Por qu¨¦ estamos cada vez m¨¢s deprimidos
M¨¢s de 320 millones de personas padecen esta enfermedad en el mundo, un 18% m¨¢s que hace diez a?os
?ltimamente, hay una enfermedad que est¨¢ ganando terreno y no parece dispuesta a darnos tregua: la depresi¨®n. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos 322 millones de personas en el mundo la padecen, un 18 % m¨¢s que hace una d¨¦cada. Tambi¨¦n conocida como trastorno de depresi¨®n mayor, se caracteriza por un estado de ¨¢nimo bajo, disminuci¨®n del inter¨¦s, deterioro de la funci¨®n cognitiva y problemas del sue?o o del apetito. Adem¨¢s, es recurrente y costosa, con tendencia a la cronificaci¨®n, y genera sufrimiento e incapacidad.
?Sabemos qu¨¦ la causa? Desafortunadamente, no. Sin embargo, existen suficientes estudios sobre sus factores de riesgo, es decir, las caracter¨ªsticas y circunstancias que aumentan la probabilidad de que caigamos en sus garras.
Algunos, como el sentido com¨²n dicta, se relacionan con acontecimientos vitales dram¨¢ticos, tales como la muerte de un ser querido o el diagn¨®stico de una enfermedad grave. Sin embargo, hay otros muchos factores de riesgo para la depresi¨®n que no son tan conocidos, aunque no por eso dejan de ser importantes.
Nos referimos a factores sociodemogr¨¢ficos, factores gen¨¦ticos y neurol¨®gicos, factores personales, experiencias adversas y comorbilidad.
Factores sociodemogr¨¢ficos: el doble de mujeres deprimidas
Quiz¨¢s el factor de riesgo m¨¢s consistente y conocido para la depresi¨®n dentro de los factores sociodemogr¨¢ficos es el sexo. Universalmente, independientemente del pa¨ªs o la cultura, las mujeres tienen el doble de probabilidades de experimentar depresi¨®n que los hombres despu¨¦s de la pubertad.
No obstante, tambi¨¦n se han hallado otros factores de riesgo para la depresi¨®n como la edad, el estado civil, el nivel educativo o la raza. Concretamente, este trastorno se da con m¨¢s frecuencia en los adultos j¨®venes; en las personas solteras, separadas o divorciadas; y en aquellas con un menor nivel educativo y de raza blanca.
Tambi¨¦n se ha detectado que la depresi¨®n es m¨¢s habitual en personas con bajos ingresos, desempleadas y residentes en ¨¢reas urbanas.
Factores gen¨¦ticos: la tendencia a la depresi¨®n se hereda
Los familiares de primer grado de pacientes con depresi¨®n muestran un riesgo aproximadamente tres veces mayor de desarrollar este trastorno. Los estudios sugieren que entre un 26 % y 42 % de las variaciones en la depresi¨®n se debe a influencias gen¨¦ticas. Tambi¨¦n hay indicios de que esta heredabilidad es m¨¢s evidente en las depresiones de inicio temprano y curso recurrente.
Con todo y con eso, no se ha encontrado un gen espec¨ªfico o un conjunto de genes que se asocie de manera confiable con la depresi¨®n o que est¨¦ implicado en la transmisi¨®n parental¡ Es demasiado heterog¨¦nea.
Factores neurol¨®gicos: la am¨ªgdala se hiperactiva
Paralelamente, se han documentado anomal¨ªas neuronales en adultos en ciertas regiones del cerebro. Sobre todo se han hallado anomal¨ªas estructurales en los vol¨²menes de materia gris del hipocampo, la am¨ªgdala, la corteza cingular anterior y la corteza prefrontal dorsolateral.
Al deprimirnos tambi¨¦n cambia la funci¨®n neuronal. Concretamente, hay una mayor activaci¨®n cerebral en las regiones subcorticales de procesamiento de emociones, como la am¨ªgdala y los circuitos l¨ªmbicos, combinada con una activaci¨®n atenuada en las regiones de control cognitivo.
No solo pasa en adultos. Las mismas anomal¨ªas en la funci¨®n y estructura neuronal se han identificado en hijos de padres con depresi¨®n, incluso antes del inicio del episodio depresivo. Y eso hace sospechar que nos hacen m¨¢s vulnerables a este trastorno.
Factores personales: introversi¨®n y exceso de autocr¨ªtica
Hay evidencias de que la tendencia a experimentar emociones negativas (miedo, ira, tristeza, ansiedad), as¨ª como cambios de humor y pensamientos negativos, implica un mayor riesgo para desarrollar un cuadro depresivo. Es lo que se conoce como neuroticismo.
Por otro lado, hay m¨¢s casos de depresi¨®n entre las personas que punt¨²an alto en introversi¨®n. Se refiere a sujetos que tienden a preferir actividades solitarias, m¨¢s enfocados en sus pensamientos, sentimientos y estados de ¨¢nimo que en la b¨²squeda de est¨ªmulos externos.
Asimismo, la investigaci¨®n sugiere una relaci¨®n entre el trastorno depresivo con una puntuaci¨®n baja en escrupulosidad, caracter¨ªstica de individuos sin objetivos, informales, perezosos, descuidados, indisciplinados y con poca voluntad.
Tambi¨¦n juegan en nuestra contra ¡ªy son predictores de la depresi¨®n¡ª el exceso de autocr¨ªtica (inclinaci¨®n a sentimientos de culpa y fracaso derivados de expectativas irrealmente altas sobre uno mismo) y de dependencia/sociotrop¨ªa (sentimientos de impotencia y temores de abandono fruto de una alta dependencia emocional de los dem¨¢s).
Otra actitud que fomenta la depresi¨®n es lo que se conoce como estilo atribucional negativo. Se trata de la tendencia a explicar los resultados negativos de sus experiencias mediante causas internas, estables y globales. Por ejemplo, ¡°no he conseguido el empleo porque soy un in¨²til, siempre lo he sido, en todas las facetas de mi vida¡±, y pensamientos similares.
Algo similar ocurre con la rumiaci¨®n, definida como el pensamiento repetitivo que enfoca la atenci¨®n en los s¨ªntomas depresivos y en sus implicaciones, causas y significados en la persona que los experimenta.
Por ¨²ltimo, el d¨¦ficit de recursos personales (habilidades sociales, estrategias apropiadas de soluci¨®n de problemas o habilidades de afrontamiento ante circunstancias estresantes) tambi¨¦n se relaciona con un mayor riesgo de un cuadro depresivo.
Experiencias adversas
M¨¢s de 40 a?os de investigaci¨®n han documentado el papel que desempe?an los acontecimientos vitales graves en el inicio de la depresi¨®n. Dependiendo del tipo de muestra bajo estudio, aproximadamente el 50% y el 80% de las personas con depresi¨®n informaron de un evento vital agudo y severo antes del inicio del trastorno.
Bas¨¢ndonos en una estimaci¨®n conservadora, podr¨ªamos establecer que las personas con depresi¨®n tienen una probabilidad 2,5 veces mayor de haber experimentado un evento vital grave antes de su inicio en comparaci¨®n con aquellos que no la tienen. Normalmente, problemas de salud que amenazan la vida, separaci¨®n y duelo, exposici¨®n a la violencia, p¨¦rdida de empleo e inseguridad financiera.
Igualmente importante es considerar los sucesos o fen¨®menos catacl¨ªsmicos. Esto es, eventos repentinos, ¨²nicos y poderosos que afectan a un gran n¨²mero de personas, que suelen estar fuera del control de individuos o grupos, y que se asume que son universalmente estresantes. Como la pandemia de la covid-19.
La exposici¨®n a sucesos negativos acaecidos en la infancia tambi¨¦n nos pone en riesgo de sufrir depresi¨®n al crecer. Estos eventos incluyen el abuso f¨ªsico y sexual, la negligencia psicol¨®gica (o abandono), la exposici¨®n a violencia dom¨¦stica, la enfermedad mental parental y la criminalidad.
Las personas con antecedentes de trauma infantil (en especial, ser v¨ªctima de acoso y maltrato o abandono emocional durante la infancia) tienen m¨¢s del doble de riesgo de desarrollar una depresi¨®n.
Comorbilidad
Probablemente, uno de los aspectos m¨¢s sorprendentes de la depresi¨®n es que suele ir acompa?ada de otros trastornos mentales. En especial, trastornos de ansiedad, trastornos relacionados con sustancias, trastornos alimentarios y problemas de sue?o.
Por otro lado, la enfermedad m¨¦dica cr¨®nica o grave es un factor de riesgo para la depresi¨®n. Es m¨¢s, se ha hallado una interrelaci¨®n de la depresi¨®n con un amplio n¨²mero de enfermedades f¨ªsicas: infarto agudo de miocardio, asma, c¨¢nceres, arritmia card¨ªaca, s¨ªndrome coronario cr¨®nico, enfermedad pulmonar obstructiva cr¨®nica, insuficiencia card¨ªaca congestiva, algunas enfermedades neurol¨®gicas como el alzh¨¦imer o la epilepsia, problemas tiroideos, diabetes, obesidad, algunas patolog¨ªas del aparato digestivo, hipertensi¨®n, artrosis, osteoporosis, insuficiencia renal, artritis reumatoide, accidente cerebrovascular¡ Sin olvidar la fibromialgia y la fatiga cr¨®nica.
Tener en cuenta todos estos factores puede ayudar a prevenir, pero tambi¨¦n a entender mejor, la depresi¨®n. Y quiz¨¢s nos permita pararle los pies en su avance imparable.
Fernando Lino V¨¢zquez Gonz¨¢lez es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Cl¨ªnica, Universidade de Santiago de Compostela
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation. Aqu¨ª puede leer el original.
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