Bienvenidos a la era de la criptomoda: el auge de los NFT abre una jugosa v¨ªa de mercado para el lujo
Prada, LVMH y Richemont ya se han unido para crear su propia plataforma de ¡®blockchain¡¯.
Atenci¨®n, pregunta: ?pagar¨ªa por una prenda, un accesorio, unos zapatos, que nunca va a poder ponerse en la vida real? No, no conteste todav¨ªa. Antes, resuelva este otro interrogante: ?cu¨¢l es el primer lugar en el que farda y hace alarde de esa prenda, accesorio o calzado que se acaba de comprar? Si esta segunda respuesta pasa invariablemente por las redes sociales, entonces la primera tampoco deber¨ªa ofrecer demasiadas dudas. El TikTok en el probador, la historia o el post con el selfi frente al espejo, el tuit o el wasap con la foto autocomplaciente son gestos que anteceden al estreno indumentario en el plano f¨ªsico desde hace tiempo. De hecho, son los gestos que cuentan porque ocurren all¨ª donde realmente importa, cada vez m¨¢s. Normal que haya quien piense ya en c¨®mo vestirnos para nuestra tecnol¨®gica cotidianidad. El mecanismo es bien sencillo: basta con rastrear el art¨ªculo virtual deseado ¨Cde nuevo cu?o o resultado de la digitalizaci¨®n 3D de uno previamente comercializado en el mundo real¨C en cualquiera de las plataformas electr¨®nicas desarrolladas para tal prop¨®sito, adquirir los derechos de posesi¨®n y uso sobre ¨¦l (lo que viene siendo comprar) y a lucirlo, bien vestido por nuestro avatar en un entorno ad hoc, bien superpuesto sobre la parte del cuerpo correspondiente mediante un filtro o por realidad aumentada a trav¨¦s de la aplicaci¨®n que permitir¨¢ a la c¨¢mara del tel¨¦fono m¨®vil tomar la instant¨¢nea de rigor que subir a las redes. Bueno, quiz¨¢ no sea tan sencillo. En cualquier caso, bienvenidos definitivamente a la era de la criptomoda.
El pasado marzo, Gucci se aliaba con Wanna, una app especializada en la renderizaci¨®n de zapatillas deportivas, para lanzar una serie de 25 flamantes sneakers solo de uso virtual. Por 7 euros, en la propia Wanna, y unos 12, en la aplicaci¨®n de la firma italiana, el usuario pod¨ªa hacerse con el lote completo y calzarse los dise?os a discreci¨®n mediante realidad aumentada (por si alguien no estaba convencido, antes de la compra cab¨ªa la posibilidad de probarse las versiones de modelos ya existentes f¨ªsicamente). El experimento fue muy jaleado al considerarse la primera incursi¨®n de una ense?a de tal calado en el vibrante territorio de los llamados non-fungible tokens, NFT para abreviar. Hablamos de esos bienes no muebles (intangibles) con unas caracter¨ªsticas ¨²nicas que imposibilitan su intercambio por otros y que, adem¨¢s, no se desgastan, estropean o desechan tras su uso reiterado, aun siendo consumibles. Es, claro, la prerrogativa de una naturaleza digital. La cuesti¨®n es que, no, las deportivas de marras no eran en realidad NFT, en tanto en cuanto estaban disponibles en n¨²mero ilimitado ¨Cquienquiera que tenga una de las dos aplicaciones instaladas pod¨ªa hacerse con ellas¨C y, encima, sal¨ªan infinitamente m¨¢s baratas que las de verdad. Porque, en efecto, en este nuevo y fascinante terreno de juego, el precio y la exclusividad mandan. Por eso a las megacorporaciones del lujo se les hace la boca agua ante las previsiblemente ingentes expectativas de negocio que se les abren.
Aunque reciente, el mercado de los NFT lleva un tiempo siendo explorado por marcas de moda concebidas para el medio digital, cuyos dise?os solo se encuentran, consumen y usan online. RTFKT (l¨¦ase Artefact), estudio de creaci¨®n y contenido orientado a gamers lanzado en enero de 2020, hac¨ªa historia el pasado febrero al monetizar deportivas NFT por valor de tres millones de euros en apenas siete minutos de venta. Tres meses despu¨¦s consegu¨ªa que varias entidades de capital riesgo invirtieran alrededor de ocho millones en la compa?¨ªa, ?destinados a establecer el futuro de la moda en el metaverso?, a decir de Benoit Pagotto, uno de los tres socios fundadores. Con colaboraciones que involucran tanto a marcas emblem¨¢ticas (v¨¦anse las sneakers Atari) como a estrellas del arte digital, despachadas en drops que vuelan nada m¨¢s aparecer en su web, RTFKT quiere ser la Supreme virtual. La clave de estos archivos ¨Cque es lo que son, im¨¢genes en formato jpg o gif, aunque tambi¨¦n los hay de audio¨C reside precisamente en esa comparaci¨®n: apelan a la tradici¨®n de consumo cultural del streetwear; a la escasez de producto que dispara su codicia y, con ella, su valor; al ansia por el ¨ªtem coleccionable. De hecho, los NFT se consideran la respuesta digital a las piezas de colecci¨®n f¨ªsicas. Tanto que por ellos se pagan aut¨¦nticas fortunas, ya sea en criptomonedas o en divisas de curso legal. La renderizaci¨®n de un cl¨¢sico Birkin de Herm¨¨s fue adjudicado por 24.000 d¨®lares tras ser subastado entre los miembros de la plataforma de comercio electr¨®nico Basic.Space en mayo. La pieza, un gif animado de 2.000 x 2.000 p¨ªxeles obra del d¨²o de artistas digitales angelino formado por Mason Rothschild y Eric Ramirez, muestra un feto desarroll¨¢ndose en el interior del bolso que se supone realizado en pl¨¢stico transparente.
Por supuesto, la nueva pregunta es: ?pero qui¨¦n est¨¢ interesado en semejantes art¨ªculos irreales de moda/lujo? Un interrogante pertinente sabiendo que el consumidor de NFT es en su mayor¨ªa ese tipo de hombre, joven, jug¨®n, al que es f¨¢cil imaginarse engorilado ante la pantalla del dispositivo electr¨®nico holdeando (acumulando y especulando con criptomonedas, o sea). Pero resulta que tambi¨¦n es el que no tiene reparo en dejarse los dineros en tales productos, como los llamados ¡®sneakerheads¡®, coleccionistas compulsivos de zapatillas de deporte. La presunci¨®n, adem¨¢s, peca de sexista: el n¨²mero de mujeres en el universo de los videojuegos en l¨ªnea no para de aumentar. Gucci, de nuevo, ya ha probado fortuna con ellas al ofrecerles una versi¨®n digital del bolso Dionysus en la plataforma Roblox. El modelo, que en tienda se acerca a los 3.000 euros, se vend¨ªa por 350.000 Robux, la moneda in-game necesaria para adquirir ciertos objetos exclusivos (todos los juegos gratuitos precisan de una divisa propia, que se consigue pagando una cuota mensual, en este caso de 4,99 euros). El cambio real estimado ser¨ªa de unos 4.000 euros. Con todo, otra vez se trata de un falso NFT, porque su lucimiento se reduce a Roblox como accesorio del avatar del jugador/a, mientras que el non-fungible token puede usarse en cualquier entorno online y en todo momento, am¨¦n de ser susceptible de transferencia o reventa, siempre a mayores. Para explorar el potencial indumentario del genuino NFT, mejor echar un vistazo en los cat¨¢logos de moda de sitios de compraventa y subasta de art¨ªculos virtuales y cripto-coleccionables como OpenSea, KnownOrigin, Neuno o Nifty Gateway. En Decentreland, por ejemplo, era posible pujar hace un mes por la extravaganza indumentaria resultante de la colaboraci¨®n de la firma digital The Fabricant con Adidas y la ONG Kode With Klossy de la modelo Karlie Kloss. En cualquiera de estas plataformas se puede pagar con tarjeta de cr¨¦dito, lo que evita el engorro de hacerse con criptodivisas.
La chavaler¨ªa (y no tanto) para la que pagar por suscribirse a canales de YouTube y juegos en l¨ªnea o mercadear en apps y plataformas de reventa es como respirar est¨¢ en el punto de mira de este suculento negocio. Para la moda, no hay mejor manera de alcanzarla y tocarle la fibra consumista, de ah¨ª la avalancha de ententes entre firmas de lujo (Louis Vuitton, Givenchy, Balenciaga, Gucci¡) y desarrolladoras de videojuegos. Ahora, la cuesti¨®n es ir un paso m¨¢s all¨¢ con la creaci¨®n de NFT, dise?os de criptomoda exclusivos cuya propiedad y t¨ªtulo de autenticidad solo puede poseer quien se haga con por ¨¦l en puja. Para ello se utiliza el mismo mecanismo que avala las criptomonedas y que sirve para certificar la originalidad de las obras de arte digitales, la tecnolog¨ªa blockchain. Este sistema, basado en un nodo de ordenadores que operan en red, es el que permite crear un registro inalterable (base de datos) de contendido digital ¨²nico y original, que no puede ser copiado sin perder la firma de autenticidad, encriptada y accesible en Internet para quienes deseen verificar el origen de ese contenido virtual (el archivo en cuesti¨®n). Esa firma o certificado tambi¨¦n permite revender la pieza/art¨ªculo, tal y como ocurre en el plano f¨ªsico. Y, adem¨¢s, ayuda en su trazabilidad. De ah¨ª que se utilice en sectores tan dispares como el sanitario, la aviaci¨®n o la industria alimentaria. El lujo entraba al trapo a finales de 2019, con la creaci¨®n del consorcio Aura Blockchain impulsado por los grupos LVMH, Richemont y Prada en aras de la autentificaci¨®n y registro/seguimiento de procedencia de esos art¨ªculos exclusivos que inundan cada vez m¨¢s a los portales de reventa. O sea, que si son buenos, se los lista como NFT y arreando. La moda da as¨ª el espaldarazo a la tecnolog¨ªa blockchain, que ya operaban redes como Arianne (al servicio de Audemars Piguet, Ba&sh y Vacheron Constanti),? VeChain (Givenchy, H&M) o Lukso, entramado digital de moda y estilo de vida que est¨¢ ayudando a Eric Pfrunder, antiguo director art¨ªstico de moda de Chanel, a certificar el archivo fotogr¨¢fico personal de Karl Lagerfeld para pr¨®ximas operaciones/transacciones digitales. Aunque otra vez es Gucci la que, ahora s¨ª, se adelanta al comercializar un genuino NFT de calado art¨ªstico, Proof of Sovereignty, una pieza de videoarte codirigida por Alessandro Michele y la fot¨®grafa y cineasta Flora Sigismondi inspirada por la propia puesta en escena audiovisual de la ¨²ltima colecci¨®n de la firma, Aria (la del hackeo a Balenciaga). La comisaria digital brit¨¢nica Lady PheOnix la ha llevado hasta Christie¡¯s, donde se admit¨ªan pujas hasta el 3 de junio a partir de 20.000 d¨®lares con fines ben¨¦ficos. Lo que ocurra a partir de ah¨ª con la criptomoda est¨¢ por ver, pero que su normalizaci¨®n se intuye a la vuelta de la esquina, seguro. Todo sea por fardar de lookazo plusmarquista en sociedad virtual.
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