Bernard-Henri L¨¦vy: ¡°Las medidas excepcionales por el coronavirus son peligrosas¡±
El fil¨®sofo franc¨¦s arremete contra el confinamiento y desacraliza la pandemia en su ¨²ltimo libro
Una cosa es que el confinamiento fuera ineludible desde un punto de vista sanitario. Pero el regocijo ante esa reclusi¨®n impuesta que muchos han asumido de manera complaciente, es ¡°una enorme indecencia¡± y ¡°un insulto para los que no ten¨ªan d¨®nde confinarse¡±, seg¨²n Bernard-Henri L¨¦vy (Beni Saf, Argelia, 71 a?os), uno de los fil¨®sofos franceses vivos m¨¢s penetrantes. En su ¨²ltimo libro, Este virus que nos vuelve locos (La Esfera de los libros), carga contra ¡°el virus del virus¡±, desacraliza la pandemia y aborda los efectos no m¨¦dicos que est¨¢ teniendo en la sociedad y en su esp¨ªritu. Incisivo, con el tono insolente de los nouveaux philosophes que sacudi¨® el cocotero en Francia a mediados de los setenta.
El padre de la anatom¨ªa patol¨®gica, Rudolf Virchow, estableci¨® que ¡°una epidemia es un fen¨®meno social que conlleva algunos aspectos m¨¦dicos¡±. L¨¦vy hace pie en ese fundamento y abre en canal ¡°una realidad m¨¢s inveros¨ªmil que la ficci¨®n¡±, se indigna y arremete contra costumbres y reflejos que atacan a ¡°nuestras metaf¨ªsicas ¨ªntimas¡±, los principios que considera ¡°lo mejor de las sociedades occidentales¡±. ?El coronavirus y el confinamiento ponen en riesgo la civilizaci¨®n? ¡°No, si consideramos estas medidas de salud de emergencia excepcionales. S¨ª, si te acostumbras, si te gusta, si te instalas en las comodidades extra?as y perversas que el confinamiento a veces implica¡±, se?ala por correo electr¨®nico L¨¦vy desde Italia, donde pasa unos d¨ªas.
El fil¨®sofo traza un paralelismo entre la pandemia y el terrorismo y considera que ¡°a veces, es necesario, para luchar contra ¨¦l, tomar medidas que amenazan las libertades¡±. ¡°?Pero con una condici¨®n!¡±, restringe, ¡°Que nos apasionemos, obsesionemos y atormentemos con la idea de que estas medidas son peligrosas y que debemos deshacernos de ellas cuanto antes¡±. El autor teme que las medidas de prevenci¨®n y distanciamiento, como el confinamiento, se generalicen y cambien la cara de las ciudades, algo que ser¨ªa ¡°radicalmente contrario a la ¨¦tica del rostro, a la ¨¦tica a secas¡±. ¡°?Estamos seguros de que todo lo que se est¨¢ decretando solo se mantendr¨¢ en vigor mientras dure la pandemia?¡±, se pregunta desconfiado en el libro.
¡°Hay muchos dictadores que vieron la covid como una bendici¨®n¡±
M¨¢s sorprendido por la reacci¨®n a la pandemia que por la propia pandemia, L¨¦vy ha buscado respuestas a la ¡°sumisi¨®n¡± mundial ante el confinamiento en ?tienne de La Bo¨¦tie y su Discurso de la servidumbre voluntaria. En Jacques Lacan, su predilecto ¡°doctor Lacan¡±, y la bifurcaci¨®n (negaci¨®n-delirio y neurosis-psicosis) que se abre cuando entramos en colisi¨®n con algo que a su vez nos arrolla. Critica el ¡°aciago providencialismo¡± que ha impregnado a ¡°la izquierda de la izquierda¡± y a ¡°la derecha de la derecha¡± con ideas como que el coronavirus hablaba a la humanidad, y que no todo lo que tra¨ªa era malo (cielos limpios, mensajes contra la globalizaci¨®n, venganza sobre la arrogancia de los hombres y sus pecados¡), convirtiendo nuestros lugares de confinamiento ¡°tanto en purgatorio como en lazareto¡±.
Carga contra quienes han aceptado el confinamiento de una manera natural y como una oportunidad p¨ªa para ¡°volver a lo esencial¡±. Contra los que han visto en ello un veh¨ªculo para regresar a la verdad interior y resetearse. Ese encapsulamiento redentor, considera, choca frontalmente con el papel del ser humano en el mundo. Va contra la sabidur¨ªa griega, que convierte al hombre en animal pol¨ªtico (Arist¨®teles). Contra Descartes, para quien la estufa y el encierro solo eran un intervalo para la consciencia del mundo exterior, sus interacciones y el conocimiento. Contra la conquista de la fenomenolog¨ªa de Husserl, que puso el foco en que lo m¨¢s interesante del sujeto es lo que hace: su modo de habitar el mundo, de constituirlo y relacionarse con ¨¦l.
¡°Enfrentar la vida a la econom¨ªa ha sido un falso debate¡±
L¨¦vy la emprende contra la eclosi¨®n de diarios de confinamiento de escritores que, a menudo, han justificado esa ¡°autoficci¨®n¡± en que Kafka, Genet, H?lderlin, Proust, Barthes, Montaigne, Mann o Wilde, entre otros, hab¨ªan producido grandes obras en esa situaci¨®n de aislamiento sobrevenido. Este ¡°fil¨®sofo y escritor de acci¨®n¡±, como se define, establece diferencias entre los confinados de entonces y de ahora: hab¨ªa enfermos graves, locos furiosos y presos que no vieron en su reclusi¨®n una oportunidad. ¡°No somos nadie cuando estamos solos. A menudo, en esa situaci¨®n no pensamos en nada y el infierno no son los otros [Sartre] sino uno mismo [Pascal]¡±, asesta.
El pensador censura, asimismo, el ¡°falso debate entre la vida y la econom¨ªa¡±, que ha planeado en los ¨²ltimos meses. ¡°Ese debate implica que la econom¨ªa es la muerte. Y esta implicaci¨®n es monstruosa¡±, defiende. Desde su punto de vista, los Gobiernos ten¨ªan que comparar el coste en vidas de la pandemia con ¡°la glaciaci¨®n provocada por ese coma autoimpuesto a casi la totalidad del planeta¡±. Y para ello, ¡°abrir un gran debate democr¨¢tico y entrar en detalles, no de nuestras simp¨¢ticas utop¨ªas para ese mundo de despu¨¦s, sino de las medidas que hab¨ªa que poner en marcha aqu¨ª, ahora, de manera concreta en el mundo del durante¡±. ?Lo han hecho? ¡°Pregunte a un parado de larga duraci¨®n en Valence, a un trabajador precario de Bangladesh, a un migrante de Lesbos o a una persona sin hogar en Par¨ªs...¡±, evidencia por derivaci¨®n.
¡°Lo mejor de las sociedades est¨¢ en riesgo si te gusta el confinamiento¡±
L¨¦vy tambi¨¦n pone en solfa al ¡°poder m¨¦dico¡±, al que se han sometido los Estados ante su desorientaci¨®n por lo que estaba ocurriendo. ¡°Las cosas nunca hab¨ªan llegado tan lejos¡±, se duele en el libro, pregunt¨¢ndose si es la consecuencia del ¡°descr¨¦dito creciente del discurso p¨²blico¡± ante la imagen de los presidentes y jefes de Estado de Europa protegi¨¦ndose con un cintur¨®n de comit¨¦s cient¨ªficos antes de lanzar mensajes a la poblaci¨®n. Sustenta que ¡°los m¨¦dicos no siempre tienen m¨¢s informaci¨®n que nosotros¡± y considera que en la ¡°confianza ciega que hemos depositado en ellos hay algo un poco absurdo¡±.
El miedo producido por la pandemia, consigna L¨¦vy en Este virus que nos vuelve locos, ha sacudido el escenario mundial y ha suministrado im¨¢genes sorprendentes. La desaparici¨®n de Hong Kong y su rabioso conflicto, la paralizaci¨®n de la guerra interminable de Yemen, el enclaustramiento de Hezbol¨¢... Incluso que Ham¨¢s se marcase como todo objetivo b¨¦lico obtener mascarillas de Israel. La pandemia tambi¨¦n supuso una especie de paro biol¨®gico reconstitutivo para los Gobiernos autoritarios y el terrorismo internacional. ¡°Pero fue de corta duraci¨®n. Al principio, el miedo era global. El asombro era total. De hecho, la propia gente del Daesh estaba aterrorizada. Declar¨® a Europa una zona de riesgo para sus combatientes y estos se fueron a sonar la nariz con pa?uelos mentolados a sus escondites sirios e iraqu¨ªes. Pero han reanudado la ofensiva en Siria. Contra mis amigos kurdos. Tambi¨¦n un poco en Francia¡±, apunta.
¡°Hay muchos dictadores que vieron la covid como una bendici¨®n que les permiti¨® fortalecer su poder¡±, indica. Pone los ejemplos de Viktor Orban y Vladimir Putin, con sus medidas autoritarias. ¡°Mire Nigeria¡±, se?ala, ¡°donde hay una buena proporci¨®n de los muertos que murieron, no por covid, sino por la violencia de las fuerzas de seguridad que dispararon contra personas que, hambrientas, ya no respetaban el confinamiento. Para todos los malos del planeta, esta pandemia fue una sorpresa divina¡±, descifra. Mientras, en el mundo que va quedando ¡°reinan los t¨¦cnicos de ventilaci¨®n, los inspectores generales del estado de alarma, los delegados de la agon¨ªa¡±.
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