?Tienen sentido del humor los animales? Este cient¨ªfico lleva a?os haciendo cosquillas a las ratas para comprobarlo
El neurocient¨ªfico Michael Brecht publica un estudio en el que detecta una zona b¨¢sica del cerebro que se activa cuando los roedores juegan, sugiriendo que el comportamiento l¨²dico es un instinto
En una jornada normal de trabajo, el neurocient¨ªfico Michael Brecht entra en su laboratorio de la Universidad de Humboldt, en Berl¨ªn, se calza su bata y se pone a hacer cosquillas a sus ratas. Es un trabajo divertido ¡ªsobre todo para las ratas¡ª, pero tambi¨¦n serio. Brecht lidera un equipo de investigaci¨®n que pretende identificar la parte del cerebro responsable de la risa y el juego. Esta se situar¨ªa en la sustancia gris periacueductal, un conjunto de neuronas situadas alrededor del mesenc¨¦falo, seg¨²n publica esta semana la revista Neuron.
Es la misma zona del cerebro que controla los sonidos y la respuesta de lucha o huida (que se activa tambi¨¦n con el juego f¨ªsico). ¡°Sabemos que son muy importantes en el juego vocalizaciones como la risa¡±, explica Brecht por videollamada, ¡°por eso buscamos en esa zona¡±. Cuando jugamos, la risa coordina y dirige el proceso. Sirve como acuse de recibo de la intencionalidad humor¨ªstica. Marca la diferencia entre una pelea y un juego; una persecuci¨®n y un pillapilla. Es lo que convierte un comentario pol¨ªticamente incorrecto en un chiste, el tel¨®n de fondo contextual que desarma una amenaza.
Esto tambi¨¦n sucede con las ratas. Estas se r¨ªen, a su manera. Emiten unas vocalizaciones ultras¨®nicas de 50 kilohercios cuando est¨¢n jugando o recibiendo cosquillas. Pero solo lo hacen si tienen cierta complicidad con los cient¨ªficos. Por eso, Brecht y su equipo necesitaron un periodo de adaptaci¨®n con los roedores, y solo entonces empezaron a hacerles cosquillas con los dedos en la espalda y en la tripa. Midieron entonces sus chillidos y su actividad cerebral. Y descubrieron fuertes respuestas neuronales tanto a las cosquillas como al juego en la columna lateral del gris periacueductal.
El juego como instinto
¡°Ya hab¨ªamos observado que con el juego se activaban algunas de las estructuras de alto nivel de la corteza sensorial¡±, explica el cient¨ªfico. ¡°Pero en este nuevo estudio, optamos por analizar una estructura cerebral m¨¢s b¨¢sica y vimos que, aun inhibiendo las estructuras cerebrales de alto nivel, los animales pueden jugar¡±. Esto demostrar¨ªa que el juego es un mecanismo b¨¢sico, que es un instinto.
El humor es uno de los comportamientos animales menos comprendidos y estudiados, lamenta Brecht. ¡°Creo que ha habido un sesgo contrario a estudiarlo cient¨ªficamente¡±, declara. ¡°La mayor¨ªa de estudios se enfocan en entender emociones negativas como la depresi¨®n, la ansiedad, el dolor... Y no tengo nada en contra, pero las emociones positivas tambi¨¦n son una parte importante de la vida¡±, reflexiona. Por eso ¨¦l se ha empe?ado en hacer cosquillas a ratas.
El juego y el humor son un rasgo com¨²n a muchos mam¨ªferos. Los perros, los suricatos y las ratas se r¨ªen. Los simios lo hacen. De hecho, se supone que nuestra risa es una evoluci¨®n del jadeo caracter¨ªstico que los grandes simios hacen al jugar. La psic¨®loga Marina Davila-Ross, de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido), analiz¨® grabaciones digitales de jadeos inducidos por cosquillas de chimpanc¨¦s, bonobos, gorilas y orangutanes y descubri¨® que las similitudes vocales entre las especies coincid¨ªan con sus relaciones evolutivas. Los chimpanc¨¦s y los bonobos, nuestros parientes m¨¢s cercanos, son los que tienen una risa m¨¢s parecida a la humana.
Caleb Warren, codirector del Laboratorio de Investigaci¨®n del Humor de la Universidad de Colorado, lleva 15 a?os estudiando qu¨¦ hace que las cosas sean divertidas. Y las conclusiones a las que ha llegado, con humanos, no son muy diferentes a las que ha recopilado Brecht con ratas. ¡°La gente se r¨ªe con una violaci¨®n del statu quo¡±, se?ala en videoconferencia. ¡°Cuando percibe una transgresi¨®n, pero, a la vez, piensa que esta es inocua, que no tiene consecuencias importantes¡±, explica. Warren ha desarrollado esta idea en el estudio Agresiones benignas: hacer gracioso el comportamiento inmoral.
Esta teor¨ªa podr¨ªa ayudar a entender conceptos tan abstractos como los l¨ªmites del humor negro y lo pol¨ªticamente correcto. Pero tambi¨¦n algo mucho m¨¢s b¨¢sico y primitivo como las cosquillas. ¡°Son un ataque f¨ªsico, pero ejercido de manera que no duele. Y vienen de una persona en la que conf¨ªas¡±, explica. ¡°Intenta hacerte cosquillas a ti mismo: no funciona, no hay amenaza. Si un tipo raro por la calle se te acerca y trata de hacerte cosquillas, tampoco es divertido, es m¨¢s bien inquietante. Ah¨ª s¨ª que hay trasgresi¨®n, pero no es inocua¡±.
La risa, de esta forma, se entiende como una forma primitiva de comunicaci¨®n. ¡°Es uno de los pocos sonidos que utilizamos para comunicarnos antes de hablar, adem¨¢s del llanto y el grito¡±, apunta Warren. ¡°Es anterior al lenguaje en los humanos. Y otros animales se r¨ªen, pero no tienen lenguaje verbal. As¨ª que probablemente comunicaba algo muy importante¡±.
Brecht no sabe si el ruido que hacen las ratas podr¨ªa ser considerado una risa, pero s¨ª tiene en com¨²n con esta que es una se?al inequ¨ªvoca de felicidad. Este hecho podr¨ªa servir para comprobar en roedores la efectividad de antidepresivos, o para entender c¨®mo el estr¨¦s puede afectar a nuestro humor. La risa ultras¨®nica de las ratas puede hacernos entender mucho sobre los mecanismos del juego y el humor.
Puedes seguir a EL PA?S Salud y Bienestar en Facebook, Twitter e Instagram.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.