¡°Es la Taylor Swift del baloncesto¡±: c¨®mo Caitlin Clark se convirti¨® en un fen¨®meno pop sin precedentes

Por supuesto que ha batido todos los r¨¦cords posibles de puntos, asistencias o triples anotados, pero hay que mirar m¨¢s all¨¢ de la mera estad¨ªstica para entender su impacto. Por ejemplo: sus partidos cosechan cifras de audiencia nunca vistas antes en televisi¨®n, creciendo hasta un 60% de media en un a?o. Las entradas para ver en directo alguno de sus tiros imposibles pueden llegar a superar los 3000 euros. Antes de firmar su primer contrato profesional ya se ha embolsado tres millones de d¨®lares solo en patrocinios, con multinacionales como Nike, Gatorade o Bose pele¨¢ndose para que la joven calce sus zapatillas, beba sus isot¨®nicos o utilice sus auriculares inal¨¢mbricos. Su camiseta con el n¨²mero 22 est¨¢ agotada en las tiendas, medios tradicionalmente no deportivos publican cr¨®nicas sobre sus hitos y sus hordas de fans ya tienen nombre oficial, los clarkies, a lo swifties. Y no es balad¨ª la comparaci¨®n con Taylor Swift, porque la locura que ha despertado en Estados Unidos en el ¨²ltimo a?o solo es comparable a la generada por la cantante. La jugadora de baloncesto Caitlin Clark es la protagonista de un fen¨®meno cultural ins¨®lito: una estudiante de la universidad de Iowa de solo 22 a?os y 180 cent¨ªmetros de altura que ha conseguido llevar el deporte femenino a las cotas m¨¢s altas de su historia.

¡°Caitlin Clark ha conseguido hasta que yo, una declarada detractora de los deportes de equipo, est¨¦ apreciando el baloncesto femenino por primera vez¡±. Estas palabras, escritas por la periodista Emma Specter en la edici¨®n estadounidense de la revista Vogue, sintetizan a la perfecci¨®n la sensaci¨®n de supernova que destila una joven desvergonzada sobre el parqu¨¦, pero discreta fuera de ¨¦l. Esta ¡°Kobe Bryant con coleta¡± es el evento del a?o, la mujer de moda, la foto obligada en el tabl¨®n de Instagram y la cita ineludible a la que asistir para poder presumir de estar al corriente de las ¨²ltimas tendencias, aunque se desconozca el significado de la expresi¨®n ¡®tiro libre¡¯. Ni sus dos derrotas consecutivas en las finales de la liga universitaria consiguen menguar la emoci¨®n que despierta a su alrededor y que trasciende m¨¢s all¨¢ de una cancha de baloncesto. ¡°Podr¨¦ dormir toda la noche, aunque no haya ganado un campeonato nacional. Hay demasiado por lo que estar orgullosa. No me siento a lamentarme por las cosas que nunca han pasado¡±, sostuvo tras su ¨²ltimo partido en Iowa, su Estado natal.

Nacida en el seno de una familia de deportistas ¨Ctanto su padre como sus dos hermanos fueron tambi¨¦n atletas profesionales¨C, presume de un talento para el baloncesto tan precoz que con cinco a?os ya despuntaba en su ciudad, Des Moines. Sin embargo, ante la falta de competiciones femeninas, su padre la apunt¨® en la liga masculina donde tuvo que batirse el cobre contra ni?os m¨¢s grandes y fuertes que ella ¨Cy padres encolerizados por la presencia en pista de una chica¨C mostrando una fiereza competitiva ins¨®lita. Ese mismo carisma, sumado a unas aptitudes para encestar pocas veces vistas, ha conseguido que 17 a?os despu¨¦s su caracter¨ªstica coleta obsesione a todo un pa¨ªs pese a no ofrecer apenas entrevistas ni sonrisas gratuitas a la c¨¢mara.

¡°Su actitud la convierte en un arquetipo de modelo de conducta poco com¨²n. Contrarresta la presi¨®n que se suele ejercer sobre las atletas femeninas para proyectar una imagen dulce y eternamente positiva¡±, manifiesta Louisa Thomas en The New Yorker. Para ella, y para el boyante negocio a su alrededor, esa imagen p¨²blica solo ha tra¨ªdo alegr¨ªas. Cada uno de sus partidos a domicilio se salda con nuevos r¨¦cords de entradas vendidas y los equipo de la WNBA (la divisi¨®n femenina de la NBA) se frotan las manos ante la llegada inminente de la jugadora a la competici¨®n tras finalizar su periplo universitario. El efecto, acu?ado ya como ¡°Clarkonomics¡± ¨Cjuego de palabras entre su apellido y ¡®economics¡¯¨C, ha hecho que todos los equipos vean ya multiplicados el n¨²mero de abonos vendidos para la pr¨®xima temporada.

¡°Si tenemos en cuenta el impacto que est¨¢ teniendo fuera de la cancha, solo ha habido un jugador como ella: Michael Jordan¡±, asegura la periodista Nancy Armour en el USA Today. En Forbes, por el contrario, reiteran la similitud de su caso con el de Taylor Swift: ¡°Ha logrado para el baloncesto femenino lo que Swift en el mundo de la m¨²sica (¡­) Las dos est¨¢n llevando sus respectivas industrias a un nuevo nivel¡±.

El partido que destap¨® la locura por ella tuvo lugar el pasado 1 de abril. El encuentro ante la universidad LSU en los play-offs del campeonato universitario, correspondiente a unos cuartos de final, se convirti¨® en el partido m¨¢s visto de la historia del baloncesto universitario ¨Ctanto masculino como femenino¨C con m¨¢s de 12 millones de espectadores de media. Esa cifra supera a lo cosechado por las finales de competiciones de alcance global como las de las ligas de b¨¦isbol, hockey sobre hielo o incluso la todopoderosa NBA. El fil¨®n de audiencias sustentado sobre los triples de Clark es tal que ya juega un papel importante en el rumbo de la campa?a electoral estadounidense. Como ratifica el medio especializado Politico, el propio presidente Joe Biden intenta ¡°subirse a su tren¡± colocando anuncios publicitarios para conseguir la reelecci¨®n durante la emisi¨®n de sus partidos y conquistar as¨ª a una buena parte del electorado ¡°joven y femenino que sintoniza el baloncesto femenino m¨¢s que otros deportes¡±. Los candidatos Nikki Haley y Ron DeSanctis tambi¨¦n intentaron ¨Csin ¨¦xito¨C acercar sus nombres al de Clark para vencer a Trump en las primarias republicanas, y se prev¨¦ una lucha nada disimulada para lograr conseguir su apoyo medi¨¢tico de cara a la cita con las urnas. Si el apoyo de Taylor Swift ya es considerado como uno de los focos de movilizaci¨®n m¨¢s importantes a la ahora de decantar el resultado electoral, ?conseguir¨¢ Caitlin Clark y sus clarkies influir tambi¨¦n de manera decisiva?