Benedetta Barzini: ¡°Creo que la generaci¨®n m¨¢s joven est¨¢ atrapada en el ansia de dinero y ¨¦xito¡±
La italiana acaba de jubilarse de su cargo como profesora de Antropolog¨ªa. A sus casi ochenta a?os, retoma su carrera como modelo, de la que fue forzada a retirarse cuando ten¨ªa 25. Ahora es imagen de Gucci Beauty.
Benedetta Barzini (Monte Argentario, Italia, 78 a?os), como tantas otras modelos de su generaci¨®n, se vio forzada a jubilarse pasados los veintitantos. Dej¨® a un lado su carrera de maniqu¨ª y vivi¨® varias vidas que su hijo, Beniamino Barrese, plasm¨® en el documental The disappearance of my mother (2019). Ahora, rozando los ochenta a?os y aupada por la b¨²squeda de inclusi¨®n de la industria, vuelve a ser reclamada y reivindicada. ¡°En la actualidad todas las ¡®diversidades¡¯ son comercialmente interesantes, ahora todo el mundo est¨¢ m¨¢s representado en las pasarelas y la moda impulsa esa diversidad¡±, reflexiona por correo electr¨®nico. ¡°Pero en la sociedad nada ha cambiado realmente en lo que respecta a la belleza; en publicidad la necesidad de expresar diferentes ideas sobre la belleza es bastante intrigante¡±. Para ella, esa noci¨®n de belleza implica comprender una necesidad, ¡°la exigencia de perfecci¨®n ut¨®pica¡±. En los ¨²ltimos tiempos ha desfilado para Antonio Marras o Daniela Gregis y es imagen de Gucci, para la que protagoniza su campa?a navide?a de perfumes. ¡°Gucci eran los bolsos de mi madre en mi infancia¡±, rememora, ¡°hoy fusiona un pasado perdido para la mayor¨ªa y el derecho de dar espacio a una creatividad fant¨¢stica que respeto totalmente¡±.
Colocarse delante de una c¨¢mara nunca estuvo en los planes de esta mujer, que naci¨® en una familia muy influyente. Por parte de padre, Luigi Barzini Jr., descend¨ªa de una estirpe de c¨¦lebres periodistas. Su madre, Giannalisa Feltrinelli, era la viuda de Carlo Feltrinelli, uno de los hombres m¨¢s ricos de Italia, y madre del que luego se convertir¨ªa en famoso editor Giangiacomo Feltrinelli. Benedetta naci¨® en la Toscana, durante la Segunda Guerra Mundial, donde Mussolini recluy¨® a la familia tras apropiarse de su villa en el lago de Garda. La descubri¨® con 20 a?os la que era directora de Vogue Italia, Consuelo Crespi, mientras paseaba por Roma: ¡°Entonces no ten¨ªa ni idea de qui¨¦n era yo o qu¨¦ quer¨ªa hacer con mi vida. Le agradezco mucho a la se?ora Crespi el haberme dado la oportunidad de comenzar mi experiencia en el mundo¡±. Crespi envi¨® unas fotograf¨ªas de Barzini a la todopoderosa Diana Vreeland, entonces editora en la edici¨®n estadounidense de Vogue, que inmediatamente la reclam¨® para sus p¨¢ginas. Y en un santiam¨¦n se plant¨® en Nueva York la ya modelo, frente a la intimidante Vreeland: ¡°?Era fascinante! Yo la tem¨ªa. Uno pod¨ªa entrar y salir al minuto siguiente. Ten¨ªa la s¨®lida misi¨®n de transmitir la alta moda francesa y el mundo de los sue?os a la ¨¦lite estadounidense¡±.
Avedon era lo contrario. Su estudio siempre estuvo lleno de gente creativa de la moda y de asistentes. Buscaba el olimpo de la belleza y se involucraba emocionalmente con todo lo que le rodeaba.
Con su mirada profunda, sus labios cincelados y sus extremidades aristocr¨¢ticas, Benedetta Barzini conquist¨® a la editora y tambi¨¦n a los mejores fot¨®grafos de la ¨¦poca. Se convirti¨® en la primera italiana en alcanzar la portada del Vogue de EEUU y pos¨® para Richard Avedon, Helmut Newton o Irving Penn. ¡°Penn estaba absolutamente preocupado por las formas y la iluminaci¨®n. Era amable, silencioso, distante y no estaba interesado en la seducci¨®n o en considerar a la modelo como algo distinto a lo que el editor de moda hab¨ªa compuesto con la ropa, el maquillaje, el peinado¡ Yo le respetaba mucho, a ¨¦l y a su pasi¨®n por acercarse lo m¨¢s posible a la perfecci¨®n. Avedon era lo contrario. Su estudio siempre estuvo lleno de gente creativa de la moda y de asistentes. Buscaba el olimpo de la belleza y se involucraba emocionalmente con todo lo que le rodeaba¡±.
Si cualquier tiempo pasado siempre parece mejor, la Nueva York de los sesenta probablemente se lleve el premio gordo en cuanto a periodos idealizados. Barzini estuvo en el epicentro, code¨¢ndose con Truman Capote, Andy Warhol o Salvador Dal¨ª: ¡°Aquellos a?os fueron un aullido contra la guerra de Vietnam, justicia para los afroamericanos y contra los qu¨ªmicos en agricultura. Dieron paso a la m¨²sica, a los colores, al arte. Pero yo me di cuenta de todo eso cuando esos a?os se hab¨ªan esfumado. Entonces toda mi atenci¨®n estaba centrada en dar lo mejor de m¨ª. Sin mucha vida social, pero observ¨¢ndolo todo. No quer¨ªa caer en las trampas, as¨ª que me mantuve distante del ruido¡±.
Aquel torbellino dur¨® solo cinco a?os para la italiana. Cuando ten¨ªa 25 el tel¨¦fono dej¨® de su sonar y su agente, Elileen Ford, le recomend¨® la salida habitual para las modelos de la ¨¦poca: casarse con un millonario. Barzini se retir¨® a Italia, y busc¨® hacer carrera en el mundo de la interpretaci¨®n. Se cas¨® con el director Roberto Faenza y tuvo gemelos. Tras el parto ¨¦l la abandon¨®. Tres a?os despu¨¦s, en 1973, volvi¨® a reinventarse. Se afili¨® al partido comunista y se convirti¨® en una destacada figura del feminismo radical del Mil¨¢n de los a?os setenta.
Tras muchos a?os trabajando mano a mano con j¨®venes, como profesora de Antropolog¨ªa en la Universidad Polit¨¦cnica de Mil¨¢n, reflexiona sobre las nuevas generaciones: ¡°No razono en t¨¦rminos de avance o retroceso; creo que la generaci¨®n m¨¢s joven se est¨¢ moviendo hacia diferentes formas de expresarse y est¨¢ atrapada en el ansia de dinero y ¨¦xito. Pero no quiero juzgar las expresiones de hoy sobre la base de mis conocimientos o ideales¡±.
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