El negocio de las puestas de largo
Los bailes de debutantes se han transformado en un escaparate para descubrir a la pr¨®xima generaci¨®n de mujeres poderosas.
En su despacho en Par¨ªs, Oph¨¦lie Renouard nos atiende mientras finaliza las 20 invitaciones para un grupo de escogidas adolescentes, todas de influyentes familias internacionales. En estas les confirma que han sido seleccionadas para participar en el Bal des D¨¦butantes de Par¨ªs, el pr¨®ximo 29 de noviembre, en el Automobile Club de France de la Place Concorde. En sus 21 ediciones han pasado por ¨¦l apellidos como Bush, Berlusconi, Gorbachev o Hearst. Han desfilado hijas de arist¨®cratas, de oligarcas rusos, de billonarios asi¨¢ticos,de grandes personalidades ¨Ccomo Anna Wintour, Demi Moore y Bruce Willis o Phil Collins¨C y tambi¨¦n representantes espa?olas con apellidos como Puig, Shin-Bot¨ªn o Juncadella-Hohenlohe.
Los tel¨¦fonos directos de todos ellos se suceden en la agenda de Renouard, su fundadora y organizadora desde 1992. ?En las primeras ediciones fue un desfile en el que las maisons vest¨ªan a una joven, pero sin baile posterior. Desde 1996, con la afluencia de la prensa y el entusiasmo de las familias, se convirti¨® en lo que es hoy?.
En 2000 la gran estrella fue Lauren Bush, sobrina del expresidente de Estados Unidos George W. Bush, vestida de Dior Haute Couture.
Le Bal
En aquella primera edici¨®n hubo triple representaci¨®n espa?ola: Sol Bohorquez y Domecq, vestida de Paco Rabanne alta costura; Casilda Fabry de Saavedra, con un Emanuel Ungaro alta costura, y Bel¨¦n Domecq-Zurita y L¨®pez de Sole, quien acudi¨® de Balenciaga. ?Yo entonces viv¨ªa en Par¨ªs, y me llam¨® Ana de Borb¨®n-Dos Sicilias, quien era mi vecina y entonces se encontraba a cargo de la firma, para proponerme participar en un nuevo desfile?, nos cuenta Bel¨¦n Domecq, hoy cotizada arquitecta e interiorista, que nos atiende sorprendida tras recordarle un acto que para ella fue simplemente ?un favor a una amiga. Hoy, me parece que forma parte de una tradici¨®n que respeto, pero no dejar¨ªa que mis hijas participaran en una de ellas?, nos confiesa.
Lejos de desaparecer, la cotizaci¨®n de las puestas de largo est¨¢ en alza. ?Hay muy pocas citas como esta en la que las j¨®venes puedan verse como una estrella de la gran pantalla o una modelo en la semana de la alta costura?, dice Renouard. La fascinaci¨®n por este baile ha hecho que tenga su edici¨®n China en enero. Como tambi¨¦n le ha ocurrido a la brit¨¢nica The London Season Ball, que tiene su r¨¦plica en Dub¨¢i en noviembre.
Ahora comienza la cuenta atr¨¢s de la cita parisina, que la revista?Forbes?incluye en su lista de las 10 fiestas m¨¢s importantes del a?o. Una anticipaci¨®n marcada por la agenda de los?ateliers, que organizan las visitas para seleccionar el modelo con el que las debutantes bailar¨¢n esa noche. ?La idea de la velada es que las j¨®venes vistan por primera vez costura y que hagan amigos, no que encuentren marido. Es, sobre todo, un evento de moda en el que se recauda dinero para la caridad?, explica Renouard.
La primera generaci¨®n de debutantes en 1992 en el patio del hotel Le Crillon, donde se celebr¨® hasta el a?o 2012.
Le Bal
A diferencia del baile brit¨¢nico, en este no se compra un cubierto. Sin embargo, en la edici¨®n anglosajona hay que pagar 3.000 euros por una mesa de 10. Mucho m¨¢s econ¨®mico que el neoyorquino International Debutante Ball, fundado en 1954, en el que cada una de las 46 mesas se cotizan por 10.000 euros. Parte de la recaudaci¨®n se dona a diferentes ONG.
En la cita francesa, la aportaci¨®n econ¨®mica se hace de forma m¨¢s discreta. ?Se deja la informaci¨®n en la suite de los padres. Los 100.000 euros que entreg¨® el padre de una joven china ha sido la cifra m¨¢s sorprendente?, comenta sin dar nombres. Tampoco confiesa qu¨¦ familia intent¨® sobornarla. ?Una madre est¨¢ dispuesta a sobrepasar l¨ªmites por sus peque?as?, dice. O las candidatas que ha rechazado por tener anorexia. ?Dar¨ªan mal ejemplo?. Tambi¨¦n lo contrario. ?Las?maisons?prestan los vestidos, aunque luego ellas los compren, y los hacen a medida de un modelo de costura, que es la 36-38?.
Kim Kardashian, a su llegada a la ?pera de Viena, con el magnate Richard Lugner. A la derecha, los debutantes en 1955.
Cordon Press
Estos bailes se est¨¢n modernizando para atraer a nuevas generaciones, como el veterano de la ?pera de Viena, iniciado en 1935. Hoy lo patrocina el constructor austriaco Richard Lugner. Anualmente, el millonario invita a una famosa para que seduzca a prensa e invitados. Este a?o, Lugner acudi¨® del brazo de Kim Kardashian (previo pago de 250.000 euros). Sustitu¨ªa a la actriz Hilary Swank, su acompa?ante en 2013 (quien cobr¨® 185.000 euros). Al evento asisten 5.150 personas, que pagan hasta 475 euros por cenar en el sal¨®n principal.
?En Espa?a se celebran, pero sin protocolo. Son una excusa de padres adinerados para dar una fiesta antes de que sus hijas entren en la universidad. Y de ellas para vestirse de vampiresas?, afirma Lorenzo Caprile, uno de los dise?adores m¨¢s solicitados por las j¨®venes. ?Para las casas de moda es una forma de seducir a una nueva generaci¨®n de compradoras?, recuerda Renouard. Las firmas de joyer¨ªa tambi¨¦n ganan: las tiaras se agotan. Chaumet vendi¨® 60 en 2013. David Morris las incluye en su cat¨¢logo por 60.000 euros y Tiffany & Co. por 100.000. Keith Peyton, director de la secci¨®n de joyer¨ªa de Christie¡¯s comenta: ?En 2000 me preocupaba tener tiaras en stock. Hoy son el reclamo para familias de Europa, Asia y Oriente Medio, que las compran para que sus hijas destaquen en estas galas?.
Julia Puig, vestida de Nina Ricci, cuando debut¨® en Par¨ªs en 2004.
Le Bal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.