Mariang, de ¡®La Pija y la Quinqui¡¯ analiza ¡®Sexo en Nueva York¡¯: qu¨¦ piensa una ¡®zeta¡¯ de Carrie Bradshaw y su resistencia al sexo en la primera cita
Invitamos a la creadora del exitoso podcast a ver y diseccionar cuatro cap¨ªtulos (uno por cada semana de mayo) de la serie favorita de las mileniales y a ofecer su perspectiva generacional. Empezamos con el cap¨ªtulo 6 de la primera temporada, ¡®Sexo secreto¡¯
El 24 de enero de 2024 se anunciaba que Sexo en Nueva York (SATC de aqu¨ª en adelante, siglas de Sex and the City) llegaba a Netflix y una marabunta de gente que sabe contar en pesetas -mileniales- se devanaba los sesos vaticinando c¨®mo se echar¨ªa las manos a la cabeza la marabunta de gente que no sabe contar en pesetas -zetas- ante la inminente llegada de la serie a su plataforma favorita.
Supon¨ªan que SATC tocar¨ªa hueso con la generaci¨®n de la moralidad y el sentido woke ante la falta de tacto con la que, las cuatro t¨ªas m¨¢s redichas de Manhattan, se calzan unas sandalias para pisotear sin ning¨²n tipo de miramiento a todos los colectivos y tem¨¢ticas disidentes con los que se van cruzando a lo largo de seis temporadas y dos pel¨ªculas que conforman la obra. Y posiblemente ser¨ªa as¨ª, si no fuese porque, para mis coet¨¢neos hay un dios m¨¢s poderoso que el de la moralina: el del cringe (un poco como el hermano guapo de la verg¨¹enza ajena, por si no est¨¢s familiarizado con el t¨¦rmino).
Y es que SATC da cringe. Da un cringe que te mueres.
?Y c¨®mo no nos va a gustar a la generaci¨®n del hate-watching una persona que tiene el nivel exacto de fama, que hace un uso abusivo del ¡°al fin y al cabo¡± a la hora de redactar, que gesticula m¨¢s de la cuenta cuando est¨¢ sola y que, ante todo, se toma tan en serio a s¨ª misma? Porque esa es Carrie Bradshaw: a veces, una mujer escrita por un hombre; otras, una ni?a de 8 a?os que llora cuando se muere su Tamagotchi porque no ha sabido cuidarlo; y siempre, la amiga que esperas no tener nunca pasados los 25 a?os.
Contrariamente a lo que pueda parecer, no mola nada medir el pasado con la vara del paso del tiempo y su consiguiente progreso. Eso es de pardillos y, peor a¨²n, de inocentes porque no hay nada m¨¢s inocente que no ser consciente de la existencia de un pasado. Se tiene que ver SATC con la mezcla de cari?o, incredulidad y condescendencia con la que se mira a los abuelos octogenarios que, de vez en cuando, sueltan un delito de odio por la boca: te r¨ªes, piensas que, ¡°bueno, est¨¢ muy bien para su edad¡± y -sobre todo- haces o¨ªdo sordos a lo que dice.
A pesar de lo acertado de la analog¨ªa y de los muchos puntos en com¨²n entre ambos mundos (el de los abuelos faltones y el SATC), como la costumbre de fumar en interiores (las protagonistas de la serie lo hacen todo el rato) o la de utilizar el adjetivo ¡°barata¡± para designar a una mujer (las amigas de Carrie se atreven a decirle eso cuando se pone un vestido lencero para salir con Big), una de las brechas que separa a SATC de los octogenarios es el tema de los modelitos; cuesta imaginarse a un viejo con el ¡®vestido desnudo¡¯ que luci¨® Carrie Bradshaw en el sexto cap¨ªtulo de la primera temporada.
Sexo secreto es un episodio en el que aparecen dos cosas que los nacidos tras su emisi¨®n pr¨¢cticamente no han conocido: la primera son las Torres Gemelas y la segunda es la regla sagrada de no acostarse con alguien en la primera cita. Cabe aclarar que tanto dicha regla, como el mencionado ¡®vestido¡¯ s¨®lo eran posibles en un tiempo el que los pezones a¨²n denotaban m¨¢s intimidad que entrelazar las manos. Esa realidad flotar¨¢ pesadamente durante toda la treintena de las cuatro mujeres que protagonizan la serie, como un fantasma que recorre Manhattan.
?Por qu¨¦ raz¨®n nuestras independientes, exitosas y can¨®nicamente-empoderadas-seg¨²n-la-televisi¨®n-de-los-noventa protagonistas se encuentran durante los primeros cinco minutos del episodio debatiendo sobre el sexo ¡°antes de tiempo¡±? En particular, porque Carrie est¨¢ a punto de tener su primera cita formal con Mr. Big y, en general, supongo que por los efectos de una revoluci¨®n sexual mal ejecutada.
Miranda, a esa regla sagrada la llama ¡°el reglamento¡± mientras se burla de la monaguilla old money de Charlotte. Y a pesar de que la naturaleza arcaica de la palabra reglamento le va como anillo al dedo, yo me tomar¨¦ la licencia de llamarlo aqu¨ª ¡°la versi¨®n de prueba gratis¡±.
¡°La versi¨®n de prueba gratis¡± decreta que no puedes acostarte con una persona en la primera cita y que, conforme vayas cumpliendo a?os, el n¨²mero de encuentros pre-coito ir¨¢ en aumento: en el caso concreto de Carrie son cinco las citas que debe esperar para ver a Mr. Dick porque as¨ª lo dictamina la monaguilla old money de Charlotte. A cualquier persona que haya crecido con el boom de las aplicaciones de citas y de la postmodernidad sexoafectiva esto le parecer¨¢ tan antiguo como ir a recoger agua al pozo.
Tras ponerse muy sexoafectivamente postmoderna con Mr. Big y en ese escenario de fugaz complicidad que s¨®lo puedes tener con una persona a la que has visto desnuda antes de saber su apellido, Carrie se da cuenta en un restaurante chino de que Big la est¨¢ ocultando a sus amigos. Es decir, se da cuenta de que hay parejas de las que se presume y parejas que no se desea ense?ar. Que haga tal descubrimiento a sus 32 a?azos resulta cuanto menos fascinante teniendo en cuenta que su trabajo depende de escribir una columna sobre andanzas sentimentales.
D¨ªas despu¨¦s, en ese mismo restaurante chino tras esperar con paciencia y posterior regocijo la llamada de un hombre que ¡®tampoco estaba tan bueno¡¯ (?hab¨ªa roto la maldici¨®n del sexo en la primera cita y a¨²n as¨ª Big no la hab¨ªa rechazado!), se le pasa por la cabeza que es bastante plausible que ella pueda formar parte del bando de las que se ocultan. Es decir, que es posible que Big no haya informado a sus amigos de que se est¨¢ acostando con ella.
Solo por aclarar, Carrie Bradshaw no es del bando de las que se ocultan (a las seis temporadas restantes me remito) pero no hay duda de que su miedo es leg¨ªtimo porque 20 a?os despu¨¦s de este episodio de SATC ambientado en Nueva York, Marta Movidas canta en Espa?a ¡°yo s¨®lo quer¨ªa verte / y t¨² no quer¨ªas verme a m¨ª / Porque t¨² s¨®lo quer¨ªas besarme / y yo no quer¨ªa estar sola¡±.
Y, si bien resulta complicado ver reflejada a Carrie (con sus Manolos, sus Cosmopolitan y su Marlboro Light) en escenarios tan viscerales como los descritos por Movidas, no podemos obviar que tanto el anhelo del ser querido o (peor) la desesperaci¨®n por ¨¦l sigue creando falsos ideales, que, una vez agotados, dejan tras de s¨ª un campo de batalla yermo en el que nunca hubo nada. Salvo, como dice Ernaux, ¡°una memoria que no se detiene nunca¡± y que ¡°empareja a seres reales con imaginarios¡±.
Pero, como comentaba antes, el m¨ªo no es el bando de Carrie Bradshaw, con sus Manolos, sus Cosmpolitan y su Marlboro Light.
La prenda estrella del episodio merece un ¨²ltimo alegato; la aparici¨®n del ¡®vestido desnudo¡¯ no s¨®lo supuso la explosi¨®n de una tendencia de la que se lucrar¨ªan hasta dos d¨¦cadas despu¨¦s las marcas de fast-fashion, sino que tambi¨¦n esboz¨® sutilmente el patr¨®n por el cual se regir¨ªa su relaci¨®n con Mr. Big: esa prenda con dos tirantes finos de DKNY ser¨ªa el primer gran s¨ªmbolo de la inseguridad que ese hombre que ¡®tampoco estaba tan bueno¡¯ le inflig¨ªa.
Presente hasta el ¨²ltimo episodio de SATC en el cartel del autob¨²s de la intro, el ¡®vestido desnudo¡¯ de Carrie Bradshaw se postul¨® en el comienzo del nuevo milenio como el sambenito m¨¢s guay e incre¨ªble de la historia.
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