Fama, sobrepeso y maltrato: las apabullantes memorias de Gabourey Sidibe, la inolvidable protagonista de ¡®Precious¡¯
La editorial Consonni acaba de traducir la autobiograf¨ªa de la int¨¦rprete bajo el t¨ªtulo ¡®?Y t¨² qu¨¦ miras?¡¯, donde narra la historia de su vida, desde su infancia a su ¨¦xito como actriz, tratando temas como el peso o la raza.
Cuando Gabourey Sidibe dio vida a Precious, la trist¨ªsima y maltratada adolescente negra de la pel¨ªcula del mismo nombre, de Lee Daniels, ten¨ªa 26 a?os, un pasado lleno de contrariedades, una infancia poco grata, ¡°lo de creer en Santa Claus era para otras familias¡±, dice, con una madre pseudo famosa que cantaba en el metro y que la quer¨ªa mucho, un sobrepeso brutal, una mala relaci¨®n con un padre que la maltrat¨® de diferentes maneras, y una autoestima que estaba cuarenta pisos m¨¢s abajo del suelo que pisaba.
Nada en la vida de esta joven de Brooklyn nacida en 1983, que dos meses antes de que le dieran el papel por el que la nominaron al Oscar a mejor actriz aquel 2009, trabajaba en una l¨ªnea er¨®tica, hac¨ªa pensar que un d¨ªa podr¨ªa pisar la gala de los Oscars, acudir al programa de Oprha, ser portada de revistas, perfectamente maquillada, vestida y asesorada y tener un alto concepto de s¨ª misma. Pero as¨ª fue.
A?os despu¨¦s del primer s¨ª de su vida (el que le dijo Daniels, que la eligi¨® para el papel) la actriz de Empire, entre otras series, public¨® sus memorias, que ahora ha traducido la editorial Consonni bajo el titulo ?Y t¨² qu¨¦ miras?. El New York Times dijo que era ¡°el libro que todo el mundo querr¨ªa dar a su hija¡±, (yo lo he hecho ya. A mi hija negra, como ella).
Pero ?qu¨¦ tiene esta autobiograf¨ªa que la hace especial, y de la que la propia Gloria Steinem ha dicho que ¡®su verdad nos ayuda a encontrar la nuestra y no puede haber un regalo mejor que ese¡¯?. Pues adem¨¢s de que es iconoclasta y honest¨ªsima, las memorias de Gabby, la abreviatura de su nombre,? son divertidas, sarc¨¢sticas, apabullantes. El libro lo recorre todo: los problemas con su cuerpo, con su gordura, con su raza, ?con su pelo!, con sus or¨ªgenes (un padre senegal¨¦s y musulm¨¢n son el que tuvo una m¨¢s que controvertida relaci¨®n).? El acoso en la escuela, en las redes, en la vida. Su relaci¨®n peliaguda con la comida y con la ausencia de ella y con el mundo en general. Y sobre todo, es una deliciosa autobiograf¨ªa sobre qu¨¦ sucede cuando los sue?os de una chica negra se hacen realidad, que fue lo que dijo del libro, Roxane Gay, la autora de Mala feminista.
La actriz no se calla nada en este libro, ni de la vida de mierda que llevaba antes de ser famosa, ni de las controversias de la fama, (de la que asegura que es s¨²per rara), ni del racismo de alta y de baja intensidad, ni de la gordofobia, ni de las adicciones a las redes, ni de la perversi¨®n de la industria de Hollywood, ni de las depresiones que ha sufrido y de las que ha salido, ni de su relaci¨®n con los haters. El libro, irreverente y an¨¢rquico, va directo al coraz¨®n, para calmarlos, de los que se han sentido diferentes y fuera de lugar alguna vez. Y todo el relato est¨¢ salpicado a veces de sarcasmo, a veces de ternura (aunque incluso ah¨ª est¨¢ presente cierta iron¨ªa). ¡°Yo nac¨ª siendo c¨ªnica, recelando, nac¨ª siendo una divorciada de 45 a?os. Mi padre me dijo en una ocasi¨®n que cada vez que alguien ven¨ªa a nuestra casa yo no dejaba de preguntar cuando iba a marcharse¡±.
¡°Consegu¨ª el papel por ser gorda¡±. Con esa declaraci¨®n, la autora resume lo que signific¨® que Lee Daniels la seleccionara para el papel de Precious. ¡°Todos los s¨ªes que consiga en la vida a partir de ahora ser¨¢n la consecuencia de que ¨¦l pronunciara aquel s¨ª. Fue el primer hombre en el mundo que me dijo: ¡°eres bella y esto es lo que vamos a hacer con tu belleza¡±. Ha hecho m¨¢s por m¨ª que mi propia madre¡±, apunta en el libro, en una de las much¨ªsimas frases torpedo que dirige a su propia familia y a su entorno. Otra: ¡°Mi padre detestaba mi risa. Siempre ha sido tan aburrido que he rellenado los huecos de su historia vital con extravagancias para que me caiga un poco mejor¡±. Con ambos, con parte de su familia, la autora sigue teniendo relaci¨®n, entre otras cosas porque gracias a su nuevo estatus, paga muchas de sus facturas, evita muchos de sus desahucios y les soluciona la vida en muchos sentidos.
La actriz Laura Linney, (El show de Truman, Love actually, Mistic river, Ozark, Animales nocturnos) que coincidi¨® con ella en la comedia negra, The Big C donde Gabby interpreta a una de las alumnas de Linney, se enamor¨® al instante de la autora. ¡°Es imposible conocerla y y no amarla. Y al leer su libro es imposible no amarla a¨²n m¨¢s. Con una escritura atrevida, valiente, sin pretextos, su historia inspira a dar un paso adelante y adue?arse de la vida con una compasi¨®n y una seguridad tan potente que derribar¨¢ cualquier puerta¡±, dijo tras la publicaci¨®n de las memorias.? ?
El libro, es verdad, podr¨ªa tener una lectura directa: si persigues tus sue?os los podr¨¢s conseguir, en Am¨¦rica eso es posible, como dijo Roxane. Pero es que resulta que Gabby no ten¨ªa sue?os concretos: estaba demasiado ocupada en gestionar sus trastornos alimentarios, sus complejas relaciones familiares, sus nulas ambiciones, su precariedad vital, su cuerpo incompatible con una sexualidad normal¡ ¡°La abuela de mi madre naci¨® siendo esclava. Ya de peque?a empez¨® a preocuparme el dinero. En aquella ¨¦poca yo pensaba que lo de ser ricos era solo cosa de blancos y de Michael Jackson. Y eso que mi madre nunca dej¨® que ni mi hermano ni yo la vi¨¦ramos preocupada. Siempre ve oportunidades donde yo solo veo miedo y muerte¡±, asegura en el libro.
El caso es que el azar la llev¨® a una audici¨®n sin pretensi¨®n alguna y con todos los complejos a cuestas. La clav¨® y tres d¨ªas despu¨¦s el papel era suyo. De algo ten¨ªa que servir la desdicha que llevaba arrastrando 26 a?os. Durante toda su vida comi¨® mal, (tuvo bulimia durante a?os), soport¨® las burlas por su cuerpo rotundo, lidi¨® con su pelo afro, us¨® el cinismo como arma¡ Y cuando intentaba encontrar su propio estilo, apareci¨® Lena Dunham, (Girls). ¡°Entonces no lo sab¨ªa, pero mi icono de moda personal era y sigue siendo ella. Lena no solo est¨¢ segura de s¨ª misma. Sentirse segura es mucho m¨¢s f¨¢cil que lo que yo percibo en Lena lo que yo veo es algo que dice: ¡®S¨¦ que soy y cu¨¢nto valgo y si no te gusta no existes. ?Y s¨ª, llevo una falda ROSA!. Eso no es seguridad en una misma. Eso es un privilegio¡±.
A?os despu¨¦s de saber que Lena era su inspiraci¨®n, la creadora ley¨® su autobiograf¨ªa, lo que supuso otro momento vital interesante. ¡°En este libro cimenta su estado como reina de Hollywood del no callarse nada y mejor amiga perspicaz a modo de voz interior. Sincera, divertida y encantadora hasta la insensatez, sus relatos revelan a la ni?a bajo el camis¨®n y muestran Hollywood tal como es: un concurso de camisetas mojadas y una industria que a veces se redime seleccionando a la estrella correcta. Gabby es esa estrella y en cada p¨¢gina queda m¨¢s claro: su honestidad, su pasi¨®n y su ingenio son una bendici¨®n¡±, concluy¨® Dunham.
La actriz aborda en el libro con crudeza tantos ¨ªtems personales, sociales, profesionales, que es imposible cerrar la boca mientras lo lees. Han dicho de ella (a colaci¨®n de su libro) que es carism¨¢tica, lista, graciosa, sincera a rabiar, anal¨ªtica, cr¨ªtica consigo misma y con lo que le rodea. Y la lectura es tierna, dura y desternillante a cada rato. Vamos con algunos momentos estelares.
La infancia
Su nombre, de origen senegal¨¦s, como su padre, condicion¨® su vida desde el principio. ¡°Yo era Gabourey en una escuela primaria de los EEUU en el mundo anterior a El rey Le¨®n. Era Gabourey en una escuela de Jennifers, Stacies, Ericas? y Elizabeths; de Brandons, Johnnis y Anthonies. Los maestros nunca pronunciaban bien mi nombre. Todo el mundo estaba de acuerdo en que mi nombre era bonito pero tambi¨¦n en que nadie ten¨ªa tiempo para pronunciarlo. Me llamaban gorda, gordinflona, cerda, vaca negra, puerca, limpiabotas africana¡±.
No hay una pizca de amargura ni conmiseraci¨®n en estos pasajes del libro, asi que pese a lo lacerante que resultan te tienes que re¨ªr, porque ella los remata con salero y se va a otra cosa m¨¢s luminosa. Aqu¨ª otro ejemplo de relato de su infancia, complicada:
¡°Desde muy ni?a me di cuenta de que mi padre era amable conmigo cuando lo hac¨ªa sentir mal as¨ª que aprend¨ª a echarme a llorar en el momento justo, una habilidad que me vino muy bien cuando me hice actriz. Mi padre empez¨® a pegarnos solo cuando mi madre no estaba en casa. Y mi madre nos ense?¨® defensa personal para poder defendernos de mi padre. Mi padre nos hab¨ªa maltratado a todos. Nos hab¨ªa pegado cuando hab¨ªa querido, nos hab¨ªa enviado a casas de acogida, se hab¨ªa casado en secreto con su prima, la hab¨ªa metido en nuestra casa, ten¨ªa una familia con ella a nuestras espaldas y no hab¨ªa obligado a mudarnos a Harlem a una habitaci¨®n individual con dos camas individuales mientras su nueva familia se quedaba en nuestra casa. La capacidad de mi madre para perdonar me dejaba estupefacta. Ella siempre dec¨ªa: no dejes que nadie te robe la felicidad. Si no quieren estar contigo o pasar tiempo contigo d¨¦jalos que se vayan, recomponte y sigue adelante. Has venido a este mundo sola y los pulmones de la persona de al lado no te ayudar¨¢n a respirar¡±.
Crees que va a llegar a la adolescencia y que la cosa mejorar¨ªa, pero no. Esta frase lo resume: ¡°Mi paso por secundaria fue como una traves¨ªa por un campo de ni?os vietnamitas¡±
Las redes
La actriz reconoce su dependencia de twiter, por ejemplo. Por supuesto, le afecta, pero ha aprendido a manejarla.? ¡°Cuando me despertaba lo primero que hac¨ªa era comprobar twitter para ver si alguien hab¨ªa sido cruel conmigo durante la noche. Twitter es est¨²pido. Hay mucha gente lista de verdad en twitter que entiende las bromas y sabe hacerlas. Saben que no hay que tomarse twitter en serio. Yo soy una de esas personas. Recuerdo todo lo que se dec¨ªa de Emma Roberts en la red. La conoc¨ª cuando rod¨¢bamos en American Horror Story y vi claro que todo era mentira¡±
La red tiene mucha presencia en sus memorias. Y el uso que ella le da, tambi¨¦n. ¡°Bloqueo a quienes hacen comentarios mezquinos. La verdad es que bloqueo a gente todo el tiempo y lo admito, lo hago por motivos insignificantes, triviales. Bloqueo a gente que es mezquina conmigo, con mis amigos o con alguno de mis seguidores. Soy consciente de que gestiono mis p¨¢ginas en las redes sociales como Stalin pero soy muy sensible y al mismo tiempo (como Stalin) he acabado teniendo un trabajo y una vida que comporta que tenga muchos seguidores. Es raro pero es as¨ª¡±.
Su cuerpo, su sobrepeso y la comida
La actriz fue consciente de que era ¡°un ni?a gorda¡± a los seis a?os. Se dio cuenta de que era distinta de otros ni?os y de que eso afectaba a las personas que la rodeaban. ¡°Nunca se me hab¨ªa ocurrido que mi aspecto pudiera hacer que mi padre no quisiera que sus amigos supieran que ten¨ªa una hija. Tard¨¦ mucho en ser consciente de que mi cuerpo era diferente, pero me bastaron dos segundos para llegar a esa conclusi¨®n¡±.
Y la ca¨®tica y amarga relaci¨®n con la comida empieza pronto tambi¨¦n. Se atiborraba de comida basura de ni?a porque eso era lo que se com¨ªa en casa. Y cuando quiso cambiar era tarde. ¡°Mi madre empez¨® a darme pastillas para adelgazar. El objetivo era quitarme el apetito, pero yo hab¨ªa averiguado que puedes comer aunque no tengas hambre. Comer ya no ten¨ªa nada que ver con el apetito. Tras un d¨ªa malo en la escuela mascar galletas con chocolate mientras miraba dibujos animados en la tele era una manera fant¨¢stica de subirme los ¨¢nimos. Si alguien me hac¨ªa da?o llam¨¢ndome gorda una manera genial de dejar de sentirme dolida era comerme un cuenco de helado napolitano. Y si ten¨ªa un buen d¨ªa y todo iba bien lo celebraba con helado de galletas. Hab¨ªa empezado a calmarme y a recompensarme con comida. Si alguna vez ten¨ªa un momento libre sin algo divertido que hacer com¨ªa patatas con sabor a barbacoa. Lo bastante como para matar el aburrimiento. Pap¨¢ me compraba batidos adelgazantes para ayudarme a perder peso y yo me beb¨ªa los batidos acompa?ados de unas patatas fritas mientras miraba la tele y me compadec¨ªa de m¨ª misma¡±.
Pero lleg¨® tiempo despu¨¦s su primer papel como actriz. La primera sorprendida fue ella. ¡°Estaba claro que no me habr¨ªan dado el papel de haber sido flaca. Precious era solo un papel para chicas gordas¡± De alguna manera, aquello la reconcili¨® con su vida, con su cuerpo, que, dice, ¡°a veces es una tragedia. S¨¦ que mi cuerpo no es divertido claro. Pero la gente tiene ideas muy raras y equivocadas sobre los gordos. Yo nunca ser¨¦ flaca y en realidad no quiero serlo. S¨ª quiero estar m¨¢s delgada y sana. Me escojo a m¨ª y a mi cuerpo por encima de mi temor a que alguien se mofe de ¨¦l. Soy lo bastante inteligente como para pedir ayuda cuando empiezan a desbordarme las emociones (y mientras exista Twitter yo tendr¨¦ emociones). Estoy esforz¨¢ndome por encontrar un equilibrio saludable entre la comida, los sentimientos y el hambre real mientras la gente en las redes sociales contin¨²a ri¨¦ndose de m¨ª¡±.
Sidibe sigue con su ya consolidada carrera como actriz (sobre todo televisiva) y pese a que reconoce que las relaciones sentimentales no son lo suyo, da ¡°gracias a Dios por haber sido una ni?a gorda y rara, porque eso me ha dado una vida adulta interesante¡±. Escribir el libro le sirvi¨® de b¨¢lsamo, de terapia, de divertimento; afianz¨® su autoestima (era capaz de escribir un buen texto, que asombr¨® a gente diversa a la que ella ten¨ªa en buena estima como la propia Dunham) y la coloc¨® en un lugar destacado de ese Hollywood que critica, pero al que pertenece. ¡°El mismo Hollywood en el que la gente blanca con un bronceado luminoso interpretaba a reinas y faraones egipcios nunca le explic¨® a mi madre que Cleopatra se parec¨ªa a ella. Que Cleopatra ten¨ªa la piel oscura y un cuerpo redondeado¡±
Tras la fama que le dio la pel¨ªcula, los guiones que le llegaron poco despu¨¦s, y cuando ya se convenci¨® de que era actriz, famosa (los selfies por la calle, las portadas en revistas), con dinero suficiente para vivir y ponerse extensiones y lucir como le diera la gana su pelo afro, un d¨ªa la invitaron a la cena de corresponsales de la Casa Blanca, cuando Obama era presidente. Llevaba el pelo recogido en trencitas senagalesas (solo leyendo sus memorias se entiende la magnitud de ese detalle) y se sent¨ªa guapa y segura. En la antesala de la cena se le acerc¨® una mujer:
-Trabajo para el presidente y la primera dama. Quieren invitarte a una recepci¨®n privada antes de que empiece la cena.
Empez¨® a sudar. Al cabo de pocos minutos, all¨ª estaba. Una mujer empez¨® a decir su nombre y el presidente Obama la interrumpi¨®:
-S¨¦ perfectamente qui¨¦n es. ?Eres la BOMBA, chica!
¡°Abri¨® los brazos y me abraz¨® Y me dio un beso en la mejilla. S¨ª¡ ?el presidente de los Estados Unidos de Am¨¦rica dijo que yo era ¡°la bomba¡±! Y podr¨ªa decirse que ah¨ª acaba la an¨¦cdota. Me refiero a que ?qu¨¦ m¨¢s necesitas sabe?. ?El presidente dijo que yo era la BOMBA!. Buenas noches¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.