?De qu¨¦ se r¨ªen los monos bonobos?
Isabel Behncke estudia desde hace a?os c¨®mo el humor es una pr¨¢ctica de primera necesidad para estos primates.
DE PRONTO Isabel Behncke (de 42 a?os, Santiago), doctora en Primatolog¨ªa de la Universidad de Oxford, vio un ¨¢rbol re¨ªr. Acababa de salvarse de la mordedura altamente venenosa de una serpiente en el centro del Congo, un pa¨ªs en permanente guerra civil, donde hab¨ªa llegado a estudiar los bonobos, una especie de primate que vive milagrosamente en paz evitando, a trav¨¦s de las coaliciones entre hembras, el sexo y el juego, los homicidios, infanticidios y violaciones que son moneda corriente en sus vecinos los chimpanc¨¦s del otro lado del r¨ªo Congo.
Hab¨ªa llegado la ma?ana en que vio el ¨¢rbol re¨ªr quiz¨¢ gracias a la cima de su cansancio, despu¨¦s de meses de lidiar con todos los inconvenientes que una joven mujer chilena puede encontrar en el mismo lugar que inspir¨® El coraz¨®n de las tinieblas, del novelista Joseph Conrad. Un lugar que ha cambiado muy poco desde que la explotaci¨®n colonial belga destruy¨® el delgado equilibrio entre sus tribus. Quiz¨¢ por eso pens¨® que el ¨¢rbol que re¨ªa a carcajadas pod¨ªa ser una ilusi¨®n ¨®ptica. Pero al acercarse m¨¢s se dio cuenta de que no era el ¨¢rbol el que re¨ªa, sino bonobos que saltaban de rama en rama, llenas de frutas.
?Se r¨ªen realmente los bonobos? ¡ªle pregunto incr¨¦dulo¡ª. En cautiverio, la cadena BBC film¨® a uno de ellos gimiendo de felicidad bajo las cosquillas de Behncke. La doctora grab¨® a bonobos salvajes toc¨¢ndose los test¨ªculos, en esos interminables juegos con los que esta especie de primos nuestros evita que las jerarqu¨ªas impongan demasiada violencia. ?De qu¨¦ se r¨ªen los bonobos? Sigo pregunt¨¢ndole. R¨ªen de lo mismo que nosotros, de las cosquillas y de las sorpresas. Se esconden para aparecer, exageran sus gestos y su contacto para estallar en risas. R¨ªen como nosotros cuando lo que temen no es tan temible. R¨ªen como nosotros, como una forma gentil de desaf¨ªo. R¨ªen cuando una amenaza se convierte en un saludo.
O sea, ?tienen sentido del humor los bonobos? S¨ª en un sentido amplio, no en el sentido nuestro del lenguaje, responde Behncke. No se puede esperar de ellos el juego con los s¨ªmbolos que implica el humor entre humanos. El humor que se basa en palabras no dichas, en met¨¢foras desviadas, en ideas contrarias pegoteadas, sigue siendo la m¨¢s humana de las funciones humanas. Pero la risa cumple en los bonobos el mismo lugar que para nosotros Monty Python, la antipoes¨ªa de Nicanor Parra o Aqu¨ª no hay quien viva del grand¨ªsimo Eduardo G¨®mez (que en paz descanse). Es lo que se ha dedicado al menos a investigar ?Behncke con una paciencia y una gracia probablemente ¨²nicas en su campo. C¨®mo el humor, esa variante del juego, es entre los bonobos un art¨ªculo de primera necesidad. ?No lo es tambi¨¦n para sus primos, los Homo sapiens sapiens?
En las m¨¢s diversas conferencias que da por el mundo ¡ªdesde que en una charla TED de 2011 revelara sus descubrimientos¡ª, la doctora suele mostrar la imagen de un bonobo adulto que balancea a uno mucho m¨¢s joven al borde del abismo. La confianza del animal m¨¢s joven en que la acci¨®n no terminar¨¢ con su ca¨ªda representa para Isabel ?Behncke la esencia y la funci¨®n del juego en estos primates: confiar en que el que puede dejarte caer no lo har¨¢. Esa es la esencia del humor, pienso yo, y es quiz¨¢ la raz¨®n por la que no pasa un d¨ªa en que alg¨²n integrismo lo ponga en cuesti¨®n: para que el humor sea posible necesita confiar en que el que te balancea al borde del abismo no te dejar¨¢ caer. Ese tipo de seguridad es quiz¨¢ cada vez menos probable.?
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