Guerra en Yale por el apoyo a un presunto acosador sexual
La repentina exclusi¨®n del capit¨¢n del equipo de baloncesto enfrenta al alumnado y reabre el debate sobre la impunidad de los deportistas. El acoso sexual es una epidemia encubierta por las universidades en pos del inter¨¦s econ¨®mico y el prestigio educativo.
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Conseguir entrar en la exclusiva Universidad de Yale es todo un privilegio. Considerada una de las diez mejores del mundo, para ser admitido se requieren no solo enormes m¨¦ritos acad¨¦micos sino ser capaz de costear su matr¨ªcula anual, que ronda los 40.000 euros, excluyendo residencia y gastos personales. Jack Montague, de 22 a?os, es uno de esos afortunados. Su vida podr¨ªa ser la envidia de cualquier joven, ya que adem¨¢s capitanea a un equipo de baloncesto con resultados hist¨®ricos esta temporada. Por primera vez en 54 a?os, los Bulldogs se han coronado campeones de su divisi¨®n, clasific¨¢ndose as¨ª para el torneo final que aglutina a las mejores universidades del pa¨ªs.
Sin embargo, el pasado 10 de febrero Montague desapareci¨® del equipo en el momento m¨¢s importante de la competici¨®n. Tras el silencio de los diferentes departamentos del centro, los rumores del campus achacaron la fulminante expulsi¨®n de la facultad a una supuesta denuncia por acoso sexual. Sus compa?eros decidieron mostrarle su apoyo vistiendo camisetas con el n¨²mero 4 y el nombre de ¡®Gucci¡¯ a la espalda; dorsal y apodo con el que se conoce a Montague. Una vez finalizado el partido, se arremolinaron en el centro de la pista levantando cuatro dedos de la mano, dedicando la victoria a su compa?ero. Uno de los jugadores explic¨® el motivo del homenaje: ¡°Es nuestro l¨ªder, nuestro capit¨¢n y le echamos de menos. No est¨¢ aqu¨ª, pero ¨¦l siempre est¨¢ con nosotros¡±.
El aliento de los estudiantes a un supuesto acosador cre¨® una enorme controversia en el campus, comenzando una guerra abierta entre los que defienden a Montague y quienes le consideran un delincuente. Los pasillos amanecieron cubiertos por decenas de carteles que reclamaban el cese del ?apoyo a un acosador¡± y ¡°poner fin a la cultura de la violaci¨®n¡±. Otro clamaba el siguiente lema: ¡°Este p¨®ster ser¨¢ arrancado por el equipo de baloncesto masculino. Dejad de silenciar a la mujer¡±. Asimismo, el Yale Women?s Center public¨® en Facebook un alegato contra los jugadores: ¡°Creemos que las acciones del equipo y algunas respuestas de los miembros de esta comunidad, reflejan actitudes t¨®xicas que persisten. La violencia sexual es un problema en cada campus. Aquellos que miran para otro lado, son c¨®mplices¡±. El fuego cruzado se hizo tan insostenible que el decano de la universidad, Jonathan Holloway, tuvo que mandar un mail al alumnado pidiendo ¡°respeto mutuo en el trato¡±. Fue entonces cuando el equipo rectific¨® su actitud, pidiendo excusas p¨²blicas ¡°por el da?o causado¡±.
La pol¨¦mica ha dado la vuelta a todo el pa¨ªs. Aunque no hay una acusaci¨®n oficial contra Montague, y pese a que algunos medios apuntaban a una posible violaci¨®n, una fuente cercana al equipo confes¨® a la web Jezebel que se le atribu¨ªa un delito por acoso sexual. Una conexi¨®n que acaba de ser confirmada por The New York Times. La instituci¨®n educativa que data de 1701 no ha dado ninguna informaci¨®n al respecto, pese a la celeridad y dureza con la que ha actuado en un periodo trascendental del curso baloncest¨ªstico. El padre del acusado, Jim Montague, explic¨® que su hijo hab¨ªa sido expulsado por algo ¡°rid¨ªculo¡± y que dar¨ªan explicaciones en cuanto los abogados se lo permitieran.
La Universidad de Yale forma parte de la Ivy League, una exclusiva lista que denomina a las ocho universidades m¨¢s prestigiosas del pa¨ªs. Entre sus alumnos destacan los presidentes Bush (padre e hijo), Bill y Hillary Clinton, el Premio Nobel de econom¨ªa Paul Krugman, el cineasta Oliver Stone, el escritor Tom Wolfe e int¨¦rpretes de la talla de Paul Newman o Meryl Streep. Por incre¨ªble que parezca, el caso de Montague no es una situaci¨®n aislada ni extra?a en el pa¨ªs. 1 de cada 5 estudiantes es violada o sufre un intento de violaci¨®n en su etapa universitaria en Estados Unidos, seg¨²n una encuesta a m¨¢s de 150.000 alumnos en m¨¢s de 27 centros considerados de alto nivel. El acoso sexual es una epidemia encubierta por las universidades en pos del inter¨¦s econ¨®mico y el prestigio educativo.
La sociedad norteamericana se encuentra especialmente sensibilizada desde que Lady Gaga hiciera p¨²blico su caso en la gala de los Oscar de este a?o. La cantante interpret¨® la canci¨®n Till it happens to you (Hasta que te sucede a ti) del documental The Hunting Ground, que narra las historias de varias j¨®venes v¨ªctimas de acoso sexual en campus tan renombrados como Harvard o Berkeley. No solo el centro les impuso silencio y encubrieron a los culpables, sino que varias sufrieron estr¨¦s postraum¨¢tico debido al acoso social posterior. Decenas de estas v¨ªctimas subieron al escenario del Dolby Theatre junto a Gaga, denunciando un problema de dimensi¨®n nacional. La estrella confes¨® que hab¨ªa sido v¨ªctima de abusos sexuales con 19 a?os en un colegio cat¨®lico, algo que su propia familia desconoc¨ªa hasta ese momento.
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Pese a que los motivos son del todo insondables, es l¨ªcito mencionar el contexto en el que viven estos acosadores. Amparados primero en el secretismo de las instituciones y alentados por el discriminatorio sistema de fraternidades, un gran n¨²mero de estos alumnos son hijos de poderosos empresarios y pol¨ªticos influyentes. Muchos otros son potenciales deportistas de ¨¦lite, becados para desarrollar una carrera deportiva que d¨¦ brillo al centro. Gracias a su influencia y popularidad, todos ellos se convertir¨¢n m¨¢s tarde en las caras visibles de la universidad, en los grandes donantes que permiten sufragar las diferentes fundaciones y proyectos.
El deporte colegial americano es un negocio de alto nivel y de imposible comparaci¨®n al nuestro. Todas las universidades se encuadran en la asociaci¨®n NCAA, que organiza las competiciones anuales interestatales de diferentes deportes como el f¨²tbol, baloncesto, tenis, etc. El p¨²blico siente aut¨¦ntica devoci¨®n por estos torneos, superando muchos de ellos en audiencia a los profesionales. Gracias a los derechos de televisi¨®n, la NCAA factura al a?o m¨¢s de 900 millones de euros. Sin embargo, los estudiantes que forman parte de estos equipos, convertidos ya en aut¨¦nticas celebridades, tienen prohibido cobrar ni un solo c¨¦ntimo de sueldo. A cambio, los centros les permiten disfrutar de una vida sin reglas en el campus, falsificando su rendimiento acad¨¦mico y careciendo de cualquier c¨®digo de conducta una vez abandonan la pista. Tanto el cuerpo directivo como los fans les otorgan una total impunidad sobre sus actos.
Un caso especialmente medi¨¢tico fue el vivido el a?o pasado en la Universidad de Florida State. La estudiante Erica Kinsman denunci¨® por violaci¨®n a Jameis Winston, el quarterback m¨¢s prometedor del pa¨ªs. Pese a las evidencias de ADN, universidad, prensa y polic¨ªa hicieron caso omiso a la protesta de la joven, siendo adem¨¢s perseguida y vilipendiada socialmente, acus¨¢ndola de querer boicotear la temporada del equipo. Meses despu¨¦s, Winston era elegido en el primer puesto del draft (el sistema de selecci¨®n profesional) de la NFL. Hace apenas unos d¨ªas, la universidad ha pagado cerca de un mill¨®n de euros a Erica Kinsman, en un acuerdo de cuant¨ªa hist¨®rica para evitar ir a juicio.
En nuestro pa¨ªs ha sido muy pol¨¦mico un episodio similar al ocurrido en la universidad de Yale. El delantero del Betis Rub¨¦n Castro est¨¢ imputado por cuatro delitos de maltrato a su exnovia. Aunque no hay una condena sobre sus actos, la juez le atribuye agresiones como propinarle ¡°una patada en el est¨®mago¡± y causarle ¡°un hematoma en el ojo izquierdo¡±. El club sevillano conf¨ªa en la inocencia de su jugador y contin¨²a marcando goles en la m¨¢xima categor¨ªa. Pero algunos ultras, queriendo demostrar el apoyo incondicional a su ¨ªdolo, entonaron el a?o pasado un c¨¢ntico que hac¨ªa apolog¨ªa del maltrato. ¡°Rub¨¦n Castro, al¨¦. No fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien¡±, dec¨ªa la letra de uno de los episodios m¨¢s bochornosos de la historia del deporte profesional espa?ol.
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