¡®Ellas hablan¡¯: el caso de las menonitas a las que ni Dios ni Sat¨¢n violaban mientras dorm¨ªan
La s¨¦ptima novela de Miriam Toews se inspira en los hechos de una colonia boliviana para imaginar qu¨¦ hubiese pasado si las mujeres y ni?as violadas por los hombres de su comunidad hubiesen tomado la palabra.
Al inicio de Ellas hablan (Sexto Piso, 2020), la s¨¦ptima novela de la canadiense Miriam Toews (Steinbach, 1964) una nota advierte al lector:
?Entre 2005 y 2009, en una remota colonia menonita de Bolivia llamada Manitoba, como la provincia canadiense, muchas mujeres y ni?as se levantaban por la ma?ana doloridas y con sensaci¨®n de modorra, sus cuerpos amoratados y sangrantes, como consecuencia de haber sido agredidas por la noche. Estas agresiones se atribuyeron a fantasmas y demonios. Ciertos miembros de la comunidad eran de la opini¨®n? de que o Dios o Sat¨¢n estaban castigando a las mujeres por sus pecados; un grupo muy numeroso las acusaron de mentir para llamar la atenci¨®n o encubrir adulterios: hubo incluso quienes creyeron que era todo fruto de la viva imaginaci¨®n femenina. Con el tiempo se descubri¨® que ocho hombres de la colonia hab¨ªan administrado anest¨¦sico para animales a sus v¨ªctimas para dejarlas inconscientes y as¨ª poder violarlas?.
Resuelto en los juzgados en 2011 cuando un tribunal boliviano hall¨® culpables a estos hombres de violar y anestesiar a 151 mujeres y ni?as con un potente anest¨¦sico tomado de la belladona ¨Cfueron descubiertos por otros hombres de la comunidad y los llevaron ante la justicia¨C, el incidente inspira la novela de Toews ?como una reacci¨®n a trav¨¦s de la ficci¨®n a estos hechos reales como un acto de imaginaci¨®n femenina?.
En Ellas Hablan, ocho mujeres de dos clanes familiares (las Loewen y las Friesen) celebran dos asambleas en el granero de la comunidad menonita de Molotschna para decidir qu¨¦ hacer antes de que el resto de hombres de la comunidad y sus agresores ¨Chermanos, t¨ªos y primos que han violado a las mujeres y ni?as de la comunidad, unas 300, entre 2005 y 2009¨C vuelvan a sus tierras tras ser arrestados y puestos en prisi¨®n provisional. Estas mujeres, a las que se les ha negado el acceso a la lectura y escritura y que solo hablan un alem¨¢n arcaico, decidir¨¢n, durante dos intensas jornadas de debate, entre tres opciones a elegir como respuesta a las agresiones: no hacer nada, quedarse y luchar contra ellos cuando vuelvan (?Han abusado de nosotras como si fu¨¦semos animales; a lo mejor deber¨ªamos responder en consonancia?, dice Greta Loewen) o irse y abandonar Molotschna para siempre antes de que los hombres vuelvan.
Durante 194 p¨¢ginas, esta especie de di¨¢logo socr¨¢tico entre integrantes de distintas generaciones en busca de su destino se convierte en un interesante escenario donde, con un fino y mordaz sentido del humor, se indaga y debate en ideas tan trascendentales como el perd¨®n, la venganza, la banalidad del mal, la existencia de Dios o la validez del pacifismo. Toews no es ninguna intrusa y sabe lo que cuenta: hasta los 18 a?os vivi¨® en una comunidad menonita, una corriente protestante (anabaptista) que se muestra cerrada al progreso (sin televisi¨®n, sin Internet, sin tel¨¦fono) y suele asentarse en colonias agr¨ªcolas. Mandamos unas preguntas a la escritora por correo electr¨®nico a prop¨®sito de su libro y esto fue lo que nos contest¨®:
?Por qu¨¦ escribir este libro?
Cuando me enter¨¦ de los ataques en la colonia de Manitoba me horrorizaron, como a todo el mundo. No me sorprendieron, pero ten¨ªa muchas preguntas. ?C¨®mo hab¨ªa podido pasar esto? ?C¨®mo pod¨ªa haber durado tanto tiempo? ?Qu¨¦ har¨¢n esas mujeres? ?Qu¨¦ har¨¢ la comunidad menonita al respecto? Me pas¨¦ a?os pensando en esos ataques y en las mujeres y ni?as que fueron v¨ªctimas, y c¨®mo estructurar una respuesta escrita. He estado luchando contra el patriarcado ¨Cparticularmente, con lo que viv¨ª en la cultura menonita¨C durante cincuenta a?os. Las violaciones de Bolivia pasaron en las colonias m¨¢s fundamentalistas, autoritarias y patriarcales pero estas condiciones, en mayor o menor grado, existen en cualquier parte del mundo. Quer¨ªa escribir un libro que fuese una protesta pero tambi¨¦n un acto de solidaridad con las mujeres y ni?as de estas comunidades; as¨ª como ofrecer una esperanza empoderadora de que el cambio es posible.
?Si no sabemos que estamos en la c¨¢rcel, ?entonces somos libres??, se pregunta Ona en el libro. ?Crees que las menonitas llegan a percibir as¨ª sus vidas, como una c¨¢rcel?
S¨ª y no. Algunas quiz¨¢. Creo que la libertad, o la sensaci¨®n de ser libre, es totalmente subjetiva. Las mujeres del libro se ponen de acuerdo en tres cosas que s¨ª quieren: proteger a sus ni?os, mantener su fe y pensar por s¨ª mismas. Quiz¨¢ eso no represente la ?libertad? para ellas, pero es que vista como tal tampoco es su objetivo primordial.
En el libro has decidido no describir las agresiones que sufren.?
No quer¨ªa recrear los ataques. Cre¨ªa que si lo hac¨ªa, era como volver a violarlas. Podemos imaginar qu¨¦ paso y nuestra imaginaci¨®n, de forma individual, es mejor para ¡®ver¡¯ y ¡®sentir¡¯ el horror de lo que pas¨® durante los ataques. Funciona mejor que en una p¨¢gina. Quer¨ªa escribir sobre lo que pasa despu¨¦s. Quer¨ªa pensar sobro ello. Escuchar y ver lo que las mujeres har¨ªan en respuesta a los ataques y c¨®mo se organizar¨ªan para debatir las opciones con un plan.
M¨¢s all¨¢ de lo terror¨ªfico de la situaci¨®n, la novela tiene much¨ªsimo sentido del humor.
Porque estas mujeres son seres humanos como cualquier otra mujer. Son divertidas, se r¨ªen y bromean, se pican entre ellas y discuten y luchan y se contradicen y se cachondean de las cosas. Todo al tiempo de haber sido v¨ªctimas de un trauma. Su humor es subversivo, muy necesario en estas culturas, tambi¨¦n como herramienta de supervivencia y como mirada natural del mundo, incluso en uno tan cerrado como el suyo. Todo es absurdo, da risa y es terriblemente doloroso e injusto al mismo tiempo.
?Nuestra libertad y seguridad son nuestros objetivos ¨²ltimos, y son los hombres quienes nos impiden lograr estos objetivos?, dice Mariche en las p¨¢ginas del libro. Esto no solo afecta a las menonitas.
S¨ª, absolutamente.
Es interesante leer sobre c¨®mo las mujeres debaten sobre el pacifismo pese a su instinto de ser violentas contra los violadores de su comunidad. En el libro se le atribuye a su religi¨®n y creencias. ?C¨®mo valoras esta moral pacifista de rechazar la violencia contra los agresores?
No creo que la violencia o la venganza consiga nada m¨¢s que crear m¨¢s violencia y m¨¢s odio. La sociedad necesita ir a las ra¨ªces del porqu¨¦ del abuso sexual y la violencia de g¨¦nero para educar a los agresores o los potenciales agresores. Los hombres se ven con derecho a deshumanizaci¨®n a las ni?as y las mujeres, esto son conductas y actitudes arraigadas que deben cambiar. Estos patrones de abuso son f¨¢ciles de entender, particularmente en comunidades aisladas y autoritarias.
Tambi¨¦n abres el dilema de c¨®mo los hombres y las mujeres son v¨ªctimas del patriarcado. Los agresores son v¨ªctimas, a su vez, del sistema.? ? ? ? ?
S¨ª. Obviamente, las mujeres son las que m¨¢s lo sufren y las m¨¢s da?adas bajo el patriarcado, pero ambos ¨Cmujeres y hombres¨C son v¨ªctimas de estas jerarqu¨ªas de poder. Han sido llevados a creer en ciertas cosas sobre sus derechos o la falta de los mismos.
??No somos revolucionarias, somos mujeres normales, somos madres y abuelas?, dice ?gata a August en el libro, pero hay m¨¢s revoluci¨®n y pol¨ªtica en todos sus di¨¢logos y decisiones que en muchas de las leyes del gobierno.?
As¨ª es. Es algo de lo que no me hab¨ªa dado cuenta hasta que escrib¨ª este libro, c¨®mo de amenazada se siente la gente por la simple idea de un grupo de mujeres junt¨¢ndose para hablar.
?Este tipo de agresiones no est¨¢n solo relacionadas con las menonitas. La mayor¨ªa de violaciones se dan en el ¨¢mbito familiar y leyes como Marry-your-rapist eximen a los violadores?de la c¨¢rcel si se casan con la v¨ªctima. Durante la promoci¨®n del libro, ?has tenido la impresi¨®n de que la gente que se siente horrorizada con tu historia despu¨¦s desconoce las ra¨ªces de la cultura de la violaci¨®n?
S¨ª, pero creo que la gente cada vez es m¨¢s consciente de la cultura de la violaci¨®n, especialmente en estos tiempos. Creo que lo est¨¢n empezando a comprender.
?Qu¨¦ conexiones tiene el libro con tu vida como menonita?
Nac¨ªa y crec¨ª en una peque?a, muy religiosa y conservadora comunidad menonita que todav¨ªa es autoritaria y fundamentalista. No estaba tan cerrada al mundo como las colonias ultraconservadoras de Sud¨¢merica, pero las ense?anzas y la iglesia eran exactamente las mismas.
?Qu¨¦ recuerdas de tu infancia como menonita? ?Sigues conectada a la comunidad?
Tengo muy buenos recuerdos. Mis padres me protegieron de los elementos m¨¢s duros de la iglesia y la comunidad nos anim¨® a m¨ª y a mi hermana a hablar por nosotras mismas. Pero eso no es as¨ª para todo el mundo. El silenciamiento de mujeres y ni?as y los derechos sobre hombres y los ni?os, aquellas expectativas y reglas rid¨ªculas centradas en la disciplina, la culpa, la verg¨¹enza y el castigo no son cosas que extra?o, o que nunca olvidar¨¦.
?Has tenido contacto con ellos tras la publicaci¨®n del libro?
Los ancianos de la comunidad mantienen la colonia cerrada a forasteros y menonitas seculares como yo. He escuchado, no obstante, a trav¨¦s de la vida menonita, que algunas de las familias han dejado la colonia. Y que otros est¨¢n m¨¢s interesados que nunca en barrer bajo la alfombra toda la verdad sobre las violaciones y los ataques.
Margaret Atwood recomienda tu libro. ?C¨®mo lidias con las comparaciones con El cuento de la criada?
Si te soy sincera, no pienso mucho en ello. No creo que sea una comparaci¨®n precisa, pero aprecio el apoyo.
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