El coste de liderar Twitter
Los pol¨ªticos y los famosos quieren ser los reyes de las redes sociales. Para conseguirlo, son capaces de pagar sumas astron¨®micas.
Se le acusa de comprar a sus simpatizantes. Pero no en la vida real, sino en la virtual. Mitt Romney, el candidato republicano a la presidencia de EE?UU, pas¨® de 673.002 a 789.924 seguidores en Twitter en un d¨ªa. A los expertos no les salen las cuentas. ?La mayor¨ªa no son perfiles corrientes, sino comprados online?, afirma Jason Ding, de la empresa de seguridad Barracuda Labs. Las razones: un 75% de los nuevos seguidores de Romney existen desde hace menos de tres meses, un 23% no ha tuiteado nunca, y lo normal es aumentar 3.500 al d¨ªa, no 116.000. Conclusi¨®n: son perfiles falsos.
No es el ¨²nico. Pol¨ªticos, cantantes y actores est¨¢n en el punto de mira por haber inflado sus cuentas. El 71% de los adictos virtuales de Lady Gaga no es real, seg¨²n la empresa de social media StatusPeople. Lo mismo sucede con otros pesos pesados, como Eminem, Katy Perry o Justin Bieber. ?Me enter¨¦ de que pod¨ªa comprarlos al leer que Newt Gingrich [pol¨ªtico de EE?UU] ten¨ªa 1,3 millones. Me pareci¨® una gran idea?, admite el c¨®mico norteamericano Dan Nainan. Y eso hizo. Su cuenta salt¨® de 700 a 220.00 adeptos en Twitter. ?Si tienes muchos, eres famoso. Y viene bien si tienes quejas. Tuve un problema con Delta Airlines y me lo solucionaron gracias a Twitter?.
Jill Zarin, del reality Real Housewives of New York, es sospechosa. Se cree que adquiri¨® fans para promocionar su libro Secrets of a Jewish Mother. ?No hay por qu¨¦ ser tan tremendista. ?Es perverso que alguien quiera darse una relevancia que no tiene? A m¨ª no me lo parece?, opina Enrique Dans, profesor en la IE Business School. La campa?a de Romney niega la mayor; el aumento podr¨ªa deberse a una estrategia de desprestigio. Lo podr¨ªa haber adquirido cualquiera: basta introducir el nombre de un perfil y un n¨²mero de tarjeta.
La historia es m¨¢s vieja que el tebeo. ?El mercado negro existe desde que nos dimos cuenta de que las plataformas eran negocio. Existe en Internet porque se da en la vida real?, sentencia Gaby Castellanos, directora de la agencia Sr.Burns. Esta econom¨ªa sumergida es mastod¨®ntica. Barracuda Labs rastre¨® el ciberespacio y encontr¨® 20 vendedores en eBay y 58 webs. El precio medio: 1.000 seguidores por 18 d¨®lares (14,40 euros). ?Cuanto m¨¢s caro, m¨¢s reales son las cuentas?, se?ala Ding. Se ofrecen tres tipos de perfiles: los bots, generados por ordenador; los bots con tuits, escritos por vendedores; y cuentas reales seducidas online. ?En este ¨²ltimo caso, se pone en marcha el mecanismo de si t¨² me sigues, yo te sigo; si t¨² te haces mi follower, yo me har¨¦ el tuyo?, explica Castellanos. Es un negocio suculento. Al Delgado, de 28 a?os, es el due?o del servicio de venta de FanMeNow.com. Gana 10.000 d¨®lares (7.981 euros) al d¨ªa.
Hemos perdido la perspectiva. O tal vez nunca la tuvimos. En Internet, primero con los blogs y las webs, y hoy con las redes sociales, nos dejamos guiar por el n¨²mero. En la Web 1.0, el baremo eran las p¨¢ginas vistas. Hoy, los seguidores. ?No se debe valorar una cuenta por los fans, sino por la calidad de las conversaciones. Es como el tama?o del pene, importa c¨®mo se gestiona, no su tama?o?, compara Castellanos. Para Evgeny Kaganer, profesor de Tecnolog¨ªas de la informaci¨®n de IESE, el mercado negro indica que somos inmaduros. ?Los famosos, los pol¨ªticos y las marcas est¨¢n en Twitter porque hay que estar?. Pero los internautas no son tontos. ?Estas cosas se descubren y desprestigian a la red social, al famoso o a la compa?¨ªa?, avisa Castellanos. Y es que el internauta no es tonto; es el rey. ?
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