La v¨ªctima de la violaci¨®n m¨¢s medi¨¢tica de EE UU sale del anonimato en ¡®prime time¡¯
?Qu¨¦ pasar¨ªa si la v¨ªctima de La Manada diese una entrevista en televisi¨®n? Chanel Miller, la superviviente de la violaci¨®n de Brock Turner cuya agresi¨®n tambi¨¦n conmocion¨® y moviliz¨® a las bases feministas de EEUU, da un paso al frente y publica sus memorias.
La noche del 17 de enero de 2015,?Brock Turner viol¨® a una joven a la salida de una fiesta de una fraternidad.?Tal y como probaron varios testigos en el juicio, el universitario de primer a?o en Stanford se aprovech¨® de que ¨¦sta hab¨ªa consumido alcohol y estaba inconsciente. La viol¨® en plena calle, tirada detr¨¢s de unos contenedores de basura. Dos estudiantes suecos que pasaban por el campus con sus bicis lo vieron, le increparon su conducta ¨Cnotaron que la chica no sab¨ªa lo que estaba pasando¨C y Turner huy¨®. La polic¨ªa lo arrest¨® tras la denuncia. Turner, de familia acomodada, pag¨® una fianza de 150.000 d¨®lares y se celebr¨® un juicio en el que se le acusaba de cinco cargos. Se le encontr¨® culpable de tres de ellos. La m¨¢xima sentencia eran 14 a?os pero el juez que presidi¨® el caso, Aaron Persky, lo conden¨® a apenas seis meses de presi¨®n. Solo cumpli¨® tres y volvi¨® a casa. El caso conmocion¨® a todo un pa¨ªs y levant¨® una oleada de indignaci¨®n por exponer las fisuras de la justicia estadounidense ante las agresiones sexuales.
Durante todos estos a?os esa chica ha sido conocida como Emily Doe, la superviviente del violador nadador de Stanford. Su alias, una alteraci¨®n del Jane Doe al que se recurre en?las acciones legales cuando se protege la identidad de una mujer, fue el sobrenombre elegido cuando, en el verano de 2016 y antes del hurac¨¢n del #MeToo, la v¨ªctima decidi¨® compartir a trav¨¦s de BuzzFeed el texto que ella misma ley¨® en la vista para sentencia de su violador. ¡°A¨²n si la sentencia es leve, espero que esto despierte a la gente¡±, dijo. ¡°Quiero que el juez sepa que ha iniciado un peque?o fuego. Al menos, esta es una raz¨®n para que todos nos unamos a hablar m¨¢s sobre este tema?.
La repercusi¨®n del texto fue descomunal: 18 diputados ¨Cquince dem¨®cratas y tres republicanos¨C leyeron la carta en la C¨¢mara de Representantes de EEUU y miles de mujeres compartieron sus propias agresiones desde sus redes impulsadas por el valor del alegato. M¨¢s all¨¢ del demoledor relato personal de la agredida sobre el trauma psicol¨®gico y afectivo y la indefensi¨®n ante una agresi¨®n que no pod¨ªa recordar, el escrito expon¨ªa la problem¨¢tica gesti¨®n de las violaciones frente a la justicia (?Fui azotada con preguntas punzantes que diseccionaron mi vida personal, mi vida amorosa, mi vida pasada, mi vida familiar, preguntas inanes, acumulando detalles triviales para intentar encontrar una excusa para este sujeto que me tuvo semidesnuda antes incluso de molestarse en preguntar mi nombre?); as¨ª como la necesidad de asumir socialmente a la violaci¨®n por lo que es, sin aplicar atenuantes morales pero sin una b¨²squeda de revancha punitiva: ¡°Le dije al oficial de libertad condicional que no quiero que Brock se pudra en la c¨¢rcel. No dije que no merezca estar tras las rejas [¡]. Lo que realmente quer¨ªa para Brock, era que entendiera y admitiera sus delitos?.
El pr¨®ximo 22 de septiembre, la superviviente del violador de Stanford se deshar¨¢ para siempre de ese alias y aparecer¨¢ en televisi¨®n con su nombre real, Chanel Miller, en una entrevista en prime time en?60 minutes. All¨ª apuntar¨¢ los motivos de la publicaci¨®n de sus memorias, Know my name (Conoce mi nombre) y su voluntad de desterrar el anonimato. La cadena CBS adelant¨® esta misma semana una previa de la entrevista y The New York Times public¨® el mismo d¨ªa un art¨ªculo donde avanzaban el proceso de acuerdo con la editora del libro, que saldr¨¢ a la venta el d¨ªa 24, dos d¨ªas despu¨¦s de la entrevista televisada.
She has been known to the world as ¡°Emily Doe,¡± the sexual assault victim of Stanford swimmer Brock Turner. Now she¡¯s revealing her name and face. Chanel Miller, here reading her victim impact statement, gives her first interview to "60 Minutes" https://t.co/U4GDOofVj6 pic.twitter.com/cpVMwCZ4Sk
— 60 Minutes (@60Minutes) September 4, 2019
Imaginen el impacto social que supondr¨ªa que la superviviente de la Manada ofreciese una entrevista televisada. Es lo que est¨¢ pasando en EEUU. Los casos de Miller y la joven de la violaci¨®n m¨²ltiple en los sanfermines tienen ciertos paralelismos. Ambos movilizaron masivamente a las bases feministas de su pa¨ªs, coparon debates pol¨ªticos y medi¨¢ticos e incentivaron la conversaci¨®n social sobre la violaci¨®n, el consentimiento sexual y las grietas del sistema judicial.
La salida de Chanel Miller del anonimato, esa ruptura con el refugio de intimidad sacramental de la mujer violada (la mayor¨ªa de publicaciones incide en destacar?la fascinaci¨®n sobre el hecho de poder ?ver su cara? y ?saber su nombre?) abre un nuevo cap¨ªtulo en la imparable revoluci¨®n sobre la identidad de las supervivientes de las agresiones sexuales.
Cuando Joan Didion analiz¨® en Viajes Sentimentales el caso del asalto y violaci¨®n a la corredora de Central Park en 1989, puso las bases sobre esta suerte de mistificaci¨®n social que rodea a la mujer violada:
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- Aunque la convenci¨®n que existe en la prensa inglesa y americana de no dar el nombre de las v¨ªctimas de violaciones (los peri¨®dicos franceses s¨ª publican el nombre de las v¨ªctimas adultas) deriva en el deseo comprensible de proteger a la v¨ªctima, la justificaci¨®n de esta protecci¨®n especial se basa en una serie de presupuestos dudosos, e incluso m¨¢gicos. Al proporcionar una protecci¨®n a las v¨ªctimas de violaci¨®n que no se da en otras clases de ataques, dicha convenci¨®n presupone que la violaci¨®n constituye un tipo de profanaci¨®n que no se da en otras clases de asaltos. Y presupone tambi¨¦n que esta profanaci¨®n es de una naturaleza tal que hay mantenerla en secreto, que la v¨ªctima de la violaci¨®n siente, y sentir¨ªa todav¨ªa m¨¢s si se la identificara, una verg¨¹enza y un desprecio por ella misma que son caracter¨ªsticos de esta clase de asaltos; en otras palabras, que de alguna forma poco clara la propia v¨ªctima ha sido responsable del ataque que ha sufrido, que existe un contrato especial entre este tipo concreto de v¨ªctima y su asaltante. La convenci¨®n presupone, finalmente, que la v¨ªctima ser¨ªa, si se revelara ese contrato especial, el objeto natural de un inter¨¦s lascivo; que en el acto de la penetraci¨®n masculina intervienen unos misterios tan poderosos que la mujer que es penetrada de esa manera (a diferencia, por ejemplo, de aquella otra a la que le aplastan con un ladrillo o le penetran el cerebro con un trozo de tuber¨ªa) queda marcada de forma permanente, incluso ?cambiada?¨Csobre todo si existe una diferencia racial o social perceptible sobre la v¨ªctima y su asaltante, como pasaba en los relatos del s. XIX sobre mujeres blancas raptadas por los indios¨C, ?arruinada?
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Los avances del feminismo en los ¨²ltimos quince a?os han propiciado un debate que anima a un cambio de paradigma respecto a ese halo de misticismo. De forma puntual, algunas supervivientes han abandonado esa carcasa de protecci¨®n, hablan sobre lo ocurrido, reapropi¨¢ndose de su relato y rompiendo por voluntad propia este ¡®contrato especial¡¯ del que hablaba Didion.
Virginie Despentes ahond¨® en el tema en Teor¨ªa King Kong (2006), donde narra su violaci¨®n y busca romper con??el tab¨² silenciado? que rodea a las agresiones sexuales. La autora se apoya en el controvertido pensamiento de Camille Paglia como epifan¨ªa personal rupturista sobre su trauma (la italoamericana considera la violaci¨®n como ?un riesgo inevitable? que las mujeres deben tener en cuenta):
- ?Paglia nos permit¨ªa imaginarnos como guerrilleras, no tanto responsables personalmente de algo que nos hab¨ªamos buscado, sino v¨ªctimas ordinarias de algo que pod¨ªamos esperar cuando se es mujer y se quiere correr el riesgo de ir al exterior. Ella era la primera que hab¨ªa sacado la violaci¨®n del horror absoluto, de lo no dicho, de lo que no debe ocurrir nunca. Ella hac¨ªa de la violaci¨®n una circunstancia pol¨ªtica, algo que deb¨ªamos aprender a encajar. Paglia cambiaba todo: ya no se trataba de negar, ni de morir, se trataba de vivir con
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Emma Sulkowicz?no escribi¨® sobre ello, pero s¨ª convirti¨® su violaci¨®n en una performance en 2014. La estudiante de Arte en Columbia decidi¨® cargar con un colch¨®n XXL de 6 kg por todo el campus para denunciar que un compa?ero de su facultad la viol¨® analmente en el de su habitaci¨®n sin su consentimiento y que la facultad no hab¨ªa tomado cartas en el asunto al denunciarlo. La performance acabar¨ªa cuando la universidad expulsara al presunto violador. Lo llev¨® encima hasta el d¨ªa de su graduaci¨®n y el estudiante afectado denunci¨® al centro alegando que se hab¨ªa mostrado apoyo al desarrollar el proyecto. Se lleg¨® a un acuerdo antes de ir juicio. Poco despu¨¦s de que Sulkowicz empezase a pasear el colch¨®n por el campus, docenas de estudiantes plantaron otros tanto colchones en las escaleras de la biblioteca del centro para contar sus propias historias de agresiones sexuales en el campus.
Este es uno de los casos que rescata Jia Tolentino en We came from Old Virginia, uno de los ensayos que conforman Trick Mirror? (2019) y donde analiza las ra¨ªces de la cultura de la violaci¨®n en las fraternidades universitarias. All¨ª, al igual que hizo Didion, incide en ese misticismo extraordinario que rodea a las violaciones y el estancamiento en una cultura que solo acepta a las perfectas v¨ªctimas:
- ?Ning¨²n crimen es m¨¢s contradictorio y punitivo como lo es la violaci¨®n.?Ning¨²n otro delito violento viene con una coartada incorporada que puede exonerar instant¨¢neamente al criminal y poner la responsabilidad sobre la v¨ªctima. No existe un comportamiento interpersonal glorificado que pueda usarse para explicar la violaci¨®n. El mejor escenario para una v¨ªctima de violaci¨®n en t¨¦rminos de adjudicaci¨®n es el peor de los casos en t¨¦rminos de experiencia: para que las personas crean que mereces justicia, tienes que estar destruida. El hecho de que el feminismo haya ascendido y sea m¨¢s aceptado no cambia esto. El mundo en el que creemos, el que estamos intentando hacer real y tangible, todav¨ªa no es el mundo que existe
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En esta idea de prejuicios y expectativas sobre las v¨ªctimas ¨ªntegras para el sistema inciden T. Christian Miller y Ken Armstrong, ganadores del Pulitzer en la categor¨ªa de Reportaje Explicativo en 2016 por Creedme (traducida aqu¨ª por Libros del KO), que ahonda en la problem¨¢tica de las investigaciones de los delitos sexuales y el desamparo al que se enfrentan las supervivientes que no encajan en los par¨¢metros patriarcales:
- ?Los casos de violaci¨®n por parte de un desconocido eran casos m¨¢s f¨¢ciles de llevar a juicio, pues encajaban con lo que los fiscales defin¨ªan como ¡®v¨ªctimas ¨ªntegras¡¯ abordadas por la calle, arma en mano. La mujer forcejeaba y gritaba, pero al final no le quedaba m¨¢s remedio que someterse. Era la madre o la hija de una familia de bien, ten¨ªa una casa bonita y trabajo fijo. Se vest¨ªa con mesura, no hab¨ªa bebido y no la hab¨ªan agredido en una zona de mala muerte. Eran las violaciones m¨¢s sencillas para los fiscales, pues cubr¨ªan todas las expectativas del jurado sobre una mujer violada
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La mujer violada sigue cargando con su letra escarlata particular. As¨ª lo ve Jana Leo, cuando explic¨® en esta revista las consecuencias de haber dado el paso de narrar su secuestro y agresi¨®n sexual en un ensayo: ?Todav¨ªa no s¨¦ el l¨ªmite del perjuicio y del beneficio por haber publicado este libro y salir del anonimato, que dice claramente?Violaci¨®n Nueva York Jana Leo?en su portada. Ahora s¨¦ que si cualquier ligue que me eche por Facebook, o busco un trabajo, si alguien me googlea, sabr¨¢ que me han violado. O si me voy a alquilar una casa, como me ha pasado, el propietario te buscar¨¢ en internet y luego te dir¨¢: ¡®ah, te pas¨® eso en Nueva York, qu¨¦ pena¡¯. Yo decid¨ª publicarlo por decisi¨®n personal. Pero el tab¨² sigue?.
Esta misma semana, en Espa?a, Carlota Prado ofreci¨® una entrevista en El Confidencial donde denunciaba abiertamente haber sido violada en Gran Hermano en 2017. La primera pregunta, ahora editada, incid¨ªa en el hecho de su nivel de alcohol consumido la noche de la agresi¨®n. Chanel Miller romper¨¢ con su anonimato el pr¨®ximo d¨ªa 22 ante todos los televidentes que sintonicen 60 minutes. Las preguntas a las que se ver¨¢ sometida, el tratamiento de su caso en el programa, todav¨ªa son un misterio.?La supervivientes siguen rebel¨¢ndose contra la narrativa que las destina al ostracismo social. De poco servir¨¢n sus alegatos si las ra¨ªces de la moral colectiva siguen coronando ¨²nicamente a mujeres destruidas, a v¨ªctimas ¨ªntegras o a dignas portadoras de la atrocidad.
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