Daniela Dr?scher: ?Un cuerpo gordo no encaja con la idea de superarse para ascender as¨ª que es una provocaci¨®n?
La escritora alemana creci¨® marcada por la visi¨®n de su padre sobre el cuerpo de su madre: ¡°Cargu¨¦ con el aplastante peso de su desdicha¡±. Ahora exorciza sus recuerdos en una autoficci¨®n.
A Daniella Dr?scher le han hecho falta 45 a?os para atreverse a contar su infancia en la regi¨®n alemana de Renania-Palatinado. Una ni?ez dominada por el cuerpo de su madre: ¡°Desde que aprend¨ª a escribir supe que quer¨ªa compartir esta historia, pero me llev¨® mucho decidir c¨®mo hacerlo. Hasta que me di cuenta de que ten¨ªa que ser desde la perspectiva de la ni?a¡±. El resultado, Mentiras sobre mi madre, es una tragic¨®mica autoficci¨®n en la que se trenzan la gordofobia, las relaciones de poder, los cuidados o el machismo que lo empapa todo. ¡°Creo que al leer la novela se ve que hay mucho vivido dentro de ella. El drama de mi infancia fue el drama de este cuerpo materno supuestamente demasiado grande. No ten¨ªa otra opci¨®n, ese deb¨ªa ser el centro¡±.
En el libro hay una escena especialmente dura, cuando la protagonista empieza a sentir verg¨¹enza de su madre. ?C¨®mo le afecta a una ni?a que est¨¢ formando su visi¨®n del mundo crecer con estos estereotipos? Al principio es bastante inocente y no ve el problema del peso, como suelen hacer los ni?os. No entiende qu¨¦ hace mal su madre, pero va aprendiendo. En unas circunstancias as¨ª una ni?a interioriza que el cuerpo femenino nunca es suficiente, nunca est¨¢ bien, siempre ser¨¢ valorado y juzgado desde el exterior. Yo intent¨¦ comprender este mecanismo para poder hacer una especie de exorcismo con mi escritura.
?Por qu¨¦ cree que genera tanto odio el cuerpo gordo, especialmente el cuerpo gordo de las mujeres? Una raz¨®n es la constante exigencia de rendimiento, un cuerpo gordo no encaja con la idea de querer mejorar, de superarse para ascender dentro de la sociedad, as¨ª que supone una provocaci¨®n. Adem¨¢s, en Alemania todav¨ªa pervive una idea del cuerpo que fue moldeada por la ideolog¨ªa nazi, una visi¨®n r¨ªgida y casi militar de disciplina; sobre alguien no delgado planea siempre la sospecha de la despreciable pereza.
?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le ha sorprendido al revisar los a?os ochenta en los que se sit¨²a la historia? Lo m¨¢s triste creo que fue comprobar que no exist¨ªa ning¨²n modelo a seguir, ni en el mundo musical, ni en el cine¡ en ning¨²n escenario hab¨ªa una mujer gorda y segura de s¨ª misma diciendo ¡°esta soy yo¡±. Por eso la madre se siente tan sola. Me pareci¨® tambi¨¦n interesante ver que no se sab¨ªa nada del da?o que se hac¨ªan las mujeres con aquellas dietas. No fue hasta principios de los noventa cuando se empez¨® a entender el efecto yoy¨® y lo da?ino que es para el organismo. Me da la sensaci¨®n de que en los ochenta todas las mujeres guardaban en su caj¨®n tablas de calor¨ªas.
Ahora hay alg¨²n referente m¨¢s¡ S¨ª, pero tambi¨¦n tenemos la contracorriente de la silueta optimizada y superdelgada que aparece a diario en Instagram. Parece que va de qui¨¦n grita m¨¢s, cu¨¢l de las dos ideas se va a imponer: ?la diversidad o la norma patriarcal de siempre? En esto tiene mucho que ver c¨®mo eduquemos a nuestros propios hijos e hijas.
Se?ala que al capitalismo le interesa la inseguridad femenina: ¡°Si todas las mujeres del mundo se despertaran ma?ana sinti¨¦ndose a gusto con su figura, la econom¨ªa mundial se vendr¨ªa abajo¡±. ?Es posible abrir los ojos cuando el sistema hace odiar el propio cuerpo? S¨ª, pero hace falta crear redes de empoderamiento. He estado hace poco en Islandia y all¨ª todas las mujeres, casi un 90% de ellas, hicieron en 1975 una huelga. Se trata de buscar momentos colectivos y no singularizarse o separarse para no sentirse sola o asilada. Incluso se podr¨ªa pensar en una huelga de belleza o de dietas.
No se suele hablar de colectivizaci¨®n al hablar de cuerpos. Pero la dieta no es asunto individual o privado, sino una herramienta muy eficaz y maliciosa de sometimiento de la mujer.
En Daddy Issues, la escritora Katherine Angel apunta que en la cuarta ola feminista se deja al margen al padre, figura fundamental en las estructuras de poder. A usted no le tiembla el pulso al condenarle. ?Fue dif¨ªcil? Me di cuenta de que muchas feministas marcan una l¨ªnea divisoria antes de hablar de sus padres: puedes criticar al patriarcado, pero nunca a pap¨¢. Es superdoloroso mirar a una persona a la que amabas y amas hacer cosas horribles, pero creo que es importante. Porque todo esto no funciona sin analizar al propio padre, porque el padre cl¨¢sicamente representa al poder. Y si queremos seguir avanzando en el desarrollo de las ideas sobre el poder, si queremos entender el poder como responsabilidad, tenemos que analizar y diseccionar a nuestro padre y su mirada en la mirada que se ha inscrito en nosotras.
Sobre su historia planean las intersecciones de cuerpo y clase. ?Con dinero seguramente todo hubiera sido distinto? El tiempo y el dinero definitivamente juegan un papel en cualquier pol¨ªtica corporal. Y, sin embargo, no se puede enfocar desde un feminismo blanco que delegue el trabajo de cuidados en mujeres migrantes m¨¢s pobres para que se establezca una cadena. No se trata de traspasar el trabajo, sino de pagar bien y de valorar este tipo de cuidados, ah¨ª deber¨ªa estar la batalla. Es tr¨¢gico, pero tambi¨¦n necesitaba incluir el momento en el que la madre recibe una herencia para visibilizar que llega un punto en el que ya no es solo una cuesti¨®n financiera: tiene el dinero para irse, pero ni siquiera ha aprendido a tener derecho sobre ello.
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