Colette: 60 a?os sin el gran mito contempor¨¢neo de Francia
La actriz, novelista y periodista de moda Sidonie Colette fue una de las referencias de la revoluci¨®n cultural y social del siglo pasado. 60 a?os despu¨¦s de su muerte su legado sigue vigente.
A escasos metros del hotel Ritz de Par¨ªs ¨Cahora inmerso en una profunda remodelaci¨®n que culminar¨¢ en la primavera de 2015¨C, se encuentra uno de los concept stores m¨¢s c¨¦lebres de la capital francesa. Situado en el n¨²mero 213 de la calle Faubourg-Saint Honor¨¦, la selecci¨®n y oferta de firmas rompedoras convierten a Colette en una de las paradas obligatorias para los incondicionales de la moda. Regentado desde 1997 por Sarah Andelman, el nombre del negocio es un homenaje a su madre, Colette Roussaux, y a su musa, Sidonie Colette. Como Andelman, son muchos los nombres propios de la industria que se sienten deudores de la herencia de esta actriz, novelista y periodista de moda, quien en la primera mitad del siglo XX consigui¨® romper los tab¨²es que ahogaban a las mujeres de su pa¨ªs. Alcanz¨® la popularidad con sus novelas y se vali¨® de su fama para hacer lo que ninguna mujer se hab¨ªa atrevido a hacer. A su muerte, ahora hace 60 a?os, se convirti¨® en la primera escritora de Francia en ser enterrada con honores de Estado.
Antes de separarse del escritor Henri Gauthiers-Villars en 1906, la vida de Sidonie Colette (Saint-Sauveur-en-Puisaye, 1873) se desarroll¨® entre sombras y bajo el paraguas de la popularidad de su marido. Public¨® cuatro novelas de la serie Claudine, una suerte de relatos autobiogr¨¢ficos en los que t¨ªmidamente empez¨® a concretar algunas caracter¨ªsticas de su estilo. Pero el incipiente ¨¦xito de aquella obra seriada se lo arrog¨® Gauthiers-Villars, alias Willy, quien impidi¨® a Colette firmar las novelas con su nombre. Le oblig¨® a que lo hiciera con su seud¨®nimo. El ninguneo de su marido y las continuas infidelidades de este forjaron las ansias revolucionarias de la escritora. Los a?os al lado de Willy se hicieron pl¨²mbeos y terror¨ªficos, y sus ansias de libertad nunca fueron satisfechas.
Todo cambi¨® cuando se separaron, una circunstancia que supuso el descr¨¦dito social de Colette y que la oblig¨® a descender varios niveles en la escala burguesa a la que se hab¨ªa acostumbrado desde ni?a. Aquel descalabro vital signific¨® a su vez una catarsis. Empez¨® a ganarse la vida como bailarina de cabaret y descubri¨® su bisexualidad ¨Cla relaci¨®n con la poeta estadounidense Natalie Clifford Barney gener¨® r¨ªos de tinta¨C. La confusi¨®n de aquellos a?os la plasm¨® en 1910 en la novela La vagabunda, y un a?o m¨¢s tarde se cas¨® con Henry de Jouvenel, redactor jefe del diario Le Matin, con quien tuvo a su ¨²nica hija, Bel-Gazou.
Colette en la obra ¡®R¨ºve d¡¯?gypt¡¯ del Moulin Rouge y en una imagen en su casa.
v¨ªa vintagegal.tumblr.com
Jouvenel le ofreci¨® una columna en su peri¨®dico y le encarg¨® reportajes y cr¨®nicas de moda. Poco a poco, Colette se convirti¨® en una firma respetada y de prestigio. Se divorciaron en 1923, cuando la escritora, a los cuarenta a?os de edad, se enamor¨® del hijo de Jouvenel, de diecisiete. Aquella relaci¨®n no dur¨® demasiado, y la novelista se centr¨® en su carrera literaria. En esos a?os public¨® varias novelas ¨CLo puro y lo impuro, una semblanza sobre la poetisa lesbiana Ren¨¦e Vivien, desat¨® todas las tormentas¨C y asumi¨® la cr¨ªtica teatral del diario Le Journal. En 1945 escribi¨® su novela m¨¢s celebrada, Gigi. Esa historia de buenos modales y discursos mendaces fue interpretada en Broadway por Audrey Hepburn, y en el cine por Leslie Caron ¨Cla pel¨ªcula obtuvo nueve premios Oscar y tres Globos de Oro¨C.
Colette escribi¨® medio centenar de novelas y obras de teatro. Azor¨ªn y P¨ªo Baroja siempre alabaron su gusto. Pero la escritora tambi¨¦n se expres¨® con su forma de vestir. Lo hizo con un singular peinado que la acompa?ar¨ªa hasta el final de sus d¨ªas y con prendas prestadas del armario masculino. Alguien que afirmaba que "las mujeres que creen ser inteligentes piden derechos igualitarios y las mujeres que realmente lo son se callan" en ning¨²n caso podr¨ªa recibir el adjetivo feminista, pero lo cierto es que sus acciones y su forma de vivir pueden enmarcarse perfectamente en ese ideario. Su pensamiento la convirti¨® en una de las mentes m¨¢s l¨²cidas de su ¨¦poca. "Una infancia feliz es una r¨¦mora para la realidad adulta", dijo. La sensualidad de su lenguaje y el retrato demoledor de una sociedad en liquidaci¨®n por derribo hicieron de Colette un mito viviente cuya muerte en 1954 Francia llor¨® con la solemnidad y la pompa que solo concede a sus artistas.
Colette en su 80? cumplea?os.
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