Atlas Tokio-Madrid de etiqueta del taxista: Almeida no es el primero en obligar al gremio a cuidar su aspecto
Ni vaqueros, ni camisetas del Atleti: los taxistas de Madrid tendr¨¢n que ir ¡°bien vestidos?, pero los de Barcelona fueron pioneros. ?He llegado a ver a algunos vestidos de cazador en el aeropuerto?, dice un portavoz de una asociaci¨®n.
Cada noche, en Tokio miles de hombres y mujeres se ponen un traje, se ajustan una corbata y, en algunos casos, se enfundan unos impolutos guantes blancos para pasear silenciosamente alrededor de la ciudad a pasajeros, muchas veces turistas, con los que apenas hablan. Conducen imponentes berlinas Toyota o Nissan con cierto regustillo retro que por fuera brillan como si estuviesen untadas de bet¨²n y por dentro est¨¢n limpias como una patena. La del taxi es una industria millonaria en la capital de Jap¨®n, donde 44.000 coches compiten cada d¨ªa por los pasajeros. Es una imagen t¨ªpica al llegar al aeropuerto de la ciudad encontrar puestos de algunas de las 333 compa?¨ªas privadas que en la ciudad ofrecen servicio de transporte. El ayuntamiento no regula el servicio de estas compa?¨ªas, que se gu¨ªan por la filosof¨ªa omotenashi, un tipo de servicialidad extrema que caracteriza a todos los negocios japoneses que siempre sorprende a los occidentales. Las compa?¨ªas de taxi de Tokio no solo imponen el traje y la corbata: adem¨¢s suelen prohibir los tatuajes y las gafas de sol. Un gesto habitual entre ellos ¨Cel 95% son hombres¨C antes de empezar una carrera es el de usar un spray bucal. La interacci¨®n con los usuarios es la m¨ªnima: ni siquiera se dirigen a ellos para pedir propina.
El fot¨®grafo brit¨¢nico Oleg Tolstoi retrat¨® la vida de estos taxistas en 2018 en un reportaje, que despu¨¦s se convirti¨® en una exposici¨®n, titulado Who¡¯s driving Tokio en el que se pueden ver claramente los contrastes culturales que existen entre esta ?raza? de conductores y la variante espa?ola, cuyo retrato robot no puede ser m¨¢s diferente al del taxista madrile?o: ??Yo he llegado a ver a algunos vestidos de militar, con ropa de cazador o directamente en ba?ador esperando a clientes en el aeropuerto!?, dice Jos¨¦ Miguel F¨²nez, de la Federaci¨®n Profesional del Taxi de Madrid. Esta agrupaci¨®n, que es solo una de las cuatro que existen en Madrid pero concentra al 42% de taxistas de la ciudad (donde hay 15.974 taxis), ha sido una de las principales impulsoras de la nueva y muy pol¨¦mica ordenanza municipal aprobada ayer por Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida. La normativa incluye nuevas directivas sobre la tarificaci¨®n ¨²nica y una nueva flota m¨¢s ecol¨®gica, pero el punto que m¨¢s ha llamado la atenci¨®n y el que ha generado m¨¢s pol¨¦mica -pues supuestamente contraviene los principios de total libertad que mueven al Partido Popular madrile?o- es el que regula de forma espec¨ªfica el dress code de los taxistas. Dice as¨ª:
Cap¨ªtulo 54.? Obligaciones de los conductores.?
Secci¨®n B.?Cuidar su aseo y la vestimenta.
A estos efectos se deber¨¢ seguir el siguiente c¨®digo de vestimenta:
Camisas o polos lisos, sin estampado
Pantal¨®n largo o falda, ambos de vestir y oscuros
Jersey, chaleco o chaqueta oscuros, si fuera necesario
Zapatos cerrados oscuros
Es decir, a partir de hoy un agente de movilidad o un polic¨ªa municipal podr¨¢ sancionar con una multa a los taxistas que vayan con camisas hawaianas, bermudas, chanclas, camisetas de tirantes y camisetas del Atleti de Madrid. En este contexto aquel personaje entra?able que cre¨® Almod¨®var para Mujeres al borde de un ataque de nervios, encarnado por Guillermo Montesinos, el conductor del ¡®mambotaxi¡¯, lo tendr¨ªa muy crudo.
?Nosotros siempre hemos estado a favor de esta normativa, que ya aprobamos para nuestros asociados en asamblea hace un a?o y pico. Si cada uno vamos como queremos no estamos dando una imagen de seguridad. Un portero de finca lleva un uniforme, en El Corte Ingl¨¦s hay una uniformidad y no pasa nada?, dice F¨²nez, quien cree que implantar estas normas simplemente redunda en mejorar el servicio y explica que ya existen emisoras que han acordado estas normas entre sus asociados (menciona el ejemplo de Radio Taxi). Carmen Fern¨¢ndez, una taxista que lleva recorriendo las calles de Madrid desde 2012, est¨¢ encantada con la iniciativa pues la ve como una forma efectiva de plantarle cara los servicios privados (Cabify, Uber) y se atreve a ir m¨¢s all¨¢: ?Lorenzo Caprile defiende mucho al gremio en Maestros de la Costura, dice que usa mucho taxi. Quiz¨¢ ¨¦l pueda dise?arnos el uniforme?. Sin embargo, no todos est¨¢n de acuerdo con las normas impuestas. Goya Hern¨¢n, que pertenece a la asociaci¨®n Taxi Project, dice que lo que m¨¢s le enerva es lo de tener que vestir de colores oscuros o la prohici¨®n de tirantes: ?Que yo no pueda llevar un vestido de tirantes o el hombro no lo pueda llevar cubierto en verano con el calor que hace, es alucinante. Y que tenga que llevar un pantal¨®n oscuro cuando me est¨¢ dando el sol en una pierna todo el d¨ªa me parecen gilipolleces, hablando en plata?.
La creatividad y personalidad individual de los taxistas forma parte de retrato diverso que ofrecen las ciudades y sus extravagancias pueden llegar a formar parte del c¨®digo gen¨¦tico urbano, como ocurre en el caso de Nueva York, donde las reglas indumentarias que deben seguir los conductores est¨¢n reguladas en el manual municipal de cabdrivers desde 1996 (b¨¢sicamente son las mismas normas que impone ahora el Ayuntamiento de Madrid), pero nadie les ha hecho nunca mucho caso. La prueba es que desde su aprobaci¨®n hasta su renovaci¨®n en 2010, cuando las autoridades municipales se pusieron de acuerdo en insistir a los taxistas en la necesidad de decoro, se hab¨ªan puesto en la ciudad un total de 43 multas. A pesar de aquel renovado intento por poner orden, cada a?o el gremio ha seguido celebrando sus locuras estil¨ªsticas y su singularidad en un calendario sexy que es ya c¨¦lebre.
Barcelona implant¨® las normas que ahora revolucionan a Madrid ya en 2018 sin mayores problemas, y eso que iban un paso m¨¢s all¨¢: prohib¨ªan de forma expl¨ªcita el ch¨¢ndal. Tatiana Garc¨ªa Rivas, la portavoz de la Concejal¨ªa de Movilidad de Madrid, sin embargo, insiste en que no va a haber una persecuci¨®n policial sistem¨¢tica y que el Ayuntamiento no hace esto con ¨¢nimo sancionador, sino solo para generar cierto orden. Pero el del taxi es un gremio que, aunque regulado por las autoridades, est¨¢ compuesto por trabajadores aut¨®nomos acostumbrados a un estilo de vida que muchos han elegido precisamente por la libertad que les ofrece. Por este motivo, la imposici¨®n de este tipo de normas ha sido a menudo un fracaso. Ocurri¨® en Londres en 2018, cuando el Ayuntamiento ya gobernado por Sadiq Khan intent¨® vetar los pantalones vaqueros y las sudaderas con capucha, pero sobre todo las camisetas de equipos de f¨²tbol: la norma no sali¨® adelante. En el Times se pudieron leer opiniones como la de Mark Down, taxista durante m¨¢s de 20 a?os que dec¨ªa: ?Pago 550 libras al mes por la licencia, a lo que tengo que a?adir el seguro, ?y adem¨¢s quieren que me ponga un uniforme? Si insisten lo har¨¦, pero que me lo paguen ellos?. En mismo sentido habla Goya Hern¨¢n: ?Quieren que vayamos con uniforme como si fu¨¦semos funcionarios pero a la hora de cobrar somos aut¨®nomos. Pues no me parece bien?. A los taxis de Madrid a¨²n les falta mucho para llegar al omotenashi japon¨¦s y quiz¨¢ ah¨ª resida parte de su encanto.
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