El plan ¡®antiaging¡¯ de PayPal
Fue una de las empresas que convirti¨® a Silicon Valley en la tierra prometida de la econom¨ªa digital. Han pasado 20 a?os y ahora le sobran los competidores. Conf¨ªa en los datos para pararles los pies
Ir en chanclas cuando ah¨ª afuera hay m¨¢s de 20 grados es admisible. Ir en chanclas a una reuni¨®n de trabajo no es tal vez tan aceptable, pero esto es Silicon Valley y t¨² eres Dan Schulman, presidente y CEO de PayPal, una empresa que factura m¨¢s de 15.000 millones de d¨®lares y que, con una capitalizaci¨®n de m¨¢s de 125.000 millones, vale en Bolsa m¨¢s que Santander y BBVA juntos. As¨ª que puedes presentarte en el Media Day de la empresa, ante el grupo de periodistas internacionales al que has invitado, con chanclas. Y, que conste, con una buena pedicura.
De hecho, probablemente presentarte con chanclas ante la prensa no es solo admisible, sino una buena idea muy medida. PayPal, la empresa que logr¨® alzarse como referencia del pago electr¨®nico, necesita demostrar que es una empresa joven, ¨¢gil, cool. Los a?os han pasado, las arrugas han salido y andan por ah¨ª unos t¨ªos con m¨¢s pelo y menos tripa que quieren ocupar su sitio.
PayPal ronda ya los 20 a?os este 2019. Y en el darwinista mundo de las empresas tecnol¨®gicas, dos d¨¦cadas pueden ser una losa muy grande. Conviene mantenerse en forma, especialmente porque los competidores se han multiplicado, desde Apple Pay, Google Pay o Alipay, del gigante chino Alibaba, a las emergentes Stripe y Square.
El plan antiaging de PayPal pasa por diversificar su negocio, incluso m¨¢s all¨¢ de los servicios financieros, sin perder el foco en su actividad principal: tramitar de forma segura y eficiente transacciones electr¨®nicas por todo el planeta. En los cinco minutos que se tarda en leer este art¨ªculo, unas 170.000 operaciones han pasado por su plataforma.
PayPal no es ni quiere ser un banco, pero varios de los portavoces que se re¨²nen con la prensa en su sede de San Jos¨¦, la capital oficiosa de Silicon Valley, apuntan a un nicho del negocio bancario: los pr¨¦stamos a las pymes. PayPal ya financia a este tipo de compa?¨ªas en Reino Unido, Alemania, Australia y en Estados Unidos, donde ¡°ya somos uno de los cinco principales prestamistas de capital circulante¡±, dice con cierto orgullo el presidente de la compa?¨ªa.
- El banco para los no bancarizados
Schulman fue alto ejecutivo de American Express durante cuatro a?os, pero esa es tal vez la ¨²nica ocasi¨®n en la que utiliza un t¨¦rmino financiero durante su reuni¨®n con los periodistas, en la que no hay preguntas. Su discurso es m¨¢s bien conceptual, casi filos¨®fico. Cita como referencia vital a Martin Luther King para explicar c¨®mo PayPal trabaja para atender a todos aquellos a los que los actuales servicios financieros dejan de lado. ¡°En Estados Unidos est¨¢n cerrando los bancos de las zonas m¨¢s desfavorecidas, y ya hay 70 millones de estadounidenses mal atendidos por las entidades. Mover el dinero es un derecho, no un privilegio¡±, dice, y se trata de que esas personas ejerzan su derecho sin pagarlo como un privilegio.
Suena como una misi¨®n social, pero es un negocio. ?Y si es un negocio, por qu¨¦ los bancos o las empresas tecnol¨®gicas no se lanzan a por ¨¦l? La diferencia, aseguran en PayPal, est¨¢ en los datos. O, mejor dicho, en sus datos, los de m¨¢s de 280 millones de clientes ¡ª263 millones de particulares; 23 millones de comercios¡ª que les permiten afinar el tiro sobre la solvencia de los solicitantes.
¡°Con esos datos y los algoritmos podemos prestar con m¨¢s eficacia que con los m¨¦todos de valoraci¨®n tradicionales¡±, asegura Schulman. ¡°Y la tecnolog¨ªa nos va a permitir entender mejor asuntos de cash flow que actualmente impiden que fluya mejor el dinero. Normalmente la gente no gasta m¨¢s de lo que tiene, pero s¨ª tiene problemas puntuales de liquidez que les impiden acceder a m¨¢s fondos¡±, desarrolla el ejecutivo.
Los datos son tambi¨¦n una buena muralla defensiva frente a la gran amenaza de los pagos digitales: los fraudes. De los 25.000 empleados de la empresa, alrededor de un tercio trabaja para evitar estafas en los pagos digitales, que suponen unas p¨¦rdidas para los comercios de PayPal de 5.000 millones de d¨®lares anuales. ¡°Junto con Google, somos la p¨¢gina que m¨¢s intentos de hackeo sufre en todo el mundo¡±, explica Michael Champlin, uno de los responsables de innovaci¨®n de la compa?¨ªa. ¡°?Qu¨¦ nos diferencia de un Samsung Pay o un Apple Pay? Somos seguros y, sobre todo, generamos confianza. Nos gusta considerarnos una empresa de seguridad¡±, apostilla.
El objetivo no es solo evitar fraudes, sino tambi¨¦n el reverso negativo de esa moneda: que los sistemas de detecci¨®n no se equivoquen impidiendo operaciones totalmente normales y, en consecuencia, frustrando al cliente, al comercio y a PayPal. La compa?¨ªa presume de que si la media de transacciones online perdidas para el comerciante es del 1%, con ellos el porcentaje baja hasta el 0,2%.
- El efectivo es el enemigo
Ante una gran pantalla, Champlin lo explica con un caso pr¨¢ctico: ?Tiene sentido que un usuario habitual, residente en Nueva York, est¨¦ comprando desde Tokio unas botas de cowboy, muy caras, que se enviar¨¢n a Texas? A pesar de que a priori este ejemplo enciende varias luces rojas de PayPal, todo est¨¢ en orden: el usuario est¨¢ comprando, en un viaje, un regalo de cumplea?os para su padre, del que le separan miles de kil¨®metros. Pero mejor prevenir que curar.
PayPal tambi¨¦n se est¨¢ enfrentando a la competencia mediante operaciones corporativas. Entre sus compras destacan, ambas del a?o pasado, Simility, una consultora de an¨¢lisis de riesgo empresarial para peque?as empresas, m¨¢s all¨¢ de la transacci¨®n financiera en s¨ª, y, sobre todo, la compa?¨ªa sueca iZettle, hasta ahora su mayor adquisici¨®n: 2.200 millones.
Se trata de una plataforma de pagos para pymes, con la que PayPal mataba dos p¨¢jaros de un tiro: fortalecerse en Europa y Latinoam¨¦rica y crecer en el segmento de la venta f¨ªsica de los comercios. Hace unos pocos a?os, habr¨ªa resultado inconcebible que PayPal se interesase por el entorno f¨ªsico, pero ahora est¨¢n dispuestos a disparar a casi todo. Tienen claro que su ¨²nico competidor sin matices es el efectivo, pues todo dinero que no se toque es susceptible de generar una comisi¨®n al pasar por PayPal.
En junio de este a?o, se subieron al barco de Libra, la moneda digital liderada por Facebook, pero, cuatro meses despu¨¦s, y ante la presi¨®n de los reguladores, abandonaron el proyecto. En cuesti¨®n de d¨ªas, Visa y Mastercard imitaron a PayPal, que ya pertenece a ese grupo: el de empresas financieras gigantescas que tienen que jugar sobre seguro. Sus puntos fuertes son la solidez, la marca, el tama?o. PayPal ya no es ni disruptiva ni divertida, pero no est¨¢ dispuesta a quedarse vieja.
De la mafia al orgullo LGTBI
Aunque tienen muy poco o nada que ver con su actual realidad, el nombre de PayPal est¨¢ ligado a la llamada PayPal Mafi a y a Peter Thiel, uno de los inversores m¨¢s conocidos y pol¨¦micos de Silicon Valley. Con el t¨¦rmino PayPal Mafi a, acu?ado en un reportaje de la revista Fortune, se denomina al grupo de inversores y primeros empleados de la compa?¨ªa que, posteriormente, manteniendo v¨ªnculos personales y profesionales, fundaron empresas como LinkedIn, YouTube, Palantir, SpaceX y Tesla. Su miembro m¨¢s famoso es Elon Musk, pero el m¨¢s controvertido es Thiel, que se ha signifi cado por sus posiciones ultraliberales y su apoyo a Donald Trump, todo un anatema en California. De origen alem¨¢n, Thiel se desvincul¨® de la gesti¨®n de PayPal en 2002; la actual compa?¨ªa s¨ª se ajusta m¨¢s al canon anti Trump reinante en la Costa Oeste. PayPal est¨¢ particularmente comprometida con el respeto a la identidad de g¨¦nero, y no se queda en las palabras. Tras un largo proceso de selecci¨®n y mucha repercusi¨®n en la prensa, en 2016 decidi¨® cancelar la apertura de un centro de operaciones en Carolina del Norte por la aprobaci¨®n de una ley estatal que discriminaba a las personas transg¨¦nero. PayPal vende hoy merchandising relacionado con la defensa de los derechos del colectivo LGTBI, algo inimaginable en la etapa de Thiel.
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