Espa?a duerme poco y mal
Los d¨ªas laborales, de media, dormimos poco m¨¢s de 6 horas. Adem¨¢s, m¨¢s de cuatro millones de personas padecen de insomnio cr¨®nico, algunas de los cuales describen su vida sin pegar ojo como una pesadilla que, adem¨¢s, acarrea muchas enfermedades
Iris Murdoch lo expres¨® as¨ª: ¡°Existe un abismo entre aquellos que pueden dormir y los que no¡±. Con no menos poes¨ªa y no menos tristeza, Inma, una mujer insomne de 55 a?os, lo dice de otra forma: ¡°Lo que m¨¢s envidio de una persona es que pueda irse a la cama a las 11 de la noche y se duerma y se despierte a las siete de la ma?ana. Algo normal en ella para m¨ª es un superpoder que no tengo m¨¢s que algunas noches muy especiales¡±. Cualquiera que pertenezca al segundo grupo de Murdoch corrobora esta maldici¨®n. Y el grupo crece. El confinamiento de la pandemia, seg¨²n los especialistas del sue?o, ...
Iris Murdoch lo expres¨® as¨ª: ¡°Existe un abismo entre aquellos que pueden dormir y los que no¡±. Con no menos poes¨ªa y no menos tristeza, Inma, una mujer insomne de 55 a?os, lo dice de otra forma: ¡°Lo que m¨¢s envidio de una persona es que pueda irse a la cama a las 11 de la noche y se duerma y se despierte a las siete de la ma?ana. Algo normal en ella para m¨ª es un superpoder que no tengo m¨¢s que algunas noches muy especiales¡±. Cualquiera que pertenezca al segundo grupo de Murdoch corrobora esta maldici¨®n. Y el grupo crece. El confinamiento de la pandemia, seg¨²n los especialistas del sue?o, se convirti¨® en un laboratorio perfecto para fabricar hombres y mujeres con problemas graves para dormir: la angustia del encierro, el miedo al contagio, el temor a perder el trabajo, las malas noticias no ayudaban precisamente. Y a estos miedos hubo que sumar una colecci¨®n de malos h¨¢bitos reunidos todos durante la ¨¦poca en que vivimos metidos en casa: horarios ca¨®ticos o falta de horarios, ausencia de exposici¨®n a la luz solar, ausencia de actividad deportiva¡. En pocas palabras: el c¨®ctel ideal para desorientar a nuestro cerebro, hecho hace decenas de miles de a?os conforme a la secuencia inalterable del d¨ªa y de la noche, hacerle as¨ª perder el fr¨¢gil hilo del sue?o.
La Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa calcula que el 48% de la poblaci¨®n adulta y el 25% de la poblaci¨®n infantil no goza de un sue?o de calidad. Y que m¨¢s de cuatro millones de espa?oles sufre un trastorno grave de sue?o o, directamente, padece insomnio cr¨®nico. A pesar de esto, solo uno de cada tres insomnes se acerca al m¨¦dico. Estos datos fueron recogidos antes de la pandemia. Todo apunta a que los del informe del a?o que viene, en el que ya figurar¨¢n las cifras de la crisis del coronavirus, ser¨¢n mucho peores.
No se sabe por qu¨¦ dormimos. Lo que s¨ª se sabe es qu¨¦ pasa si no lo hacemos. A la corta, la falta de sue?o produce cansancio, fatiga, somnolencia, irritabilidad, perjudica la atenci¨®n, merma la capacidad para resolver problemas y a la vez estimula una tendencia peligrosa a sobrevalorar nuestras propias capacidades. A la larga, desemboca en diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, posible propensi¨®n al alzh¨¦imer y una probabilidad alta de hundirse en una depresi¨®n. Hay quien llega al insomnio porque se deprime y quien se deprime porque padece insomnio. Es un bucle da?ino y frecuente. Las millones de noches angustiosas pasadas en blanco por todo este ej¨¦rcito de personas sin dormir son parecidas. Pero cada insomne es un mundo. Las mujeres, seg¨²n las estad¨ªsticas, duermen peor que los hombres. Las personas mayores tienden a dormir menos y a despertarse muy pronto; los adolescentes, por el contrario, necesitan dormir m¨¢s y su reloj biol¨®gico es m¨¢s tard¨ªo, con lo que las clases importantes y los ex¨¢menes a primera hora son cient¨ªficamente contraproducentes. Lo dicho: cada insomne es un mundo.
Un paciente de la doctora Irene Cano, coordinadora de la Unidad del Sue?o del hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid, lleg¨® a confesarle, preso de una crisis de ansiedad, que debido a que no dorm¨ªa por las noches no se sent¨ªa ¨¦l por las ma?anas. ¡°Eran los tiempos del confinamiento. Me dec¨ªa que a base de no dormir no se ve¨ªa capaz de cuidar de sus hijas, que no se reconoc¨ªa, que notaba que no llegaba a ninguna parte. Necesit¨® un antidepresivo, y despu¨¦s, pastillas para empezar a dormir. Ahora ya va mejor¡±, recuerda Cano.
C¨¦sar Mart¨ªnez, de 52 a?os, empez¨® a dormir mal hace aproximadamente 10 a?os. Lo achaca al trabajo, al estr¨¦s ocasionado por el trabajo, entre otras cosas, porque cuando se encuentra de vacaciones duerme muy bien. ¡°La cosa es que mi trabajo me encanta. Y que tampoco es particularmente estresante. Soy jefe de taller de la Casa de la Moneda. Hago y dise?o los troqueles para fabricar las monedas. Nada cuesti¨®n de vida y muerte, pero ¡¡± Pero C¨¦sar se puede pasar 15 o 20 d¨ªas seguidos durmiendo dos o tres horas. Se despierta a las dos o las tres tras acostarse a las 12 y ya. Da vueltas, se levanta, pasea por la cocina, se vuelve a acostar, piensa que le quedan a¨²n cuatro horas para levantarse, se angustia por eso y al final acaba levant¨¢ndose. No es raro que se presente tempran¨ªsimo por los alrededores de Goya, donde est¨¢ la Casa de la Moneda, y merodee por ah¨ª mientras amanece para hacer tiempo. Luego, pasa la tarde a rastras, como ¨¦l dice, sin ganas de nada. Y el agotamiento progresivo hace mella: ¡°El cansancio por no dormir lleg¨® a tal punto que comet¨ªa errores en el trabajo, lo que a su vez me causaba m¨¢s nerviosismo y m¨¢s problemas para dormir: la pescadilla que se muerde la cola¡±. Al final, C¨¦sar acudi¨® a la unidad del sue?o del hospital Ram¨®n y Cajal. En principio no quer¨ªa porque tem¨ªa quedar enganchado a los narc¨®ticos. Ahora, medicado, controlado y aconsejado, reconoce que duerme mejor, aunque teme que su problema no desaparezca del todo hasta que se jubile. ¡°Hasta que deje de estar nervioso por el trabajo¡±.
Los expertos mencionan siempre las famosas tres p desencadenantes del insomnio: Predisposici¨®n, es decir, ¡°la tendencia de ciertas personas nerviosas, controladoras, perfeccionistas, con una hiperactividad fisiol¨®gica, a no poder desconectar¡±, en palabras de la doctora Esmeralda Roc¨ªo-Mart¨ªn, neurofisi¨®loga cl¨ªnica especialista en medicina del sue?o del hospital de la Princesa, de Madrid. La segunda p es ¡°precipitante¡± y alude a un suceso que desencadena la preocupaci¨®n, la ansiedad y el insomnio: la p¨¦rdida de un trabajo, la muerte de un familiar, un divorcio¡ Los doctores especifican: es normal perder el sue?o durante un tiempo por cosas as¨ª. Lo que deja de serlo es que la situaci¨®n se eternice. Y llegamos as¨ª a la tercera p del cuento: ¡°Perpetuante¡±: la preocupaci¨®n se vuelve circular, absorbente, no remite con los meses. A uno le asaltan los denominados pensamientos nocturnos rumiantes, tambi¨¦n la conocida por los especialistas como ¡°ansiedad anticipada¡±, que no es sino la angustia que experimenta uno porque presiente que no se va a dormir y corrobora que efectivamente uno no se duerme debido a esa angustia. Este mundo est¨¢ lleno de pensamientos circulares.
Marisa (prefiere no dar su apellido), de 48 a?os, se acuesta a las 10 y media o a las 11 y se queda dormida enseguida. Pero a las pocas horas, a las tres o a las cuatro de la ma?ana, se despierta. Y ya es incapaz de conciliar el sue?o. ¡°Me pasa desde siempre, nunca he podido despertarme tarde, aunque cada a?o es peor. Simplemente me despierto y ya s¨¦ que no hay manera. No tengo problemas especiales (si tengo un problema directamente no pego ojo) Cuando me harto de dar vueltas me levanto y me voy al sal¨®n, y pongo la tele muy bajito o me pongo a leer (?He le¨ªdo mucho!) o busco un tutorial de YouTube y hago gimnasia o deporte. Ayer me hice una caminata de media hora a las cinco de la ma?ana en mi sal¨®n. Luego, por la ma?ana, aguanto. Incluso en mi trabajo, en una inmobiliaria. Pero a las seis o a las ocho estoy muerta. No he ido al m¨¦dico. Me da pereza. Tengo asumido que duermo mal y basta. Los fines de semana me tomo una pastilla para dormir, porque ah¨ª me relajo. Me la pasa una amiga o mi madre. No es nada: un lexatin¡±.
Un 9,7% de la poblaci¨®n espa?ola entre 15 y 64 a?os (unos tres millones de personas) us¨® alg¨²n tipo de hipnosedante (ansiol¨ªticos o hipn¨®ticos), en los ¨²ltimos 30 d¨ªas, seg¨²n la encuesta sobre alcohol y otras drogas (Edades) del Ministerio de Sanidad hecha p¨²blica en enero de 2023: una tendencia al alza continua desde hace 18 a?os. Desde entonces, el porcentaje se ha triplicado, y eso que no incluye a los mayores de 64 a?os, que acaparan la mayor¨ªa de las prescripciones de estos f¨¢rmacos. Es m¨¢s: seg¨²n un informe de 2019 de la Junta Internacional de Fiscalizaci¨®n de Estupefacientes (JIFE), Espa?a es el pa¨ªs con mayor consumo del mundo de benzodiacepinas, medicamentos que a menudo se recetan para dormir mejor porque aminoran la excitaci¨®n neuronal, y a la vez sirven de hipn¨®tico y relajante muscular.
Marisa no puede levantarse tarde. Blanca Lozano, de 21 a?os, no puede levantarse pronto. Empez¨® a comprobarlo a los doce o trece a?os, cuando ir al instituto a las ocho de la ma?ana se convirti¨®, simplemente, en un martirio. ¡°No me dorm¨ªa hasta las dos o las tres de la ma?ana, o m¨¢s tarde. Y me ten¨ªa que levantar para ir a clase. A veces ten¨ªa tanto sue?o que me echaba a dormir en los pasillos del instituto, me pon¨ªa la mochila de almohada, un abrigo por encima y me dorm¨ªa. O me quedaba dormida en la ducha. Me sentaba y me dorm¨ªa¡±. Lo que tiene Blanca no es un problema de insomnio cr¨®nico, sino lo que se denomina entre especialistas ¡°un retardo de fase¡±. Su ciclo natural de vigilia-sue?o est¨¢ descompasado con respecto al de la mayor¨ªa, reglado por la luz solar y la dicotom¨ªa d¨ªa y noche. El caso de Blanca es extremo. Pero el doctor Juan Antonio Madrid, catedr¨¢tico de Fisiolog¨ªa y director del laboratorio de Cronobiolog¨ªa de la Universidad de Murcia, calcula que en Espa?a se cuentan un 30% de personas ¡°cronovespertinas¡±, con las manecillas de su reloj biol¨®gico retrasadas. Cuando ¨¦ramos cazadores-recolectores esto no constitu¨ªa un problema para nadie, porque las diferencias de horarios de sue?o se aten¨²an cuando nos exponemos a los ciclos naturales de luz-oscuridad. Adem¨¢s, los cronotipos extremos (los famosos alondras-madrugadores y b¨²hos-noct¨¢mbulos) se repart¨ªan de forma natural la labor de vigilar la entrada de la cueva o alimentar el fuego por la noche. Pero la sociedad posindustrial con horarios de trabajo y de estudio eminentemente matutinos no est¨¢ hecha para personas como Blanca. ¡°Ahora voy por la tarde a la universidad, donde estudio Psicolog¨ªa, y he ganado una beca de excelencia. Concentro toda mi actividad por la tarde. Y es verdad que me faltan horas. Adem¨¢s, basta que alguien, el dentista, por ejemplo, me ponga una cita a las nueve para que me eche a temblar: no duermo nada pensando que no me voy a despertar¡±. Tras acudir a la unidad del sue?o del hospital del hospital Ram¨®n y Cajal, ha conseguido adelantar algo su horario. Ya no se va a la cama a las cinco sino a las dos a base de disciplina y de f¨¢rmacos. ¡°Pero he comido mucho techo en la habitaci¨®n para acostumbrar mis ritmos, me s¨¦ de memoria los dibujos del gotel¨¦ de la pared de pasar tanto mirando ah¨ª, sin hacer nada, en la cama mirando para arriba y para el frente, sin poderme distraer para que me llegara el sue?o¡±.
C¨¦sar deambula al amanecer por Goya; Marisa ve la tele a bajo volumen en el sal¨®n de madrugada; Blanca aprende de memoria la forma de las paredes. David Jim¨¦nez Torres, escritor y periodista, en El mal dormir (libros del asteroide), un interesante retrato personal de un hombre enfrentado a la tortura de no poder dormir, lo resume as¨ª: ¡°Toda vida a las tres de la ma?ana parece fracasada¡±. E Inma, la insomne de 55 a?os del principio, tambi¨¦n expresa esta idea a su manera: ¡°A las tres de la ma?ana quieres suicidarte, cambiar de trabajo, divorciarte o irte al bingo. A veces todo a la vez¡±.
Sociedad mutando hacia lo insomne
Adem¨¢s, la misma sociedad, en bloque, va mutando hacia lo insomne. Cada vez dormimos menos. Esto se debe a la proliferaci¨®n de pantallas, cuya luz azul dificulta la secreci¨®n de la melatonina, la hormona de la oscuridad que nos ayuda a dormir; a la multiplicidad de est¨ªmulos, a la aceleraci¨®n constante y la competitividad creciente de esta sociedad y a los horarios extendidos (agravados en Espa?a por el defase de la hora oficial con respecto a la solar (60 minutos en invierno y 120 en verano). Juan Antonio Madrid ha dirigido un estudio de la Universidad de Murcia destinado a registrar, mediante sensores alojados en las mu?ecas de los pacientes, el sue?o de 10.000 personas. Y la conclusi¨®n es que los espa?oles adultos duermen, de media, 6 horas 37 minutos, incluyendo los fines de semana. La media de los d¨ªas laborales es menor: 6 horas 10 minutos. Menos de lo recomendable (7-9 horas). Juan Antonio Madrid, autor del libro Cronobiolog¨ªa, una gu¨ªa para descubrir tu reloj biol¨®gico (Plataforma editorial), especifica: ¡°Y en esto ocurre como con el PIB. Como con todas las estad¨ªsticas. Hablamos de medias. Y las medias son enga?osas. Hay mucha gente que duerme habitualmente menos de 5 horas los d¨ªas laborales¡±
Carlos Egea, jefe de servicio de neumolog¨ªa y de la unidad de sue?o de ?lava, recuerda que el tiempo de sue?o de la especie humana se ha mantenido inalterable desde siempre. Hasta ahora. Y todos los expertos consultados advierten de que el sue?o perdido no se recupera -ni en vacaciones ni en fines de semana-, que las horas que no se duermen nos vuelven con el tiempo transformadas en enfermedades, nerviosismo, cansancio, recortes en la esperanza de vida, tristeza y agobio. A la larga, no dormir convierte el hecho de vivir en algo mucho peor y menos duradero.
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