Alicia Vald¨¦s: ¡°Hoy todas podemos ser nuestras jefas de recursos humanos, autoexplotarnos, aun estando en el paro¡±
En ¡®Pol¨ªtica del malestar¡¯, esta polit¨®loga explica por qu¨¦ tomamos decisiones que nos hacen infelices
Por qu¨¦ muchos ciudadanos se sienten decepcionados y angustiados a pesar de haber conseguido lo que el sistema considera ¡®deseable¡¯; una familia nuclear, una casa en la ciudad, una n¨®mina? ?Por qu¨¦ perseveramos en un estilo de vida o en un trabajo que nos hace infelices? En el l¨²cido ensayo Pol¨ªtica del malestar (Debate) la polit¨®loga y doctora en Humanidades Alicia Vald¨¦s aplica el psicoan¨¢lisis y ahonda en las ideas de pensadoras como Ann Cvetkovich, Judith Butler o Luce Irigaray.
En el ensayo, reflexiona sobre una idea del fil¨®sofo Fredric Jameson que se hizo viral: ¡°Es m¨¢s f¨¢cil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo¡±. No tenemos tiempo para buscar alternativas. ?Estamos condenados a reproducir el sistema capitalista perpetuamente?
Durante la pandemia de la covid, seguimos trabajando y manteniendo el sistema de consumo y producci¨®n. Con la amenaza nuclear de la guerra de Ucrania pudimos crear nuevos patrones y tampoco lo hicimos. No obstante, podemos escapar. Seg¨²n Mark Fisher, no tenemos capacidad de imaginar alternativas. En mi opini¨®n, el problema es que no tenemos capacidad de desearlas.
?C¨®mo convierte el sistema otras opciones en no deseables?
Las ancla en el futuro o en el pasado eliminando su existencia en el presente, o nos convence de que no deber¨ªamos desearlas. Un ejemplo son las cooperativas. Hay agr¨ªcolas o ganaderas, pero si planteamos una de vivienda nos replican que es inviable, aunque existan ejemplos actuales. Otra estrategia es sembrar el miedo.
La izquierda explica el voto de las clases bajas a la ultraderecha aludiendo a la raz¨®n. ?C¨®mo ayuda el psicoan¨¢lisis a entender la subida de la ultraderecha?
Muchas fuerzas de izquierdas los acusan de dejarse llevar por las emociones, de comportamientos err¨¢ticos, de ser inferiores moralmente. Seg¨²n esta l¨®gica, la gente de izquierdas ser¨ªamos seres de luz¡ El paradigma de la raz¨®n se nos ha quedado corto. No podemos explicar los comportamientos diarios ni las elecciones pol¨ªticas a trav¨¦s ¨²nicamente de un paradigma que solo contempla la raz¨®n o la voluntad como motores de acci¨®n. El psicoan¨¢lisis pone sobre la mesa emociones y elementos inconscientes que no han sido contemplados con la importancia que merecen.
Rescata el psicoan¨¢lisis a pesar de su mala fama en el feminismo y en la lucha LGTBI+, ?por qu¨¦?
Por mi activismo feminista, ten¨ªa reticencias. El psicoan¨¢lisis ha sido instrumentalizado para patologizar lo no normativo, y su instrumentalizaci¨®n ha sido androc¨¦ntrica. Pero tambi¨¦n la de la medicina. Tengo endometriosis y he sufrido ese sesgo conservador al ser tratada como un ¨®rgano reproductor. Pero no por ello voy a dejar de beneficiarme de la medicina. Adem¨¢s, el psicoan¨¢lisis bebe mucho, sobre todo durante la ¨¦poca de Lacan, del feminismo. Ha habido mucha apropiaci¨®n de ideas.
Recupera una genealog¨ªa de pensadoras que han trabajado el yo, pero que han quedado obliteradas por el canon y por figuras medi¨¢ticas como Byung-Chul Han. ?Qu¨¦ ense?an sobre el yo Judith Butler o Monique Wittig?
Con sus ideas sobre el g¨¦nero o la orientaci¨®n sexual nos han ense?ado que no somos seres fijos. Debemos aplicar esta idea de lo fluido a otras instancias. A nivel pol¨ªtico, los partidos venden una identidad estanca. Como el nacionalismo, que intenta vender una identidad fija. Sin embargo, esa identidad no est¨¢ cerrada: m¨¢s que de identidad, hablemos de procesos de identificaci¨®n.
?C¨®mo se aprovecha el capitalismo de ese ser no cerrado?
Siempre pongo el ejemplo de Axe, el desodorante que te hace heterosexual. La marca sabe que no va a funcionar, que no vas a tener a las chatis detr¨¢s; es decir, que no alcanzar¨¢s la identidad del hetero de ¨¦xito. Por eso ante ese fracaso, Axe lanza m¨¢s productos para que vuelvas a intentarlo.
El sistema ha convertido en poco deseable la lucha obrera y sindical. Vivimos anestesiados en la cultura del esfuerzo y la happycracia: las empresas incorporan yoga o mindfulness. ?Por qu¨¦ nos cuesta tanto luchar contra los abusos?
Las empresas empezaron con bonos de gimnasio y zonas de caf¨¦ hace 15 a?os. Ahora estamos en un ¡°puedes tomarte un t¨¦ matcha en la zona friendly y traer a tu perro una vez a la semana¡±. El resumen ser¨ªa: matcha, s¨ª; sindicatos, no. Con la crisis de 2008, subi¨® el paro y surgieron otros discursos. Hoy todas podemos ser nuestras jefas de recursos humanos, autoexplotarnos, aun estando en el paro. El paradigma ser¨ªa la estafa piramidal de Llados: no es suficiente con levantarse a las cinco de la ma?ana para hacer burpees y ducharse con hielo. No va a funcionar si no lo deseas. No vale con ser obediente y sumisa: debes desearlo.
?C¨®mo esclaviza la marca personal?
Bajo esa etiqueta decimos ¡°soy un producto¡±, todo lo que hago es susceptible de generar beneficio. Todo se vincula a una capitalizaci¨®n de una misma. Eso genera culpa y si no lo logramos, somos unas fracasadas.
Me recuerda a la meritocracia heredera de Napole¨®n: si no alcanzas el ¨¦xito, la culpa es tuya.
Hay palabras, como meritocracia, que se rellenan de significados ambiguos. Est¨¢ tambi¨¦n el voluntarismo m¨¢gico: repetir una rutina pensando que eso nos llevar¨¢ a un resultado. Nos tendr¨ªamos que plantear otra pregunta: ?y si no quiero que suceda?