Raffaella Carr¨¤: ?El dinero nunca me interes¨®, pero cuando supe que mis compa?eros ganaban m¨¢s firm¨¦ un contrato millonario?

Raffaella Maria Roberta Pelloni se sienta en el sof¨¢ no sin antes encender, con las maneras de una diva de los a?os 40, un Muratti Ambassador. Y a¨²n as¨ª, resulta moderna. A sus 77 a?os mantiene intacta la melena rubia, lisa como una tabla, como si el paso del tiempo no fuera con ella. Y tambi¨¦n, la mirada chispeante y despierta, un rasgo que los que la conocen bien, se?alan como elixir de su eterna juventud: la curiosidad, dicen, es su mejor tratamiento antiarrugas.

Aunque ella asegura con iron¨ªa que no era muy consciente de lo que cantaba, sus himnos al adulterio (?Qu¨¦ dolor! Una mujer en el armario), a la homosexualidad (Lucas) e incluso a la masturbaci¨®n femenina (53-53-456) se han coreado en medio mundo, convirti¨¦ndola en una abanderada de la libertad desde los a?os 70. No por casualidad ha sido censurada en varias ocasiones. Entre ellas por el mism¨ªsimo Vaticano, a trav¨¦s de su peri¨®dico L¡¯Osservatore Romano, cuando calific¨® la coreograf¨ªa de su tema Tuca, tuca como ?provocadora?. Desde entonces la Carr¨¢ tambi¨¦n es conocida como ¡®el ombligo de Italia¡¯, porque ten¨ªa la buena costumbre de dejar esa parte de la anatom¨ªa al aire en una ¨¦poca en la que las f¨¦minas llevaban faja o refajo. Una de sus muchas transgresiones estil¨ªsticas que la ir¨ªan convirtiendo en icono de moda.

La cantante, que tambi¨¦n quiso ser actriz, de nuevo marc¨® un hito feminista el d¨ªa que rechaz¨® a Frank Sinatra, con quien rod¨® El coronel Von Ryan en Hollywood, en 1965. Cuenta que ella no estaba dispuesta a convertirse en ?la chica del jefe, f¨ªjate si era poderoso que una vez dijo que no quer¨ªa morirse en la pel¨ªcula y cambiaron el argumento?, comenta (ir¨®nica otra vez). Mia Farrow, compa?era de piso de Raffaella en ese momento, dijo s¨ª al actor en su lugar y el amor les dur¨® un par de a?os. La Carr¨¢, sin embargo, ha tenido dos grandes relaciones duraderas a lo largo de su vida. Y los tres conviv¨ªan en apartamentos contiguos, cantando las bondades del living apart together (versi¨®n actualizada del ?juntos pero no revueltos?).

Profesionalmente ha sido una de las pocas mujeres en poder entrevistar a personajes tan variopintos como la madre Teresa de Calcuta ¨Cla recibi¨® con una camisa transparente con cristales Swarovski¨C, Madonna, Henry Kissinger, Rafael Alberti, Sara Montiel o Mickey Rourke, entre much¨ªsimos otros. Su ¨²nica pena es no haber podido departir con Barack Obama: ?Ha sido abierto y ha demostrado su humanidad, me hubiera gustado hablar con ¨¦l?. Y es que comenzar u carrera a los 8 a?os le ha permitido experimentar (y revolucionar) mucho, principalmente en la televisi¨®n en sus pa¨ªs de nacimiento (Canzonissima, Pronto Raffaella?, Carr¨¤mba! Che sorpresa!) y en la de su ?otra patria? ¨Ctal y como la califica¨C, Espa?a. ?Cualquier excusa es buena para venir aqu¨ª. ?La ¨²ltima? Que el embajador italiano, Stefano Sannino, haya querido que sea su madrina en la celebraci¨®n de la fiesta de la rep¨²blica en Madrid. ?C¨®mo pod¨ªa resistirme? ?Era un plan perfecto!?. Entre sus mejores amigos nacionales ¨Ctambi¨¦n ha adorado a Lola Flores, Paco de Luc¨ªa o Peret¨C est¨¢n el cantante Raphael y su pareja, Natalia Figueroa; el guionista, productor y director de programas, Alberto Maeso, y la actriz Loles Le¨®n, con quien comparti¨® aventuras en ?Hola Raffaella!, el espacio emitido en prime time por TVE, de 1992 a 1994, que grabar¨ªa en la memoria colectiva el inicio de una oraci¨®n condicional: ?Si fuera¡­?. ?Su verdadera ilusi¨®n? Que la Real Academia Espa?ola le otorgara alg¨²n d¨ªa una medalla por todo lo que se ha esforzado en hablar castellano (son conocidas sus simp¨¢ticas y originales patadas al diccionario en directo).

Ahora en Madrid, entre la inauguraci¨®n del evento italiano junto a la alcaldesa, Manuela Carmena, y la cena privada del embajador, a la que asisten tambi¨¦n Alaska y Mario Vaquerizo, Raffaella nos hace un hueco para dejarse hacer una sesi¨®n de fotos y esta entrevista. Entra con paso firme, hace que nos presentemos uno por uno y deja claro que se vestir¨¢ con su ropa (no trae nada violeta en su maleta, porque es el color que en Italia se identifica con la mala suerte y su vena supersticiosa es harto conocida). Eso s¨ª, todo con mucha iron¨ªa.

Parece que a usted no le gusta perder el tiempo.

Yo no soy artista, soy optimizadora. Quiero hacer mi trabajo bien y r¨¢pido. Por supuesto, soy profesional. Si tengo un compromiso lo cumplo a rajatabla, pero tambi¨¦n me gusta tener momentos para m¨ª. Yo no vivo para los eventos. En Italia me conocen como ¡®la mujer del no¡¯ porque no me gusta ir de invitada a los programas, a no ser que me provoque algo de curiosidad, que es claramente mi primera virtud, porque si no eres curioso te relajas, te tumbas y te duermes.

?Eso le hace ser demasiado exigente con usted y con los dem¨¢s, con las personas que trabaja?

Demasiado no. Siempre se puede hacer mejor, te lo digo yo. En el trabajo soy una mujer de armas tomar, pero tambi¨¦n una mujer de paz. No dejo que me manejen precisamente porque creo que lo m¨¢s importante es razonar. Antes de que yo me enfade, cuento uno, cuento dos, cuento tres¡­ a lo mejor en el cuatro¡­

Vamos, que a diez no llega.

?No, no, no, ni hablar! Entonces digo: ?Esto se hace as¨ª y punto?. Pero a m¨ª no me gusta vivir enfadada. De hecho la gente siempre me dice que les he dado alegr¨ªa, fuerza, energ¨ªa. Y como la tengo, la regalo. Me gusta exteriorizar sentimientos optimistas. Porque yo soy optimista, no buena. Si lloro, sufro o me enfado lo hago en privado. Ahora, ?quieres verme cabreada? Pues bien, como buena g¨¦minis se arma la marimorena. Voy como un diablo, capito?

Capito. Y por la misma regla de tres intuyo que a usted le gustar¨¢ estar rodeada de gente inteligente a la hora de trabajar.

Yo puedo trabajar con un malvado inteligente, pero no con alguien indeciso. Prefiero a la gente que te dice las cosas altas y claras. Siempre me he sentido muy bien teniendo jefes fuertes. De hecho, admiro mucho a los hombres que toman decisiones y saben arriesgar. Porque nosotras, las mujeres, arriesgamos todos los minutos de nuestras vidas. Ellos, est¨¢ claro que no.

Y esos jefes, ?tuvieron alguna vez una actitud machista?

Podr¨ªa hacerme la v¨ªctima pero no. Hay hombres que me han comprendido y otros no, pero en general me han rodeado profesionales de muy alt¨ªsimo nivel que jam¨¢s me han provocado ese sentimiento.

?Ni siquiera a nivel de sueldo?

S¨ª, s¨ª, eso s¨ª. Pero el dinero nunca me ha interesado mucho. En realidad me enter¨¦ de que pod¨ªa ganar mucho m¨¢s cuando hice Pronto, Raffaella? Le coment¨¦ al director que a algunos presentadores hombres les estaban haciendo contratos millonarios. ??Y yo?, le pregunt¨¦. Y entonces firm¨¦ uno de ellos. Cuando vi la cifra dije: ?Mamma mia!? Y luego me compr¨¦ una casa maravillosa con vistas al mar.

?Por qu¨¦ descart¨® tan pronto el cine como parte de su profesi¨®n? Apenas hizo pel¨ªculas¡­

Mira, el cine se hace por dos motivos. Uno, porque te da mucho dinero, y dos, porque crees profundamente en ¨¦l y por eso le pones empe?o y te da igual levantarte a las seis de la ma?ana y acostarte a las seis de la tarde para no tener arrugas al d¨ªa siguiente. Desde mi punto de vista es una prisi¨®n. Yo quiero la libertad de decidir, de equivocarme, de sufrir, de ser feliz¡­ Bueno, feliz es una palabra muy grande, pero s¨ª busco la serenidad d¨ªa tras d¨ªa.

?Siempre tuvo las ideas tan claras, tambi¨¦n de joven?

?Cuando era joven era mucho peor! Dec¨ªa ?no? mucho m¨¢s a menudo. Recuerdo que en un programa ten¨ªa un dise?ador de vestuario que no me gustaba nada. Un d¨ªa me trajo un vestido de Yves Saint Laurent negro con rosas azules. No quise pon¨¦rmelo y ¨¦l me dijo: ??Pero t¨² no entiendes que esta seda cuesta una fortuna??. Mir¨¦ a la directora y volv¨ª a negarme: ??Tengo 26 a?os, quiero ponerme una minifalda! ?Este se?or no va conmigo, quiere vestirme de se?ora mayor!?. Y me dio la raz¨®n. La primera sorprendida fui yo porque la verdad es que la jefa era bastante dura.

Entrevista a Raffaella Carr¨¢ | S Moda

Y as¨ª se fue convirtiendo en un icono de estilo.

S¨ª. Llevaba trajes impensables, con sentido del humor dir¨ªa yo. Y adem¨¢s c¨®modos, para poder bailar. A lo largo de mi carrera me han acompa?ado tres dise?adores. Uno fue Corrado Colabucci, que hizo los vestidos de Mina y m¨ªos cuando present¨¢bamos Milleluci; el otro, el elegante Luca Sabatelli. Yo le dejaba hacer y luego le dec¨ªa: ??Qu¨¦ te parece si a este mono le alargamos la espalda descubierta hasta que se me vea el principio del culito?? Y ¨¦l me contestaba sorprendido: ?Es demasiado, Raffaella?. El tercero es el sastre Gabriele Mayer. Ellos me han arropado toda la vida.

?En su vida real gasta mucho en moda?

?Uy, no! Yo voy a Zara, me compro unos pantalones el¨¢sticos, una camiseta y unas zapatillas y tan feliz. Aunque parezca incre¨ªble, odio ir de compras. Quitarse el pantal¨®n, pon¨¦rselo¡­ ?buf! Eso s¨ª, cuando me siento apagada voy a Versace. ?Es una fiesta! Ah, Dio!

Digamos que le gusta invertir de vez en cuando¡­

He tenido ropa de casi todos los dise?adores italianos. Pero a m¨ª me gusta la vida c¨®moda. Incluso a la hora de escoger casa. La idea es que fuera bonita, pero sencilla. No quiero antig¨¹edades ni grandes cuadros. Me da miedo que me roben. Y, adem¨¢s, ya los veo en los museos y galer¨ªas de arte. Yo nac¨ª en la regi¨®n de Emilia-Roma?a. Mi padre era de Emilia, una zona m¨¢s tradicional, y mi madre de la Roma?a, m¨¢s abierta. De mi padre, por tanto, he heredado esa parte m¨¢s conservadora y pr¨¢ctica, m¨¢s de negocios. Cuando he ganado dinero no me he comprado un Ferrari. Igual he ido a Bulgari y le he regalado una joya a mi madre o a mi abuela Andreina, que fue la que de verdad me anim¨® a ser artista. Pero a m¨ª no me ha motivado nunca ponerme un brillo grande en la solapa. No me emociona. He invertido m¨¢s en mi hogar, en un buen arquitecto. Esa casa con vistas al mar me hace estar cerca de Dios.

?Pero es religiosa? ?Si la ha censurado el Vaticano!

A m¨ª me gusta el Papa Francisco como a todo el mundo que, por cierto, en el Vaticano deben de estar haci¨¦ndole una guerra que solo Dios sabe ¨Cvalga la redundancia¨C. Pero en realidad los curas no me gustan mucho. Prefiero a los frailes. M¨¢s la parte espiritual que la te¨®rica. No voy a la Iglesia, pero s¨ª rezo mucho para mandar energ¨ªa a las personas que quiero. Tambi¨¦n pienso en quien ya no est¨¢ porque, por desgracia, y por la edad, hay ya mucha gente que ya no est¨¢ a mi alrededor. Vas viendo c¨®mo se van piano, piano, piano.

?Tiene en sus planes morirse? Hay gente que no quiere ni pensarlo¡­

(R¨ªe). Cuando ves escrito en un papel 74 a?os piensas: ?Mamma mia! ?S¨ª que soy vieja!?. Y me pregunto: ??Pero yo soy esa de verdad? ?No ser¨¢n 47 en lugar de 77??. Pienso en la muerte de vez en cuando, claro. Lo que no quiero es sufrir. Y eso es dif¨ªcil porque en el mundo hay mucho sufrimiento, lo vemos todos los d¨ªas, montones de ni?os refugiados llorando, pateras, guerras, terremotos¡­ Muchas veces pienso: ?qu¨¦ podr¨ªa hacer? ?De qu¨¦ manera podr¨ªa ayudarles adem¨¢s de d¨¢ndoles dinero? Porque yo estoy en contra de los conciertos ben¨¦ficos que recaudan el dinero de los dem¨¢s: yo les doy el m¨ªo, lo saco de mi bolsillo.

Quiz¨¢ podr¨ªa meterse en pol¨ªtica. ?No se lo han ofrecido nunca?

S¨ª, y de diferentes partidos. Pero he dicho que no. Me gusta mucho la pol¨ªtica, estoy siempre atenta a la pel¨ªcula. Pero no va conmigo. A partir de septiembre ir¨¦ de invitada a un programa de televisi¨®n en el que te ponen a un pol¨ªtico delante y t¨² tienes la oportunidad de consultarle cosas directamente. Pero el problema es que son anguilas. No te contestan. Aunque por lo menos tendr¨¦ la oportunidad de enfadarme en directo y decir que no me ha respondido a lo que le preguntaba.

?Qu¨¦ opina de Donald Trump?

Me da miedo. Creo que en la carrera pol¨ªtica tener la capacidad de escuchar es muy importante. Y no veo que ¨¦l est¨¦ muy por la labor ni que tenga a su alrededor gente que cuente con la fuerza suficiente como para hacerle cambiar de idea. Ni siquiera Melania, su mujer. Lo alucinante es que quiera construir un muro. ?Este hombre no sabe que cuando la gente tiene hambre es capaz de cabalgar muros y monta?as? Y me parece incre¨ªble que siga vendiendo armas a Arabia Saud¨ª y que, por otro lado quite la sanidad a los m¨¢s pobres. En Miami vi una vez tumbarse de dolor en el suelo a una mujer, cerca del hospital. Y no la cogieron porque no ten¨ªa tarjeta sanitaria. ?Se puede consentir eso? Este tipo de cosas son las que me impiden creer y confiar en la pol¨ªtica al cien por cien. Como cuando en Europa no entendemos a quienes est¨¢n padeciendo la crisis, a la gente que no llega a fin de mes. No se comprende su sufrimiento. Pues es normal, porque hace diez a?os esas personas no ten¨ªan ese problema. Quiz¨¢ por eso en vuestro pa¨ªs ha ido mejor cuando precisamente no hab¨ªa gobierno, ?no te parece?

Sigamos hablando de pol¨ªtica¡­ pero de otro tipo. En 2013, en su disco Replay, volvi¨® a sorprendernos con un tema transgresor. Hablaba de los toy boys y de la moda de poner en la vida de las mujeres de cierta edad a un hombre m¨¢s joven. ?Qu¨¦ le parece la pareja Emmanuel Macron y Brigitte Trogneux?

Bueno, ¨¦l no es exactamente un toy boy, ?es un presidente! De todos modos anima mucho saber que una mujer que le lleva 25 a?os de edad pueda casarse con un hombre tan guapo y tan joven. Esto a algunas nos hace rejuvenecer autom¨¢ticamente (r¨ªe). Y ella debe tener alg¨²n secreto guardado porque lo tiene enamorad¨ªsimo.

No me diga que usted no sigue enamorando a su edad.

He vivido alguna situaci¨®n similar, pero para los artistas es diferente. Puedes tener una aventura con un chico joven, pero como sea un cretino enseguida va a salir en las revistas. Siempre he preferido el amor duradero, para toda la vida, como la pareja de la Guardia Civil.

Y as¨ª ha sido. Se cuentan dos grandes amores en su vida.

Efectivamente. El primero fue Gianni Boncompagni, mi compa?ero, mi marido¡­ siento un gran dolor, nos ha dejado hace poco. He llorado mucho y no puedo explicar lo que me hace sentir su p¨¦rdida. ?l escribi¨® todas mis canciones, esas que a¨²n se siguen bailando hoy en d¨ªa ¨Ccomo Fiesta, Pedro, Il Presidente, que tambi¨¦n fue censurada en numerosas ocasiones¨C. Ten¨ªa tres hijas y era dif¨ªcil pensar en un cuarto. Lo pasamos muy bien juntos, fue una fiesta fant¨¢stica, pero mi carrera por Europa y Am¨¦rica nos fue alejando poco a poco. Con mi segundo amor, Sergio Japino, que ha sido mi core¨®grafo, empec¨¦ en el 80 y finalizamos nuestra relaci¨®n hace unos cuatro a?os. Pero nos vemos siempre. Simplemente es un amor que ha cambiado de forma, pero que nunca, nunca, va a morir.

Y no tuvo hijos.

No, porque cuando lo intent¨¦ ya era tarde. El m¨¦dico me dijo que no pod¨ªa. Me hubiera gustado tener un hijo. Pero tengo dos sobrinos que ha sido como tenerlos.

?C¨®mo los hubiera educado?

Libertad es la palabra clave para poder vivir. Por ejemplo, me alegra especialmente que en Italia se haya aprobado la ley civil de las uniones homosexuales. Estoy muy involucrada con ese tema porque tiene que ver con la libertad de los individuos.

*Esta entrevista fue publicada inicialmente en julio de 2017