Un novedoso estudio sobre estr¨¦s adolescente propone un nuevo m¨¦todo para afrontarlo: optimizarlo en lugar de evitarlo
La revista ¡®Nature¡¯ publica una investigaci¨®n con m¨¢s de 4.000 adolescentes que demuestra los beneficios de una intervenci¨®n preventiva de 30 minutos para aumentar la tolerancia y mejorar la gesti¨®n de situaciones estresantes
Son tiempos convulsos los de la adolescencia. Llenos de cambios f¨ªsicos, psicol¨®gicos y adaptativos, expectativas al alza y gran estr¨¦s social. Es ¡°un per¨ªodo crucial¡±, dice la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, para el desarrollo de h¨¢bitos sociales y emocionales importantes para el bienestar mental. No en vano, ...
Son tiempos convulsos los de la adolescencia. Llenos de cambios f¨ªsicos, psicol¨®gicos y adaptativos, expectativas al alza y gran estr¨¦s social. Es ¡°un per¨ªodo crucial¡±, dice la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, para el desarrollo de h¨¢bitos sociales y emocionales importantes para el bienestar mental. No en vano, la mitad de los problemas de salud mental brotan en esta etapa de la vida. La prevenci¨®n, en may¨²sculas, se ha convertido en una urgencia e inspira a la comunidad cient¨ªfica hasta para darle la vuelta a uno de los grandes factores de riesgo de la mala salud mental: el estr¨¦s. Un estudio publicado hoy en la revista Nature con m¨¢s de 4.000 adolescentes afronta esta amenaza en los j¨®venes y propone, a trav¨¦s de una intervenci¨®n online de apenas 30 minutos, una especie de cambio de chip sobre el significado del estr¨¦s: nada mejor para protegerte de ¨¦l que tolerarlo, entender qu¨¦ le sucede al organismo cuando suben los niveles de estr¨¦s y convertirlo en algo positivo para mejorar el aprendizaje y la gesti¨®n de estas situaciones.
Con una intervenci¨®n online de una media hora, los investigadores rompen con la visi¨®n negativa del estr¨¦s y cambian el punto de mira. ¡°Los adolescentes deben adquirir una amplia y variada gama de complicadas habilidades sociales e intelectuales a medida que hacen la transici¨®n a roles sociales de adultos y se preparan para la independencia econ¨®mica. Este proceso de desarrollo es inherentemente estresante, pero tambi¨¦n es esencial para la tarea de convertirse en adulto¡±, defienden en su estudio. E invitan a relacionarse de forma positiva con los estresores acad¨¦micos y sociales de esa etapa de la vida, como los problemas de relaci¨®n entre iguales o el temor a ser rechazados, por ejemplo.
¡°El estr¨¦s es uno de los problemas m¨¢s serios que enfrentan los j¨®venes hoy en d¨ªa, y la mayor¨ªa de los tratamientos no funcionan, por lo que necesit¨¢bamos una nueva innovaci¨®n cient¨ªfica para desarrollar tratamientos novedosos¡±, justifica David. S. Yeager, investigador del Departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de Texas y firmante del estudio. Los autores proponen una intervenci¨®n telem¨¢tica que los chavales pueden hacer por s¨ª mismos, sin vigilancia ni asistencia externa. En lugar de minimizar o evitar el estr¨¦s, apuestan por ¡°optimizarlo¡±, por sacarle partido, explica Yeager: ¡°A menudo, las personas les dicen a los adolescentes que enfrenten el estr¨¦s distray¨¦ndose o evit¨¢ndolo. Pero eso no llega a la ra¨ªz del problema, que proviene de todas las demandas estresantes de la escuela y el trabajo. Nuestra estrategia alternativa es ense?ar a los j¨®venes a aceptar sus desaf¨ªos y utilizar sus respuestas al estr¨¦s como combustible para un rendimiento ¨®ptimo. Lo hacemos cambiando su forma de pensar: sus creencias sobre sus habilidades y sobre sus respuestas al estr¨¦s¡±.
Los investigadores intervienen a trav¨¦s de ¡°una actividad mental sin¨¦rgica¡±, que consiste en un doble abordaje: la mentalidad de crecimiento, que es creencia de que las capacidades de cada uno se pueden desarrollar y los factores estresantes pueden ser ¨²tiles y controlables al aprender habilidades para superarlos; y la mentalidad de mejora del estr¨¦s, que se basa en entender la respuesta fisiol¨®gica a esta situaci¨®n (sudoraci¨®n de manos, sensaci¨®n de ansiedad¡) y verla en positivo, como una herramienta para impulsar el rendimiento.
Todo el estudio se hizo a doble ciego: hab¨ªa un grupo de estudiantes a los que se hac¨ªa la intervenci¨®n y otro, el grupo control, al que no, y ninguno sab¨ªa a qui¨¦n le tocaba qu¨¦. En la pr¨¢ctica, la intervenci¨®n consisti¨® en dar informaci¨®n neurocient¨ªfica sobre el potencial del cerebro para desarrollar conexiones m¨¢s fuertes cuando enfrenta y supera desaf¨ªos, explicar las reacciones del cuerpo ante los estresores (palpitaciones, sudores, sensaci¨®n de ansiedad¡), aportar un resumen de la investigaci¨®n cient¨ªfica sobre el rendimiento humano y el estr¨¦s, y mostrar experiencias de participantes anteriores (alumnos mayores, en su caso). Al grupo control tambi¨¦n se les ofrec¨ªa 30 minutos de una actividad online, pero con contenidos diferentes.
Los cient¨ªficos probaron su intervenci¨®n con seis experimentos en los que participaron, en total, 4.291 estudiantes estadounidenses. Todos los estudios se centraron en factores estresantes habituales en la adolescencia, como imaginar la realizaci¨®n de un trabajo en poco tiempo de la asignatura que m¨¢s les disgustaba o tener que hacer una exposici¨®n oral. Luego, analizaron los niveles de estr¨¦s de los estudiantes, desde distintos par¨¢metros, como el bienestar emocional, los s¨ªntomas de ansiedad o los niveles de cortisol, que es la hormona que segrega el organismo ante situaciones de estr¨¦s.
Los resultados de estas variables demostraron los beneficios de una sola sesi¨®n de 30 minutos de esta ¡°actividad mental sin¨¦rgica¡± que, adem¨¢s, seg¨²n recalcaron los investigadores, es f¨¢cilmente escalable a la poblaci¨®n adolescente. Los cient¨ªficos han visto efectos de esta t¨¦cnica hasta nueve meses despu¨¦s de la intervenci¨®n, pero quieren seguir prob¨¢ndola m¨¢s a fondo, admite Yeager.
Esther Calvete, profesora del Departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de Deusto y directora del Deusto Stress Research, conoce bien las t¨¦cnicas de los investigadores estadounidenses. Son las llamadas ¡°intervenciones inteligentes¡± ¡ªwise interventions, en ingl¨¦s¡ª, explica: ¡°Es un paradigma de intervenciones que se caracterizan por estar basados en un conocimiento cient¨ªfico muy riguroso para llevar a cabo actuaciones preventivas. Hay varios tipos, pero tienen en com¨²n que, en general, todas son breves, una ¨²nica sesi¨®n, y se trata de un cambio de chip en la forma de interpretar algo en nuestras vidas¡±. Otra de las caracter¨ªsticas de estas intervenciones, a?ade, es que ¡°son sutiles¡±: ¡°Se enmascara la intervenci¨®n como que necesitamos su ayuda. Entramos desde el respeto, les pedimos que nos ayuden y eso, en los adolescentes, es un enfoque que hace que no se rebelen o no se resistan, que es lo que suele pasar con la mayor¨ªa de intervenciones [en este colectivo]. As¨ª se implican m¨¢s y asimilan mejor la informaci¨®n¡±.
En el caso del estudio de Nature, combina dos de estas wise interventions, apunta la investigadora: ¡°Una es la de etiquetar los s¨ªntomas de manera diferente, porque cuando nos damos cuenta de que tenemos esos s¨ªntomas t¨ªpicos del estr¨¦s, nos sentimos mal y entramos en un c¨ªrculo vicioso en el que lo hacemos todo fatal¡±. Sobre la otra t¨¦cnica, la de mentalidad de crecimiento, Calvete tambi¨¦n ha hecho estudios y ha probado sus efectos en la victimizaci¨®n online entre iguales. ¡°Podemos tener creencias de rasgos nuestros que son como algo fijo y no modificable, pero evolucionan. Podemos mostrar, con informaci¨®n cient¨ªfica sobre c¨®mo funciona el cerebro, c¨®mo puedes cambiar la creencia que t¨² tienes de tu inteligencia o de tu personalidad, por ejemplo¡±, agrega la investigadora. Este tipo de t¨¦cnicas, concluye Calvete, ¡°te llevan a interpretar las cosas de forma adaptativa y te sientes m¨¢s capacitado para manejar los estresores¡±.
Gran potencial
Antoni Ramos Quiroga, jefe de Psiquiatr¨ªa del Hospital Vall d¡¯Hebron de Barcelona, defiende la ¡°potencia¡± de la investigaci¨®n estadounidense. ¡°Es una intervenci¨®n muy inteligente porque parten de una realidad, que es que el estr¨¦s existe. Y se trata de darle una vuelva a estas situaciones y ver que las puedes mejorar t¨² mismo¡±, apunta el m¨¦dico, que no ha participado en el estudio. Ramos Quiroga pone en valor, adem¨¢s, que se trata de un ¡°sistema online de autoayuda que hace uno mismo, no necesita un psic¨®logo al lado¡±.
V¨ªctor P¨¦rez, jefe de Psiquiatr¨ªa del Hospital del Mar de Barcelona, tambi¨¦n valora positivamente esta intervenci¨®n: ¡°Tiene un potencial tremendo si se implementa en todo Estados Unidos, por ejemplo. Se podr¨ªa hacer en los colegios¡±. El psiquiatra, que tampoco ha participado en el estudio, se?ala que, ante situaciones de estr¨¦s conocido ¡ªcomo los ejemplos cotidianos que expone el estudio¡ª, ¡°se puede hacer una aproximaci¨®n progresiva, entrenar al sujeto para conocer ese estr¨¦s y aprender a manejarlo¡±. ¡°Si vas adapt¨¢ndote progresivamente al estr¨¦s, tu capacidad de evitarlo, disminuye. Es lo que hacemos en terapia con fobias¡±, agrega el psiquiatra.
La clave, asegura P¨¦rez, est¨¢ en entender que el estr¨¦s tiene partes positivas: ¡°Se trata de hacer un reconocimiento del estr¨¦s, que no siempre tiene por qu¨¦ ser negativo y puede ayudarte a reaccionar. Y este es un tema de rabiosa actualidad porque las comunidades aut¨®nomas tambi¨¦n nos estamos planteando hacer intervenciones en adolescentes para trabajar el manejo de las emociones y el estr¨¦s¡±. Yeager asegura que cualquier escuela, universidad o centro de trabajo podr¨ªa compartirlo ¡°durante las sesiones de orientaci¨®n, para ayudarlos a tener una mentalidad que los prepare para el ¨¦xito¡± y como es una intervenci¨®n corta en el tiempo, ¡°podr¨ªa hacerse de forma amplia a un coste muy bajo¡±.
Desde el punto de vista t¨¦cnico, el psiquiatra de Vall d¡¯Hebron destaca el n¨²mero tan elevado de participantes y que el estudio ha logrado replicar los resultados positivos en seis experimentos diferentes. Calvete a?ade que la metodolog¨ªa es muy solvente: ¡°Hay varios experimentos y con medidas poligr¨¢ficas. Tiene un soporte cient¨ªfico impresionante y una metodolog¨ªa del m¨¢ximo rigor¡±.
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