La historia de amor entre el fundador de McDonald¡¯s y la mujer que regal¨® su fortuna
?l levant¨® un imperio a partir de una hamburgueser¨ªa, ella encontr¨® buenas causas para invertirlo. A la espera de que se estrene en Espa?a el biopic sobre Ray Kroc (¡®El Fundador¡¯), un nuevo libro analiza su relaci¨®n con su tercera esposa.
En 2017 se hablar¨¢ de Ray Kroc, el preclaro hombre de negocios que supo ver el potencial de la hamburgueser¨ªa que los hermanos McDonald hab¨ªan abierto en la California de los a?os 40. La hizo crecer a trav¨¦s de una red de franquicias y cambi¨® la manera de comer del mundo. A la espera de que se estrene a finales de febrero en Espa?a la pel¨ªcula El Fundador, un biopic protagonizado por Michael Keaton, un nuevo libro se aproxima a su figura. Ray & Joan: The man who made the McDonald¡¯s fortune and the woman who gave it all away (Ray & Joan: el hombre que hizo la fortuna de McDonalds y la mujer que la regal¨®, de la editorial Dutton, por ahora s¨®lo en ingl¨¦s) se centra en la tumultuosa relaci¨®n que el creador de McDonald¡¯s mantuvo con su tercera mujer, Joan, famosa por su filantrop¨ªa en Estados Unidos. Tras la muerte del magnate en 1984, Joan Kroc hered¨® 3.000 millones de d¨®lares, m¨¢s de lo que pod¨ªa gastar en cientos de vidas.?En vez de utilizarlos para afianzar la dinast¨ªa familiar, opt¨® por donar su fortuna a las causas m¨¢s diversas: de la investigaci¨®n del sida a la preservaci¨®n de la vida silvestre, paliar la hambruna et¨ªope o financiar los hospitales para enfermos terminales. La autora de la doble biograf¨ªa, Lisa Napoli, compara sus idas y venidas con las de Elizabeth Taylor y Richard Burton. Los reyes de la comida r¨¢pida tambi¨¦n fueron temperamentales, carism¨¢ticos y obscenamente ricos.
Lo suyo fue amor a primera vista. Cuando Ray Kroc encontr¨® a Joan, ella tocaba al piano Because of you, de Tony Bennett, en el elegante restaurante Criterion. A sus 55 a?os, Ray Kroc llevaba dos vendiendo franquicias para los McDonald. Recorr¨ªa Estados Unidos para sentar las bases de un imperio que hab¨ªa nacido en San Bernardino (California), al pie de la Ruta 66. Ray Kroc hab¨ªa puesto todo su talento persuasivo al servicio de convencer a los hermanos Dick y Mac, que revolucionaron la producci¨®n de hamburguesas aplicando los mismos criterios de cadena de montaje que Henry Ford, de la necesidad de hacer negocios juntos. Sin embargo, comenzaba a cansarse de hacerles el trabajo sucio. Su hartazgo culminar¨ªa en 1960, cuando pudo permitirse el lujo de pagar 2,7 millones de d¨®lares a los McDonald ¨Cun mill¨®n limpio a cada uno, tras impuestos¨C para quedarse con los derechos de la compa?¨ªa. De los hombres que crearon McDonald¡¯s cuando en California s¨®lo interminables campos de naranjas brillaban bajo el Sol qued¨® la inmortalidad de su apellido.
Pero antes de que el k¨¦tchup le nublara la vista, Ray Kroc, obsesivo y en¨¦rgico, ya hab¨ªa tenido muchas vidas: de aprender a conducir ambulancias en la Primera Guerra Mundial junto a su colega Walt Disney a ¡°m¨ªster Multimixer¡±, como le apodaron los McDonalds, por dedicarse a las m¨¢quinas de batidos. En sus inicios, el joven Kroc combinaba sus aventuras como empresario ¨Cempez¨® vendiendo vasos de papel¨C con tocar el piano en emisoras de radio por las noches. De ah¨ª que al entrar en el Criterion y ver las manos de Joan desliz¨¢ndose por el teclado se quedase prendado de la rubia pianista, de s¨®lo 28 a?os. Pero exist¨ªan un par de incovenientes: el marido y la hija de Joan estaban entre el p¨²blico y Ray Kroc estaba, a su vez, casado. Al hombre que dijo ¡°los contratos, como los corazones, est¨¢n para romperse¡± le har¨ªa falta un divorcio y una segunda mujer hasta unir su destino al de Joan quien, a pesar de su fortuna, dud¨® mucho antes de darle el ¡°s¨ª quiero¡±.
Una obra social que empez¨® contra el alcoholismo
Porque el amor m¨¢s duradero de Ray Kroc, con permiso de Joan y Mcdonald¡¯s, fue hacia el whisky Early Times, una de las marcas que se salv¨® de la prohibici¨®n durante la ley seca por considerarse ¡°medicinal¡±. Kroc le daba tanto a la botella que, tras pagar 12 millones de d¨®lares por hacerse con el equipo de b¨¦isbol San Diego Padres, no pudo evitar presentarse borracho al primer partido que presenciaba en 1974 en calidad de due?o. Desde el palco presidencial tom¨® el micr¨®fono para gritar, ante una afici¨®n at¨®nita: ¡°Se?ores y se?oras, sufro con ustedes. Es el peor partido que he visto en mi vida¡±. El alcohol convert¨ªa el car¨¢cter de Ray Kroc, de natural irascible, en una olla a presi¨®n. Asumiendo que no pod¨ªa salvar del alcoholismo a su marido, Joan se propuso erradicarlo de Estados Unidos y en 1965 inici¨® la Operaci¨®n Cork ¨CKroc, al rev¨¦s¨C para advertir de sus peligros y concienciar a la sociedad de la ¨¦poca de que se trataba de una enfermedad. Fue su primera labor social y tuvo grandes frutos. Hasta Betty Ford, toda una primera dama de los Estados Unidos, dio un paso al frente en los setenta para reconocer que era alcoh¨®lica.
Sin embargo, una de las virtudes del libro de Lisa Napoli es desmitificar la figura de Joan Kroc, que disecciona a lo largo de todo un cap¨ªtulo con el ir¨®nico t¨ªtulo de ¡°San Joan¡± por la forma edulcorada en que la ha retratado la prensa estadounidense. Fumadora compulsiva, ten¨ªa un procaz sentido del humor y era aficionada al juego hasta el punto de no dudar en subirse a su avi¨®n privado para apostar 16 horas seguidas en Las Vegas. Lo cual, lejos de quitarle m¨¦rito, la hace m¨¢s interesante, considera la autora, que tampoco duda en explicar c¨®mo la muerte de su marido supuso en muchos sentidos una liberaci¨®n para ella. Joan Kroc, ya sin Ray, se permiti¨® patrocinios de corte m¨¢s pol¨ªtico que su conservador esposo no hubiese aprobado: fue la primera persona en donar un mill¨®n de d¨®lares al Partido Dem¨®crata, y una activa pacifista, promoviendo varias campa?as antinucleares tras el ataque a Hiroshima.
Al enterarse de que sufr¨ªa el c¨¢ncer cerebral que acabar¨ªa por matarla en 2003, a los 75 a?os, Joan Kroc reuni¨® a su familia para decirle que no quer¨ªa l¨¢grimas puesto que, al fin y al cabo, hab¨ªa tenido una buena vida. Los meses que le quedaron los emple¨® en planificar su funeral de forma concienzuda: en ¨¦l son¨® un arpa en vez del piano que tanto hab¨ªa tocado a lo largo de sus d¨ªas. Tambi¨¦n dise?¨® su legado, ya que las donaciones m¨¢s suculentas de Joan Kroc vinieron, de hecho, tras su muerte.
El Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n recibi¨® 1.500 millones de d¨®lares para construir centros comunitarios en barrios deprimidos. El segundo mayor beneficiario de la herencia fue la Radio Nacional P¨²blica (NPR), a la que dej¨® el futuro asegurado con unos 200 millones de euros, el doble de su escu¨¢lido presupuesto anual. Y luego fueron premiadas diversas instituciones de la ciudad de San Diego, donde Joan Kroc pas¨® la parte m¨¢s feliz de su vida: 50 millones fueron a parar a su universidad, 20 millones al hospicio, 10 millones al zoo, otros tantos a la ¨®pera y un mill¨®n al hospital infantil McDonald¡¯s, a la que lleg¨® a llamar ¡°corporaci¨®n chovinista¡±, emiti¨® un sentido comunicado. ¡°Hemos perdido a una verdadera amiga¡±, consideraron a pesar de todo, ¡°y el mundo a una verdadera humanista¡±.
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