Blondarexia, la obsesi¨®n rubia
Querer aclararse el pelo continuamente no es solo una moda sino que puede ser una enfermedad.
Una especie superior, sofisticada y consciente de su imagen?. As¨ª define Leatrice Eiseman, directora ejecutiva del Instituto Pantone Color, a las rubias neoyorquinas. No se refiere a las de nacimiento. Esas pertenecen a otra especie. Habla de las te?idas. El tono de su melena es caro. En algunas peluquer¨ªas de la urbe estadounidense decolorarse alcanza los 600 d¨®lares (422 euros). Y eso da estatus. ?Los mejores coloristas tienen peluquer¨ªa en Nueva York?, informa Eiseman, autora del ensayo More Alive With Color (M¨¢s vivo con color), editado por Capital Books. Periodistas de moda, galeristas, asesoras financieras comparten unas mechas sanas, sedosas y sin ra¨ªces. Sus iconos est¨¦ticos: la fallecida Carolyn Bessette Kennedy, esposa de John F. Kennedy Jr., y la actriz de Gossip Girl, Blake Lively.
A¨²n as¨ª, el ¨²ltimo grito guarda poca relaci¨®n con ese elegante dorado. Actrices como Rachel McAdams o Mena Suvari han tirado tanto del bote de amon¨ªaco que su cabello ha quedado transl¨²cido, quebradizo y estropajoso. La protagonista de Medianoche en Par¨ªs cambi¨® el casta?o por platino durante el Festival de Cannes. No era la primera vez que se lo te?¨ªa, pero en esta ocasi¨®n se lo chamusc¨®. La afici¨®n de Mena Suvari (American Beauty) por el rubio es bien conocida. Pero desde mayo se ha vuelto enfermiza. Lo mismo le sucede desde hace meses a Mischa Barton. La it girl es adicta a los tonos claros. La obsesi¨®n tiene nombre: blondarexia (de blond, rubio en ingl¨¦s). Y, seg¨²n los expertos, el af¨¢n por la decoloraci¨®n esconde algo m¨¢s.
?Se trata de una psicopatolog¨ªa relacionada con la imagen personal?, define Miguel ?ngel Ramos, psic¨®logo y vicepresidente de la Asociaci¨®n de Estudios Psicol¨®gicos y Sociales. ?Y adem¨¢s se puede llegar a asociar con otros des¨®rdenes. Muchas blondar¨¦xicas son tambi¨¦n tanor¨¦xicas [toman el sol o los rayos uva en exceso] u ortor¨¦xicas [se obsesionan con comer solo los alimentos libres de pesticidas, herbicidas y componentes artificiales], y algunas se han sometido a varias operaciones est¨¦ticas. Sus h¨¢bitos alimenticios suelen ser malos?. El especialista atribuye estos problemas a una baja autoestima. Las blondar¨¦xicas se sienten inc¨®modas con su cuerpo. Muchas llevan a sus espaldas la etiqueta de it girls, todas son j¨®venes y todas est¨¢n expuestas al circo medi¨¢tico y a sus expectativas. ?Tal vez sufran el mismo problema que la mayor¨ªa; es decir, puede que crean saber qu¨¦ les sienta bien. Cuando llega un profesional que las mira desde otro ¨¢ngulo y con experiencia, se cierran en banda. Hay quien busca ejecutantes y no peluqueros.
La melena de Blake Lively es un ejemplo a seguir por las amantes del rubio.
Cordon Press
Y hay famosas que se jactan de cortarse y te?irse ellas mismas. Solo hay que verlas¡ A estas celebrities les podr¨ªa ocurrir algo parecido?, comenta Eduardo S¨¢nchez, director art¨ªstico de Dessange. S¨¢nchez ofrece otra explicaci¨®n. ?Hay mucho desconocimiento. La colorimetr¨ªa es un arte. Quitar un color no es tan sencillo y si se ti?e sin parar se sensibiliza?. Sus consejos para lucir un rubio diez: ser fiel al peluquero, usar un protector solar en verano y repasar las ra¨ªces cada mes.
Sobran referentes culturales: Ellos las prefieren rubias, la Venus de Botticelli, Blondie, las modelos de Victoria¡¯s Secret¡ Los museos, las bibliotecas y los cines est¨¢n atiborrados de ¨ªdolos de cabellos blondos. Las Marilyn no son legi¨®n, pero forman un ideal. El pelo claro significa poder. Permite destacar y acceder a c¨ªrculos distinguidos como el de Hollywood. ?El sex appeal es un juego y en Los ?ngeles ese juego se acent¨²a. Es un universo peque?o y est¨¢ lleno de bellas estrellas. La competici¨®n es feroz y, para destacar, las actrices sacan todo el partido posible a sus atractivos?, opina Carole Jahme, psic¨®loga y autora del ensayo Beauty and the Beasts: Woman, Ape and Evolution (La Bella y las bestias: la mujer, el mono y la evoluci¨®n), editado por Virago. Pero a veces se les va la mano. Como le ocurri¨® a Jennifer Aniston el pasado febrero. La int¨¦rprete ¨Cc¨¦lebre por el corte Rachel¨C mud¨® sus comedidas mechas por un platino imposible. Como si de repente le hubieran entrado ganas de ser m¨¢s Marilyn que nadie. El resultado: un pelo estropajoso.
De todos modos, a lo largo de la historia, siempre han existido ejemplos de mujeres que han puesto su f¨ªsico al l¨ªmite para seguir una tendencia. En la Grecia cl¨¢sica pintaban sus rostros con tiza y en los siglos XVIII y XIX tomaban ars¨¦nico para aclarar la piel. Ahora le toca sufrir al cabello. ?Ocurre mucho fuera de Nueva York. Esta ciudad es diferente, aqu¨ª se busca el ¡®glamour¡¯, la sofisticaci¨®n, la naturalidad?, opina Rita Hazan, estilista y propietaria de un sal¨®n hom¨®nimo en la Quinta Avenida. Hazan lleva 15 a?os ti?endo el pelo de las famosas. La llaman desde cualquier rinc¨®n del planeta, la suben en un avi¨®n en primera y la alojan en hoteles de cinco estrellas. Las cabelleras de Jennifer Lopez, Jessica Simpson o Carmen Electra llevan su firma.
Rachel McAdams se pas¨® al platino para pasearse por Cannes.
GTresonline
Y es que un buen rubio vale su peso en oro. Y si no que se lo pregunten a los due?os de My Trendy Place en Houston. Unos ladrones irrumpieron en el sal¨®n de belleza el pasado mayo para robarles¡ extensiones de mechones claros. ?Su precio? 150.000 d¨®lares. ?Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil encontrar un rubio de calidad, por eso es tan caro?, argumenta Ron Landzaat, fundador de Hair Extension Guide, una empresa californiana que comercializa las preciadas extensiones. La industria estadounidense, la m¨¢s importante del sector, mueve unos 250 millones de d¨®lares anuales (174 millones de euros). Muchos pueblos rusos y ucranianos viven del cabello. Las mujeres se lo cortan y venden a compa?¨ªas extranjeras.
Siempre ha sido as¨ª. Ya en el Paleol¨ªtico triunfaba el ¨¢ureo. Las rubias ligaban m¨¢s. ?Al contrario que en otras zonas de Europa, el norte estaba cubierto de hielo y no se pod¨ªa cultivar nada?, relata la psic¨®loga Carole Jahme. ?Los hombres sal¨ªan a cazar bisontes y mamuts; las mujeres se quedaban. Pocos regresaban?. Quienes volv¨ªan ten¨ªan donde elegir. Sobraban chicas. ?Se piensa que escog¨ªan a las rubias porque sobresal¨ªan?.
Escandinavia est¨¢ hoy plagada de rubias. Su aumento se debe, seg¨²n los expertos, a la selecci¨®n sexual. El pelo dorado sigue siendo un arma de seducci¨®n. Las prostitutas de la Grecia cl¨¢sica se lo aclaraban con barros. ?Los hombres se fijan en las mujeres por su imagen y escogen pareja por su juventud y fertilidad?, razona Jahme. Y a?ade: ?Las rubias tienen un alto nivel de estr¨®genos. Pero ese color no es el ¨²nico indicador de feminidad. Una cintura peque?a, un cutis perfecto, una gran energ¨ªa y un cuerpo en forma son signos de fertilidad. Pero claro, siempre es m¨¢s f¨¢cil decolorarse el pelo que ir al gimnasio tres veces a la semana?.
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