Cuando la inteligencia artificial ense?a en los colegios
Gracias al uso extensivo de datos, tanto acad¨¦micos como del entorno familiar, los algoritmos ayudan a que los centros educativos personalicen los contenidos y predigan el rendimiento de los alumnos
La inteligencia artificial est¨¢ explorando sus l¨ªmites. La educaci¨®n ha sido una de las ¨²ltimas ¨¢reas en sumarse al viaje. De acuerdo con la consultora Gartner, esta d¨¦cada reci¨¦n estrenada vendr¨¢ marcada por algoritmos y aprendizaje autom¨¢tico. Esta tecnolog¨ªa no permanec¨ªa oculta en los centros educativos, pero hasta hace poco m¨¢s de dos a?os no se han animado a probar su potencial. Un potencial basado en el uso extensivo de datos, en el intercambio de informaci¨®n. Colegios, editoriales, Consejer¨ªas, familias¡ Sin la implicaci¨®n de todo el sector, lo artificial jam¨¢s ser¨¢ inteligente. ¡°Hay que convencer a la comunidad educativa de que esto puede ser una herramienta que d¨¦ soporte a una formaci¨®n m¨¢s personalizada. Que consigamos abandonar la idea de masa¡±, argumenta Rub¨¦n Gonz¨¢lez, vicerrector de ordenaci¨®n acad¨¦mica y profesorado en la Universidad Internacional de La Rioja.
El Centre d¡¯Estudis Montseny, en Barcelona, es uno de los colegios que pretende revolucionar su m¨¦todo de ense?anza a partir de la inteligencia artificial. Como recuerda su director, Pep Trelis, aunque solo llevan 24 meses, el cambio ha comenzado a dar sus frutos. ¡°La objetividad del dato nos ayuda a mejorar los procesos educativos, a prever situaciones, identificar tendencias y hacer comparativas entres casos similares¡±, sostiene. El culpable es la plataforma de gesti¨®n acad¨¦mica Clickedu. Un sistema que pone a trabajar al big data y los algoritmos para obtener el m¨¢ximo rendimiento de alumnos, profesores y contenidos. Siempre bajo la supervisi¨®n del claustro, que tiene la ¨²ltima palabra, por encima de la tecnolog¨ªa.
El contexto familiar, el absentismo, el desempe?o acad¨¦mico, la resoluci¨®n de ejercicios y la participaci¨®n son algunos elementos de los que se nutre este tipo de plataformas. ¡°Montamos un algoritmo que aprende del alumno y, a partir de los resultados que arroje, vemos sus resultados¡±, afirma Ignasi Nogu¨¦s, CEO de Clickedu. Con esta fotograf¨ªa, emerge la personalizaci¨®n dentro de las clases. ¡°Si el sistema determina que un alumno se parece mucho a otro, por ejemplo, porque aprende mejor las capacidades art¨ªsticas, tengo ya unas pautas sobre las que guiar su educaci¨®n. S¨¦ qu¨¦ medidas adoptar. Si quiero revertir una tendencia, no dependo de la intuici¨®n¡±, precisa Trelis.
Mario cursa quinto de Primaria. Lo suyo son las operaciones matem¨¢ticas. Resuelve los problemas en seguida y le encanta el baloncesto. Alba, con quien comparte clase, no lleva muy bien los n¨²meros y le apasionan los animales. Para que aprendan por igual, las mismas destrezas, el ejercicio que ven en sus tabletas no es el mismo. El enunciado para Mario habla de un partido de basket del Real Madrid. El de Alba, en cambio, va sobre una cl¨ªnica veterinaria. La inteligencia artificial, casi en tiempo real, ha hecho su trabajo para adaptar el contenido a cada alumno. Esto es lo que propone Snappet, otra plataforma repleta de algoritmos y machine learning. ¡°No se trata de una herramienta que desplace al profesor. Solo le aporta un diagn¨®stico e informaci¨®n con el que tener una visi¨®n clara y profesional de los estudiantes¡±, zanja Trelis.
Atenci¨®n con la privacidad
Gran parte de la innovaci¨®n gira en torno a los datos. Para que el sistema funcione con precisi¨®n casi quir¨²rgica requiere de una cantidad ingente de informaci¨®n. No se trata de temas sensibles como historiales m¨¦dicos o extractos bancarios, pero la privacidad ha de preservarse. La inteligencia artificial que ha desembarcado en la Educaci¨®n anonimiza el big data. Cuando se quiebra, los centros educativos son los encargados de pedir los consentimientos a las familias, que no suelen oponerse. ¡°Se trata de ser transparente. No deja de ser una cuesti¨®n ¨¦tica. Para escalar estas soluciones, dependes del volumen. Deber¨ªa haber una regulaci¨®n espec¨ªfica para determinar las reglas del juego¡±, determina Gonz¨¢lez.
La digitalizaci¨®n, en el sentido m¨¢s amplio de esta transformaci¨®n, apenas gatea dentro de las aula
Aunque con un menor encanto aparente que las ¨²ltimas soluciones basadas en algoritmos, los chatbots, otra herramienta artificial, llevan m¨¢s tiempo entre los estudiantes. Estos seres cibern¨¦ticos resolv¨ªan dudas acad¨¦micas f¨¢cilmente automatizables. ¡°Como aprenden con el paso del tiempo, cada vez tardan menos y descargan a los profesores de tareas con escaso valor docente¡±, razona Gonz¨¢lez. Ni mucho menos suplen la labor del profesorado. Ni los chatbots ni cualquier otro tipo de tecnolog¨ªas incorporadas en el d¨ªa a d¨ªa de los alumnos. Ser¨ªa po¨¦tico que la rebeli¨®n de las m¨¢quinas comenzara en las escuelas, pero tendr¨¢ que esperar. ¡°La figura del profesor no puede desaparecer para que esto funcione bien¡±, concluye Nogu¨¦s.
La comunidad educativa comienza a creer en una innovaci¨®n entendida como algo m¨¢s que comprar ordenadores para el colegio. La digitalizaci¨®n, en el sentido m¨¢s amplio de esta transformaci¨®n, apenas gatea dentro de las aulas; sin embargo, en algunas las m¨¢quinas han decidido coger la tiza y ponerse delante de la pizarra. ¡°Todav¨ªa tardar¨¢ un tiempo en madurar, probablemente cuando tengamos la capacidad laboral adecuada para desarrollar este tipo de soluciones. Conviene que nos lo tomemos en serio¡±, destaca Gonz¨¢lez. El sector educativo afronta su propia etapa de cambio.?
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