?Balenciaga era el gran creador. Mi padre y mi abuelo dieron forma a sus sue?os?
Charlamos sobre el genio de la moda con Mariu Emilas, autora del libro ¡®Balenciaga: mi jefe¡¯, en el que narra c¨®mo fue la relaci¨®n de su familia con el maestro, y con Sonsoles D¨ªez de Rivera, clienta y amiga.
?Mientras vivi¨® mi padre creo que en mi casa no pas¨® una semana sin nombrar a Balenciaga. Podr¨ªamos decir que ¨¦l protagonizaba nuestras conversaciones de cocina?. Quien sostiene estas palabras es Mariu Emilas, miembro de la cuarta generaci¨®n de una familia dedicada a la alta costura y autora del libro Balenciaga: mi jefe (C¨ªrculo Rojo).?Este relato, repleto de documentaci¨®n y an¨¦cdotas sobre c¨®mo era trabajar al lado del gran genio de la moda, est¨¢ basado en las vivencias de su padre (Juan Mari Emilas), que fue la mano derecha en Espa?a del dise?ador. Tambi¨¦n su abuelo trabaj¨® para ¨¦l entablando una relaci¨®n de amistad entre su familia y Crist¨®bal Balenciaga que se prolong¨® hasta los ¨²ltimos d¨ªas del genio.
?Siempre o¨ª decir a mi padre que le gustar¨ªa escribir un libro sobre Balenciaga y ten¨ªa claro que este ser¨ªa el t¨ªtulo. El tiempo iba pasando y nunca lo hizo, pero retom¨® la ilusi¨®n por plasmar sus vivencias cuando ten¨ªa 76 a?os. Muri¨® antes de acabarlo, pero dej¨® muchas notas, fotograf¨ªas y un borrador que, aunque no estaba escrito de forma lineal, me sirvi¨® como punto de partida?, cuenta la autora. Seis a?os despu¨¦s de la muerte de este, Mariu logr¨® reunir las fuerzas emocionales suficientes para convertir las d¨¦cadas de trabajo familiar junto a Balenciaga en un libro, que ahonda en su figura como jefe ¨Cy recoge los testimonios de varios trabajadores¨C pero tambi¨¦n como personaje. ?Balenciaga fue una persona con un aura muy especial y suscitaba much¨ªsimo respeto y admiraci¨®n. Mi padre hablaba de ¨¦l con gran nostalgia y fue dif¨ªcil contar todo eso sin caer en lo cursi?, reconoce. La obra vio la luz a finales del a?o pasado y, tras presentarse en el Victoria & Albert de Londres, llega al ISEM Fashion Business School de Madrid en un evento en el que tampoco falta Sonsoles D¨ªez de Rivera, hija de la marquesa de Llanzol, clienta y amiga del modisto y miembro del Patronato del Museo Crist¨®bal Balenciaga de Getaria.
?Recuerdo tratar tanto con el padre como con el abuelo cuando iba a hacerme ropa?, reconoce D¨ªez de Rivera. ?El abuelo me hizo y me prob¨® un abriguito de pelo de camello, un regalo que sol¨ªa hacer la casa Balenciaga a los hijos de sus clientas cuando hac¨ªan la Primera Comuni¨®n?, relata. Su madre, la marquesa de Llanzol, entabl¨® una profunda amistad con el dise?ador despu¨¦s de intentar conseguir, sin ¨¦xito, un descuento en un traje de embarazada al que, seg¨²n explic¨® al mosdisto, despu¨¦s no podr¨ªa dar uso. ?Se?ora, yo no tengo la culpa de eso?, le respondi¨®. Los dos echaron a re¨ªr y desde ese d¨ªa se convirti¨® en su musa y confesora. Raz¨®n por la que su hija Sonsoles visti¨® su primer Balenciaga con siete a?os y no dej¨® de hacerlo hasta que Balenciaga se retir¨® en 1968 con la llegada del pr¨ºt-¨¤-porter. ?Me lleg¨® a decir que si le hubiera pillado m¨¢s joven le hubiese encantado hacer este tipo de moda, pero a su edad prefiri¨® abandonar la profesi¨®n?, cuenta Sonsoles.
No del todo. El maestro sigui¨® ideando durante un par de a?os algunos trajes para satisfacer las peticiones de amigas cercanas y de nuevo fue Juan Mari Emilas el encargado de ejecutarlos. ?Se encontraron en 1969 en una tienda de San Sebasti¨¢n y as¨ª fue c¨®mo surgi¨® esta colaboraci¨®n que estrech¨®, sin duda, su relaci¨®n?, reconoce Emilas. Ni su padre ni su abuelo eran conscientes de hasta qu¨¦ punto trascender¨ªan hist¨®ricamente sus quehaceres en el taller, pero siempre supieron que trabajaban para un verdadero genio. ?Su labor era muy an¨®nima. En su caso s¨ª trataban con las clientas ¨CBalenciaga solo se relacionaba y probaba los vestidos a las m¨¢s cercanas¨C, pero lo com¨²n era que las costureras jam¨¢s vieran a la clientela, incluso despu¨¦s de 40 a?os trabajando all¨ª?, asegura la autora de Balenciaga: mi jefe.?Y a?ade: ?Ellos jam¨¢s buscaron reconocimiento ni fama. Eran felices con su trabajo. Ve¨ªan a Balenciaga como el gran creador y ellos eran los artesanos que daban forma a sus sue?os?.
Tanto Emilas como D¨ªez de Rivera, que lo define como ?un pariente, un t¨ªo carnal?, coinciden en describir al maestro como una persona muy t¨ªmida y tranquila, que no soportaba la vulgaridad y hac¨ªa gala de un gran car¨¢cter. Ten¨ªa una personalidad irritable y se enfadaba much¨ªsimo, los talleres temblaban cuando ¨¦l entraba, recuerdan en el libro trabajadoras de sus casas en Espa?a, como la nonagenaria Pepita Garc¨ªa, oficiala en el taller de Madrid. ??Un hombre muy parecido entonces al personaje de Daniel Day-Lewis en El Hilo Invisible, ?no??, le pregunto a Mariu Emilas. ?Como se dijo en su momento, el actor se inspir¨® en su figura para interpretar a un modisto que no es Balenciaga pero que se le parece en algunos gestos. Los alfileres en la boca mientras hace las pruebas, los pasos hacia atr¨¢s para ver el dise?o o su costumbre de ver la presentaci¨®n de la colecci¨®n escondido, s¨ª eran cosas que hac¨ªa ¨¦l?, admite. Y reivindica: ?Falta una pel¨ªcula sobre su figura. Est¨¢ la de Yves Saint Laurent, la de Chanel, la de Dior¡ Falta la de Balenciaga?.
Lo que s¨ª habr¨¢ pr¨®ximamente es una gran exposici¨®n sobre el trabajo del vasco en el Museo Thyssen de Madrid, el proyecto m¨¢s reciente de Sonsoles D¨ªez de Rivera. Bajo el nombre Balenciaga y la pintura espa?ola se expondr¨¢n en junio del a?o que viene 60 cuadros de pintores nacionales de primer orden y otros tantos trajes del dise?ador que ?bien podr¨ªan haber estado inspirados en esas obras porque Balenciaga era un enorme admirador de la pintura espa?ola?, concede la arist¨®crata.
Una prueba m¨¢s del inter¨¦s que el maestro sigue despertando casi cincuenta a?os despu¨¦s de su muerte. ?Dec¨ªa Chanel que era el ¨²nico que era capaz de dise?ar, cortar, coser, probar y acabar una prenda entera desde el principio hasta el final. Los dem¨¢s eran dise?adores y luego en los talleres arreaban como pod¨ªan el dibujo, pero ¨¦l lo hac¨ªa todo?, puntualiza D¨ªez de Rivera. ?Que pensar¨ªa, entonces, de los nuevos derroteros que est¨¢ tomando la casa en manos de su actual director creativo, mucho m¨¢s comercial que artesano? ?Yo creo que se quedar¨ªa tan asombrado como lo estoy yo con la moda actual. La gente hoy no se sabe vestir y se disfraza?, contesta la que fuera su amiga. Mariu Emilas, por su parte, reconoce que su padre no era fan del trabajo que hicieron sus sucesores. ?No le volv¨ªa loco la interpretaci¨®n que se hizo de algunos modelos. Valoraba mucho la t¨¦cnica y cuando ve¨ªa alguna prenda que no estaba bien hecha, no le gustaba nada?, recuerda. A pesar de su negativa a dejarse ver demasiado, hacerse fotos o conceder entrevistas, el rompecabezas que supone la figura de Crist¨®bal Balenciaga se va completando con libros como el que ocupa estas l¨ªneas y exhibiciones como la que esta por venir. El halo del que fuera bautizado como ?le fant?me couturier? (?el modisto fantasma?) resulta hoy un poco menos misterioso, pero igual de fascinante.
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