Por qu¨¦ muchos j¨®venes todav¨ªa exhiben conductas machistas peores que las de sus padres
Aunque muchos j¨®venes han abrazado el feminismo, todav¨ªa hay muchos comportamientos machistas sobre todo en las relaciones afectivas y sexuales.
Esta primavera el Primer Informe J¨®venes y G¨¦nero. La (in) consciencia de equidad de la poblaci¨®n joven en Espa?a, realizado por el Centro Reina Sof¨ªa sobre Adolescencia y Juventud, revelaba algo que muchos ven¨ªan apuntando desde hace tiempo: que un porcentaje alarmantemente alto de la poblaci¨®n espa?ola de entre 15 y 29 a?os mantiene conductas machistas.
El estudio recog¨ªa un an¨¢lisis tipol¨®gico que divide a los j¨®venes en tres grupos, seg¨²n sus creencias en cuando a cuestiones como la identidad de g¨¦nero, relaciones personales, discriminaci¨®n, sexualidad, roles, familia, pareja o cuidado de los hijos.
El grupo de los ¡®conscientes y equitativos¡¯ lo integraban un 44% de hombres y mujeres que se opon¨ªan a las ideas tradicionales de feminidad y masculinidad, otorgaban un papel menor a la pareja y se declaraban mayoritariamente feministas. Era donde hab¨ªa una mayor proporci¨®n de bisexuales declarados y donde sus integrantes se preocupaban m¨¢s por el aumento de la violencia de g¨¦nero.
El segundo grupo era el de los ¡®tradicionales y sexistas¡¯, con un 39% de integrantes, aunque el 62 % de ellos eran hombres. Este colectivo cre¨ªa que la pareja y el amor son elementos indispensables para que una mujer se sienta realizada, ven ¡®raras¡¯ que las chicas que mantienen relaciones sexuales frecuentes y creen que los celos es algo normal en las parejas. Un 9% ven aceptable pegar a su pareja y entre un 9 y un 10% consideran normales aptitudes como chequear su m¨®vil, tener sexo aunque al otro/a no le apetezca, grabar a su novia/o sin su consentimiento o decirle qu¨¦ ropa es adecuada o no para ponerse.
El tercer colectivo era el de los ¡®negacionistas o conservadores¡¯, integrado por un 17% de j¨®venes de ambos sexos, aunque el 65 % son chicos. Un grupo complicado, porque como el estudio se?ala ¡°se identifican con ideas de pareja y de las relaciones muy opresivas y estrictas, pero a menudo contradictorias¡±. Por ejemplo, defienden que el amor implica la renuncia a uno/a mismo, pero a la vez rechazan m¨¢s que el resto la idea de que tener pareja reste libertad o que la fidelidad sea algo importante. En este grupo es donde hay un mayor porcentaje (casi el 62%) de quienes consideran que no existen ¨¢mbitos de discriminaci¨®n hacia las mujeres y es el colectivo que menos cree que haya aumentado la violencia de g¨¦nero; que atribuyen al clima social, la violencia en pel¨ªculas e, incluso, a la provocaci¨®n por parte de las propias v¨ªctimas.
No quisiera aburrirles con demasiados datos relativos a este estudio, pero creo que algunos son significativos, como el hecho de que si sumamos a los sexistas (39 %) con los negacionistas (17%) obtenemos un 56% de la poblaci¨®n.
En la ¨²ltima memoria anual de la Fiscal¨ªa General del Estado se advierte de que las v¨ªctimas y agresores de violencia de g¨¦nero son cada vez m¨¢s j¨®venes, llegando incluso a edades entre 12 y 14 a?os. En concreto, en el estudio se afirma que ¡°algo m¨¢s de 1 de cada 4 j¨®venes entre 15 y 29 a?os (el 27,4%) cree que la violencia de g¨¦nero es una ¡®conducta normal¡¯ en el seno de una pareja; el 31,5% cree que es un problema que ¡®aumenta progresivamente por culpa de la poblaci¨®n inmigrante¡¯; el 21,2% considera que es un ¡®tema politizado¡¯ que se exagera y casi un 7% cree que es un ¡®problema inevitable que, aunque est¨¦ mal, siempre ha existido¡±.
El nuevo machismo a tiempo parcial
?Una contradicci¨®n que resaltan los expertos es que si bien por un lado las leyes avanzan hacia la igualdad; en el terreno sexoafectivo, la gran mayor¨ªa de hombres y mujeres se rigen todav¨ªa por los estereotipos tradicionales de g¨¦nero. ¡°En los ¨²ltimos a?os, los espa?oles hemos visto como se aprobaban leyes muy avanzadas, como la Ley Contra la Violencia de G¨¦nero, del 2004 o la Ley Org¨¢nica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, del 2007, que han sido pioneras en Europa¡±, cuenta Octavio Salazar, catedr¨¢tico de derecho constitucional de la Universidad de C¨®rdoba, experto en temas de igualdad de g¨¦nero y autor de # WeToo. Br¨²jula para j¨®venes feministas (Planeta, 2019), un libro que pretende explicar a los adolescentes, en su propio lenguaje, en qu¨¦ consiste el feminismo y la igualdad, para que no se sientan agredidos por estas palabras.
¡°El problema¡±, contin¨²a Salazar, ¡°es que esa igualdad no se ha trasladado todav¨ªa a las relaciones afectivas o sexuales, donde hay comportamientos machistas, incluso yo dir¨ªa que m¨¢s que antes. Esto crea una gran confusi¨®n y los chicos est¨¢n muy perdidos¡±.
Miguel Lorente Acosta es profesor de medicina legal de la Universidad de Granada, director de la Unidad de Igualdad y Conciliaci¨®n de la misma universidad, ha colaborado en materia de igualdad con diferentes gobiernos y organismos y es autor de t¨ªtulos como Mi marido me pega lo normal (Cr¨ªtica, 2003), El rompecabezas: Anatom¨ªa del maltratador (Cr¨ªtica, 2006), Los nuevos hombres nuevos (Destino, 2009) o T¨² haz la comida, que yo cuelgo los cuadros. Trampas y tramposos en la cultura de la desigualdad (Ares y Mares, 2014). Para Lorente, ¡°el machismo no es una conducta es una cultura, y la cultura es la forma en c¨®mo se define el conocimiento. Este modelo es el que designa lo que es ser hombre o mujer, y no ajustarse a ¨¦l es vivir al margen, es no ser reconocido en esos dos grupos. En una cultura patriarcal, perder el calificativo de ¡®hombre¡¯ es perder el poder; por eso los cambios que han experimentado los varones en los ¨²ltimos a?os en materia de igualdad han sido cambios adaptativos no transformadores, para seguir al mando; contrariamente a lo que ha hecho la mujer, que ha sido redefinirse a s¨ª misma en conceptos de maternidad, sexualidad, vida laboral o relaciones con el sexo opuesto¡±.
Que la cultura sigue siendo mayoritariamente machista se refleja en sus estandartes: arte, literatura, cine, m¨²sica, deportes; y esto es lo que los ni?os y ni?as asimilan desde peque?os. ¡°El ¡®ser hombre¡¯ se define por oposici¨®n a ser mujer. Los ni?os no lloran, los ni?os no llevan prendas de color rosa, los ni?os no juegan con mu?ecas. Los hombres no tienen grandes responsabilidades en el hogar (aunque ayuden), no sienten que deba recaer sobre ellos la tarea de cuidar de otros (a los ancianos). Las pel¨ªculas, las series, muchas canciones todav¨ªa giran entorno a estos par¨¢metros¡±, se?ala Jorge Garc¨ªa Mar¨ªn, soci¨®logo, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela y miembro del Centro de Investigaci¨®n de G¨¦nero de dicha universidad; adem¨¢s de autor de un libro en gallego titulado Novas masculinidades. O feminismo a (de) construir o homem (Atrav¨¦s, 2018). ¡°La diferencia es que nuestros padres o abuelos cuando ten¨ªan comportamientos machistas, ni siquiera eran conscientes de ellos. Ahora si sabemos identificarlos, por eso yo digo que el machismo, como cualquier virus, ha mutado. Ya no hay un machismo de 24 horas sino otro a tiempo parcial¡±, sentencia Garc¨ªa.
?J¨®venes sin nuevos referentes simb¨®licos
La adolescencia, cuando los j¨®venes empiezan a desarrollar su parte sexual, su contacto ¨ªntimo, puede ser una etapa traum¨¢tica. ¡°Muchos chicos esperan encontrar en las mujeres a personas d¨®ciles, sumisas, dispuestas siempre a la ayuda y el cuidado, y cuando se dan de bruces con la realidad pueden reaccionar de dos formas: adaptarse a la nueva situaci¨®n o sentirse atacados y replegarse en sus posiciones machistas donde, rodeados de compa?eros iguales, se sienten reconocidos como hombres¡±, se?ala Miguel Lorente, ¡°aunque tambi¨¦n los hay que rompen con la masculinidad tradicional y se quedan solos. No tienen demasiado ¨¦xito con muchas chicas, que piensan que no son muy cre¨ªbles, que su construcci¨®n es falsa; ya que las conductas machistas se dan tambi¨¦n entre las mujeres¡±.
Uno de los grandes problemas es que los chicos se quedan sin un modelo alternativo al del ¡®malote¡¯. ¡°No hay referentes simb¨®licos para las nuevas masculinidades¡±, critica Jorge Garc¨ªa, ¡°no existe un prototipo de chico sensible, sexy e interesante. Si eres sensible eres un mo?a y parece ser que el morbo incluye, obligatoriamente, algo de violencia, de peligro¡±.
Ellas, por su parte, no est¨¢n exentas de una cierta confusi¨®n. ¡°Por un lado en su vida p¨²blica, muchas pueden ser feministas e independientes, pero en la intimidad tiene que ser sexys, deseables, satisfacer los gustos masculinos, ir convenientemente depiladas¡±. Comenta Octavio Salazar, ¡°porque, entre otras cosas, el ultraliberalismo ha conquistado el terreno de lo afectivo y sexual. Hay que consumir, estar a la ¨²ltima, ser perfecto y la competencia es cada vez m¨¢s dura. Sin contar con que la pareja sigue siendo el modelo de felicidad que nos venden (los j¨®venes se emparejan cada vez m¨¢s pronto) y, en ¨¦poca de crisis econ¨®mica, es un seguro contra la precariedad porque vivir solo es ya materialmente imposible¡±.
La urgente necesidad de una educaci¨®n sexual-afectiva
Si el hombre ha perdido ya el papel de pater familias, de proveedor, los angry white men, buscan su identidad en la manada, en la virilidad pura y dura. ¡°La figura del putero es la de un hombre vintage, que busca su esencia en la sexualidad acumulativa y en contar sus batallitas en la barra del bar¡±, apunta Jorge Garc¨ªa, ¡°en los clubs de alterne encuentra ¡®mujeres de las de antes¡¯, sumisas, femeninas, siempre disponibles. Es como un t¨²nel del tiempo, aunque claro, hay que pagar para entrar¡±.
La violencia es otro de los reductos de esa masculinidad en v¨ªas de extinci¨®n que se ve amenazada por las machirulos y las feminazis, y que convierte a Twitter en el campo de batalla donde estos tres expertos en igualdad y g¨¦nero se perfilan como blancos f¨¢ciles. ¡°Nosotros somos los ¡®huele bragas¡¯ o ¡®manginas¡¯ (uni¨®n de las palabras man, hombre en ingl¨¦s, y vagina), hombres que hemos perdido nuestra esencia y pactado con el feminismo¡±, aclara Miguel Lorente, ¡°al final, las redes sociales no han servido, mayoritariamente, para crear lazos, conocer a gente o acceder a otras ideas; sino para reforzar las que uno ya tiene y cargar contra los que piensan diferente¡±.
Adem¨¢s de esas funciones, las redes sociales han tomado tambi¨¦n el relevo en el ¨¢mbito educativo. ¡°Son los nuevos babysitters, profesores y padres. Una hoguera de las vanidades donde proyectamos nuestras inseguridades y buscamos consuelo¡±, afirma Octavio Salazar, quien subraya que ¡°lo que m¨¢s necesitan los j¨®venes es una asignatura donde se ense?e ¨¦tica o valores para la convivencia, adem¨¢s de educaci¨®n sexual y afectiva. Yo creo que es casi m¨¢s importante que aprender lengua o matem¨¢ticas. Y deber¨ªa incluir un apartado sobre como interpretar el lenguaje audiovisual¡±.
Amor-emoci¨®n y masculinidad, podr¨ªa ser el nombre de una materia pendiente y urgente, seg¨²n Jorge Garc¨ªa. ¡°A los hombres se les ha ense?ado a reprimir sus emociones y no saben como gestionarlas. Si a esto le a?adimos el enfado de muchos varones, que ven como su reinado se acaba, podemos intentar explicar muchas conductas violentas de hombres que no saben gestionar su divorcio y lo hacen a tiros, incluso contra ellos mimos¡±.
Garc¨ªa cree que ¡°los hombres, los padres, deber¨ªan dar un primer paso, mostrando a sus hijos (desde muy peque?os) nuevos modelos simb¨®licos en equidad. Un pap¨¢ que los lleva al pediatra, que hace la cena, que cuida a la abuela, que llora, que muestra sus sentimientos y que tambi¨¦n puede ser sexy. Si detectamos conductas machistas en los chicos, es porque la cultura es machista. Los j¨®venes no hacen sino somatizar la enfermedad que padece la sociedad en la que viven¡±.
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