?Era una belleza e incre¨ªblemente inteligente?: Anita Pallenberg, la mujer que enamor¨® locamente a dos Rolling Stones
La italiana Anita Pallenberg deslumbr¨® a los dos Rolling Stones con su cosmopolitismo, su independencia, su hermosura y su inteligencia.
?Nunca en mi vida he dado el primer paso para enrollarme con una mujer. Simplemente no s¨¦ c¨®mo hacerlo. Soy incapaz de decir una frase como: ?qu¨¦ pasa nena, c¨®mo va eso? As¨ª que Anita movi¨® ficha. En el asiento trasero de aquel Bentley, entre Barcelona y Valencia, Anita y yo nos miramos: la presi¨®n era tal que, sin previo aviso, empez¨® a hacerme una mamada?, con estas palabras narraba Keith Richards el inicio de su relaci¨®n con la modelo Anita Pallenberg que, en esa ¨¦poca, todav¨ªa era la novia de su amigo y miembro de The Rolling Stones Brian Jones.
Richards, Pallenberg y Tom Keylock estaban de paso por Espa?a con destino a T¨¢nger, despu¨¦s de haber dejado a Jones ingresado en un hospital de Toulouse. El plan era que, una vez recuperado, el guitarrista se reuniera con el resto de la expedici¨®n. Con lo que nadie contaba era con que, en el ¨ªnterin, Richards y Pallenberg comenzasen una relaci¨®n a espaldas de Jones.
?Mi primera impresi¨®n de Anita es que era una mujer muy fuerte. Tambi¨¦n era incre¨ªblemente inteligente. Y, por supuesto, era divertida y una belleza. Muy graciosa, adem¨¢s de la persona m¨¢s cosmopolita que yo hab¨ªa conocido. Hablaba tres idiomas, hab¨ªa estado aqu¨ª y all¨¢. A m¨ª eso me resultaba muy ex¨®tico?, contaba Richards.
Factory girl
Anita Pallenberg hab¨ªa nacido en Roma en 1942, de un matrimonio formado por un artista italiano y una secretaria alemana. La infancia la hab¨ªa pasado en un viejo caser¨®n que ten¨ªa su abuelo en la capital italiana y, durante la adolescencia, hab¨ªa estudiado en M¨²nich, en un colegio para la alta sociedad del que la expulsaron por fumar, beber y hacer autostop.
De vuelta en Roma, Anita se enamor¨® del pintor, cineasta y m¨²sico Mario Schifano, con el que comenz¨® a frecuentar el Caffe Rosati de Piazza del Popolo, donde trab¨® amistad con otros creadores como Cy Twombly, Giulio Turcato o la cantante Gabriella Ferri. Posteriormente viaj¨® a Nueva York, donde actu¨® con el Living Theatre, form¨® parte de la Factory de Andy Warhol y, cuando se aburri¨®, regres¨® a Londres.
?Era la ¨¦poca de los hippies, pero yo nunca fuie una hippie. Recuerdo que me qued¨¦ impresionada cuando vi a las chicas caminando con los pies desnudos por King¡¯s Road. En Italia solo los pobres caminaban sin zapatos. Por eso, mi c¨ªrculo de amigos en Londres era un grupo snob de personas que trabajaban en las galer¨ªas de arte, artistas, m¨²sicos y alg¨²n arist¨®crata?, recordaba Anita el diario italiano La Stampa.
Aunque su base de operaciones estaba en Londres, Anita viajaba con frecuencia a otros pa¨ªses para cumplir con sus compromisos como modelo. A mediados de los sesenta, durante una sesi¨®n de fotos en Alemania, el fot¨®grafo le aconsej¨® un plan que cambiar¨ªa su vida para siempre. ??Me recomend¨® que fuera a ver a The Rolling Stones, que todav¨ªa no eran demasiado famosos?. Al acabar el concierto coincidi¨® en el backstage con Brian Jones, que hablaba alem¨¢n y que, seg¨²n Anita, era muy culto.
Brian y Anita comenzaron a salir juntos. Juntos viajaron, juntos convivieron y juntos consumieron infinidad de drogas con distintos resultados. ?Tom¨¢bamos un mont¨®n de ¨¢cido, pero a Brian no le sentaba bien y le provocaba pesadillas??. A esos efectos adversos se sum¨® una serie de problemas con la polic¨ªa que salpicaron a los dem¨¢s miembros del grupo, tambi¨¦n a causa de las drogas.
El 12 de febrero de 1967, la polic¨ªa londinense irrumpi¨® en la casa de Keith Richards donde el guitarrista, Mick Jagger y otros amigos, entre los que se encontraba Marianne Faithfull, estaban celebrando una fiesta. Los agentes no tuvieron demasiada dificultad para encontrar abundantes drogas y los m¨²sicos fueron detenidos. Tras ser liberados bajo fianza Richards, Anita y Jones decidieron tomar distancia y, mientras esperaban la celebraci¨®n del juicio, pusieron rumbo a T¨¢nger.
?Supe que Brian hab¨ªa llegado cuando escuch¨¦ su voz procedente de una habitaci¨®n al final del pasillo. Estaba grit¨¢ndole a Anita. Evidentemente, el peque?o cabr¨®n sab¨ªa que algo hab¨ªa sucedido?, relataba Tom Keylock en el libro The Rolling Stones: Fifty Years sobre la reacci¨®n del guitarrista cuando, recuperado de su neumon¨ªa, se reuni¨® con toda la expedici¨®n en el hotel Hotel Minzah de T¨¢nger.
A partir de ese momento, Brian Jones comenz¨® a beber sin demasiado control y a actuar de forma muy violenta. En un momento dado, se le ocurri¨® llevar a la habitaci¨®n del hotel dos prostitutas bereberes completamente tatuadas con intenci¨®n de que se acostasen con ¨¦l y con Anita, que prefiri¨® declinar la invitaci¨®n. La negativa de la mujer provoc¨® la ira del m¨²sico, que comenz¨® a golpearla y no par¨® hasta que Keith Richards intervino, puso fin a la agresi¨®n y la acompa?¨® al hospital.
Una vez recuperada, Richards y Pallenberg dieron esquinazo a Jones. Cargaron el Bentley con sus dieciocho maletas y cruzaron el Estrecho. Cuando, al regresar al hotel, Jones se enter¨® de la artima?a, sufri¨® un ataque de ira que precis¨® atenci¨®n m¨¦dica y la administraci¨®n de sedantes para calmarlo. Unas semanas m¨¢s tarde, cuando Keith Richards y Anita Pallenberg se encontraban en el festival de Cannes, un Brian Jones totalmente desatado se desplaz¨® a la localidad francesa con intenci¨®n de hablar con su exnovia e intentar arreglar las cosas. El encuentro, que se celebr¨® en la habitaci¨®n del m¨²sico, acab¨® de nuevo con Anita recibiendo una paliza a manos de Jones. Solo cuando el director del hotel acudi¨® para llamarle la atenci¨®n por el esc¨¢ndalo que estaba protagonizando, Anita pudo escapar y buscar refugio en la habitaci¨®n de Richards.
?La verdad es que yo miraba a Anita, miraba a Brian, la miraba otra vez a ella y pensaba: no hay nada que pueda hacer para evitarlo, al final voy a tener que estar con esa mujer. O doy yo el paso o lo da ella. Pero, de un modo u otro vamos a acabar juntos?, escribi¨® Keith Richards en sus memorias y as¨ª fue. Durante doce a?os, Anita Pallenberg y ¨¦l mantuvieron una relaci¨®n de la que nacieron tres hijos, Marlon, Dandelion Angela y Tara, nacida el 26 de marzo de 1976 y fallecida en junio de ese a?o por muerte s¨²bita del lactante.
?Biol¨®gicamente era el hombre perfecto para ser el padre de mis hijos. Entre nosotros hab¨ªa m¨¢s respeto y amistad que amour fou. Keith es muy generoso. No pens¨¢bamos tener familia pero me qued¨¦ embarazada aunque, como ten¨ªa que rodar una pel¨ªcula, tuve que abortar. Sufr¨ª mucho por ello pero en cuanto acab¨¦ la pel¨ªcula volv¨ª a quedarme embarazada?, relataba Anita Pallenberg que, a partir de 1968, protagoniz¨® una interesante carrera cinematogr¨¢fica en la que destacan cintas como Barbarella de Roger Vadim, Invocation of My Demon Brother de Kenneth Anger o Performance de Donald Cammell y Nicolas Roeg, donde comparti¨® cartel con Mick Jagger, lo que encendi¨® los celos de Keith Richards. Aunque tanto el cantante de The Rolling Stones como la actriz lo negaron, el guitarrista sigue estando convencido a d¨ªa de hoy de que mantuvieron un romance.
En paralelo a su carrera en el cine, Anita Pallenberg colabor¨® intensamente con The Rolling Stones durante esa ¨¦poca. Adem¨¢s de hacer coros en Their Satanic Majesties Request, aconsejar hacer una nueva mezcla de Beggars Banquet y colaborar en la grabaci¨®n de Exile on Main St., Anita estuvo a?os viajando con la banda. ?Est¨¢bamos siempre de gira e incluso me llevaba a Marlon. No le mand¨¦ a la escuela hasta los ocho a?os. Yo le ense?¨¦ a leer y escribir, mientras la madre de Keith se ocupaba de mi hija Angela. A ella tambi¨¦n la he llevado de vez en cuando de viaje, pero menos. Con una chica es diferente porque es un ambiente malsano?.
El ambiente malsano de las giras de The Rolling Stones fue documentado por el fot¨®grafo y cineasta Robert Frank en Cocksucker Blues, un documental tan descriptivo, que los abogados de los m¨²sicos pidieron que se prohibiera. Tras un proceso judicial, los tribunales decretaron que el filme solo pod¨ªa ser exhibido si su director estaba presente en la sala. Una restricci¨®n que ten¨ªa por objeto evitar que el p¨²blico masivo viera a The Rolling Stones y su entorno consumiendo marihuana, coca¨ªna o hero¨ªna, droga a la que Keith Richards y Anita Pallenberg estuvieron enganchados varios a?os.
?La droga es el gran amor de mi vida. Es una historia de amor a la que tuve que renunciar porque no me qued¨® otra opci¨®n. Me qued¨¦ sola. Mi familia no quer¨ªa verme. Era horrible, agresiva, beb¨ªa mucho, estaba enfadada¡?, relataba Anita, que consigui¨® dejar la hero¨ªna y el alcohol cuando rompi¨® su relaci¨®n con Richards. ?No podr¨ªa haber soportado las giras sin la ayuda de las drogas. Cuando me qued¨¦ sola estaba feliz de poder por fin controlar mis drogas?, reconoc¨ªa Pallenberg que, desde la separaci¨®n, no volvi¨® a tener una pareja fija sino relaciones espor¨¢dicas: ?Si quiero ver a alguien le llamo, pero no me gusta que me llamen ellos?.
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