Qu¨¦ es la empat¨ªa subjetiva y por qu¨¦ somos menos emp¨¢ticos de lo que creemos
A menudo confundimos la empat¨ªa subjetiva con la verdadera empat¨ªa. Especialistas analizan algunas de las recompensas que conlleva dejar de focalizar en el ombligo propio.
La empat¨ªa es inherente a la historia de la humanidad, aunque no siempre se la ha llamado as¨ª ni se ha prodigado de igual modo. ¡°Antes se hablaba de ¡®simpat¨ªa¡¯ o ¡®compasi¨®n¡¯ y se modelaba dependiendo de la sociedad. En las muy jerarquizadas, se bloqueaba en casos concretos esa capacidad porque no se ve¨ªa ¡®al otro¡¯ como a un igual. Por ejemplo, los nazis segu¨ªan teniendo empat¨ªa, pero la inhib¨ªan, porque no se identificaban con los jud¨ªos¡±, explica el soci¨®logo y fil¨®sofo y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya, Francesc N¨²?ez.
El t¨¦rmino empat¨ªa lleg¨® en el 1909 de la mano de Edward Titchener un psic¨®logo brit¨¢nico afincado en Estados Unidos, que acu?¨® este anglicismo de etimolog¨ªa griega, que viene a significar ¡°sentir dentro¡± o ¡°emocionado¡±. La palabra fue muy bien recibida por su coet¨¢neos y por las sucesivas generaciones de psic¨®logos, psiquiatras, fil¨®sofos, antrop¨®logos y soci¨®logos que la matizaron y esculpieron en sus diferentes estudios.
El t¨¦rmino fue coto de especialistas en el conocimiento humano hasta que en 1995 el psic¨®logo y periodista Daniel Goleman public¨® el bestseller Inteligencia Emocional y la psicolog¨ªa salt¨® de las universidades a las cafeter¨ªas y muchos descubrieron que llevaban agazapado a un psic¨®logo al que por fin pod¨ªan sacar a la luz.
Desde entonces no es dif¨ªcil escuchar en la parada del autob¨²s: ¡°Mi ¨²ltima novia no ten¨ªa empat¨ªa¡± o ¡°Mi problema es que empatizo demasiado con todo el mundo¡±. Pero m¨¢s all¨¢ del empleo coloquial del t¨¦rmino, los especialistas distinguen entre dos tipos de empat¨ªa, que discurren por sendos circuitos neuronales, pero que interact¨²an entre s¨ª.
¡°La denominada empat¨ªa cognitiva nos permite entender y anticipar el comportamiento de los dem¨¢s, por tanto, nos ayuda a comprender nuestro medio social y a actuar para adaptarnos. En cambio, la empat¨ªa emocional es la habilidad de expresar una emoci¨®n congruente con lo que observamos que est¨¢ sintiendo otra persona, y su funci¨®n estar¨ªa ligada a la cohesi¨®n social: a establecer y mantener relaciones gratificantes y de apoyo¡±, puntualiza la psic¨®loga Irene Fern¨¢ndez-Pinto, directora de Libertia.
La cognitiva, por ejemplo, es muy ¨²til en una negociaci¨®n, pues sirve para entender las necesidades del otro y alcanzar acuerdos. Pero tambi¨¦n puede ser un dardo envenenado en manos de un manipulador. La emocional es un b¨¢lsamo para el que la recibe, pero en un grado superlativo puede ser perjudicial para el que la da, pues puede padecer en exceso o, parad¨®jicamente, a desentenderse para dejar de sufrir.
Sin embargo, en su justa medida, la empat¨ªa nos ayuda a avanzar. Y no s¨®lo a nosotros, si no que tambi¨¦n a otras especies. Tal y como se recoge en este art¨ªculo de El Pa¨ªs, el et¨®logo y primat¨®logo Franz de Waal ha demostrado que los monos, los elefantes y los delfines son capaces de mostrarla. Evidentemente, en un grado mucho menos complejo que los humanos.
¡°La empat¨ªa es posible en parte gracias a una red neuronal conocida como neuronas espejo, que hace que podamos tanto imitar como entender las intenciones de los dem¨¢s. Pero hay mucho m¨¢s, el desarrollo de nuestro cerebro en la evoluci¨®n ha hecho que distintas partes de este tengan la capacidad de activarse cuando nos ponemos en la piel de otra persona¡±, explica Lu¨ªs Moya, Catedr¨¢tico de Psicobiolog¨ªa, con la afiliaci¨®n a la Universitat de Val¨¨ncia y autor del libro La empat¨ªa (2018, Editorial Plataforma).
El r¨¦dito de la generosidad
Entender a los dem¨¢s e, incluso, intentar ayudarlos en la medida de lo posible es un acto desprendido que tiene ventajas que repercuten en el bienestar propio, m¨¢s all¨¢ de la satisfacci¨®n de ayudar. ¡°Las personas emp¨¢ticas son m¨¢s queridas y respetadas, se las busca inconscientemente y muchas de ellas tienen capacidad de liderazgo. Son respetuosas, mentalmente flexibles y solidarias, por lo que los dem¨¢s se sienten aceptados. Por todo ello son probablemente personas m¨¢s felices, ya que suelen encontrar muestras de afecto y receptividad en todos los ¨¢mbitos de su vida¡±, asegura Moya.
Varios estudios demuestran que les va mejor en las relaciones de pareja, de amistad y familiares. ¡°El apoyo social es un protector para la depresi¨®n y ansiedad, as¨ª como para el desarrollo de alteraciones relacionadas con los procesos de estr¨¦s, como inmunol¨®gicas, gastrointestinales, musculares, dermatol¨®gicas¡±, sugiere Moya.
Todo ello ha convertido a la empat¨ªa en Eldorado de las emociones. Se anhela ser emp¨¢tico y gozar del ¨¢urea que ello confiere. ¡°Se considera un atributo socialmente deseable y eso hace muchas personas piensen que poseen m¨¢s empat¨ªa de la que a veces muestran sus comportamientos. Con frecuencia se recurre a los juicios precipitados sobre los dem¨¢s sin conocer realmente sus circunstancias, especialmente en redes sociales. Tambi¨¦n se tiende a dar consejos no solicitados sin pararse a escuchar y a entender lo que cuenta la otra persona¡±, advierte Fern¨¢ndez-Pinto.
Y es que la aut¨¦ntica empat¨ªa supone entender lo que siente el otro, no lo que nosotros sentir¨ªamos en esa situaci¨®n. Esto ¨²ltimo ser¨ªa la empat¨ªa subjetiva. Pongamos un ejemplo imaginario: la se?ora A lo pas¨® muy mal cuando sus hijos se fueron de casa y sabe que el hijo de la se?ora B se ha independizado. Pero para B no es un problema, ten¨ªa ganas de que esto ocurriera y lo ha encajado con total normalidad. En cambio A se presenta a brindarle su hombro para que llore su pena. Pese a sus buenas intenciones, A no est¨¢ siendo emp¨¢tica, no ha comprendido a B y simplemente est¨¢ juzgando c¨®mo deber¨ªa sentirse de acuerdo a sus valores.
¡°Actualmente, todos nos esforzamos por ser o al menos parecer emp¨¢ticos. Si se consigue, uno recibe m¨¢s likes, est¨¢ mejor considerado y es m¨¢s feliz. Si no, te quedar¨¢s tonto, triste y nadie te querr¨¢¡±, ironiza N¨²?ez. ¡°Esto tiene mucho que ver con la cultura de la felicidad en la que estamos inmersos, en la que parece que si eres desgraciado es porque quieres sentirte as¨ª. En los a?os 60, se empez¨® a sobredimensionar la parte afectiva. Era una respuesta a la racionalizaci¨®n que impuso la Ilustraci¨®n. Pero no debemos olvidar que somos seres racionales y afectivos y que ninguna de estas facetas deber¨ªa primar sobre la otra¡±.
Las fluctuaciones de la empat¨ªa
La empat¨ªa se puede trabajar y es ejercicio es saludable, tanto para nuestros cong¨¦neres como para uno mismo, de aqu¨ª la importancia que se le est¨¢ otorgando a hacerlo desde la infancia. Sin embargo, no es una carrera en la que basta con tocar la l¨ªnea de meta. Esta capacidad puede crecer, pero tambi¨¦n menguar a lo largo de la vida, dependiendo de muchos factores. Un reciente estudio llevado a cabo en la Facultad de Enfermar¨ªa de la Universidad de Castilla-La Mancha y publicado en la revista Nure Investigaci¨®n demostr¨® que los alumnos de enfermer¨ªa pose¨ªan unos niveles m¨¢s altos de empat¨ªa al iniciar sus estudios al resto de la poblaci¨®n, presumiblemente debido a su vocaci¨®n. Sin embargo, tras la pr¨¢ctica cl¨ªnica dichos niveles descend¨ªan.
Esto no ocurre ¨²nicamente en este ¨¢mbito. A los 50 a?os es cuando se alcanza la c¨²spide de la empat¨ªa a la que no se llega ni en la juventud ni se conserva en los siguientes a?os, seg¨²n un estudios de la Universidad de Michigan rese?ado por la revista Muy Intersante.
La empat¨ªa tambi¨¦n entiende de g¨¦neros y se prodiga m¨¢s en el femenino. Algunas investigaciones apuntan a que la raz¨®n podr¨ªa ser hormonal, debido al nivel m¨¢s bajo de testosterona que presentan las mujeres. Recientemente, un estudio llevado a cabo por la UNED y publicado en la revista cient¨ªfica Child Psychiatry & Human Development apunt¨® que no es que las mujeres tuvieran una superioridad significativa a la hora de experimentar la empat¨ªa sobre los hombres, si no que estos ten¨ªan m¨¢s desarrollada la posibilidad de mostrarse impasibles ante ella. No es, por tanto, que tengan menos, si no que les resulta m¨¢s f¨¢cil bloquearla.
Todo ello revela que la capacidad de ponerse en los zapatos de los dem¨¢s es d¨²ctil y se puede incrementar a lo largo de la vida. Hacerlo es un interesante ejercicio que revierte tanto en la satisfacci¨®n personal como en la avance de la sociedad. ¡°La empat¨ªa puede mejorarse y potenciarse, pero para ello, lo primero y es querer hacerlo, es decir, estar dispuestos y abiertos al cambio. El autoconocimiento y tratar de pensar o sentir c¨®mo lo har¨ªan otras personas ante lo que les est¨¦ ocurriendo la favorecen. Escuchar sin prejuzgar, intentar comprender y aceptar a los dem¨¢s son otros pasos que nos pueden llevar a ser m¨¢s emp¨¢ticos¡±, concluye Moya.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.