Recurrieron a la cirug¨ªa para convertirse en la misma persona: el alucinante viaje de Genesis P-Orridge y Lady Jaye
El documental de 2011 ¡®The Ballad of Genesis and Lady Jaye¡¯, que puede verse nuevamente como parte del Festival In-Edit, narra con todo lujo de detalles una de las historias de amor m¨¢s fascinantes de la historia.
¡°Te conviertes en m¨ª. Y yo me convierto en ti. Ella es ella. Y ella es t¨² tambi¨¦n¡±. Cuando en 1978 Genesis P-Orridge, el icono de la m¨²sica industrial, cant¨® esto en el tema United de Throbbing Gristle, la banda en la que milit¨® antes de formar Psychic TV, pocos se imaginaban que iba muy, muy en serio. El documental de Marie Losier The Ballad of Genesis and Lady Jaye (que pese a haberse estrenado en 2011, estos d¨ªas puede volver a disfrutarse desde la comodidad de casa en la presente edici¨®n online del Festival In-Edit), nos hace participes de una de las m¨¢s bellas historias de amor que pueden contarse: la que llev¨® a Genesis y a su segunda esposa, Jacqueline Breyer, m¨¢s conocida como Lady Jaye, a fundirse en una misma persona por arte y gracia del bistur¨ª.
Todo empez¨® en 1993, un a?o despu¨¦s de divorciarse de Paula Brooking y de abandonar su Reino Unido natal. Por entonces, Genesis viv¨ªa en el norte de California con sus dos hijas, Genesse y Caresse, pero de vez en cuando se escapaba a Nueva York para disfrutar de la compa?¨ªa de su amiga Terence Sellers, una escritora que se ganaba la vida como dominatrix y ten¨ªa su propia mazmorra.?¡°Fui un fin de semana largo. Sal¨ª cada noche y fui a Jackie 60, un club muy interesante dedicado a las performances art¨ªsticas. Estuve de fiesta, tom¨¦ ¨¦xtasis y lo pas¨¦ en grande. Al final, decid¨ª irme a dormir y me fui a casa de Terence, y me dijo que tendr¨ªa que dormir en la mazmorra, cosa que me pareci¨® bien. Estaba en el suelo con una s¨¢bana blanca por encima cuando, de pronto, escuch¨¦ unos ruidos. Me levant¨¦ y, a trav¨¦s de la puerta, vi a una mujer alt¨ªsima, esbelta y preciosa. Vest¨ªa ropa de los a?os 60 y fumaba un cigarrillo con mucha elegancia. Empez¨® a entrar y salir por la puerta. Entonces, comenz¨® a quitase la ropa y poco a poco se fue vistiendo con una ropa fetichista incre¨ªble. Pens¨¦: ¡®Vaya, mis dos estilos preferidos a la vez. Es genial. ?Qui¨¦n es esta mujer?¡¯. No es algo propio en m¨ª, pero recuerdo que cerr¨¦ los ojos y dije, casi como en una plegaria: ¡®Querido Universo, si encuentras la manera de que pueda estar con ella, estar¨¦ con ella para siempre¡±, confes¨® en la cinta sobre el d¨ªa en el que sus caminos se cruzaron.
Sus plegarias fueron escuchadas. Desde ese preciso instante, Genesis y aquella joven estudiante de enfermer¨ªa que, adem¨¢s de ejercer de dominatrix, tambi¨¦n hab¨ªa hecho sus pinitos en el arte de acci¨®n, fueron inseparables. Un viernes 13 de 1995 se dieron el ¡®s¨ª, quiero¡¯. Genesis, que a¨²n llevaba rastas, visti¨® para la ocasi¨®n un traje de encaje. Jaye, con un bigote pintado en la cara, luci¨® unas botas de motorista, unos pantalones y un chaleco de cuero. Tal como Genesis rememor¨® en la pel¨ªcula, ese fue el punto de partida de su art¨ªstica a la par que devota transformaci¨®n, a la cual pusieron el nombre de Proyecto Pandroginia: ¡°Empezamos a pensar que, en vez de tener hijos, que, en cierto modo, es como combinar a dos personas en una, pod¨ªamos convertirnos nosotras en esa nueva persona. As¨ª que todo empez¨® como algo muy rom¨¢ntico, queriendo ser lo m¨¢s parecidas la una a la otra. Pero, a medida que pens¨¢bamos en ello, nos dimos cuenta de que est¨¢bamos incorporando aquellas ideas de William S.?Burroughs y Brion Gysin [a quienes conoci¨® personalmente mientras viv¨ªa en Londres] sobre los recortes, la t¨¦cnica del cut-up. Burroughs y Gysin dec¨ªan que, al cortar y mezclar los textos, dejaban de ser escritores. Era lo que ellos llamaban ¡®La tercera mente¡¯. De esa forma Lady Jaye y yo cortamos nuestros cuerpos y creamos una tercera entidad pandr¨®gina¡±.
En un primer momento se limitaron a vestirse, peinarse y maquillarse igual. No obstante, poco a poco sus cambios f¨ªsicos fueron m¨¢s radicales. Por ejemplo, Jaye se oper¨® la nariz para que se pareciera a la de Genesis; mientras que Genesis, adem¨¢s de hormonarse, se retoc¨® el ment¨®n y se tatu¨® las marcas corporales de su amada. Por supuesto, nada de esto hubiese sido posible sin los 1,5 millones de d¨®lares que en 1998 Genesis ingres¨® en su cuenta corriente tras ganar la demanda que a?os antes interpuso al productor Rick Rubin y al sello American Recordings. En 1995, estando ah¨ª presente, la casa de Rubin se incendi¨® y, tratando de escapar de las llamas, tuvo la mala suerte de caer sobre unas escaleras de hormig¨®n. En el parte m¨¦dico figura que se fractur¨® la mu?eca, se rompi¨® varias costillas y sufri¨® una embolia pulmonar. No hay mal que por bien no venga. Con aquella indemnizaci¨®n Genesis y Jaye aprovecharon el d¨ªa de San Valent¨ªn de 2003 para dar un paso m¨¢s: se pusieron los mismos implantes mamarios. ?C¨®mo se lo tomaron sus hijas? ¡°Les escribimos una carta cont¨¢ndoles que era un proyecto art¨ªstico sobre lo de siempre. Caresse me pregunt¨®: ¡®?Ahora debo decirte mam¨¢?¡¯. Y la menor dijo: ¡®?Te has gastado todo ese dinero en unos pechos en vez de regalarme un coche nuevo?¡±.
¡°Nunca me he sentido a gusto estando en un cuerpo. Siempre me he sentido atrapada en ¨¦l. Siento que he encontrado un alma gemela. Nunca me siento sola. Eso es algo que no experimento, el sentimiento de alienaci¨®n. No importa lo extra?o que sea el mundo exterior, s¨¦ que hay alguien que me entiende¡±, afirm¨® la propia Lady Jaye en el documental. A pesar de la incomprensi¨®n de muchas personas, Genesis habl¨® el pasado a?o en la revista Them sobre la idea subyacente de aquel designio: ¡°Estamos absolutamente conectadas con las personas LGBTQ+ y cualquier minor¨ªa similar en su esfuerzo por salir de los sistemas, valores y condicionamientos heredados; animando a cada persona a recordar que puede crear su propia identidad. Eso incluye el g¨¦nero, pero no s¨®lo el g¨¦nero. Podr¨ªas querer ser un ciborg, o cultivar aletas y vivir bajo el agua. Cualquier mutaci¨®n y cualquier cambio son v¨¢lidos¡±. En definitiva, todo se resume al ¡°derecho de cada ser a dise?arse a s¨ª mismo¡±.
Lady Jaye falleci¨® el 9 de octubre de 2007 con 38 a?os. Genesis, a los 70, el pasado marzo. ¡°?ramos muy conscientes de que alg¨²n d¨ªa nos perder¨ªamos. Cuando piensas: ¡®?Qu¨¦ dir¨¢ la gente? ?Qu¨¦ dir¨¢n en nuestro funeral? ?C¨®mo nos recordar¨¢n? ?Qu¨¦ dir¨¢n los obituarios?¡¯. Jaye dijo: ¡®Me da igual toda esta mierda del arte. Quiero ser recordada como uno de los grandes romances de la historia¡±, expres¨® Genesis en The Ballad of Genesis and Lady Jaye. No cabe duda de que se salieron con la suya. Su relaci¨®n, por mucho que pase el tiempo, siempre ser¨¢ rememorada como una de las m¨¢s fascinantes y aut¨¦nticas que se pueden narrar.
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