Maribel del espacio exterior
Antes de abandonar la isla, Andrea visita por ¨²ltima vez la casa de Maribel y descubre un ¨²ltimo y sorprendente secreto
¡ªYo no te cog¨ª. Desapareciste.
Eso me dijo Juanjo. Que intent¨® cogerme, pero no lo consigui¨®, y que desaparec¨ª en mitad de mi ca¨ªda. Le cost¨® decirlo porque era muy consciente de estar verbalizando algo imposible.
¡ªPero entonces, ?c¨®mo llegu¨¦ al hospital? ?No fuiste t¨²?
¡ªNo. Te llev¨® Maribel. En el hospital me dijeron que fue ella la que te encontr¨®, pero no s¨¦ m¨¢s. No he conseguido hablar con ella.
Hoy he vuelto a su casa, pero la he encontrado vac¨ªa. Es decir, sus cosas estaban all¨ª, pero ni rastro de Maribel. He pasado por su peque?o taller, donde forj¨® el colgante que le regal¨® a Mario con una forma id¨¦ntica a la cabeza del disfraz que Alicia y Maite le prepararon, antes de que ni Maribel ni yo supi¨¦ramos de qu¨¦ se iba a disfrazar, el mismo colgante que me sirvi¨® para defenderme de Patricio en el faro. Tambi¨¦n he ido a su dormitorio. Muy cerca de su cama hay una maceta con las flores que crec¨ªan en la cueva, esa que visit¨¦ al comienzo de estas vacaciones, la que Mario pensaba que ser¨ªa un buen lugar para esconderse y descansar si fueras un extraterrestre. S¨¦ que son las mismas flores porque lo he comprobado. Hice fotos de la cueva, y en algunas aparecen.
As¨ª que he subido al tejado. Lo he hecho con cierto miedo, el propio de estar a punto de descubrir algo que podr¨ªa confirmar la teor¨ªa m¨¢s loca que se te haya podido pasar nunca por la cabeza, y al quitar las telas que protegen las esculturas de hierro que Maribel guarda all¨ª, eso es lo que he encontrado. Sus esculturas. Ni rastro de ning¨²n platillo volante.
?Pero sabes qu¨¦? Al fijarme bien en ellas me he dado cuenta de que no parecen esculturas aisladas, sino partes de algo mucho m¨¢s grande que podr¨ªan encajar entre s¨ª. No me ha costado mucho darle forma a lo que podr¨ªa ser, efectivamente, la carcasa de una especie de peque?o platillo volante, pero mientras lo hac¨ªa he pensado que tambi¨¦n se podr¨ªan montar otras cosas con las mismas piezas. Como una l¨¢mpara de las grandes. O una jardinera. Tal vez hasta una barca.
En ese momento, mientras pensaba en esto, he escuchado unos pasos detr¨¢s de m¨ª. Al girarme all¨ª estaba Maribel. Muy feliz y sonriente. Nos hemos mirado sin decir palabra, hasta que yo he roto el silencio pregunt¨¢ndole:
¡ª?Eres una extraterrestre?
Pero Maribel no me ha contestado. Se ha quedado all¨ª, mir¨¢ndome y sonriendo. Despu¨¦s ha bajado y la he escuchado hablarme desde el jard¨ªn, apremi¨¢ndome para que terminara mi maleta si no quer¨ªa perder el avi¨®n de vuelta.
Antes de que bajara, mientras me miraba fijamente, la he visto parpadear. No una ni dos, sino hasta tres veces seguidas.
Descubra las mejores historias del verano en Revista V.
Ver serie completa
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.