Concepci¨®n Arenal: por qu¨¦ leer ¡®La mujer del porvenir¡¯ es la mejor manera de honrar la memoria de la madre del feminismo espa?ol
Su compromiso con los menos afortunados, su sentido de la justicia y el reformismo social hicieron de ella un personaje inc¨®modo para el siglo XIX. N¨®rdica Libros honra su memoria, aprovechando que se cumplen 200 a?os de su nacimiento, con una reedici¨®n de una de sus mejores obras.
?Concepci¨®n Arenal (Ferrol, 1820 ¨C Vigo, 1893) fue una adelantada a su tiempo. Cuando ninguna mujer pod¨ªa acceder a la universidad, ella se empe?¨® en seguir aprendiendo y consigui¨® llegar a un acuerdo con el rector para poder estudiar. Fue una pionera del feminismo y defendi¨® en sus escritos la igualdad, luchando contra las teor¨ªas que promov¨ªan la superioridad del hombre. Hay que comprender la labor y, sobre todo, el trabajo de una mujer tan influyente. Por eso recuperamos su obra?. El que habla es Diego Moreno, director editorial de N¨®rdica Libros, el sello independiente que ha decidido descorchar el a?o con una reedici¨®n que, por primera vez, agrupa La mujer del porvenir (1869) y La mujer de su casa (1983). Dos tratados que ponen de manifiesto la altura intelectual de una de las escritoras, pensadoras y activistas espa?olas m¨¢s importante del siglo XIX, incluyendo tambi¨¦n en este saco al g¨¦nero masculino. Consagr¨® su vida a la defensa de la mujer, la reforma penal y la causa obrera, movida por la preocupaci¨®n social y humanitaria. Aunque la mayor¨ªa de sus libros vieron la luz p¨®stumamente, public¨® m¨¢s de 500 art¨ªculos, particip¨® en tertulias pol¨ªticas y literarias (disfrazada de hombre en algunas para poder exponer sus ideas, como ya hiciera en la facultad de derecho) y firm¨® numerosas disertaciones.
?Solemos olvidar el papel que muchos pioneros tuvieron en el logro de derechos que ahora nos parecen incuestionables. Y cuando son mujeres sucede a¨²n con m¨¢s frecuencia. El caso de Arenal es claro, pues escasa gente conoce su aportaci¨®n o su actividad en las c¨¢rceles como visitadora. Y sus textos fueron y son necesarios. Como muestra esta cita suya: ¡®Es un error grave y de los m¨¢s perjudiciales, inculcar a la mujer que su misi¨®n ¨²nica es la de esposa y madre [¡]. Lo primero que necesita es afirmar su personalidad, independientemente de su estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene derechos que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie'?, explica Moreno a S Moda. Pese a la validez de sus reflexiones, fueron pocos los que la escucharon y menos todav¨ªa los que la leyeron. Sin embargo, su voz ha ido adquiriendo volumen y sus palabras alcance hasta la perfecta conjura del tiempo: en 2020 se cumplen 200 a?os de su nacimiento y esta redondez num¨¦rica ha tra¨ªdo consigo la restauraci¨®n de su memoria. Hablamos con Anna Caball¨¦, autora de la biograf¨ªa Concepci¨®n Arenal: La caminante y su sombra (Taurus, 2018) y responsable del pr¨®logo de este nuevo volumen ilustrado por Antonia Santolaya, sobre la gran inconformista decimon¨®nica.
M¨¢s all¨¢ de que el 31 de enero de 2020 sea su bicentenario, ?por qu¨¦ es importante rescatar a Arenal y a su obra?
Porque su figura resulta extremadamente actual: sus preocupaciones ¨¦ticas son las nuestras. Fue una pionera en la defensa de los derechos humanos, de la justicia social, de la necesaria reforma penitenciaria que se llevar¨ªa a cabo, finalmente, sin ella. Todas sus propuestas fueron acept¨¢ndose y algunas nos siguen interpelando. ?C¨®mo encauzar, por ejemplo, los desbordados centros de acogida de inmigrantes? Es una pregunta que, sin duda, a d¨ªa de hoy, Arenal le dar¨ªa una respuesta.
?Por qu¨¦ recuperar estos dos ensayos de entre toda su producci¨®n (y anexionarlos) resulta interesante para el lector de hoy?
Arenal siente una breve euforia (en la medida en que ella pod¨ªa experimentar este sentimiento), o al menos un razonable optimismo, con la revoluci¨®n democr¨¢tica de 1868 y la abdicaci¨®n de Isabel II. Cree que ha llegado el tiempo de las verdaderas reformas en la sociedad espa?ola. Y de ah¨ª su primer ensayo sobre la mujer que vendr¨¢, es decir, la mujer que ser¨¢ fruto de los cambios pol¨ªticos y sociales que ella deseaba que llegaran. Lo escribe en poco m¨¢s de un mes, en 1869. Pronto se desenga?¨® y La mujer de su casa se desarrolla ya desde otra perspectiva, m¨¢s consciente de la realidad: nada cambiar¨¢, se convence, si las amas de casa no cambian su perspectiva y se integran en el mundo en el que viven. La vigencia de estos dos ensayos radica en la importancia de que la mujer adquiera conciencia pol¨ªtica y se comprometa con su propia causa.
En el pr¨®logo se?alas que La mujer de su casa, pese a ser superior en ambici¨®n y pensamiento, ha quedado oscurecido por La mujer del porvenir. ?C¨®mo se explica que se haya le¨ªdo (y se lea) con menos provecho?
Antes, porque su denuncia del papel acomodaticio y ego¨ªsta, falto de conciencia pol¨ªtica, del ama de casa (que solo piensa en los suyos, pero no en el bien com¨²n) no cay¨® bien, como es l¨®gico, entre las mujeres de clase media y alta que se vieron enjuiciadas por Arenal. Despu¨¦s, entiendo que la inercia intelectual ha jugado su papel y no se ha visto el alcance de su planteamiento. Si se considera a las amas de casa a favor del cambio toda la sociedad gana.
Si bien el germen de La mujer del porvenir se encuentra en las Conferencias Dominicales de 1869 y el de La mujer de su casa en un art¨ªculo redactado por Gumersindo de Azc¨¢rate en 1882, ?cu¨¢l es el germen que motiv¨® a Arenal a cuestionar el orden establecido y a defender a los colectivos discriminados mediante un discurso propio?
Es dif¨ªcil concretar cu¨¢les son los est¨ªmulos reales sobre los cuales una persona edifica su personalidad. Sin salir del ¨¢mbito especulativo, creo que fue el hecho de ver a su padre, ?ngel del Arenal, un hombre que amaba a su pa¨ªs por encima de todo, proscrito, expulsado del ej¨¦rcito por sus ideas liberales, lo que determin¨® su elevado grado de conciencia pol¨ªtica y moral. La impresi¨®n que da es que por debajo o por encima de todos los seres marginados a los que defiende est¨¢ viendo a su padre.
En una ¨¦poca en la que los derechos de las mujeres estaban cercenados, releg¨¢ndolas al espacio dom¨¦stico y sin posibilidad de desarrollar su vocaci¨®n intelectual, ?c¨®mo consigue Arenal sortear el machismo y dar salida a sus inquietudes hasta convertirse en uno de los personajes m¨¢s destacados del XIX?
No es la ¨²nica. Ella forma parte de una generaci¨®n de escritoras rom¨¢nticas (Carolina Coronado nace el mismo a?o que Arenal, 1820) que se creen que la libertad defendida y propagada por el Romanticismo tambi¨¦n alcanza a las mujeres. Se lo creen de verdad, cada una a su modo, y proponen cambios, tanto a nivel sentimental (en las relaciones de pareja) como en lo referente al derecho de la mujer al conocimiento y la cultura. Ella estar¨¢ imbuida de estas ideas y las llevar¨¢ a la pr¨¢ctica m¨¢s lejos que ninguna mujer de entonces.
Antes de poder resignificar los c¨®digos tradicionalmente feminizados, mujeres como Arenal tuvieron que renunciar a ellos y alinearse con lo le¨ªdo universalmente como masculino para ocupar el espacio p¨²blico (y abrir camino). ?Hasta qu¨¦ punto ella misma fue v¨ªctima del machismo que reprobaba en sus escritos?
La cuesti¨®n es que ella hace corresponsables a las mujeres de su situaci¨®n. ?Mujeres, pensad? era su lema. Podr¨ªamos decir que Arenal es una asimilada, en t¨¦rminos cr¨ªticos actuales, en el sentido de que lo que escribe en su mayor parte se dirige a los pensadores, a los legisladores y responsables pol¨ªticos de su tiempo. Todos varones. Ella, de alg¨²n modo, les invita a que no la vean como mujer sino como a un ser pensante y que atiendan a lo que dice, no a su condici¨®n femenina. Digamos que la emancipaci¨®n de la mujer, para ella, era un hecho m¨¢s dentro de su lucha por una sociedad justa.
Vemos como el ideario arenaliano evoluciona mucho en muy poco tiempo y deja constancia de la rectificaci¨®n de sus reflexiones sin que le tiemble el pulso. ?Cu¨¢l fue su mayor transici¨®n de pensamiento
Digamos que de ser una joven rebelde, ut¨®pica, con ideas extraordinariamente avanzadas y desafiantes para su tiempo, va adquiriendo un sentido pr¨¢ctico y ajustado a las necesidades. Renuncia a su rebeld¨ªa juvenil, y se hace una mujer m¨¢s melanc¨®lica, severa y reservada. La transici¨®n definitiva se produce cuando escribe en Potes El visitador del pobre, all¨ª intenta ajustar su neta vocaci¨®n filos¨®fica al escenario ben¨¦fico que pod¨ªa ser aceptable en una mujer.
Aunque de mentalidad aventajada y precursora del feminismo en Espa?a, el per¨ªodo hist¨®rico que le toc¨® vivir fue un condicionante inesquivable. ?Cu¨¢les de sus aportaciones han quedado obsoletas y, muy probablemente, enmendar¨ªa hoy?
Eso es muy dif¨ªcil de decir y tampoco tiene mucho sentido. Las personas responden a las cuestiones que su tiempo plantea. El resto es conjeturar. Pero es evidente que su apuesta por el rigor y el puritanismo sexual en las mujeres envejeci¨® muy pronto. Para m¨ª es el aspecto menos defendible de su obra. Aunque puede entenderse. Ella estaba convencida de la superioridad moral de la mujer ¨C?necesit¨¢ndolo m¨¢s, delinque menos?, dec¨ªa?¨C y le parec¨ªa que, por ello, deb¨ªa ser un sujeto ejemplar y guiar al hombre en su perfeccionamiento moral. Las mujeres del siglo XX no compraron esa idea.
La ferrolana sosten¨ªa que la compasi¨®n ha de vertebrar y fomentar las virtudes c¨ªvicas de la sociedad; que el objetivo del ser humano no es el progreso econ¨®mico sino moral, tratar de ser mejores personas. ?Hemos perdido de vista la br¨²jula a la que hace alusi¨®n la fil¨®sofa?
Muchas veces pienso en c¨®mo ver¨ªa Arenal la actualidad. Para ella, en efecto, el progreso del ser humano deb¨ªa ser ante todo un progreso moral, un progreso en los grandes ideales de justicia, tolerancia, cultura y respeto al otro. La compasi¨®n, es decir la actitud de comprensi¨®n (hoy lo llamar¨ªamos empat¨ªa) hacia el otro era el eje de su filosof¨ªa. ?Podr¨ªa entender que hoy vivamos en nuestro cub¨ªculo mental, colgados de un m¨®vil?
Leyendo sus reflexiones, ?realmente hemos avanzado tanto como nos gusta creer?
S¨ª y no. Avanzamos y retrocedemos, siempre ha sido as¨ª, pero es fundamental que conozcamos nuestro pasado y las concepciones que lo alimentaron.
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