Ambientador en el bolso y jab¨®n: las incre¨ªbles t¨¢cticas de las mujeres para ir al ba?o en la oficina
Una necesidad com¨²n silenciada que supone un reto y verg¨¹enza para muchas mujeres, quienes padecen m¨¢s el estigma y las consecuencias de aguantarse las ganas.
¡°Nos cambian de oficina. Los ba?os nuevos son mucho m¨¢s peque?os, muy pegados entre s¨ª. Estoy pensando en comprarme el poopurr¨ª¡±, cuenta a S Moda una dise?adora UX. La log¨ªstica de hacer caca en el trabajo, con manuales dedicados en exclusiva al asunto, es de lo m¨¢s pintoresca. Peregrinar a otras plantas en busca de espacios m¨¢s ¨ªntimos donde hacerlo tratando de evitar verg¨¹enzas forma parte de la rutina asumida de muchos: ¡°Ahora he dado con unos ba?os en otro edificio que son canela para horas puntas¡±, confiesa otra entrevistada, periodista, a trav¨¦s de Instagram. Para las mujeres, acostumbradas a ir al servicio escondiendo tampones con una actitud m¨¢s propia de una contrabandista que de alguien que va a atender sus necesidades f¨ªsicas, el tab¨² y el consecuente parip¨¦ a la hora de hacerlo est¨¢ m¨¢s interiorizado. No les afecta exclusivamente a ellas, ni a todas, pero s¨ª en mayor medida que a los hombres. ?Yo lo anuncio a bombo y platillo?, responde a la misma pregunta un publicista.
En un art¨ªculo publicado en The New York Times (La mujeres hacen caca. A veces en el trabajo. Superadlo), la escritora Amanda McCall y la periodista Jessica Bennett ¨Ceditora de g¨¦nero del diario y autora de la?gu¨ªa para combatir el sexismo en el entorno laboral?El Club de la Lucha Feminista (Ed. Conecta)- abordan c¨®mo ese pudor por defecar y hablar de ello se ha infundido tradicionalmente a las mujeres, desde peque?as, atendiendo al estereotipo de g¨¦nero. Se apoyan en las investigaciones llevadas a cabo por el psic¨®logo?Nicholas Haslam, autor de Psicolog¨ªa en el ba?o, que plantea c¨®mo las ni?as son ense?adas antes que los ni?os a controlar sus ganas y m¨¢s se?aladas por sus ruidos y olores corporales.?
Presiones que se suman a la mayor predisposici¨®n del cuerpo femenino a padecer problemas intestinales, debido principalmente a cuestiones hormonales. Seg¨²n explica la doctora Nadia Chahri, especialista en aparato digestivo de la Cl¨ªnica Planas de Barcelona, a S Moda: ¡°El s¨ªndrome del intestino irritable lo padecen dos veces m¨¢s las mujeres que los hombres¡±. Afectando a unos y otros de diferente forma: en ellos se manifiesta principalmente con diarrea, en ellas con estre?imiento. ¡°Es frecuente tambi¨¦n que las mujeres durante el periodo menstrual presenten hinchaz¨®n abdominal y diarrea y, por el contrario, tendencia al estre?imiento durante la menopausia¡±.
Que no huela
¡°Cuando lo hago tiro de la cadena r¨¢pidamente para evitar el olor¡±
¡°S¨¦ que mi jefa ha entrado a hacer de vientre porque cuando acaba echa su perfume¡±
¡°Recurro al truco del jab¨®n: pongo un poco sobre el papel higi¨¦nico y tiro de la cisterna¡±
Las an¨¦cdotas compartidas con este medio sobre c¨®mo afrontar el momento en la oficina, m¨¢s all¨¢ de la carcajada, ponen en evidencia la principal preocupaci¨®n: que no huela. ?En mi trabajo no tenemos problema a la hora de decir que vamos a hacer caca, ?es salud! Aunque en todos los ba?os tenemos puestos ambientadores y hasta incienso?, cuenta la encargada de una sala de conciertos. Una intenci¨®n que el capitalismo ya ha sabido rentabilizar con productos espec¨ªficos como los aerosoles que se aplican sobre el v¨¢ter generando una pel¨ªcula protectora que act¨²e contra el olor. Lo curioso es que a la hora de publicitarlo se ha hecho habitualmente -con excepciones muy recientes, como el ¨²ltimo anuncio de VIpoo- dirigiendo su publicidad a las mujeres, que protagonizan los anuncios. Lo que prometen simb¨®licamente, m¨¢s all¨¢ de tapar el olor, es ir al ba?o sin perder la (idea de) feminidad en el camino.
La cuesti¨®n del espacio
¡°El ba?o de docentes est¨¢ dentro de la sala de profesores, ?y tiene los techos al aire! Ahora me voy al de las clases de adultos porque es el que est¨¢ m¨¢s aislado. El que lo invent¨® claramente no ten¨ªa problemas de estre?imiento como yo¡±.
¡°Voy al ba?o de minusv¨¢lidos porque est¨¢ siempre solo y tiene papel. Tambi¨¦n porque est¨¢ fuera de la sala de fisioterapia¡±
¡°En la universidad donde trabajo los ba?os de hombres y mujeres est¨¢n juntos. Cuatro retretes en el mismo espacio, se oye todo. Pero hay dos aislados, individuales y con lavamanos incluidos, en otra planta. Claramente son los ba?os de la caca¡±
Las entrevistadas bromean con la haza?a que en algunos casos supone dar con un espacio adecuado y c¨®modo para ejecutar la necesidad. ?Piensan las personas que dise?an estos espacios en los significados y dificultades sociales que esto conlleva? Clara Greed, profesora em¨¦rita de Planificaci¨®n Urban¨ªstica de la UWE Bristol, que ha centrado su carrera en analizar ba?os p¨²blicos desde una perspectiva de g¨¦nero, se ha encargado de se?alar reivindicando que existen la mitad de servicios p¨²blicos y gratuitos para mujeres que para hombres, lo que supone una brecha de g¨¦nero y clase. Estos adem¨¢s no tienen en cuenta otro tipo de necesidades espec¨ªficas como la higiene femenina, dificultando as¨ª los cambios de copa menstruales, tampones o compresas durante la menstruaci¨®n.
Aguantar no es buena idea
La suma de estos factores hace que muchas personas decidan esperar a que acabe su? jornada. ¡°Soy profesora en un colegio de Holanda y en la planta en la que trabajo est¨¢n el servicio de mujeres y hombres juntos, sin paredes cerradas. Se oye todo. Solo hay dos ba?os all¨ª y vamos los 20 que trabajamos en ella. Yo personalmente me aguanto siempre hasta que llego a casa si puedo. Me da verg¨¹enza que entre alguien inmediatamente despu¨¦s¡±. Esa verg¨¹enza no es excepcional: un estudio canadiense realizado a 1.000 mujeres, que citan en su art¨ªculo Bennett y McCall, recoge que el 71% de ellas hace ¡°grandes esfuerzos por evitar defecar en ba?os p¨²blicos¡±. En mayor grado, esa verg¨¹enza puede acabar por convertirse en fobia: parcopresis, imposibilidad de defecar en un ba?o que no sea el propio, que a diferencia de la paruresis -s¨ªndrome de la vejiga t¨ªmida, que afecta sobre todo a hombres, intimidados por la cercan¨ªa del uso de urinarios- no est¨¢ reconocida como condici¨®n m¨¦dica oficial y puede favorecer el estre?imiento; padecimiento que tambi¨¦n es?m¨¢s com¨²n entre mujeres.
Aguantar las ganas, seg¨²n los expertos entrevistados, puede acarrear consecuencias importantes sobre la salud. La doctora Chahri coincide con las palabras del doctor Juan Gonz¨¢lez Soler, coordinador de la Unidad de Obesidad del Hospital Vithas F¨¢tima (Vigo). ¡°En t¨¦rminos funcionales, esta costumbre puede provocar lesiones importantes a nivel de suelo p¨¦lvico y musculatura anal que lleven a patolog¨ªas de dif¨ªcil soluci¨®n m¨¦dica. En t¨¦rminos mec¨¢nicos, aguantar las ganas de defecar de forma regular conduce a episodios de estre?imiento grave que, adem¨¢s de la incomodidad abdominal habitual, lleven a lesiones de mayor relevancia como formaci¨®n de divert¨ªculos, hemorroides o fisuras a nivel de colon y ano. Sin olvidar el da?o producido por sustancia t¨®xicas que permanecen a nivel intestinal favoreciendo la aparici¨®n de cuadros infecciosos¡±.
Menos eufemismos, m¨¢s humor
Usar eufemismos, inventar triqui?uelas o, simplemente, fingir que se ha ido al ba?o a otra cosa por el miedo al juicio, aumentan la brecha. Contra ellos, naturalidad. ?Tengo colon irritable y alguna vez hemos tenido que parar el rodaje por mi culpa porque el ba?o estaba junto al set?, cuenta a S Moda una t¨¦cnica de iluminaci¨®n de cine. ?Obviamente, paso verg¨¹enza, pero me lo tomo a risas y se acaba convirtiendo en una an¨¦cdota m¨¢s. O lo hago as¨ª o me tendr¨ªa que quedar en mi casa?.
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