Agrandarse la boca o enderezarse la nariz: las chocantes fotos de Evija Laivina, la artista que retrata utensilios de belleza inhumanos
En la serie Beauty Warriors, la artista letona Evija Laivina reflexiona sobre los ideales est¨¦ticos imposibles y fotograf¨ªa a varias mujeres j¨®venes con aparatos que prometen corregir sus supuestos defectos est¨¦ticos.
Casi todo el mundo ha vivido esta experiencia. Un d¨ªa o¨ªmos o leemos un comentario de alguien que est¨¢ descontento con una parte muy concreta de su cuerpo. Sus ¡°alas de murci¨¦lago¡± en los antebrazos, una arruga especialmente persistente en la frente, unos p¨¢rpados demasiado carnosos y ca¨ªdos, unas cejas tan asim¨¦tricas que no hay depilaci¨®n que las iguale. Y aunque no hubi¨¦ramos pensado jam¨¢s en ello, nos contagiamos de esa particular obsesi¨®n y a partir de entonces cada vez que nos miramos al espejo no podemos ver otra cosa. Qu¨¦ antebrazos, qu¨¦ cejas, qu¨¦ espanto ?c¨®mo no nos dimos cuenta antes?
La industria de la belleza trabaja m¨¢s o menos con esos par¨¢metros. Creando, a veces, necesidades que no sab¨ªamos que ten¨ªamos y aportando al instante la soluci¨®n necesaria. De eso va Beauty Warriors, un proyecto de la fot¨®grafa letona afincada en Escocia Evija Laivina. La artista se dedic¨® durante meses a comprar en eBay y otras webs los gadgets correctores m¨¢s extra?os que encontr¨® ¨Cenderezadores de la nariz, adelgazadores de cara con forma de labios de pl¨¢stico decididamente kinky, una especie de mordaza el¨¢stica que se coloca alrededor del ¨®valo facial para reducir la papada, un entrenador de sonrisas que va dentro de la boca como un aparato dental, un levantador de p¨¢rpados que parece un par de gafas al rev¨¦s?¨C los fue acumulando y se dedic¨® a hacer posar con ellos a sus amigas y conocidas. Les tom¨® retratos muy cl¨¢sicos, como de estudio fotogr¨¢fico tradicional y lo que surgi¨® de la mezcla son unas fotos desconcertantes y perturbadoras. ¡°Amo la fotograf¨ªa de retrato cl¨¢sico mezclada con elementos modernos. Encontr¨¦ inspiraci¨®n en las pinturas de los grandes maestros, especialmente los holandeses, y en la fotograf¨ªa de moda antigua. Me gusta el estilismo, encontrar la ropa adecuada y jugar con los colores¡±, explica esta fot¨®grafa que admite estar obsesionada con el ideal de perfecci¨®n que se anhela en el mundo virtual y que despliega en sus obras un buen grado de humor negro.
La b¨²squeda de los productos para el proyecto casi se hizo sola, porque al comprar uno autom¨¢ticamente el Instagram de Laivina se inundaba de cacharros similares. La m¨¢scara de silicona tipo Hannibal Lecter que te levanta la barbilla, el reductor de mofletes (los hay de dos tipos, uno que funciona como una cinta de latex con bomba de calor y otro que parece unas orejeras) y el trasto de pl¨¢stico de aspecto francamente inc¨®modo que promete generar hoyuelos a lo Miranda Kerr. Hay mascarillas antica¨ªda, una misteriosa funda de silicona para conseguir labios abultados tipo Kylie Jenner y algunos gadgets que exigen morder un objeto, ya sea para entrenarse en la respiraci¨®n abdominal o simplemente para ejercitar los m¨²sculos de la cara. ¡°Tengo un par de chacharros favoritos¡±, explica la fot¨®grafa. ¡°Uno de ellos es una herramienta para cambiar la forma de tu nariz ¨Chay mucho material en ese campo¨C que funciona a pilas y te hace como un masaje. Es casi hasta mono. Los tengo todos en mi estudio y mis amigos vienen y se los prueban¡±. Desde que inici¨® el proyecto, no solo el algoritmo le sugiere nuevos productos milagrosos, casi siempre muy baratos (aunque a medida que la tecnolog¨ªa va sofistic¨¢ndose hay que soltar hasta 90 euros por unos parches ¡°biomicroel¨¦ctricos¡± que prometen reducir las arrugas del contorno de ojos). Tambi¨¦n sus amigos se pasan el d¨ªa envi¨¢ndole enlaces de sus descubrimientos, de manera que no descarta ampliar Beauty Warriors en el futuro.
Lo que lo motiv¨® en primer lugar fue un intento de evidenciar lo risible y tambi¨¦n un poco triste que resulta tratar de adaptarse a la norma. De adolescente, ella tambi¨¦n pas¨® horas mir¨¢ndose y odiando su nariz torcida y probablemente hubiera echado mano de una ¡°pinza de rinoplastia¡± por 9,99 euros, que exige insertarse dos palitos por los agujeros de la nariz, como en una PCR que para funcionar debe alargarse al menos durante 20 minutos al d¨ªa. La proliferaci¨®n de este tipo de productos, muy populares tambi¨¦n en plataformas como Wish o AliExpress, parecer¨ªa chocar de entrada con el mensaje de aceptaci¨®n y body positivity que lleva una d¨¦cada imperando en el discurso generalista. ¡°Crec¨ª en los noventa y me recuerdo siempre insegura sobre mi propio cuerpo, aunque no tuviera ning¨²n problema. Sin internet ni redes sociales, ten¨ªamos una presi¨®n enorme para estar delgadas y perfectas¡±, rememora Laivina. ¡°Creo que hoy de alguna manera las cosas son un poco mejoras. Las j¨®venes est¨¢n mejor informadas, aunque da un poco de miedo. Hay muchos factores que hacen variar la percepci¨®n de las chica sobre sus cuerpos, desde el ambiente en el que se cr¨ªan a la calidad de las relaciones en su familia. La aceptaci¨®n de los cuerpos tiene que ver con la autoaceptaci¨®n y el amor por una misma. Todos los problemas empiezan cuando las mujeres comparan sus cuerpos con los de otras. Tenemos que empezar a construir relaciones sanas con nosotras mismas¡±.
Por otro lado, toda la industria de la belleza se apoya tambi¨¦n en cierto pensamiento m¨¢gico y en nociones tan generizadas como la autodisciplina. Queremos creer que si practicamos a diario el doble desmaquillado coreano y una rutina de al menos siete pasos, se nos premiar¨¢ con una piel de influencer. Es relativamente f¨¢cil ridiculizar estos productos tan extremos y de est¨¦tica chocante pero m¨¢s complicado encontrar la frontera que los separa de otros m¨¢s aceptados cuya efectividad es seguramente la misma.
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