En septiembre, ?vuelta al teletrabajo?
El 57% de los empleados espa?oles quiere trabajar desde casa, pero solo uno de cada cuatro puede funcionar (medianamente) en remoto. Te contamos por qu¨¦ trabajar en pijama puede ser una bendici¨®n.
Tras haber probado las mieles (y los sinsabores) del trabajo a distancia durante varios a?os desde los lugares m¨¢s distantes (Pek¨ªn, San Francisco, Salvador de Bah¨ªa o Torre Val de San Pedro, en Segovia, por citar algunos) la que suscribe se pregunta: ?por qu¨¦ ir a la oficina cuando puedes quedarte en casa/el caf¨¦/ la biblioteca/el espacio de co-working y producir lo mismo o seguramente m¨¢s?
Si, parafraseando a Extremoduro, quieres comer cuando tengas hambre y dormir cuando tengas sue?o, el trabajo a distancia podr¨ªa ser lo tuyo. Te conviene saber, eso s¨ª, que con el teletrabajo no se trabaja menos, y que ¨Cdependiendo de en qu¨¦ condiciones lo desarrolles y de tu personalidad¨C el caos puede estar a la vuelta de la esquina en forma de pijamas o ch¨¢ndales pegados al cuerpo durante d¨ªas, excursiones constantes a la nevera o siestas a las 11 de la ma?ana.
Salvados estos escollos (enseguida veremos trucos para sortearlos), la mayor productividad no es lo ¨²nico que marca la diferencia. El tiempo que supone ir y volver del trabajo a diario resulta en varias semanas perdidas al a?o. Por otra parte, los costes de mantener un puesto de trabajo tradicional (en forma de alquiler, luz, mobiliario, etc) pueden ascender a varios miles de euros al a?o, un factor crucial para las peque?as empresas.
Un informe de la consultora norteamericana IDC estima que para el a?o 2015 el porcentaje de trabajadores m¨®viles llegar¨¢ a cerca del 32 por ciento de la poblaci¨®n mundial. En Estados Unidos, el 80 por ciento de las compa?¨ªas ya ofrecen alguna modalidad de teletrabajo. Son cifras elevadas, pero a a?os luz de lo que se pronosticaba all¨¢ por los 90, cuando se cre¨ªa que a estas alturas pr¨¢cticamente todo hijo de vecino dispondr¨ªa ya de una oficina en casa.
En Espa?a, cerca del 22 por ciento de las empresas dispone de alg¨²n programa de trabajo a distancia, seg¨²n datos del INE. De acuerdo con el Libro Blanco del Teletrabajo, al 57% de los empleados espa?oles les gustar¨ªa que su empresa les ofreciera la posibilidad de trabajar a distancia, pero la realidad es que s¨®lo uno de cada cuatro tiene acceso a alg¨²n tipo de trabajo desde casa.
El periodista I?aki Berazaluce es uno de ellos. Coautor de, entre otros, el blog Strambotic, Berazaluce cree que uno de los principales frenos en este pa¨ªs es la obsesi¨®n por mantener puestos de trabajo centrados en comprobar que los empleados entran y salen a su hora. Los controladores, vaya.
Cuando se teletrabaja, claro, el controlador es uno mismo. ¡°La cara B de la libertad es no saber gestionarla. Cuando teletrabajas hay que tomar decisiones sobre lo que tienes que hacer, y puedes cometer errores. Pero eso es extrapolable al resto de facetas de la vida¡±, apunta Berazaluce. ¡°Los horarios y las oficinas me parecen alienantes. Pierdes autonom¨ªa. Son rutinas ajenas al discurrir de las estaciones, a tus biorritmos¡±.
?Est¨¢, el teletrabajo, al alcance de cualquiera? ¡°Hace falta un cierto entusiasmo por lo que haces, m¨¢s que en una organizaci¨®n¡±, opina Berazaluce. Lleva trabajando a distancia siete a?os, pero no sigue ninguna rutina en particular. ¡°No me visto. Trabajo en pijama cuando no sin pijama¡±. La distracci¨®n m¨¢s temible, se?ala, es el fut¨®n a pocos metros de su escritorio. De acuerdo a su teor¨ªa, no obstante, no sirve de nada resistirse a los cantos de sirena. ¡°El ordenador te quita muchas energ¨ªas. Y, cuando no tienes energ¨ªa, intentas escribir en vano¡±.
En estos casos, suele optar por irse con una libreta al parque, donde no es posible navegar hasta el infinito persiguiendo hiperenlaces. ¡°Cuando leo, despu¨¦s, los textos que comenc¨¦ a escribir en mi libreta, veo que est¨¢n mejor escritos¡±, se?ala. Hurra por el teletrabajo anal¨®gico.
La concentraci¨®n ¨Co falta de ella¨C no es un problema para Luis Morago, director de campa?as en Avaaz, una plataforma de activismo ciudadano sin oficinas f¨ªsicas que opera a escala mundial. ¡°Puedo ser productivo en el tren, en casa, en el caf¨¦. Las distracciones de un caf¨¦ no s¨®lo no me afectan sino que me ayudan¡±. Morago pasa tres d¨ªas en casa y dos d¨ªas fuera, habitualmente en un espacio de co-trabajo (es miembro de The Hub y Utopicus, los dos principales en Madrid). ¡°Me dejo llevar por lo que siento. A veces quiz¨¢ ten¨ªa pensado quedarme en casa pero luego decido irme. He creado una red de lugares desde donde trabajar, pero intento no perder el tiempo tratando de decidir qu¨¦ hacer ese d¨ªa¡±.
Despu¨¦s de cuatro a?os siguiendo esta f¨®rmula, Morago no siente cansancio. ¡°Paso m¨¢s tiempo con la familia, como con ellos. Y, con disciplina, la productividad aumenta mucho. ?La cantidad de tiempo que se pierde en reuniones en la oficina!¡±. Contrario a la extendida cultura de fichar, Morago cree que lo importante no es el n¨²mero de horas que uno trabaja, sino el resultado. ¡°Creo que las cosas est¨¢n empezando a cambiar. La confianza es lo m¨¢s importante¡±. Su secreto: bloquear tiempo y dedicarlo al objetivo asignado. ¡°Para m¨ª, el teletrabajo es una bendici¨®n¡±, resume.
?Es posible, cuando se teletrabaja, separar el ocio de la vida laboral, ese escollo al que siempre aluden los expertos en productividad? Morago lo tiene claro: ¡°Cuando trabajaba en una oficina f¨ªsica tambi¨¦n me costaba separar ambos mundos. Ahora, una vez que acabo el d¨ªa cierro y se lo comunico a mi equipo. Depende de c¨®mo cortes mentalmente con un clich¨¦ que es m¨¢s psicol¨®gico que f¨ªsico¡±.
*@nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.