Un truco para salir del agua
Venimos de los cordados, pero, como son los precursores de los vertebrados y adem¨¢s es agosto, los llamaremos vertebrados
Si la lectora acaba de ba?arse y ha vuelto a su sombrilla, habr¨¢ rendido un homenaje a los primeros animales que salieron del mar y conquistaron tierra firme. Los artr¨®podos (moscas, ara?as, gambas) conquistaron el suelo continental en el Sil¨²rico, hace unos 430 millones de a?os, aunque solo en la forma de un desagradable ciempi¨¦s. Los animales eran un cl¨¢sico para entonces, pues llevaban ya 100 millones de a?os en la Tierra, pero por alguna raz¨®n nunca hab¨ªan salido del agua. Cambiar el entorno marino por el terrenal requiere varias adaptaciones esenciales, por supuesto que s¨ª, pero tardar 100 millones de a?os, no me fastidies, dice poco de la cintura adaptativa de aquellos organismos primitivos. En ese plazo se puede conquistar una galaxia, aunque es probable que eso resulte fatigoso para un trilobites con menos cerebro que el que as¨® la manteca. En cualquier caso, la conquista de tierra firme fue un evento evolutivo esencial.
Pero nosotros no venimos de los artr¨®podos, sino de otros animales tan antiguos como ellos, pero muy distintos desde la noche de los tiempos. Su nombre t¨¦cnico es cordados, pero, como son los precursores de los vertebrados y adem¨¢s es agosto, los llamaremos vertebrados (peces, p¨¢jaros, personas y cualquier otro tipo con v¨¦rtebras que ande, nade o vuele). Nuestra familia tard¨® m¨¢s que los artr¨®podos y no toc¨® tierra hasta el Dev¨®nico, 50 millones de a?os despu¨¦s que los ciempi¨¦s, que tambi¨¦n se dice pronto. Todos los vertebrados terrestres provenimos de unos peces capaces de respirar aire que llevan el horr¨ªsono nombre de sarcopterigios, que significa ¡°aletas carnosas¡±, y est¨¢n todos extintos salvo los celacantos, aut¨¦nticos f¨®siles vivientes m¨¢s feos que un demonio y repletos de genes saltarines que alborotan su genoma. Por lo dem¨¢s, los celacantos son nuestros ancestros.
Ahora vamos al l¨ªo. Sabemos que nuestros brazos provienen del par de aletas pectorales de los sarcopterigios, y nuestras piernas del par de aletas caudales, pero ?c¨®mo se hace eso? ?Qu¨¦ ha ocurrido en el genoma del pez para que desarrolle un brazo donde antes hab¨ªa una aleta? Vaya pregunta. Por fortuna, la respuesta parece ser m¨¢s simple de lo esperado, lo que siempre es una fiesta en biolog¨ªa, la ciencia de la complejidad por excelencia. Brent Hawkins y sus colegas de Harvard han hallado una mutaci¨®n en un solo gen que transforma la aleta pectoral de un pez en algo que no llega a ser un brazo, pero que avanza un gran paso hacia ¨¦l.
No han utilizado celacantos, que quedan pocos y est¨¢n mal organizados, sino el sistema modelo en la gen¨¦tica de los vertebrados, el pez cebra. Los efectos de esa sola mutaci¨®n incluyen la aparici¨®n de huesos largos en la aleta que no existen en el pez, su conexi¨®n con la musculatura y la formaci¨®n de articulaciones funcionales con los huesos preexistentes. El an¨¢lisis gen¨¦tico muestra por encima de toda duda razonable que esas aletas mutantes son hom¨®logas a nuestro antebrazo. Ese es el truco para salir del agua. Simple, r¨¢pido e integrado en la biolog¨ªa preexistente. Evoluci¨®n capturada en un fotograma. La obsesi¨®n ortodoxa con el gradualismo proviene del propio Darwin, que quer¨ªa evitar a toda costa las cat¨¢strofes y su utilizaci¨®n religiosa. Ya va siendo hora de cambiar la tarjeta perforada, muchachos, que ahora tenemos ordenadores cu¨¢nticos.
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