Ciudades hostiles al sue?o: qu¨¦ se podr¨ªa hacer para que sus habitantes duerman mejor
La contaminaci¨®n ac¨²stica y lum¨ªnica son dos de los principales enemigos del descanso, pero los ayuntamientos tienen muchas herramientas para ayudarnos a dormir
Dirigirnos hacia el modelo de ciudad que nunca duerme tiene un precio: los ciudadanos dormiremos cada vez menos y peor. Y no debemos olvidar que el sue?o, a menudo infravalorado, es un proceso fisiol¨®gico fundamental para mantener un buen estado de salud. Sabemos que si no dormimos lo suficiente, terminamos enfermando.
?Y cu¨¢nto es suficiente? Pues depende de la edad, pero una persona adulta sana, en promedio necesita dormir de 7 a 9 horas diarias. La cifra aumenta cuando se trata de ni?os, que pueden necesitar desde 9 hasta incluso 16 horas al d¨ªa.
?Y cu¨¢ndo hay que dormir? Pues como animales diurnos que somos, dormimos por la noche. Con algunas variaciones, eso s¨ª, debidas a los distintos cronotipos. Hay personas que tienden a irse a dormir y despertar m¨¢s tarde (las tipo b¨²ho o vespertinas) y quienes tienen una facilidad natural para madrugar e ir a dormir m¨¢s temprano (los tipo alondra o matutinos).
A pesar de estas diferencias individuales, la noche es el momento que nuestra fisiolog¨ªa reserva para el sue?o. A lo largo de millones de a?os, hemos evolucionado organizando nuestros procesos fisiol¨®gicos gracias a la alternancia entre la luz y la oscuridad. Sin embargo, las noches han cambiado mucho desde que se extendi¨® el uso de la luz el¨¦ctrica hace apenas siglo y medio. La noche ya no es oscura en muchos entornos urbanos. La luz ha permitido al ser humano, con ojos adaptados al d¨ªa, colonizar la noche destruyendo su oscuridad y, como consecuencia, extender su periodo de actividad hasta horas intempestivas.
La luz que nos quita el sue?o
La luz artificial por la noche se considera un contaminante en s¨ª mismo y conlleva una serie de problemas para la salud. En primer lugar, hace que durmamos menos. Ya hay estudios que demuestran que las personas adultas y de la tercera edad tienden a dormir menos cuanto mayor es el nivel de luz artificial en el entorno durante la noche. Se ha observado tambi¨¦n que la luz artificial por la noche, tanto exterior como interior, puede aumentar en un 22 % los problemas de sue?o. Esta luz es enemiga del sue?o porque confunde al reloj que lo regula: le indica que es de d¨ªa y que a¨²n no es momento de dormir.
La contaminaci¨®n lum¨ªnica no solo reduce las horas de sue?o (que ya ser¨ªa grave de por s¨ª), sino que el uso excesivo de luz artificial por la noche puede tener otras consecuencias graves para la salud . Entre ellas, se ha descrito una mayor probabilidad de padecer alteraciones cardiovasculares, metab¨®licas (obesidad o diabetes), trastornos de la salud mental o incluso algunos tipos de c¨¢ncer, como el de mama, pr¨®stata o colorrectal. Los estudios controlados de laboratorio no dejan lugar a dudas respecto a lo nocivo de la luz artificial por la noche.
Sin embargo, en t¨¦rminos epidemiol¨®gicos, a¨²n hay controversia por la disparidad de resultados. Se debe, sobre todo, a los llamados factores de confusi¨®n: circunstancias propias de las zonas m¨¢s iluminadas que impiden discriminar qu¨¦ perjuicios son debidos a la luz nocturna y cu¨¢les a otros factores.
El ruido del tr¨¢fico y el ocio nocturno, enemigo de la salud
Uno de esos factores de confusi¨®n es precisamente el ruido, otro ladr¨®n de sue?o. Poder colonizar la oscuridad gracias a la luz el¨¦ctrica ha hecho que las noches sean ruidosas, priv¨¢ndonos del silencio necesario para conciliar y mantener el sue?o. El ruido que se cuela en nuestro hogar nos perjudica a cualquier hora del d¨ªa, nos moleste o no. Pero si es de noche, adem¨¢s, interfiere en nuestro sue?o.
Seg¨²n la Agencia Europea del Medioambiente, la exposici¨®n prolongada al ruido ambiental contribuye a 48.000 nuevos casos de cardiopat¨ªas y 12.000 muertes prematuras cada a?o en Europa. Adem¨¢s, 22 millones de personas sufren molestias cr¨®nicas y 6,5 millones padecen trastornos cr¨®nicos importantes del sue?o. Se calcula que cada a?o se pierde un mill¨®n de a?os de vida sana debido a los efectos del ruido, incluyendo la cardiopat¨ªa isqu¨¦mica y los trastornos del sue?o. Estos ¨²ltimos representan la mayor parte de la carga de morbilidad relacionada con el ruido.
Las consecuencias negativas del ruido del tr¨¢fico rodado est¨¢n ampliamente demostradas. Sin embargo, durante la noche, en las ciudades hay otras fuentes de ruido que causan molestias. Una de las m¨¢s importantes es el ocio nocturno. De hecho, ya se est¨¢n elaborando mapas del ruido del ocio en varias ciudades espa?olas, aunque las medidas correctoras son, a menudo, insuficientes.
Adem¨¢s, el ruido generado por el ocio va en aumento debido al incremento de las terrazas, sobre todo, a ra¨ªz de la pandemia de covid. Por ejemplo, las mesas se han incrementado un 62% m¨¢s que en 2019 en Barcelona y han sumado 5.700 nuevas mesas en Madrid, ascendiendo ya a 60.912. En ciudades m¨¢s peque?as como Murcia el incremento ha sido mayor, con un 75%, pasando de 400 terrazas en 2019 a casi 700 en la actualidad.
La limpieza viaria, a menudo realizada durante la noche hasta altas horas de la madrugada o a primeras horas del d¨ªa, supone un problema a?adido. Parad¨®jicamente, podr¨ªamos decir que la limpieza nocturna de las calles interfiere con la limpieza que el sue?o pone en marcha en nuestro cerebro mediante el sistema glinf¨¢tico.
?Qu¨¦ pueden hacer los ayuntamientos por proteger nuestro sue?o?
Buena parte de los problemas que dificultan el sue?o podr¨ªan solucionarse con una mayor concienciaci¨®n y empat¨ªa por parte de los ciudadanos. Pero, adem¨¢s, necesitamos un marco legal adecuado y, sobre todo, que las autoridades velen de forma efectiva por su cumplimiento.
Adem¨¢s de una normativa de ruidos nacional, existen ordenanzas municipales que regulan distintos aspectos que influyen en el ruido. ?C¨®mo podr¨ªa ayudar un ayuntamiento a que sus ciudadanos duerman mejor? Para empezar, debemos partir de la premisa de que el sue?o, por su estrecha vinculaci¨®n con la salud, siempre debe prevalecer frente a otros aspectos como el ocio. Por ello, algunas propuestas ser¨ªan:
- Limitar el horario de uso de maquinaria ruidosa de limpieza viaria. Aunque el motor del veh¨ªculo sea el¨¦ctrico y silencioso, las bombas de agua no lo son. Nunca deber¨ªa hacerse en horario nocturno.
- Sustituir los veh¨ªculos de transporte p¨²blico ruidosos por modelos el¨¦ctricos, y vigilar que los veh¨ªculos privados cumplan con la normativa.
- Reducir el horario de uso y el n¨²mero de mesas de hosteler¨ªa en zonas habitadas, informando a sus responsables de la necesidad de no interferir con el descanso de los vecinos.
- Reducir el volumen permitido en locales ruidosos (a menudo con niveles perjudiciales para la audici¨®n de los usuarios) y evitar el funcionamiento nocturno en zonas habitadas. No solo por la transmisi¨®n estructural del ruido, sino tambi¨¦n por la frecuente acumulaci¨®n de personas en el exterior.
- Evitar la organizaci¨®n de espect¨¢culos ruidosos en zonas cercanas a viviendas habitadas, especialmente en horario nocturno.
- Revisar la localizaci¨®n de farolas y otras fuentes de luz para reducir la contaminaci¨®n lum¨ªnica en general y, especialmente, la que entra en los hogares por las ventanas.
Y, por ¨²ltimo, lo m¨¢s importante: comprender, tanto a nivel institucional como individual, que para construir una sociedad m¨¢s sana es esencial proteger un entorno que facilite nuestro sue?o y el de nuestros convecinos.
Duerman y permitan dormir bien.
Mar¨ªa ?ngeles Bonmat¨ª es investigadora postdoctoral CIBERFES y profesora colaboradora UMU, Universidad de Murcia.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation.
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