¡®Un ba?o de bosque¡¯, la t¨¦cnica japonesa que aniquila el estr¨¦s
¡®Shinrin ¨CYoku¡¯ es el t¨¦rmino que designa una nueva actividad: caminar por la naturaleza con los cinco sentidos. Una t¨¦cnica nacida en Jap¨®n que promete hacernos m¨¢s saludables, creativos y felices.
No ser¨ªa muy raro que en futuro no muy lejano fu¨¦ramos al m¨¦dico y este nos prescribiera paseos por el campo de dos a tres veces por semana, de una duraci¨®n aproximada de una hora, durante tres meses y que nos citara despu¨¦s, para comprobar los resultados. Es probable que este tratamiento fuera para bajar la presi¨®n sangu¨ªnea, para combatir el estr¨¦s o como ayuda, si estamos luchando contra el c¨¢ncer. Sin medicinas ni coste alguno a la Seguridad Social.
Jap¨®n, el pa¨ªs que acu?¨® el t¨¦rmino karoshi, muerte por exceso de trabajo, el pa¨ªs de la competitividad y con las tasas m¨¢s altas de suicidios, mira ahora a la naturaleza y a sus bosques ¨Cque ocupan un 67% de su suelo¨C para recuperar su paz y equilibrio. El vocablo Shinrin-Yoku, acu?ado en 1982 por el gobierno nip¨®n pero inspirado en el anciano y practicante budista Shinto, consiste en dejar que la naturaleza entre por los cinco sentidos, un ¡°ba?o de bosque¡±, como lo llaman los anglosajones. Se trata de dar paseos por un entorno natural poniendo atenci¨®n al olor que desprenden las plantas, el ruido del viento en las hojas de los ¨¢rboles y toda la gama de colores y texturas que el entorno nos ofrece. Los expertos aconsejan tambi¨¦n tomarse un t¨¦ o una infusi¨®n para que el sentido del gusto participe tambi¨¦n de esta experiencia. Y por supuesto, apagar los m¨®viles, no llevar cascos y evitar ir hablando con alguien sobre el nuevo ERE que la empresa planea realizar para despu¨¦s de las vacaciones. No se trata de una meditaci¨®n, pero si es b¨¢sico que nuestra atenci¨®n est¨¦ centrada en el entorno y no se dedique a su pasatiempo favorito: la anticipaci¨®n de problemas.
Los pioneros en esta practica, los japoneses, planean que, en menos de diez a?os, contar¨¢n con 100 forest theraphy sites, bosques especialmente cuidados para que sus estresados ciudadanos practiquen el Shinrin-Yoku. Muchas empresas ya incluyen estos viajes entre sus ejecutivos o empiezan a dar tiempo a sus trabajadores para que practiquen lo que ya es considerado en el pa¨ªs nip¨®n como ¡°medicina tradicional¡± con car¨¢cter preventivo. Cada a?o entre 2,5 y 5 millones de japoneses, acuden a las sesiones de ¡°terapia del bosque¡± en alguno de los 48 centros oficiales designados por la Agencia Forestal de Jap¨®n. La sesi¨®n consiste en unas dos horas de paseo relajado por el bosque, con ejercicios de respiraci¨®n dirigidos por monitores. Antes y despu¨¦s de la caminata se mide la presi¨®n arterial y otras variables fisiol¨®gicas para que los participantes puedan comprobar la eficacia del tratamiento.
Los nipones son los primeros empe?ados en demostrar con estudios cient¨ªficos el impacto que un simple garbeo al aire libre puede hacer en nuestra salud, pero otros pa¨ªses como Corea del Sur, que ha invertido m¨¢s de 140 millones de d¨®lares en un National Forest Therapy Center, que se espera estar¨¢ acabado para este a?o, o Finlandia, tambi¨¦n se muestran intrigados en profundizar en el impacto que los ¨¢rboles y las plantas tienen en nuestra salud f¨ªsica y psicol¨®gica, aunque el sentido com¨²n y la observaci¨®n ya nos hab¨ªan hecho notar que media hora por el campo nos deja m¨¢s relajados que la vuelta a casa en metro en hora punta.
Uno de los pioneros en los estudios sobre el impacto de la naturaleza en nuestra salud y bienestar es Miyazaki, antrop¨®logo fisiol¨®gico y vicedirector de Chiba University¡¯s Center for Environment, Health and Field Sciences, muy cerca de Tokio. Miyazaki sostiene que el ser humano ha estado la mayor parte de su vida evolutiva en contacto con la naturaleza y es all¨ª donde se siente m¨¢s c¨®modo y a gusto, como comentaba a la revista Outside Magazine, ¡°durante nuestra evoluci¨®n hemos estado el 99,9 % de nuestro tiempo en entornos naturales. Nuestras funciones fisiol¨®gicas est¨¢n todav¨ªa adaptadas a este medio¡±. Por eso, los sentimientos de bienestar y confort que experimentamos est¨¢n casi siempre relacionados con estos entornos, sostiene Miyazaki.
Este cient¨ªfico y si colega Juyoung Lee, tambi¨¦n de la Chiba University, han realizado tests en 600 sujetos desde 2004, que han demostrado que entre los que frecuentan los bosques la hormona cortisol desciende en un 12,4 %, al igual que la actividad del nervio simp¨¢tico, en un 7%, y la presi¨®n sangu¨ªnea, que baja una media de 1.4%. Adem¨¢s, los que practican el Shinrin¨CYoku tienen un descenso en la media de infartos de un 5,8 %. Los participantes en el estudio reconocen tambi¨¦n que se encuentran con mejor ¨¢nimo y que el nivel de ansiedad ha bajado.
Dichos estudios empiezan a demostrar, gracias a t¨¦cnicas avanzadas de neurobiolog¨ªa, que interactuar con la naturaleza disminuye la actividad del c¨®rtex prefrontal, la parte del cerebro, donde residen las funciones cognitivas y ejecutivas como planificar, resolver problemas y tomar decisiones. En cambio, la actividad se desplaza a otras partes del cerebro relacionadas con la emoci¨®n, el placer y la empat¨ªa, caracter¨ªsticas m¨¢s pr¨®ximas a la creatividad que a la productividad. ¡°Por eso sabe mejor la comida en el campo¡± explicaba Miyazaki a la escritora y periodista Florence Williams, autora del art¨ªculo de Outside Magazine.
El inmun¨®logo Qing Li, de la Escuela de Medicina de Tokio, ha demostrado tambi¨¦n que un paseo por un bosque o por un parque aumenta significativamente la concentraci¨®n de c¨¦lulas NK ¨Csiglas procedentes del ingl¨¦s natural killer- en sangre, un tipo de gl¨®bulo blanco que contribuye a la lucha contra las infecciones y el c¨¢ncer. Seg¨²n Li, los compuestos vol¨¢tiles emitidos por los ¨¢rboles son los principales responsables de este efecto beneficioso sobre el sistema inmunitario. Muchos de estos compuestos arom¨¢ticos naturales, como pinenos, limonenos, cedrol o isoprenos, son usados en aromaterapia y medicina hol¨ªstica.
?Qu¨¦ hacemos generalmente los urbanitas cuando hemos acabado nuestras faenas diarias y queremos desconectar? Generalmente ver la tele, las redes sociales o wasapear, en una palabra, fijar la mirada en una pantalla. Muy mala idea. Esta tonta costumbre es la que ha hecho a los norteamericanos m¨¢s agresivos, narcisistas, superficiales, distra¨ªdos, ansiosos y depresivos, seg¨²n se desprende del libro Superficiales: ?Qu¨¦ est¨¢ haciendo Internet en nuestras mentes? (Taurus, 2011), en el que Nicholas Carr
se despacha a gusto con los efectos nocivos de este enfrascamiento tecnol¨®gico.
La soluci¨®n parece residir en las cosas m¨¢s simples y, curiosamente, m¨¢s po¨¦ticas; es decir, sin af¨¢n mercantilista, ni valor cuantificable. Como el art¨ªculo de Outside Magazine cuenta, ¡°en 1970, Rachel y Stephen Kaplan, de la University of Michigan repararon en que la mayor parte de las actividades de la vida diaria, requieren una atenci¨®n directa y focalizada, como chequear el email, trabajar frente a un ordenador o encontrar aparcamiento¡±. A la pregunta que los Kaplan se hacen, ¡°?C¨®mo descansar nuestras mentes de esta funci¨®n?¡± Ellos mismos responden con el t¨¦rmino ¡°soft fascinaci¨®n¡± y lo describen como ¡°lo que pasa en tu mente cuando ves una mariposa, la puesta de sol o la lluvia¡±. En una palabra, poes¨ªa.
?Qu¨¦ ocurre cuando se vive en plena ciudad y no hay bosques cerca por los que los que pasear? Los parques tambi¨¦n son peque?os oasis de naturaleza y, en el peor de los casos, siempre es mejor ver fotos de naturaleza o el ¨¢rbol que se alcanza desde la ventana, que la pantalla del m¨®vil. Estudios realizados por los Kaplan y otros han demostrado que tras peque?os paseos por zonas verdes, o incluso la simple visi¨®n de im¨¢genes de naturaleza, hace que los sujetos de dichos experimentos respondan mucho mejor en los test cognitivos, se sientan m¨¢s felices y sean menos ego¨ªstas cuando interact¨²an con otros en juegos de ordenador. Ya sabe, cambie m¨¢s a menudo la pantalla por la vida real y experimente la belleza que hay en un ¨¢rbol, una hoja o una hormiga que traslada, sin apenas esfuerzo una ramita mucho m¨¢s grande que ella.
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