puerta hacia otra dimensi¨®n", la simulaci¨®n de una discoteca, obra del m¨²sico Alexander Schubert, con un sonido fuerte y unas luces excesivamente penetrantes que no dejan percibir el tama?o de una sala que parece no tener fin. Est¨¢ abandonada, pero sigue funcionando sola: "Hay algo c¨ªnico en ella, incluso m¨®rbido. Es un entretenimiento que ya no sirve, pero contin¨²a recreando las sensaciones que experimentaban los humanos, que sent¨ªan la necesidad de mover sus cuerpos al ritmo de m¨²sicas primarias para evadirse de sus vidas", explic¨® Alvarez.
La exposici¨®n esboza un futuro m¨¢s bien dist¨®pico, un tanto oscuro, aunque tambi¨¦n algo divertido, para que los visitantes reflexionen sobre el mundo actual. Uno de sus objetivos es abordar el control que ejerce sobre nosotros la tecnolog¨ªa, hasta qu¨¦ punto aceptamos su sumisi¨®n y c¨®mo puede llevarnos a la extinci¨®n, a nuestro reemplazo por los robots y la inteligencia artificial. Obra tras obra, la muestra permite al espectador verse reflejado en situaciones y comportamientos propios de la ¨¦poca actual: el narcisismo, la necesidad de aprobaci¨®n, el poder de los dispositivos digitales en la vida diaria o la sociedad de consumo.
La exposici¨®n, abierta hasta el 9 de febrero, se enmarca en la Bienal de artes digitales N¨¦mo, que presenta un arte en constante mutaci¨®n, un di¨¢logo entre las nuevas tecnolog¨ªas, la ciencia y los desaf¨ªos sociales de la transformaci¨®n digital pregunt¨¢ndose en esta edici¨®n si la raza humana est¨¢ destinada a desaparecer.
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