Ciencia y tecnolog¨ªa son nombres de mujer... ?O no?
Todo augura que las mejores oportunidades estar¨¢n en manos de los que dominen disciplinas en ciencia y tecnolog¨ªa y las mujeres no estaremos ah¨ª si no somos capaces de revertir la tendencia actual.
El cambio de paradigma, de una sociedad industrial a una informacional, que comenz¨® en los a?os sesenta, ha incrementado el bienestar en las sociedades que han realizado esta transici¨®n. Las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n han transformado profundamente todos los aspectos sociales y econ¨®micos de nuestra sociedad.
No interactuamos como antes. Las dimensiones espacio y tiempo han dejado de ser relevantes. Ahora nos comunicamos en tiempo real con personas de cualquier parte del mundo, y cada vez con m¨¢s frecuencia, lo hacemos con m¨¢quinas o chatbots, un tipo de inteligencia artificial capaz de simular una conversaci¨®n mediante teclado o voz como si fuese un humano.
Lo mismo sucede con nuestra econom¨ªa, cada vez somos m¨¢s productivos, competitivos, y realizamos transacciones globales. Compramos en comercios virtuales que nos proporcionan en tiempo r¨¦cord productos procedentes de lugares remotos.
En 2017 la OCDE posicionaba a Espa?a entre las econom¨ªas l¨ªderes en Europa en el uso intensivo de robots. Este proceso contribuye a la mejora de la productividad y la sostenibilidad de las empresas espa?olas como he demostrado en un estudio que ser¨¢ publicado pr¨®ximamente en el Journal of Business Research.
En este nuevo contexto est¨¢n emergiendo nuevas profesiones, como la de cient¨ªfico de datos, que la Harvard Business Review denomin¨® como la profesi¨®n m¨¢s ¡°sexy¡± del siglo XXI. Estas profesiones est¨¢n destinadas a satisfacer la cada vez m¨¢s intensa demanda de expertos que consolidar¨¢n un modelo de desarrollo sostenible, en el que la tecnolog¨ªa es el pilar fundamental. Sin embargo, esta necesidad est¨¢ muy lejos de cubrirse, poniendo en riesgo el cambio de paradigma.
La UE calcula que en 2020 existir¨¢n 825.000 empleos vacantes en Europa relacionados con la inform¨¢tica y las telecomunicaciones. La situaci¨®n de riesgo est¨¢ activando todas las alertas en la universidad, la empresa y los gobiernos, que est¨¢n trabajando en diversas v¨ªas de acci¨®n, haciendo especial hincapi¨¦ en la educaci¨®n, formaci¨®n y la inversi¨®n en infraestructuras.
La Comisi¨®n Europea est¨¢ promoviendo varias iniciativas, entre la que se encuentra el programa Digital Europe, que con un presupuesto de 9.2 billones de € entre 2021 y 2027, tiene como objetivo incrementar las capacidades digitales de trabajadores y ciudadanos y proveer de las infraestructuras necesarias para aumentar la competitividad de Europa en una econom¨ªa digital global. Se estima que este tipo de actuaciones podr¨ªa generar hasta 415 billones de € de retorno para la econom¨ªa europea cada a?o.
Al mismo tiempo, se est¨¢n analizando las diferentes v¨ªas que existen para impulsar el inter¨¦s de los j¨®venes en las ¨¢reas de conocimiento STEM, siglas en ingl¨¦s de las ¨¢reas de conocimiento en ciencias, tecnolog¨ªa, ingenier¨ªa y matem¨¢ticas. La carencia de estos perfiles y la escasa representaci¨®n de la mujer en estas ¨¢reas de conocimiento generan un incremento de la desigualdad social, segregaci¨®n y riesgo de exclusi¨®n. Distintos estudios evidencian que en las sociedades desarrolladas las f¨¦minas representamos menos del 25% de las posiciones STEM.
Los factores que provocan de este fen¨®meno son la falta de modelos femeninos, estereotipos basados en g¨¦nero y un menor apoyo por parte de amigos y familiares a las mujeres que demuestran preferencias por estos campos. Esto provoca una falta de inter¨¦s por parte de las m¨¢s j¨®venes en enfrentarse, en el futuro, a un mercado laboral que se presenta como hostil y plagado de dificultades. Sin embargo, tambi¨¦n se demuestra que, para las pocas mujeres que deciden no rendirse ante estas barreras y optan por dedicarse a ¨¢reas STEM, la brecha salarial es mucho menor, reduciendo las desigualdades.
Combatir este sesgo es posible, y comienza con la modificaci¨®n de nuestras propias actitudes y mensajes, para que las ni?as y las j¨®venes tengan una percepci¨®n m¨¢s positiva sobre los beneficios que obtendr¨¢n al enfocarse en las ¨¢reas STEM, como, por ejemplo, una mayor empleabilidad y proyecci¨®n profesional en una sociedad digital.
Sin embargo, y como alerta el art¨ªculo sobre la paradoja de la brecha de g¨¦nero de Stoet y Geary en Psychological Science, parte de los avances logrados en nuestro entorno est¨¢n en peligro. En los pa¨ªses menos desarrollados econ¨®micamente, en donde tambi¨¦n existen mayores diferencias de g¨¦nero y las mujeres tienen menor acceso a la educaci¨®n, el beneficio percibido ¨¦stas en ocupar posiciones STEM es mucho m¨¢s alto que en aquellos pa¨ªses m¨¢s avanzados. La elecci¨®n de estas ¨¢reas de conocimiento? por ni?as y j¨®venes en los pa¨ªses de menos renta vienen motivadas por la expectativa de mejorar su calidad de vida.
Esta necesidad no es percibida como cr¨ªtica en los pa¨ªses desarrollados donde tenemos, por el momento, acceso a un mercado laboral diverso y en el que no hay una percepci¨®n de riesgo inminente de exclusi¨®n.
Por desgracia, esta percepci¨®n est¨¢ muy alejada de la realidad; todo augura que las mejores oportunidades estar¨¢n en manos de los que dominen disciplinas en ciencia y tecnolog¨ªa y las mujeres no estaremos ah¨ª si no somos capaces de revertir la tendencia actual.
Mar¨ªa Teresa Ballestar es profesora de los estudios Econom¨ªa y Empresa de la UOC e investigadora en ESIC
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