El tr¨¢gico final de Franco Moschino, el dise?ador que se burl¨® de la moda
25 a?os despu¨¦s de la muerte del italiano, que falleci¨® a causa del sida a los 44, su legado sigue m¨¢s vivo que nunca. Esta es la historia del hombre que jug¨® con la iron¨ªa y afirm¨® que la moda era ?fascista?.
Franco Moschino (Abbiategrasso, Italia, 1950) empez¨® su andadura en la moda haciendo dibujos para Gianni Versace. y ninguno de los dos imaginaba a¨²n que pasar¨ªan a los anales de los grandes dise?adores del siglo XX. Tampoco que su leyenda se avivar¨ªa tras perder la vida de forma prematura y dram¨¢tica en pleno apogeo profesional. Gianni muri¨® en 1997 asesinado a sangre fr¨ªa a la puerta de su casa en Miami en el que probablemente sea el crimen m¨¢s perturbador de la historia de la moda. Tres a?os antes la industria lloraba la muerte de Moschino, menos espeluznante y recordada, pero igualmente tr¨¢gica. El dise?ador falleci¨® a causa de un tumor intestinal, pero tras su repentina desaparici¨®n se hizo p¨²blico que padec¨ªa sida (enfermedad que, por cierto, tambi¨¦n se dice que plane¨® sobre Versace). Ten¨ªa 44 a?os y hab¨ªa logrado convertir en su apellido en un imperio de la moda que sigue vivo en la actualidad.
25 a?os despu¨¦s de aquel d¨ªa, su marca prepara el desfile de la colecci¨®n primavera-verano 2020 en Mil¨¢n. Los dise?os ir¨®nicos de su actual sucesor, Jeremy Scott, mantienen el esp¨ªritu mordaz, l¨²dico y revolucionario de Franco. ?El adjetivo ¡®ingenioso¡¯, tan promiscuamente aplicado a la moda contempor¨¢nea, puede entenderse de dos maneras.?Los dise?adores pueden usarlo para re¨ªrse de sus clientes o con ellos.?Karl Lagerfeld pertenece a la primera escuela y Franco Moschino, afortunadamente, a la segunda?, escrib¨ªa la reputada periodista Jane Mulvagh en el obiturario que le dedic¨® en The Independent pocos d¨ªas despu¨¦s de su muerte. Su comparaci¨®n define muy bien la manera de entender la moda del italiano: una carcajada que ridiculiz¨®, sin sa?a, a las ¡®fashion victim¡¯ y critic¨®, cuando a¨²n no era tendencia, el consumo masivo y descontrolado.
Desde bien peque?o Franco se hab¨ªa sentido atra¨ªdo por el arte y la moda. Siendo un ni?o se pasaba las horas muertas en la fundici¨®n de hierro de su padre dibujando sobre el polvo acumulado en las paredes. Con esa premisa parec¨ªa claro que defraudar¨ªa las expectativas paternas rechazando el negocio familiar y buscando un trabajo creativo. Fue justo lo que ocurri¨®: a los 18 reci¨¦n cumplidos se escap¨® a Mil¨¢n para matricularse en la Accademia di Belle Arti. Sus colaboraciones con marcas de moda y revistas, dise?ando y haciendo ilustraciones, le ayudaron a pagarse los estudios y a meter la cabeza en la herm¨¦tica industria de la moda. Tras graduarse en 1971 trabaj¨® como dibujante para Versace durante seis a?os y como dise?ador para la firma Cadette hasta principios de los 80. En 1983 fund¨® su propia firma animado por su colega Gianni: Moschino hab¨ªa nacido.
La marca pronto logr¨® la atenci¨®n de la cr¨ªtica y el p¨²blico en una d¨¦cada en la que la moda empezaba a difundirse en la calle convirti¨¦ndose en parte de la cultura popular y disparando el consumo. Franco comenz¨® entonces a utilizar sus dise?os para protestar contra ese dispendio sin control y orquest¨® numerosas campa?as publicitarias ir¨®nicas y rompedoras que le valieron el t¨ªtulo de enfant terrible de la moda italiana (la francesa ya ten¨ªa a Jean Paul Gaultier). Un vampiro que ped¨ªa ?detener el sistema de la moda? o la frase ?esto es un anuncio? estampada en sus im¨¢genes publicitarias revolucionaron la publicidad de la ¨¦poca. Y sus declaraciones tampoco defraudaban. Lleg¨® a afirmar que ?el buen gusto no existe? o ?que la moda es el fascismo y mata a la gente?. ?Como dise?ador tengo que convencerte de que cambies, te cortes el pelo o te compres otras gafas.?Eres una criatura del sistema de la moda, un t¨ªtere, no t¨² mismo?, declar¨® a New York Magazine.
Ese esp¨ªritu cr¨ªtico lo tradujo en burlas al lujo cl¨¢sico (parodi¨® creaciones de Chanel) y en dise?os tan ir¨®nicos como los que ahora sorprenden en colecciones como las de Off White o Vetements. Mucho antes de que Virgil Abloh escribiera ?little black dress? en uno de sus vestidos con estas caracter¨ªsticas o vendiera un bolso con instrucciones para facilitar la tarea a los ladrones, Franco Moschino estamp¨® el lema ?Waist of Money? (despilfarro de dinero) en una de sus chaquetas o cre¨® una camisa ?solo para v¨ªctimas de la moda?, por poner un par de ejemplos. Despu¨¦s de que celebrities como Diana de Gales vistieran sus dise?os se abri¨® el debate sobre si ten¨ªan sentido sus protestas contra los altos de precios de la industria y las ¡®fashion victims¡¯ cuando el mismo alimentaba la sed de ropa de los iconos de estilo de la ¨¦poca. Moschino hab¨ªa sido engullido por aquello contra lo que luchaba.
Siguiendo con la lista de ocurrencias en las que fue pionero, el italiano lanz¨® una segunda l¨ªnea m¨¢s asequible, Moschino Cheap & Chic, y otra bautizada como Ecouture!, que apostaba por prendas elaboradas con materiales respetuosos con el ecosistema. Tambi¨¦n fue de los primeros en renegar del pelo de animales sustituy¨¦ndolo por piel sint¨¦tica (una decisi¨®n que la mayor¨ªa de las firmas de la industria le ha llevado a?os). Con su campa?a Smile! inici¨® acciones solidarias donando dinero a ni?os enfermos de sida. Su aportaci¨®n a la moda, truncada por esa misma enfermedad, sigue 25 a?os despu¨¦s m¨¢s vigente que nunca y su heredero, Jeremy Scott, contin¨²a reinventando su impagable legado.
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