Ansiedad, autolesiones y depresi¨®n: los devastadores efectos de las redes sociales en nuestra psique seg¨²n Netflix
El documental El dilema de las redes sociales se ha convertido en un fen¨®meno medi¨¢tico por su alerta de las terribles consecuencias del uso indiscriminado de Internet. Entre los m¨¢s j¨®venes, sus efectos nocivos ya se dejan notar en las tasas de depresi¨®n o intentos de suicidio.
El ¨²ltimo fen¨®meno del g¨¦nero de terror en Netflix no cuenta con quarterbacks y cheerleaders que van desapareciendo de forma consecutiva, ni con caba?as perdidas en mitad del bosque, ni siquiera con perturbados enmascarados o mu?ecas de porcelana malditas. Los sustos y amenazas en esta pel¨ªcula son tan reales, y sus consecuencias tan fatales, que es imposible no sobrecogerse conforme avanza el metraje de El dilema de las redes, documental que alerta sobre los efectos nocivos que las plataformas digitales est¨¢n teniendo sobre nosotros y el horizonte sociopol¨ªtico global. La cinta dirigida por Jeff Orlowski, que cuenta con las advertencias y mea culpas de algunos de los padres fundadores de Facebook, Instagram, Google o Twitter, resulta especialmente estremecedora en su observaci¨®n de los m¨¢s j¨®venes. De la primera generaci¨®n de la historia que entr¨® en la preadolescencia teniendo redes sociales y que, aseguran, podr¨ªa estar ya condenada a lidiar con problemas de ansiedad, falta de autoestima y depresi¨®n durante el resto de su vida.
¡°Para m¨ª est¨¢ claro como el agua. Estos servicios matan gente, hacen que la gente se suicide¡±. As¨ª, con aterradora contundencia, analiza Tim Kendall, antiguo ejecutivo de Facebook y expresidente de Pinterest, los efectos que el uso de las redes sociales est¨¢ teniendo en millones de j¨®venes alrededor del mundo. Los datos corroboran sus palabras. En Estados Unidos, los casos de chicas entre 10 y 14 a?os que ingresan en los hospitales a causa de autolesiones ha aumentado un 189% en los ¨²ltimos a?os. Un patr¨®n repetido, seg¨²n afirma Jonathan Haidt, psic¨®logo social de la Universidad de Nueva York, en los intentos de suicidio y que ¡°apunta directamente a las redes sociales¡±. Comparada con la primera d¨¦cada del siglo, la tasa ha aumentado un 70% en las adolescentes de 15 a 19 a?os y un 151% en las preadolescentes. En Espa?a, el Ministerio de Sanidad tambi¨¦n alert¨® el pasado a?o de que el riesgo de suicidio en edades tempranas est¨¢ en aumento.
La historia de Tristan Harris es la columna vertebral del documental que se ha colado durante las ¨²ltimas semanas entre los contenidos m¨¢s vistos de la plataforma a nivel mundial. Dise?ador ¨¦tico y filos¨®fico de Google, en 2015 abandon¨® su cargo e inici¨® una cruzada para denunciar la manipulaci¨®n paulatina e imperceptible de nuestra percepci¨®n, conducta y sentimientos por parte de estas compa?¨ªas. Lo que haga falta con tal de conseguir nuestro tiempo y atenci¨®n, el producto que venden despu¨¦s a los anunciantes. Una exposici¨®n que en los m¨¢s j¨®venes puede tener consecuencias cruciales, como la comparaci¨®n con est¨¢ndares de belleza poco realistas o la privaci¨®n de interacciones rom¨¢nticas. ¡°Esto no lo dise?aron psic¨®logos infantiles que quer¨ªan proteger y educar a los ni?os. Se dise?aron para crear unos algoritmos muy buenos para recomendarte otro v¨ªdeo m¨¢s, o para conseguir que te saques una foto con filtro. No solo controlan qu¨¦ les llama la atenci¨®n, las redes entran m¨¢s y m¨¢s en el tallo cerebral de los ni?os y afectan a su autoestima e identidad¡±, explica Harris, que se queja de la falta de regulaci¨®n de Internet comparada, por ejemplo, con el contenido infantil emitido en televisi¨®n.
El confinamiento obligado por la crisis del coronavirus no ha hecho sino acentuar esta dependencia de las pantallas, con la tecnolog¨ªa como ¨²nica v¨ªa de comunicaci¨®n y ocio durante varios meses. En una de las partes dramatizadas del documental, el espectador asiste al proceso de ira vivido por la m¨¢s peque?a de una familia cuando su madre le arrebata el m¨®vil y le pide que cene sin ¨¦l. La preadolescente no solo rompe violentamente el tarro en el que su m¨®vil se encuentra atrapado, sino que despu¨¦s ejemplifica c¨®mo su estado de ¨¢nimo se ve afectado por un comentario negativo que recibe tras publicar un selfie. ¡°Hemos evolucionado para que nos importe si a la gente de nuestra tribu le gustamos o no, porque eso es importante. Pero, ?hemos evolucionado para que nos importe lo que 10000 personas piensen de nosotros?¡±, se pregunta Harris, que sostiene que la experiencia no nos ha preparado para someternos a la aprobaci¨®n social cada pocos minutos.
Este dise?ador compara la sensaci¨®n de deslizar el dedo para refrescar la pantalla del m¨®vil con el gesto de echar una moneda en una m¨¢quina tragaperras, esperando una recompensa, no econ¨®mica, sino en forma de informaci¨®n o interacci¨®n social. Me gustas, pulgares hacia arriba y corazones son los premios en unas vidas que, seg¨²n Chamath Palihapitiya, exvicepresidente de crecimiento de Facebook, se basan en una popularidad falsa y fr¨¢gil. ¡°Esa popularidad no dura y en realidad te deja m¨¢s vac¨ªo al final. Porque as¨ª te obliga a entrar en un c¨ªrculo vicioso en el que piensas ¡®?Qu¨¦ tengo que hacer ahora?¡¯, porque necesitas volver a sentirlo. Pensad en eso multiplicado por dos mil millones de personas y luego pensad en c¨®mo reacciona la gente a las percepciones de los dem¨¢s. Es algo malo, es algo realmente muy malo¡±, manifiesta.
La alerta parece justificada. En nuestro pa¨ªs, un estudio elaborado por la herramienta de protecci¨®n parental Qustodio sostiene que los alumnos de entre 12 a 17 a?os ya pasan m¨¢s tiempo conectados a Internet que en el colegio. ¡°No pasa un d¨ªa sin que les recuerde a mis hijos el equilibrio entre placer y dolor, los estados de d¨¦ficit de dopamina y los riesgos de la adicci¨®n. Me preocupan mis hijos. Y si ten¨¦is hijos tambi¨¦n me preocupan los vuestros¡±, a?ade en la cinta la doctora Anna Lembke, especializada en medicina de la adicci¨®n en la Universidad de Stanford.
Lo cierto es que detr¨¢s de los aparentemente inofensivos v¨ªdeos de gatitos y los recuerdos de pr¨®ximos cumplea?os hay una Inteligencia Artificial dise?ada por algunas de las mentes m¨¢s brillantes de Silicon Valley que busca la atenci¨®n de un usuario del que sabe cada detalle. ¡°No es una lucha justa¡±, apunta Roger McNamee, uno de los primeros inversores de Facebook y exmentor de Mark Zuckerberg. Otro de los arrepentidos de la mencionada red social es el mism¨ªsimo creador del bot¨®n Me gusta, Justin Rosenstein, que asegura que cuando dise?¨® su motivaci¨®n era ¡°extender la positividad y el amor¡± en el mundo. ¡°Ni se nos pas¨® por la cabeza que tiempo despu¨¦s los adolescentes se iban a deprimir por no tener suficientes Me gusta o que esto llevar¨ªa a la polarizaci¨®n pol¨ªtica¡±.
El dilema de las redes sociales tambi¨¦n se ha encontrado con una recepci¨®n esc¨¦ptica por parte de medios especializados como Slate, The Verge o CNBC, que acusan a Jeff Orlowski de presentar un relato demasiado simplista y confuso, adem¨¢s de servir como veh¨ªculo de redenci¨®n para los gur¨²s millonarios que concibieron las amenazas de las que ahora se lamentan. Sin embargo, pese a su tono apocal¨ªptico, el documental deja una grieta a la esperanza si se toman medidas urgentes respecto al uso de estos dispositivos.
Adem¨¢s de la recomendaci¨®n compartida por todos los expertos de desactivar todas las notificaciones, el psic¨®logo Jonathan Haidt desgrana tres reglas avaladas por la investigaci¨®n para su utilizaci¨®n responsable por parte de los m¨¢s j¨®venes. ¡°1. Todos los aparatos deben estar fuera de la habitaci¨®n a una hora determinada de la noche. Sea la hora que sea, media hora antes de dormir fuera todos los aparatos. 2. Nada de redes sociales hasta el instituto. Yo creo que la edad deber¨ªa estar en los 16 a?os, los a?os de instituto ya son suficientemente duros. 3. Llegar a un acuerdo en la cantidad de horas con tus hijos. Si hablas con ellos y les preguntas, ¡®?oye cu¨¢ntas horas quieres dedicar a tu pantalla?, ?qu¨¦ cantidad te parece bien?¡¯¡ Suelen decir algo razonable¡±. Si no se ha producido, quiz¨¢ vaya siendo hora de tener esa conversaci¨®n.
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