?Cada vez que vuelvo de la calle me ducho con las gafas puestas?: as¨ª ha cambiado el coronavirus nuestra forma de ducharnos
De los que mantienen la rutina preaislamiento a quienes pasan el menor tiempo posible debajo de la alcachofa: as¨ª se llevan ahora estas personas con el agua, el jab¨®n y la esponja.
Que nuestra relaci¨®n con la ducha se iba a ver afectada con el confinamiento era algo que parec¨ªa claro desde el principio del estado de alarma. Ya fuese en forma de memes, en conversaciones informales o en boca de los expertos, la variaci¨®n en nuestros h¨¢bitos higi¨¦nicos se cern¨ªa como una premonici¨®n. Y as¨ª ha sucedido.
Los expertos (dermat¨®logos, m¨¦dicos, psic¨®logos) recomiendan mantener las costumbres precuarentena. E, incluso, aumentar el lavado a uno diario si no se cumpl¨ªa antes. Cualquier precauci¨®n es poca para evitar el contagio. Pero el libre albedr¨ªo permite al ser humano actuar a su manera. Los hay que han seguido (y llevado al l¨ªmite) el consejo profesional. Y quienes se han alejado al m¨¢ximo de ¨¦l. Hemos preguntado a diferentes personas sobre su trato con la ducha en estos tiempos que corren. Estas son nuestras conclusiones.
Duchas con m¨¢s frecuencia
El miedo a portar el virus encima, ya sea en la piel o en alg¨²n objeto, ha llevado a muchas personas a pasar por debajo de la alcachofa en m¨¢s de una ocasi¨®n. Patricia, periodista, prefiere prevenir antes que curar. ?Independientemente de mi ducha diaria, cada vez que salgo a la calle vuelvo directa a la ducha. Me vuelvo a lavar el pelo aunque lo haya hecho esa ma?ana. ?Y me meto con las gafas para aprovechar y limpiarlas!?. Lo hace teniendo cuidado de no tocar nada y echa toda la ropa a lavar.
Lorena, enfermera, que disfruta ahora de la baja por su embarazo, sigue la pauta. ?Cada vez que salgo, que es lo justo y necesario como ir al m¨¦dico, vuelvo y directa a la ducha. La ropa, claro, la meto en la lavadora?.
El aumento de otras actividades, como el ejercicio f¨ªsico diario recomendado por los profesionales, tambi¨¦n ha influido en el n¨²mero de veces que muchas se lavan. Miriam, enfermera en un centro de salud, cuenta su caso. ?Me ducho todas las ma?anas antes de acudir a mi centro de trabajo. No trato pacientes con el virus, por lo que al llegar a casa me limito a limpiar mis manos y meter todo en la lavadora. Si alguna vez tengo contacto con infectados, por supuesto, me ducho nada m¨¢s llegar. La raz¨®n por la que ahora tambi¨¦n me enjabono por las tardes es que he empezado a hacer deporte por v¨ªdeollamada con unos amigos todos los d¨ªas. Con la zumba, el kickboxing y dem¨¢s acabo muy sudada y necesito pasar otra vez por agua?.
Momento de relax
Hay quienes, incluso manteniendo el n¨²mero de duchas semanales, han adaptado ese momento para exprimirlo al m¨¢ximo. As¨ª le sucede a Javier, actor y?game master en una sala de escape room. ?Sol¨ªa darme una ducha r¨¢pida cuando iba a trabajar. Ahora eso ha cambiado, ducharme por la noche antes de cenar se ha convertido en un ritual largo. Y pienso: ¡®un d¨ªa menos de esta situaci¨®n¡¯. Es como si la ducha declarara que este d¨ªa ha pasado ya, y fuera una cruz en el calendario?.
Las afortunadas con ba?era se han reconciliado con este ritual tan abandonado. Patricia, azafata, lo confirma. ?Alg¨²n d¨ªa he aprovechado para darme un ba?ito relajante. Me he puesto hasta velas?. Natalia, administrativa en una empresa que comercia con cacao, decidi¨® confinarse con su pareja. Y le dan salida a la tina. ?Nos damos m¨¢s ba?os relajantes, hemos comprado sales, cosa que no ten¨ªamos antes?.
Alejados del agua
Lo que parec¨ªa una broma de Twitter se ha asentado en la sociedad. Hay quien se ha enemistado con el plato de la ducha. ?lex, experto en rob¨®tica e inteligencia artificial, ha reducido su presencia tras la mampara a su m¨ªnima expresi¨®n. ?Me meto en la ducha cada cuatro d¨ªas, a menos que salga para comprar?, confiesa.
Marga, trabajadora de unos grandes almacenes, ha hecho lo propio, aunque de manera menos exagerada. ?Como no debo acudir a mi puesto de trabajo, ahora me ducho cada dos d¨ªas?, confirma.
Hay quien, tras tanto tiempo, ha perdido la noci¨®n del tiempo y no recuerda ni con qu¨¦ frecuencia se ducha. ?Menos que antes fijo?, cree Claudia, experta en marketing. ?Eso s¨ª, me dedico m¨¢s tiempo cuando lo hago. Total, no hay prisa?.
¡®Salvar¡¯ el pelo
Existen muchas leyendas en la red que hablan de c¨®mo el lavado del pelo puede ser perjudicial para el cabello. Aunque los expertos no se cansan de repetir que la frecuencia depender¨¢ de las necesidades particulares, muchas de estas creencias siguen afianzadas. Mar¨ªa, locutora de radio, lo certifica. Ha pasado a dos veces por semana. ?Tengo la sensaci¨®n, que no s¨¦ si es real, de que lav¨¢ndolo menos lo castigo menos. Y como en casa no hay nadie que juzgue mi pelamen, pues me lo permito?.
Laura, abogada, que confirma que aprovecha las duchas como tantos otros para relajarse, ha pasado igual de limpiarlo en d¨ªas alternos a dos veces por semana.
Elena, periodista, tambi¨¦n espacia m¨¢s la higiene de su melena. Eso s¨ª, destaca que cuando lo lava se siente bien. ?Estoy de mejor humor porque me veo m¨¢s mona?.
Todo sigue igual
Para Elena, treinta?era experta en tecnolog¨ªa, nada ha cambiado. ?Me ducho todos los d¨ªas, y el pelo me lo lavo entre cuatro y cinco veces por semana?. Para ella, se trata de una forma de fingir la normalidad dentro de la excepci¨®n, le ayuda a mantener la cabeza ordenada. Eso s¨ª, reconoce que alg¨²n d¨ªa del fin de semana o de puentes como la pasada Semana Santa se lo salta.
Marta, profesora de magisterio, supone otro ejemplo de continuaci¨®n en los h¨¢bitos. ?Yo me ducho las mismas veces que antes y teniendo ba?era no me doy ba?os desde que era peque?a. No veo por qu¨¦ deber¨ªa cambiarlo ahora?.? Eso s¨ª, cada vez que tiene que salir de casa cuando vuelve mete la ropa a la lavadora y desinfecta todos los productos que ha adquirido.
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