El desfile m¨¢s esperado de John Galliano no entiende de normas
Se prohibieron las fotos, pero ninguno de los famosos invitados hizo caso. Medio planeta pudo contemplar casi en directo el regreso del dise?ador.
Los dos se trasladaron a Londres para marcar la diferencia frente a las decenas de presentaciones que se escalonan en las semanas de la moda. Los dos decidieron reducir su audiencia al centenar de invitados. Los dos prohibieron realizar fotograf¨ªas de ning¨²n tipo, quiz¨¢ para mantener la expectaci¨®n y recuperar esa exclusividad que un d¨ªa tuvieron los desfiles.
El primero, Tom Ford, puso en marcha en 2010 esa estrategia basada en el secretismo. ¡°Esta inmediatez en la industria (el hecho de que puedas encargar las prendas inmediatamente, que puedas verlas, presionar un bot¨®n y te las env¨ªen a casa. No necesito esta inmediatez, creo que es mala¡±, declaraba entonces al diario Women¡¯s Wears Daily.
No sali¨® bien. Pese a que la marca cuid¨® la posibilidad de filtraciones y no trascendi¨® casi nada hasta seis meses despu¨¦s (momento en que la colecci¨®n lleg¨® a las tiendas), la estrategia no result¨® tan rentable o efectiva como se esperaba. Hace pocas horas, Tom Ford presentaba su colecci¨®n masculina nada menos que en un estudio fotogr¨¢fico. Una uni¨®n completa y absoluta con su supuesto enemigo. ¡°Siempre he luchado contra las im¨¢genes pero esta vez he cedido y he montado un estudio para vosotros, as¨ª que, por favor, sacad fotos¡±, contaba minutos antes de proceder a esta sesi¨®n en vivo.
El principal motivo por el que Ford quiso presentar sus propuestas en privado fue la gran distribuci¨®n. Y el aburrimiento. Al fin y al cabo, una colecci¨®n suele tardar medio a?o en distribuirse. En ese tiempo la novedad se ha quemado en las publicaciones digitales, cuando no en los escaparates de las ense?as low cost. La misma estrategia llev¨® a C¨¦line a presentar su pre fall a trav¨¦s de un cat¨¢logo fotogr¨¢fico y no de una convocatoria de medios. O a ciertas firmas a regresar a la pr¨¢ctica del trunk show: en lugar de desfiles, presentaci¨®n en tienda o showroom para las clientas. Pero parece ser que en tiempos de Instagram, es preferible el aburrimiento que la carencia de publicidad inmediata. El p¨²blico (consumidor o no) exige saber qu¨¦ ocurre a cada momento. La expectaci¨®n no dura seis meses en un entorno acostumbrado a engullirlo todo de forma f¨¢cil e inmediata. Y puede que la viralidad digital sea mejor herramienta marketiniana que la campa?a exclusiva o la celebridad de alfombra roja.
El caso del debut de Galliano en Margiela ha sido otro. Los motivos y resultados tambi¨¦n lo han sido. Su primera colecci¨®n en la casa belga pertenece a Artisanal, la l¨ªnea de Alta Costura de la firma. Aqu¨ª no hay que esperar seis meses, muy al contrario; la Costura es un escaparate publicitario utilizado para dar valor a la marca, y sus escas¨ªsimas clientas pueden acudir al taller pocos d¨ªas despu¨¦s de observar las propuestas. Por eso result¨® extra?o que, minutos antes del show, y tras haber lanzado d¨ªas antes el hashtag #margielamonday, circulara en las redes un cartel que supuestamente alertaba a los cien asistentes: nada de fotos. Quiz¨¢ porque Renzo Rosso, due?o de Margiela, quiso generar todav¨ªa m¨¢s expectaci¨®n en torno a un desfile m¨¢s parecido al acontecimiento bianual que a la presentaci¨®n de propuestas. En cualquier caso, no sirvi¨® de nada.
Cualquiera con un perfil de Instagram pod¨ªa ver las im¨¢genes y los v¨ªdeos del desfile segundos despu¨¦s de ver la luz. Las fotos proven¨ªan, adem¨¢s, de los ilustres invitados: prestigiosos editores, dise?adores de prestigio y cabeceras populares. En muchas se puede ver a algunos de ellos interponiendo el Smartphone entre sus ojos y los vestidos. Una estampa a la que estamos acostumbrados desde hace un tiempo, pero que sorprend¨ªa en un desfile que instaba a no repetirla.
No s¨®lo se trata de informar seg¨²n las din¨¢micas actuales, tambi¨¦n se suma, en este caso, otro factor: dejar el testimonio gr¨¢fico de haber estado presente en el desfile m¨¢s minoritario y esperado de los ¨²ltimos tiempos. Y en ese sentido, poco importa el puesto que se desempe?e. Parapetarse tras la pantalla ya no es s¨®lo cosa de bloggers.
As¨ª es la primera colecci¨®n de Galliano para Margiela
En cualquier caso, las supuestas infracciones no ensombrecieron el regreso de uno de los dise?adores m¨¢s aclamados. Todos los aficionados a la moda estaban pendientes del momento pregunt¨¢ndose si la retirada obligada del gibraltare?o habr¨ªa mermado su creatividad y, sobre todo, cuestion¨¢ndose si su maximalismo tendr¨ªa cabida en una marca, Margiela, famosa por el juego conceptual y el anonimato.
Quiz¨¢ este ¨²ltimo interrogante, repetido hasta la saciedad, sea el que ha llevado a Galliano a firmar una colecci¨®n equidistante entre sus a?os dorados en Dior y la ¨¦poca m¨¢s famosa de Martin Margiela. Recuerda a ambos ipso facto y contiene propuestas tan aparentemente inconexas como un vestido rojo de l¨ªneas depuradas, una chaqueta con enormes apliques de pl¨¢stico y un traje con sobredosis de incrustaciones que busca pretendidamente el fe¨ªsmo. Se explotan rasgos comunes como la deconstrucci¨®n de elementos o el aparente cambio de funci¨®n y posici¨®n de las prendas. Emerge Galliano en esa superposici¨®n de adornos y tejidos que quiere aparentar exquisito deterioro (o sofisticaci¨®n de lo harapiento) y contraataca Margiela con los trajes de chaqueta a medio terminar, los sujetadores sobre la camiseta, la m¨¢scara o el juego bicolor. El uso de adornos 'en bruto',de objetos cotidianos (de las conchas marinas a los coches de juguestes) dipuestos de tal forma que simulan rostros o partes del cuerpo, es el modo en que el creador actual reinterpreta el legado del creador primigenio. Si Martin cre¨ªa en la belleza de lo residual, John toma el relevo jugando al ready made dada¨ªsta y trasladando a las prendas los lienzos de Arcimboldo.
El desfile se vuelve m¨¢s Margiela (y quiz¨¢ m¨¢s Galliano) cuando, en el tramo final, desfilan los toiles: prototipos de cada vestido hechos con tela blanca y estampados con las indicaciones a las costureras. Una oda a esos procesos de producci¨®n visibles que en su momento encumbraron a la casa belga, pero tambi¨¦n una cr¨ªtica a la celebridad unipersonal y una apuesta por el trabajo an¨®nimo y en equipo. Algo que, en 2015, tiene poca o ninguna cabida.
Kate Moss, musa y amiga del dise?ador, a su llegada al desfile
Cordon Press
Ser¨ªa poco probable que hoy Margiela presentara sus colecciones sin anunciarlo p¨²blicamente d¨ªas antes y en perchas enfundadas, como hac¨ªa en sus inicios. Galliano ha salido a saludar con la emblem¨¢tica bata blanca que caracteriza a los costureros de la marca, s¨ª, pero ha dejado notar su presencia. Lo que busca Renzo Rosso es precisamente eso; posee marcas abiertamiente comerciales pero p¨²blicamente poco rese?ables, y deseaba tener en su cartera a un dise?ador estrella. Nunca ha negado, adem¨¢s, que llevaba tiempo detr¨¢s del gibraltare?o. Galliano, por su parte, le ha dado precisamente lo que ped¨ªa; relevancia planetaria y una colecci¨®n que homenajea su trabajo y el de su predecesor de una forma tan abierta que en ocasiones se acerca m¨¢s al collage y la retrospectiva conjunta que a la innovaci¨®n y el inicio de un nuevo cap¨ªtulo.
Pero quiz¨¢ sea eso lo que la industria necesita. Una vuelta a sus antiguos ¨ªdolos, a sus antiguas formas; al espect¨¢culo en su acepci¨®n m¨¢s pura. La vuelta, veinte y casi treinta? a?os despu¨¦s, a esa era en la que la moda fue exceso, teatro y juego entre l¨ªmites. Un acontecimiento ef¨ªmero que no necesita legitimaci¨®n comercial y una pasarela altamente instagrameable en la que palabras como funcionalidad o tendencia no tengan cabida. Y en eso, Galliano sigue siendo el rey.
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