Vuelve el Club Playboy a Nueva York: ?qui¨¦n quiere el regreso de las ¡®conejitas¡¯?
El 15 de septiembre reabre su puertas con sus ¡°seductoras anfitrionas¡± como protagonistas. Voces como Gloria Steinem critican su vuelta, a¨²n m¨¢s inconcebible en plena era #MeToo.

Con un importante calado de marca pero una prosperidad del negocio m¨¢s cuestionable, uno de los emblemas m¨¢s casposos del imperio que levantara Hugh Hefner est¨¢ de vuelta. El 15 de septiembre abre sus puertas en Nueva York un nuevo (y ya ¨²nico en su especie) Club Playboy. Situado en Manhattan, en la 512 con la 42, cerca de donde se ubic¨® el primero de la ciudad en 1962, traer¨¢ de vuelta un espacio exclusivo de ¡°est¨¦tica sexy y sofisticada¡± en el que las 54 mujeres que trabajar¨¢n all¨ª y desde el comunicado de prensa defin¨ªan como ¡°seductoras conejitas anfitrionas¡± son proclamadas como la principal atracci¨®n. A pesar de que, seg¨²n se?ala The Guardian, el propio Hefner declarara hace una treintena que estas ¡®conejitas¡¯ eran ya un ?s¨ªmbolo del pasado¡±, una fuente de la compa?¨ªa contaba a The New York Post en junio que, con el proyecto a¨²n sin construir, ya hab¨ªan vendido m¨¢s de 2,2 millones de d¨®lares en membres¨ªas (a 250.000 d¨®lares cada una).
?Estamos ante una jugada de la empresa para intentar recuperarse de unas cifras que no paran de bajar? Con el fallecimiento de su creador se dijo que en su haber hab¨ªa poco m¨¢s que la famosa mansi¨®n Playboy (ya vendida), los n¨²meros de su producto originario, la revista, que en los 70 vend¨ªa siete millones en cada tirada, en 2017 descend¨ªa a 500.000 ejemplares. Adem¨¢s de las idas y venidas con los desnudos en sus p¨¢ginas: en 2015, Cooper, hijo de Hefner ahora al mando de la empresa, decid¨ªa retirarlos, gesto aplaudido por muchas pero se?alado por quienes cre¨ªan que as¨ª la cabecera perd¨ªa su identidad. Y en 2017, Cooper lo reconoc¨ªa como error y la revista volv¨ªa a las andadas.

Pero el foco, m¨¢s all¨¢ del movimiento empresarial, est¨¢ en el hecho de que, como calificaba Clark Wolf, consultor de negocios de hosteler¨ªa a The Guardian, rescatar a esta figura de la mujer ¡®conejita¡¯ hace ¡°o¨ªdos sordos¡± al momento actual. Hace casi dos a?os que arrancaba a escasos metros de donde ahora el club tendr¨¢ su sede, la marcha de mujeres de enero, punto de partida de la oleada de marchas feministas multitudinarias alrededor de todo el mundo. Tambi¨¦n las denuncias de acoso sexual en el trabajo que despuntaban con el #MeToo en el cine y que se han extendido a todos los ¨¢mbitos laborales parecen haber creado conciencia sobre las situaciones de desigualdad.
Algo que ya denunciaba en 1963 Gloria Steinem, conocida periodista y activista feminista, que se infiltr¨® en el club neoyorquino como una de estas ?anfitrionas?. En su A Bunny¡¯s Tale (El cuento de una conejita), publicado en dos partes por Show Magazine, Steinem denunciaba que las condiciones salariales eran p¨¦simas, que hab¨ªa visto c¨®mo los clientes masculinos hac¨ªan proposiciones fuera de lugar a las mujeres, salt¨¢ndose la norma de ?no tocar? y que la hab¨ªan obligado a realizarse una revisi¨®n ginecol¨®gica exhaustiva, incluyendo un test de enfermedades de transmisi¨®n sexual como condici¨®n para trabajar. Concluyendo que las mujeres estaban siendo deshumanizadas y cosificadas, no tratadas de igual a igual: ?Todas las mujeres somos conejos?.
Tres d¨¦cadas despu¨¦s, el concepto de ¡®conejita¡¯ no ha cambiado. Como la propia activista cuenta ahora a The New York Times: ?En esta era de #Metoo y Time¡¯s Up sabemos que las trabajadoras de restaurantes est¨¢n entre las m¨¢s acosados ??sexualmente porque est¨¢n exentas de las leyes de salario m¨ªnimo y dependen de propinas? (¡) ?Tambi¨¦n es doloroso trabajar con cors¨¦s, semidesnudas y con tacones altos. Al igual que Hefner, los clubs Playboy eran una parodia del patriarcado, del mismo modo que los tipos que los necesitaban. Es dif¨ªcil imaginarse a ning¨²n neoyorquino yendo que no sea Donald Trump?.

Un anuncio en Instagram llev¨® a la periodista Emily Shugerman, de The Independent, a preguntarse: ??Qui¨¦n querr¨ªa trabajar hoy ah¨ª??, y siguiendo los pasos de Steinem, decidi¨® presentarse al casting en Nueva York. Desde las que se declaraban admiradoras del ?glamour del mundo Playboy? a las que lo consideraban ?como cualquier otro trabajo de camarera en Nueva York, solo que en cors¨¦ y ganando el triple?. Lo que Shugerman viene a decir al final de su art¨ªculo es que, seg¨²n cree, la sociedad ya le ha dado un sitio diferente a todo esto: ?Pens¨¦ en c¨®mo la compa?¨ªa, conocida por iniciar una revoluci¨®n sexual ahora estaba luchando para responder a un movimiento de acoso sexual?¨CJocelyn Scanon, publicista de la firma, tiraba de esa fama de anta?o para justificar lo que, dice, siguen representando hoy: ¡®Libertad de elecci¨®n, libertad de la sexualidad, libertad de la discriminaci¨®n¡¯¨C. Y en c¨®mo Gloria Steinem es quien ahora est¨¢ haciendo documentales para Vice, mientras que un programa de televisi¨®n tem¨¢tico de Playboy fue quitado de parrilla por sus bajos datos de audiencia?.
Aunque ese compromiso del que habla Jocelyn existiera inicialmente por parte de la publicaci¨®n, la ¡®liberaci¨®n¡¯ sexual de las ¡®conejitas¡¯ que defend¨ªan parece tener m¨¢s que ver con la idea (de un hombre) de quitarle la ropa a la mujer para deleite masculino. A la vista est¨¢ que la dificultad por romper las connotaciones sexuales del cuerpo femenino desnudo son m¨¢s, con el caso reciente de Las Chillers, tachadas de hacer un ¡®show porno¡¯ por quitarse la camiseta en un concierto, mientras los artistas masculinos lo hacen constantemente. ?Puede entonces Playboy seguir pretendiendo que no cosifica a sus trabajadoras? Steinem ya dio veredicto: ?Playboy no existir¨ªa si hombres y mujeres fueran iguales?.

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