Manuel Li?¨¢n: la revoluci¨®n con bata de cola
El bailaor que ha dinamitado las fronteras de g¨¦nero y los estereotipos est¨¦ticos en el flamenco prepara un nuevo espect¨¢culo tras arrasar con ¡®?Viva!¡¯. ¡°Me cost¨® a?os atreverme¡±, confiesa en un encuentro en Jerez
¡°Est¨¢is rotando las caderas. Mal. La bata no se cambia de lado con las caderas, se cambia con los pies y las rodillas. Si tienes bien colocados los pies y las rodillas, va sola. Si no, se mueve como le da la gana. Repetimos. Con energ¨ªa¡±. La clase es en el Centro de Baile Jerez, una de las academias con m¨¢s solera de la ciudad cuna del flamenco, que cada verano organiza talleres impartidos por grandes figuras que atraen a bailarines de todo el mundo. Martes, 10 de agosto de 2021. Sesi¨®n de alegr¨ªas con bata de cola. Despu¨¦s de ...
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¡°Est¨¢is rotando las caderas. Mal. La bata no se cambia de lado con las caderas, se cambia con los pies y las rodillas. Si tienes bien colocados los pies y las rodillas, va sola. Si no, se mueve como le da la gana. Repetimos. Con energ¨ªa¡±. La clase es en el Centro de Baile Jerez, una de las academias con m¨¢s solera de la ciudad cuna del flamenco, que cada verano organiza talleres impartidos por grandes figuras que atraen a bailarines de todo el mundo. Martes, 10 de agosto de 2021. Sesi¨®n de alegr¨ªas con bata de cola. Despu¨¦s de hora y media sin descanso, las nueve alumnas parecen vencidas. Los volantes se enredan y las colas de las faldas arrastran ya con poco br¨ªo. Es un complemento endemoniado la bata de cola. Pero no hay tregua. Suena la guitarra. Otra vez. ¡°No, no, no. Hay que definir. Si no definimos bien cada movimiento, no funciona. Ten¨¦is que ser precisas porque, atenci¨®n, esto es muy importante: todo tiene consecuencias con la bata de cola¡±.
Todo tiene consecuencias con la bata de cola. La frase se repite a menudo durante la clase. Es una verdad art¨ªstica, pero suena tambi¨¦n como una m¨¢xima existencial en boca de quien la pronuncia, que no es una mujer como cabr¨ªa esperar trat¨¢ndose de ense?ar a manejar el complemento femenino por excelencia del flamenco, sino un hombre. Se llama Manuel Li?¨¢n, naci¨® en Granada hace 41 a?os de padre torero y madre ama de casa, aprendi¨® a bailar ¡°como los hombres¡± tanto en academias como en tablaos y la primera vez que se atrevi¨® a salir a un escenario con bata de cola y mant¨®n ten¨ªa ya 34 a?os y estaba muerto de miedo. ¡°Ay, madre m¨ªa, pensaba yo todo el tiempo: espero que no me insulten ni me digan nada o me llamen maric¨®n porque entonces me vengo abajo y no voy a poder bailar¡±, recuerda. No sucedi¨® nada de eso. Al contrario, el p¨²blico se puso en pie.
Aquello ocurri¨® en febrero de 2014. De nuevo en Jerez, teatro Villamarta, donde puedes consagrarte o estrellarte para siempre. Li?¨¢n participaba en el espect¨¢culo Los invitados, de Bel¨¦n Maya. En realidad, no era la primera vez que se le ve¨ªa con la bata de cola. Cuando formaba parte de la compa?¨ªa de Rafaela Carrasco, ella coreografi¨® una farruca para tres bailaores con bata dentro de su espect¨¢culo Una mirada del flamenco (2004). ¡°Lo que ocurre es que ah¨ª el vestuario era m¨¢s ambiguo, por debajo era la bata y por arriba llev¨¢bamos un chaleco de l¨ªneas rectas, un complemento m¨¢s viril. Por otra parte, ¨¦ramos tres y el n¨²mero se presentaba insertado en un contexto dramat¨²rgico¡±, aclara el bailaor. Igual que cuando Antonio Canales se travisti¨® para interpretar a Bernarda Alba en 1997 o Rub¨¦n Olmo, actual director del Ballet Nacional de Espa?a, se puso una bata en 2010 para homenajear a la fallecida Manuela Vargas.
Lo de Los invitados era otra cosa. ¡°Bel¨¦n me dio rienda suelta. Me dijo: ponte la bata de cola y el mant¨®n y haz lo que quieras. No hab¨ªa un contexto, no hab¨ªa un personaje. Era Manuel con una bata de cola y un mant¨®n. Sin nada que lo justificara. Ese fue el impacto¡±, subraya Li?¨¢n.
Desde ese momento todo cambi¨® para el bailaor. ¡°Rafaela fue la que me ense?¨® a mover la bata y despu¨¦s yo segu¨ª investigando con ella, incorpor¨¢ndola en algunos espect¨¢culos m¨ªos e incluso me llamaron del Ballet Nacional de Espa?a, en la ¨¦poca en que lo dirig¨ªa Antonio Najarro, para que montara un n¨²mero para mujeres con ese complemento. Pero lo de salir as¨ª sin justificaci¨®n en lo de Bel¨¦n fue un antes y un despu¨¦s¡±, asegura.
Para entonces Li?¨¢n ya era un bailaor reconocido por el p¨²blico y contaba con el respeto de la cr¨ªtica, que alababa la pureza de su t¨¦cnica, su frescura en el escenario y su singularidad. Tambi¨¦n hab¨ªa empezado a despuntar como core¨®grafo, hab¨ªa ganado unos cuantos premios y hab¨ªa formado su propia compa?¨ªa despu¨¦s de pasar por unas cuantas de prestigio como las de Carmen Cort¨¦s, Rafaela Carrasco, Merche Esmeralda y Manolete. As¨ª que cuando se present¨® en el escenario del Villamarta con su bata de cola, nadie se lo discuti¨®.
Ese mismo a?o mont¨® un espect¨¢culo con su compa?¨ªa, N¨®mada, en el que volv¨ªa a sacar la bata. Lo mismo: sin argumento que lo justificara. Otro ¨¦xito. Y ya no par¨®: en todos sus siguientes montajes volvi¨® a salir la bata. ¡°Al principio, dentro de la profesi¨®n hubo gente que me cuestion¨® por insistir con eso. Pero es que yo no me hab¨ªa puesto la bata para hacer un desfile de modelos un d¨ªa, sino para qued¨¢rmela. Para apropiarme de un complemento que he querido ponerme desde que era peque?o y que creo que tengo el derecho a usar cuando quiera. Porque es la manera en la que yo me expreso¡±, advierte.
La bata de cola como se?a de identidad art¨ªstica y personal. M¨¢s all¨¢ de los g¨¦neros y por encima de cualquier condici¨®n sexual. Ese es Manuel Li?¨¢n. No baila como una mujer ni como un hombre ni como queer ni como drag, aunque de todo eso le han dicho. Baila como es ¨¦l. Un revolucionario que ha abierto nuevos caminos para el flamenco partiendo de su rebeld¨ªa est¨¦tica. Igual que han hecho otros bailaores de su generaci¨®n como Roc¨ªo Molina, Olga Pericet, Daniel Do?a o Marco Flores, con los que ha colaborado en varias ocasiones: cada uno a su manera, forjando su identidad a trav¨¦s del baile, han hecho avanzar el g¨¦nero rompiendo estereotipos y prejuicios. As¨ª lo reconoci¨® el jurado que en 2017 le concedi¨® el Premio Nacional de Danza por la ¡°riqueza de su interpretaci¨®n, que se nutre de diversas influencias, a la vez que ensancha los horizontes del flamenco¡±.
La apoteosis lleg¨® en febrero de 2019 con el estreno de ?Viva!, un espect¨¢culo gozoso que despierta v¨ªtores all¨ª donde va. Un trabajo vibrante en el que Li?¨¢n se traviste junto con otros seis bailarines para evocar el universo femenino que tanto observ¨® en su infancia. Premio de la Cr¨ªtica del Festival de Jerez y Max del P¨²blico en 2020. Y una larga gira que todav¨ªa contin¨²a (sus siguientes paradas son el pr¨®ximo s¨¢bado en Alicante y el 27 de agosto en Pamplona) y que deber¨ªa haberle llevado la temporada pasada a Nueva York, Londres, Miami o Tokio si no se hubiera interpuesto por medio la pandemia. En todas esas ciudades se est¨¢n barajando ya nuevas fechas.
Paseando despu¨¦s de la clase del martes por Jerez, esa ciudad donde ha vivido tantas noches gloriosas, Li?¨¢n parece todav¨ªa no dar cr¨¦dito a todo eso que le est¨¢ pasando. Aunque por otra parte, no ha dejado de trabajar para que le ocurriera precisamente eso. La libertad de poder ser y bailar como le d¨¦ la gana. ?Viva! es la expresi¨®n m¨¢s genuina de ese ejercicio de libertad. ¡°Cuando era ni?o me encerraba en mi habitaci¨®n para ponerme todo lo de mi madre y ver hasta desgastar las cintas VHS en las que grababa los programas de Canal Sur donde aparec¨ªan los bailaores de la ¨¦poca. Me acuerdo cuando vi por primera vez a Milagros Meng¨ªbar, que es una gran maestra bailaora y referente de la bata de cola. Cuando descubr¨ª a esa mujer en una grabaci¨®n bailando por caracoles, con palillos, bata de cola y abanico, me dije: ¡®Vaya mierda de haber nacido yo hombre¡¯. Me qued¨¦ maravillado. Y no poder optar a eso¡ ?me daba una rabia!¡±, recuerda.
El contexto no era propicio para que el ni?o Li?¨¢n se atreviera a salir de su habitaci¨®n luciendo el vestido de su madre. Y menos si estaba en casa su padre, el torero Manuel Arroyo, apodado El Extreme?o, que vio su carrera truncada por un accidente de tr¨¢fico que sufri¨® antes de que naciera su hijo: ¡°Se le rompieron las dos caderas, qued¨® cojo y con un mont¨®n de hierro en las piernas. As¨ª que cuando nac¨ª yo, despu¨¦s de dos hermanas mayores, ¨¦l pens¨®: ¡®Pues este va a ser el que siga haciendo lo que yo no pude. Me llevaba a las corridas, me vest¨ªa de torero¡ Pero yo nada, que no me gustaba¡±. Como el padre quer¨ªa que fuera torero y la madre bailaor, en la familia dec¨ªan en broma que si sal¨ªa lo primero llevar¨ªa Arroyo de apellido art¨ªstico y si sal¨ªa lo segundo se pondr¨ªa Li?¨¢n, que era el de la madre. Y con Li?¨¢n se qued¨®. ¡°A pesar de todo, tanto mi padre como mi madre me apoyaron siempre. ?l no viene a verme, entiendo que es muy dif¨ªcil por su educaci¨®n, pero se alegra con cada ¨¦xito¡±, dice.
Fuera de casa tampoco era f¨¢cil. Una vez el ni?o Li?¨¢n quiso apuntarse a una clase de bata de cola y le dijeron que no pod¨ªan entrar hombres porque hac¨ªan un calentamiento de caderas. ¡°En la academia, cuando yo empec¨¦ a mover las manos, me dec¨ªan: ¡®No, t¨² las tienes que poner rectas¡¯. O se re¨ªan de m¨ª. Entonces dej¨¦ de moverlas para que no se riera ya nadie. Siempre me ha costado trabajo entender por qu¨¦ hace tanta gracia ver a un hombre con una falda. Yo no me la pon¨ªa para hacer gracia, me la pon¨ªa porque me gustaba¡±.
La baza del humor parec¨ªa entonces la ¨²nica alternativa. Porque siempre ha habido bailaores que han querido actuar con una bata de cola, pero relegados a espacios marginales, cabar¨¦s o como recurso c¨®mico. En el ensayo Historia queer del flamenco (Egales, 2020), el bailaor Fernando L¨®pez recopila y reivindica a decenas de artistas que habitaron en la periferia del cante y el baile desde principios del siglo XIX hasta hoy, desde travestis y afeminados hasta machorras y gente de ¡°g¨¦nero fluido¡±. Gente que nunca llegaba a los escenarios de los grandes teatros. Por ah¨ª no pasaba Li?¨¢n: ¡°El hermano de mi padre era travesti, hac¨ªa shows en cabar¨¦s y yo no entend¨ªa por qu¨¦ ten¨ªa que estar haci¨¦ndose siempre el simp¨¢tico. Mi obsesi¨®n en estos a?os ha sido darle normalidad a esa est¨¦tica. Y llevarla a los teatros de manera formal, dentro de una propuesta art¨ªstica de calidad, independientemente del travestismo¡±.
El proceso para lograrlo fue lento y dif¨ªcil. ¡°Cuando empiezas a buscarte un sitio en el baile necesitas la aprobaci¨®n de la profesi¨®n. Yo recuerdo que me dec¨ªan: ¡®Muy bien, Manuel, sigue bailando como los t¨ªos, acu¨¦rdate siempre, no te vayas por otras ramas¡¯. Porque me ve¨ªan otras inclinaciones. Y eso me paraba porque no quer¨ªa defraudar. Tard¨¦ a?os en atreverme¡±, explica.
Por suerte se atrevi¨® y no defraud¨®. Ni al p¨²blico ni a la cr¨ªtica. ¡°F¨ªjate que tuve cr¨ªticas peores cuando bailaba sin bata. Algunos me calificaban de bailaor amanerado¡±, comenta entre risas. Tampoco decepcion¨® a sus maestros. De pronto, a la vuelta de una esquina en Jerez nos topamos con uno de ellos, el core¨®grafo Javier Latorre, que se funde con Li?¨¢n en un abrazo de hermano. El reconocimiento es ahora mutuo. Otros referentes para ¨¦l han sido ¡°Milagros Meng¨ªbar, Eva la Yerbabuena, Roc¨ªo Molina, Manolete, El G¨¹ito, Manuela Carrasco, Javier Bar¨®n¡±.
?Y no le preocupa que la imagen de bailaor con bata de cola se superponga a su perfil como artista? Responde: ¡°Mira, a m¨ª me han puesto todo tipo de etiquetas y lo entiendo porque nunca han sabido d¨®nde encajarme. Me preguntaban: ¡®?Pero qu¨¦ eres? ?Travesti? ?Queer? ?Drag?¡¯. Yo no sab¨ªa que responder. En realidad, no me molesta ninguna de esas etiquetas e incluso creo que a veces son necesarias para dar ciertos pasos adelante y ayudar a otros a hacerlo. Hombre, ha habido algunos titulares en prensa que me han dolido, como uno que dec¨ªa: ¡®Travestis y peinetas llegan a Granada¡¯. Como si llegara un circo. Pero lo que de verdad me molesta es tener que justificarme. No quiero que mi libertad est¨¦tica est¨¦ justificada por una etiqueta¡±. Tampoco le molestan ya los insultos, que siempre los ha habido. ¡°Sobre todo en redes sociales. Pero a estas alturas no me importa. Es m¨¢s, lo denuncio¡±, asegura.
En plena madurez, Li?¨¢n prepara un nuevo espect¨¢culo que se estrenar¨¢ en noviembre en el festival Suma Flamenca de Madrid, en el que vuelve a ajustar cuentas con su pasado, pero de otra manera. ¡°Con ?Viva! me cur¨¦ de mi infancia. Ten¨ªa que pasar por ah¨ª para poder abordar ahora este trabajo. Aqu¨ª me encuentro con mi padre y con el peso de esa tradici¨®n que a m¨ª me paraliz¨® tanto. He tenido que reconciliarme y entender mi desacuerdo para poder abrir otras puertas¡±, explica.
El espect¨¢culo ya tiene t¨ªtulo, Pie de Hierro, que es el segundo apellido de su padre, que de peque?o Li?¨¢n pensaba que ten¨ªa que ver con todo el hierro que le hab¨ªan metido al torero en las piernas despu¨¦s de su accidente. El pasado ahora ya no le duele, est¨¢ asumido. Y se presenta en el escenario con toda la libertad ganada. Como diciendo: ¡°Yo soy Manuel Li?¨¢n. Y t¨² ?sabes qui¨¦n eres?¡±.
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