Fil¨¢ntropas espa?olas que buscan salvar la industria textil
Sus empresas y organizaciones tratan de concienciar sobre el abuso de mujeres y ni?os en las f¨¢bricas textiles
Ya no es un pasatiempo, un dar como quien gasta. La filantrop¨ªa es una actividad con la cabeza de quienes quieren invertir para generar un cambio?, explica ?ngela Gallifa Irujo, directora del centro de investigaci¨®n de la Escuela de Negocios IESE.
Los datos hablan por s¨ª solos. El ¨²ltimo a?o se donaron en Espa?a 488.753.577 euros, seg¨²n el estudio La colaboraci¨®n de los espa?oles con las ONG y el perfil del donante de la consultora Salvetti & Llombar. Esto supone una ca¨ªda del 47% respecto a 2006. A¨²n as¨ª, se mantiene el n¨²mero de donantes, un 19,6% de la poblaci¨®n, que incluye a aqu¨¦llos que aportan a las organizaciones sin ¨¢nimo de lucro (ONL).
?C¨®mo es el perfil del altruista nacional? Elisa Chuli¨¢, profesora de Sociolog¨ªa de la UNED, lo define claramente en su art¨ªculo En torno a la filantrop¨ªa de las ¨¦lites econ¨®micas en Espa?a. Un estudio emp¨ªrico como punto de partida: est¨¢ entre los 45 y los 64 a?os; el 93% tiene hijos; un 15% se considera muy religioso; ocho de cada diez son licenciados y el 65% posee un patrimonio construido por ellos mismos.
Pero el panorama solidario evoluciona. Al actual, el economista y profesor del IESE Jos¨¦ Ram¨®n Pin Arboledas lo define como Filantrop¨ªa 3.0: ?La global solidarity se vuelca en los grandes retos asociados a la crisis de la salud y del medio ambiente. En definitiva, a los asuntos m¨¢s candentes de la econom¨ªa del conocimiento?. Y en este sentido ?la moda se convierte en un gran soporte para transformar el mundo?, explica Alicia Garc¨ªa San Gabino.
Esta emprendedora fund¨® en 2003 Dise?o para el desarrollo (DPD). Con esta organizaci¨®n, que engloba a 30 dise?adoras, ha logrado ayudar en India a artesanas de los sin casta; en Camboya, a ni?as que hab¨ªan sido vendidas a la explotaci¨®n; y en Nepal, a mujeres que viv¨ªan en una pobreza extrema. ?Les ense?amos a que dejen de fabricar el t¨ªpico mu?equito, d¨¢ndoles instrucciones y herramientas para que puedan crear colecciones. As¨ª, con peque?as nociones de marketing, aprenden a trabajar y producir al gusto europeo?, explica.
De izq. a dcha. Alicia San Gabino, fundadora de Dise?o para el Desarrollo; Judith Hurtado, Lemoncar Kids; y Luc¨ªa Bord¨®n, dise?adora.
Pablo Zamora
?La industria de la moda es un estupendo escaparate para mostrar otras realidades. Se trata de un medio de exposici¨®n y comunicaci¨®n. Porque un accesorio tra¨ªdo de uno de estos talleres anima a nuestro entorno a comprar. Es decir, a participar. La moda apela a sentimientos, a vivencias o valores internos del ser humano?, afirma Sara D¨ªaz, directora de la revista online de moda sostenible Tri¨¢ngulo Magazine, vinculada a DPD. Aunque puntualiza: ?Este negocio necesita cambiar muchas cosas, como demonizar al empresario que contrata a ni?os. Los consumidores somos igual de responsables?.
Natalia Gonz¨¢lez viene de Melilla, donde ha trabajado en un proyecto que ayuda a artesanas que han sobrevivido al maltrato de g¨¦nero. Ella destaca esta preocupaci¨®n de la industria por el trasfondo social. ?En la moda est¨¢ todo por hacer. Hay que recapacitar por qu¨¦ una camiseta cuesta 3 euros si en cualquier mercer¨ªa pagas eso solo por el hilo. ?Qu¨¦ hay detr¨¢s de ese valor? Un abuso. Una vez lo asumes, no hay vuelta atr¨¢s?. Su compa?era en la organizaci¨®n, Judith Hurtado, viaj¨® a Camboya con una patronista para colaborar con artesanas y desarrollar colecciones para hombre, mujer y ni?o. ?Una vez finalizada esa aventura estuve en un proyecto de la c¨¢rcel de Villena (Alicante) a cuyas reclusas ayud¨¦ a crear una l¨ªnea de hogar llamada Malas Meninas, que vendimos en La Oca. Despu¨¦s decid¨ª iniciar mi propia firma y realizar los dise?os con los talleres que hab¨ªa descubierto?. As¨ª naci¨® Lemoncar Kids ¨Cque hoy cuenta con 16 puntos de venta en Espa?a e Italia¨C, cuya primera tienda acaba de inaugurar. ?Realizamos cerca de 1.500 piezas al a?o (con precios que oscilan entre los 30 y los 60 euros) ¨Cexplica¨C Y no es una producci¨®n masiva porque hay que entender los tiempos con los que se trabaja en Camboya, donde lo prioritario es la supervivencia, no la eficiencia?.
Todas ellas son conscientes de que la filantrop¨ªa es un terreno mayoritariamente femenino. ?Tradicionalmente era el hombre quien tra¨ªa los ingresos, y la mujer se ocupaba de la administraci¨®n. El mundo ha cambiado. Las mujeres generamos el mismo patrimonio pero tambi¨¦n mantenemos, como parte de nuestra educaci¨®n, la preocupaci¨®n por el entorno?, asegura Gema G¨®mez, precursora del movimiento Slow Fashion Spain y profesora en el Instituto Europeo de Dise?o de Moda Sostenible. ?De mis alumnos, el 97% son mujeres. Ellas cambiar¨¢n el mundo?.
Antes de dedicarse a su ?movimiento?, como define su empresa, G¨®mez trabaj¨® en dos grandes cadenas de moda espa?olas. ?No quiero decir el nombre, porque ah¨ª descubr¨ª el horror que se esconde detr¨¢s de los precios?. ?ste es el motivo por el que considera que no se debe eliminar la idea de que la moda sostenible es cara. ?Yo me encargaba de crear prendas de exterior. Un plum¨ªfero que se vende en tienda a 99 euros es ofrecido por el mayorista por 19, y gana dinero. A eso hay que restarle el valor de los tejidos, los botones, las cremalleras¡ y el beneficio del taller. ?Qu¨¦ queda? Empleadas que cobran 15 euros al mes?.
En nuestro mercado estas emprendedoras tienen, adem¨¢s, otra lucha: que su trabajo se asocie al dise?o, y no a t¨¦rminos peyorativos como el de perroflauta. ?Este movimiento comenz¨® con la moda ecol¨®gica, realizada por gente con conciencia pero sin formaci¨®n est¨¦tica?, recuerda Gema G¨®mez. Natalia Rodr¨ªguez, que tambi¨¦n tiene su propia firma de ceremonia, L¨ªa Sir¨®, se suma a la queja por ese clich¨¦ que es m¨¢s fuerte aqu¨ª que fuera. ??Desde cu¨¢ndo la sofisticaci¨®n no puede tener un trasfondo social? Son much¨ªsimas las maisons que hacen campa?as para colaborar y concienciar?, nos explica. Con su marca da trabajo a modistas jubiladas de Cuenca que cobran pensiones m¨ªnimas.
Esther Chamorro, fundadora de dLana*, tambi¨¦n trabaja para salvar la artesan¨ªa nacional. Su firma, adem¨¢s de contar con su propia colecci¨®n (la prenda m¨¢s cara es una capa de 175 euros), es proveedora de canillas para la hilatura (desde 4,30 euros) solicitadas desde Inglaterra y Ginebra. ?Hace unos a?os el gesto de un comprador espa?ol y el de uno extranjero ante una manta fabricada a mano Made in Spain era distinto; el de fuera lo apreciaba m¨¢s. Ahora, con la crisis, ese gesto ha cambiando. Hemos recuperado el orgullo por lo que hacemos. Adem¨¢s, fuera no se cuestiona el precio y aqu¨ª s¨ª?. Con su empresa, Esther mantiene un taller de tejedoras en riesgo de exclusi¨®n. ?Y defendemos la ganader¨ªa extensiva y trashumante, que aqu¨ª est¨¢ muy devaluada, no tanto en carne como en queso, pero s¨ª en lana. Y eso que luego somos proveedores de Burberry o Tommy Hilfiger?, explica.
Catalina Parra, directora de Philantropic Intelligence
Pablo Zamora
Con la idea de relanzar el mercado nacional, Alicia Garc¨ªa San Gabino prepara un proyecto para recuperar la industria nacional textil. ?Mi primera acci¨®n ser¨¢ en Perales de Taju?a, Madrid. All¨ª estaban tres de las f¨¢bricas de camisas m¨¢s importantes del pa¨ªs, ahora cerradas. Quiero reabrirlas a modo de cooperativa. Un modelo como el que hizo Fabrics for Freedom en Gondomar, Pontevedra?. Esta organizaci¨®n encarg¨® a un taller de costura la confecci¨®n de Esta bolsa tiene tela, un bolso que dise?¨® Sibylla (11,80 euros) para recaudar fondos para la fundaci¨®n Navdanya en la India.
Los nuevos modelos de empresa con un fin social tratan de abrirse paso en nuestro pa¨ªs. Que la iniciativa no sea f¨¢cil puede tener que ver con que al 62% de los fil¨¢ntropos no les parezca adecuado el r¨¦gimen fiscal de las donaciones, seg¨²n el art¨ªculo de Elisa Chuli¨¢ del que habl¨¢bamos al principio. De ah¨ª que un 80% considere que, si se produjera un cambio en la legislaci¨®n, aumentar¨ªa su inversi¨®n.
La m¨¢quina judicial tambi¨¦n est¨¢ en marcha. El 1 de noviembre sali¨® el anteproyecto de la Ley de Mecenazgo. ?Hab¨ªa estado retenido dos a?os. Y ha resultado ser una casta?a?, exclama Parra. ?Se esperaba que se pusieran unas deducciones fiscales a las donaciones mucho m¨¢s importantes. Solo han subido un 5%, estamos hablando de que se ha dejado establecido un m¨¢ximo del 30% a las personas f¨ªsicas y un 35% a las empresas, cuando en Francia lo tienen de un 60%?, comenta con decepci¨®n.
La fundadora de Dise?o para el Desarrollo (DPD), Alicia Garc¨ªa San Gabino, considera que las empresas no invierten m¨¢s en filantrop¨ªa ?simplemente porque no les interesa. Si de 4.000 euros que aportan solo se les desgravan 1.000, ellos pierden 3.000, no les sale a cuenta?. Pero puntualiza: ?Ahora s¨ª que hay descuentos y bonificaciones por la Ley 13/1982 de Responsabilidad Social Corporativa, (en empresas con m¨¢s de 50 empleados el 2% tendr¨¢ que ser discapacitado). De ah¨ª que, por ejemplo, haya m¨¢s integraci¨®n social. Que nadie piense que en los negocios la gente es buena porque s¨ª?.
Actualmente, en el Congreso hay una propuesta para la constituci¨®n de una nueva figura legal: la Sociedad limitada de inter¨¦s general (SLIG). El modelo es similar al de las Benefit Corporation (B-Corp) que existen en Inglaterra y EE UU. Sus estatutos establecen que el objetivo es ?producir un cambio en la sociedad o solucionar un problema?. Entre sus obligaciones se encuentran: hacer p¨²blico un reporte anual o semestral; responsabilidad fiduciaria con todos los grupos de inter¨¦s que hay alrededor y el establecimiento de un l¨ªmite del reparto de beneficios. ?El 70% de estos se debe reinvertir en la empresa y el director general m¨¢ximo no puede cobrar tres o cuatro veces m¨¢s que el cargo m¨¢s inferior?, explica Catalina Parra, fundadora de Philantropic Intelligence, una asesor¨ªa que orienta a sus clientes respecto a qu¨¦ ONL o fundaci¨®n puede destinar su capital. En Espa?a ya existen precedentes de firmas que han integrado estas normas en sus estatutos, como la cooperativa de ropa de hogar Teixidors (fundada en 1983), en la que todos los trabajadores son personas en riesgo de exclusi¨®n.
Gema G¨®mez, fundadora de Slow Fashion Spain; y Esther Chamorro, dLana*
Pablo Zamora
El 24 de septiembre tambi¨¦n se aprob¨® el anteproyecto de la Ley de Fundaciones, que establece la figura de un protectorado para estas sociedades y ONL que siempre debe estar ejercido por un organismo p¨²blico. ?Dependiendo de su funci¨®n, el protectorado puede depender del Ministerio de Sanidad, de Asuntos Sociales o de una consejer¨ªa. Cuando una fundaci¨®n incumple sus fines, hay que preguntarse por qu¨¦ su protectorado lo ha permitido. Aunque hay que aclarar que el 99,9% de ¨¦stas tienen objetivos sociales y son transparentes?, afirma Parra.
Ella cre¨® su asesor¨ªa para dar seguridad a los donantes. ?Cuando uno tiene un juicio contrata a un abogado, o a un consultor si quiere comprar una empresa. Hay que comportarse de id¨¦ntica forma al donar una cantidad importante de dinero y exigir que se nos diga c¨®mo se va a aprovechar o el impacto que va a tener?. Su empresa da m¨¢s datos sobre c¨®mo ha virado el comportamiento de los donantes, que ahora parecen m¨¢s motivados a dejar que sus fondos se queden dentro de nuestras fronteras: ?Quien daba el 50% a proyectos nacionales, ahora da el 80%. Quien entregaba el 100% a la cooperaci¨®n internacional, ha pasado a dejar el 50% aqu¨ª?. En lo referente a microfilantrop¨ªa la consultora Salvetti & Llombar afirma que la aportaci¨®n media nacional est¨¢ en los 133 euros, incluyendo afiliaciones a las ONG. Aunque no hay datos concretos que precisen qu¨¦ porcentaje se destina a objetivos relacionados directamente con la moda.
El 0,1 % del PIB nacional que se destina a actividades no lucrativas contrasta con el 0,84% de Reino Unido o el 1,85% de EE UU, seg¨²n datos de la consultor¨ªa McKinsey. Que los porcentajes sean superiores se debe ?en parte, a su mejor situaci¨®n econ¨®mica, y tambi¨¦n al mayor apoyo de rostros p¨²blicos adinerados?, dice Gema G¨®mez. Ejemplos de ello son Livia Firth, la mujer de Colin Firth, y fundadora de Green Carpet Challenge, o Folorunsho Alakija, la duod¨¦cima fortuna m¨¢s importante del continente africano y la mujer negra m¨¢s rica del mundo. Alakija, cuyo patrimonio es superior a los 3.500 millones de d¨®lares, es promotora de la moda local a trav¨¦s de su fundaci¨®n Rose of Sharon House of Fashion.
Este a?o, la revista Forbes nombr¨® a las 30 personalidades menores de 30 a?os m¨¢s influyentes. La ¨²nica relacionada con la moda era la actriz Olivia Wilde, que est¨¢ detr¨¢s de Concious Commerce, la web que vende productos de otras firmas de las que un porcentaje va destinado a causas ben¨¦ficas. ?Me comporto como la gente de mi generaci¨®n. Quiero saber d¨®nde va el dinero de las prendas que dicen estar vinculadas a una ONG?, asegura. Con su iniciativa ha recaudado este a?o 100.000 d¨®lares que don¨® a Red Light, para ayudar a j¨®venes madres de Calcuta.
La modelo Liya Kebede cre¨® Lemlem en 2007, que elabora prendas con tejidos de su pa¨ªs, Etiop¨ªa. ?Con esta marca ¨Cque significa florecer¨C conseguimos que ellas sean autosuficientes?. Sus dise?os, con precios que van de los 40 a los 250 euros, se venden online y en templos del lujo como Barneys, Saks Fifth Avenue y Bloomingdale¡¯s. ?Estamos viviendo una segunda reeducaci¨®n. La primera fue con el reciclaje en casa. Ahora toca revisar la forma con la que llenamos nuestros armarios?, concluye Natalia Rodr¨ªguez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.